¿Cómo será el sucesor del Hubble?
Planean la construcción de un telescopio espacial con un espejo de 10 metros que permita ver exotierras cercanas.
Hace unos días Scientific American se hacía eco de la propuesta de lanzar un telescopio espacial que sea realmente el sucesor del Hubble.
Como todos sabemos, el veterano telescopio espacial Hubble ha sido una herramienta fundamental para la investigación astrofísica. Es capaz de observar el cielo en el infrarrojo cercano, en el visible y en el ultravioleta con su espejo de 2,4 m de diámetro. Gracias a esta y a otras características es un telescopio multipropósito que lo mismo observa galaxias muy lejanas que obtiene el espectro de un exoplaneta gaseoso gigante.
Sus componentes fueron actualizados a lo largo de varias misiones de mantenimiento y reparación. Pero parece que no va a ser reparado más. Se espera que dure hasta los años veinte de este siglo, pero tarde o temprano dejará de funcionar y no tiene un sustituto claro. Al final se le dejará caer en la atmósfera.
Se ha vendido que el telescopio espacial James Webb será el sustituto del Hubble, pero no es así. Este nuevo telescopio observará sólo en el infrarrojo y no podrá ser reparado o actualizado. Así que no podrá observar en el visible ni en el ultravioleta. Esto último es muy limitante, pues la atmósfera terrestre absorbe mucho ultravioleta. Además, saldrá con una carga de helio líquido que se irá evaporando. Cuando el helio se agote no podrá hacer más observaciones en el infrarrojo lejano. Es verdad que con él se podrán observar los primeros momentos en los que aparecieron las primeras estrellas gracias a su espejo segmentado de 6,5 metros, pero ha sido a un precio colosal. El costo de desarrollo ha sido tan grande que ha lastrado el presupuesto científico de la NASA. En principio se estimó un costo total de unos 1600 millones de dólares, pero ya va por los 9000 millones.
La propuesta inicial en los años noventa fue un telecopio infrarrojo monolítico de 4 metros que se podía lanzar sin problemas. La NASA presionó para que tuviera 8 metros y la solución de compromiso fue un espejo segmentado de 6,5 metros. Pero esto requirió el desarrollo de nuevas tecnologías.
El principal escollo es que los componentes criogénicos han sido muy difíciles de desarrollar. Obviamente esto ha permitido el desarrollo de nuevas tecnologías que pueden servir para otros fines, pero este telescopio, que ya debía de estar observando desde 2011 no se les espera para antes del 2018. En suma, es un fracaso.
Mientras tanto no se han lanzado otras misiones. La NASA quiere lanzar en los años veinte el WFIRST, que está basado en un telescopio espía obsoleto que se quedó sin ser lanzado y que fue donado a la NASA una vez se eliminó toda su electrónica secreta. Presumiblemente la donación se realizó porque los militares tienen desde hace años telescopios mejores e iban a tirar las dos unidades del modelo antiguo que tenían, las dos que fueron finalmente donadas.
El WFIRST tiene un espejo con un tamaño similar al del Hubble, pero tendrá un campo de visión mucho más amplio. Escudriñará el cielo en busca de supernovas y otras pistas sobre la energía oscura.
Ninguno de estos dos telescopios está diseñado para observar exoplanetas, aunque podrán ser forzados a hacerlo. Incluso se ha discutido la inclusión de un cronógrafo en el WFIRST para este propósito.
Ahora sabemos, gracias a la misión Kepler, que nuestra galaxia está llena de planetas, pero no sabemos casi nada de todos ellos. No podemos obtener espectros de ellos que nos digan si contienen vida, por ejemplo.
Un grupo de astrónomos, dentro del comité AURA, está trabajando en un proyecto que podría solventar todo esto. Se trataría de un telescopio, que denominan HDST, con un espejo de 10 o 12 metros de diámetro que observaría en el ultravioleta, visible e infrarrojo cercano. Un digno sucesor del Hubble. El espejo sería segmentado y se desplegaría una vez llegase a su órbita, ya en los años treinta de este siglo y sólo si se aprueba muy pronto.
Si se quieren conseguir grandes descubrimientos se necesita pensar a lo grande. Con este telescopio se podrían conseguir imágenes de planetas de tipo rocoso orbitando otras estrellas y, por tanto, obtener sus espectros. Espectros que nos dirían si hay agua, si hay nubes o si hay desequilibrios químicos que nos indiquen que hay vida.
Esta idea ha estado circulando en la comunidad científica desde hace dos décadas, cuando se descubrieron los primeros exoplanetas. El problema es que la NASA se ha vuelto muy conservadora después del fiasco del James Webb. En este caso los presupuestos se dispararon y el Congreso casi lo cancela. No quiere que pase algo similar con otro proyecto.
Pero la ventaja del HDST es que no necesitaría de nuevas tecnología como el Webb, sino que sólo necesitaría aprovechar las ya existentes. Además, no usaría componentes criogénicos, podría ser modular y montarse en órbita. Todo ello abarataría el proyecto.
El HDST estaría equipado con un coronógrafo que permitiría anular la luz de la estrella observada para así revelar la débil luz del exoplaneta. Esto permitiría buscar bioindicadores en su espectro, como la presencia de vapor de agua y oxígeno libre.
Los críticos dicen que el HDST es demasiado ambicioso y que se podría hacer algo similar con varios telescopios más pequeños y con menos dinero. Pero estas otras propuestas no responderán a las preguntas sobre la vida en otros mundos que todo el mundo se hace y que queremos sean contestadas. Basta que la exotierra más cercana en la zona de habitabilidad se encuentre a unos pocos años luz de distancia para que estos telescopios, incluso los de 30 metros o más que se encuentran en construcción en tierra, no la puedan ver y analizar.
Es un problema de estadística. Si se analizan una docena de exotierras y no se encuentran señales de vida en realidad querrá decir más bien poco, pues puede que se tenga sólo mala suerte. Si se hace y pasa lo mismo con 50, entonces ya sabríamos que la vida es escasa en el Universo. Para poder tener esto último se necesita un telescopio orbital con un espejo de más de 10 metros o más.
Pero el HDST no serviría solamente para la búsqueda de exotierras con vida, sino que podría usarse para otras muchas misiones a las que prestaría una capacidad sin igual. Así por ejemplo, podría observar las nubes de Júpiter con una resolución igual a la de una ciudad, discernir estrellas individuales en galaxias situadas a 30 millones de años luz de nosotros o resolver estructuras de 300 años luz de tamaño al borde del universo visible. No sólo ayudaría a saber cómo fueron los primeros tiempos del Universo, sino a saber más sobre la materia y energía oscuras.
Este esquema multipropósito permite encontrar apoyos en otros miembros de la comunidad científica que se dedican a estudiar otras cosas distintas a los exoplanetas. Ya se sabe lo celosos que los científicos suelen ser con los presupuestos millonarios de otros.
Lo importante es ilusionar a los científicos, a la gente, a los políticos y a la industria con algo realmente grande, de otro modo será difícil conseguir el dinero. Esto es algo que varios proyectos pequeños no pueden conseguir.
Pero nadie quiere esperar tanto y menos los científicos que quieren poder observar dentro de sus vidas profesionales y no que la tecnología llegue después de que hayan muerto.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4684
Fuentes y referencias:
Artículo en Scientific Américan.
Web de AURA.
12 Comentarios
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lunes 1 junio, 2015 @ 7:56 pm
– El HDST, debería poder salir adelante; por lo que aquí se lee facilitaría mucho la búsqueda de vida extraterrestre y ahora que sabemos, gracias al Hubble, que nuestra galaxia está repleta de planetas de los que prácticamente no podemos saber nada, sería una verdadera lástima no poder responder a una de las más intrigantes cuestiones sobre nuestro universo, ¿ estamos sólos?. Pero es que además el HSDT puede hacer muchas cosas interesantes, las que se indican aquí y que no son poca cosa. Una auténtica joya el HDST, esperemos que el proyecto salga adelante, y una última cuestión, ¿ cómo pueden decir los críticos que el HDST es demasiado ambicioso?. ¿Son científicos esos críticos? sería extraño, puesto que los científicos, especialmente los del campo de la Física y la Astrofísica siempre piensan a lo grande.
martes 2 junio, 2015 @ 12:48 am
Los críticos no es que sean científicos, es que encima son astrofísicos.
Los científicos, además de tener opiniones variadas, no están hechos de ectoplasma divino y tienen su «zonas erróneas». Siempre vigilan que los dineros vayan o no a ese proyecto o no en función si eso les afecta o no.
Cuando se proyectó el Supercolisionador Superconductor muchos físicos se opusieron porque creían que todo ese dinero iría a parar a ese proyecto y a ellos les caería menos. Se frotaron las manos cuando el Congreso norteamericano aprobó que se dinamitara (sí, se dinamitó lo construido para que ninguna otra administración se viera tentada de continuar las obras) porque creían que entonces les caería el maná del cielo. Al final ese dinero no fue a parar a la ciencia de todos modos.
Si, por ejemplo, un astrofísico trabaja en rayos cósmicos, se opondrá a un telescopio infrarrojo, aunque este sea mejor proyecto. Simplemente este astrofísico no se puede reconvertir y defiende su parcela de investigación y sus garbanzos.
Aprobar un proyecto de gran calibre como el HDST requiere un esfuerzo gigantesco de reuniones, política, subcomités, etc. El 90% del trabajo previo al científico es burocracia, posiblemente más que el desarrollo tecnológico en horas/hombre y bastante más ingrato. El «¿y de lo mío qué?» se da en muchos ámbitos.
También hay razones objetivas para oponerse el HDST, como que durante dos décadas no se lance nada más y no haya con lo que investigar o que se coma todo el presupuesto.
Y si tienes ya 60 años, un proyecto así ya no te importa, pues cuando comience a funcionar ya estás jubilado en el mejor de los casos. Así que apoyas otros menos ambiciosos y rápidos en ser lanzados.
La pena es que con un pequeñísima fracción del presupuesto militar habría para contentar a todo el mundo. Los militares ya tienen sus telescopios gigantes, pero apuntan a tierra (ni siquiera a la Tierra).
En un mundo alternativo seguiríamos teniendo al Saturno V (o habríamos desarrollado el Satunro VIII que se diseño en tiempos). Cada lanzamiento de este cohete costaba lo mismo que los de la lanzadera espacial. Pero con él se podrían lanzar telescopios gigantes, construir estaciones espaciales mejores y ahorrarnos los costos de desarrollo de la lanzadera y de los sucesivos proyectos de lanzadores pesados. Con ese dinero habría para mucho: explorar Titán, velas solares, orbitar Neptuno, etc. En ese mundo alternativo ya sabríamos si estamos solos en el Universo.
martes 2 junio, 2015 @ 5:37 pm
Pues qué lamentable es la condición humana, qué rastrera. ¿Donde queda la altura de miras, la generosidad, el ansia de saber, la empatía? Esos astrónomos son como cualquier humano. Con esa imagen podemos ver que merecemos la suerte que nos espera. ¿Qué los diferencia de los políticos, seguidores del egoísta corto plazo?
¡Qué decepcionante espectáculo!
martes 2 junio, 2015 @ 6:33 pm
Pues sí, tomás, el panorama descrito, con bisturí, por Neo es lamentable; aunque se puede entender el asunto de los «garbanzos», primum vivire, deinde philosophare, que dijo aquel. Lo que sucede, creo, es que a los que tenemos a los hombres de ciencia como una especie de «seres puros», porqué les admiramos, nos sentimos un tanto defraudados cuando constatamos que son humanos, » demasiado humanos» ( no todos fueron siempre «demasiado humanos», también los hubo de muy abnegados). Pero también hay que tener en cuenta que la ciencia es muy competitiva,y dado que los presupuestos padecen los efectos del «mercado pues, tal como dice, Neo, la lucha por un pedazo del «pastel» es árdua, y luego está la burrocrácia y el politiqueo.
– Pero es triste saber que podríamos estar en ese mundo alternativo referido por Neo y sin embargo estamos donde estamos.
– En efecto, querido tomás, ¡ qué decepcionante espectáculo!.
Saludos a todos, amigos.
miércoles 3 junio, 2015 @ 7:51 am
Sí, el bisturí de Neo ha herido hasta el tuétano, pero sabemos, aunque queramos obviarlo, que tiene razón. Y es que, cuando alguien se siente a gusto en una comunidad de personas que sabe honestas, tampoco quiere ver más allá y olvida que el mundo es mundo, con sus miserias; pero todos somos mundo.
No soy persona dada al desánimo y, al poco de escribir mi comentario ya estaba buscando consuelo. Sí que hay mala gente; yo lo sé muy bien. Pero también existen personas abnegadas -como dices-.
Así que aquí me quedo, con vosotros, en un reducido círculo en el que, quizá ocasionalmente algunos seamos injustos y hasta un tanto malvados -no sé-, pero pedimos perdón si así ha sido.
Un abrazo, amigo «lluís». Os quiero. Mucho.
miércoles 3 junio, 2015 @ 9:46 am
Vamos a ver, no hay que sorprenderse al descubrir que los científicos son humanos. Es normal que velen por sus intereses, que, muchas veces, son los de su campo de estudio. Si no lo defiendes al final los demás te comen el terreno. Sólo los genios se pueden permitir el lujo de defender ideales y a la vez sobrevivir intelectual y económicamente.
Es difícil moverse por la estrecha línea que separa el campo de la libertad en el que únicamente el cereal de la creatividad puede crecer, del campo de los presupuestos en donde las vacas que pagan con su leche (impuestos) todo el tinglado, incluyendo el retorno en forma de grano.
La política lo impregna todo en el buen y mal sentido. Recordemos que sin políticos que financien la ciencia, esta se vería condenada a desaparecer bajo el egoísmo económico y superstición de la gente común. La ciencia avanza porque su financiación no es democrática.
Ya sabemos todos que en el mejor de los mundos posibles la gente es culta y está formada, pero también ya sabemos que no es así. Esto valdría para la ciencia y para el buen funcionamiento de la democracia. Pero interesa una masa a la que manipular y eso no se consigue dándoles cultura.
En ese medio ambiente, el ecosistema de la ciencia tiene sus puntos flacos, como acabamos de ver por aquí. Pero es mejor que otros mundos.
Y sí, gente mala la hay en todos sitios, lo peor de este tipo de gente es que, aunque es escasa, su notoriedad y consecuencias es elevada. Incluso tienen demasiado efecto en nuestra psique.
sábado 6 junio, 2015 @ 9:21 am
Leo por ahí expresiones como «mala gente» y otras en las que se da por supuesto que hay personas abnegadas, generosas , y otras envidiosas, resabiadas o, simplemente, rastreras…
Mi opinión personal, los años dan experiencia, es que todos y cada uno albergamos en nuestro interior un ser abnegado y otro egoísta y rastrero, y la tarea personal es conseguir que uno prevalezca sobre el otro. Unos lo logran en un sentido y el resto en el otro. Pero para que prevalezca el abnegado o generoso hace falta educación y un buen sistema de valores vitales. ¿ Qué sentido tiene ser abnegado si tan solo significa perder de mi derecho en beneficio de los demás?. Tan solo razones muy profundas, a menudo trascendentes , pueden conseguir convencernos de su conveniencia. Aunque a veces, un buen estudio o investigación descubren razones ocultas que señalan que ciertas conductas aparentemente equivocadas son, en realidad, las más productivas. Como dice un mi amigo, la postura más inteligente y rentable es la colaboración generosa con los rivales. Supongo que hay que ser muy inteligente para entenderlo del todo. Hace unos años, en algunos cursos sobre gestión y colaboración entre grupos, me demostraron o al menos lo intentaron, que la máxima eficacia se conseguía siempre que existía colaboración, pero el instinto parece decirnos lo contrario a los humanos, nos llamemos Einstein, Hubble ó Martínez.
domingo 7 junio, 2015 @ 9:43 am
Querido amigo «petrus»:
Parece cierto que todos albergamos tanto el bien como el mal y que sólo una educación proporcionada por la sociedad será capaz de que prevalezca la razón y la bondad. No estoy seguro de que, por nuestra sola inclinación seamos generosos, altruistas y empáticos. Pienso que han de influir nuestros padres, nuestros maestros, nuestros amigos.
Pero no estoy de acuerdo cuando preguntas qué sentido tiene ser abnegado si tan solo significa «perder de mi derecho en beneficio de los demás». Precisamente que alguien pierda de su derecho, o lo regale, o renuncie a gran parte de él, sin pensar siquiera en quién será el beneficiado, es lo que le da su mayor sentido. Lo importante es que ese sacrificio no se pierda en la «nada».
Hablas de la «colaboración generosa con los rivales». Pero eso requiere tener un rival con quien «negociar». Muchas veces no es posible. El antisocial urde en soledad o en complicidad. En el mundo de los negocios eso puede darse y yo también lo sé, pues una buena parte de mi vida profesional la he dedicado a aunar voluntades. Al antisocial, al inhumano, no le importan las reglas y -casi copiándote- se llame Hitler, Stalin, o García -o concejalillo de urbanismo, ministro de energía, presidente, o cualquier otra excelencia y honorabilidad-. Ya ves: al final la cabra tira al monte; me supera.
Un fuerte abrazo.
domingo 7 junio, 2015 @ 5:41 pm
– Pienso que no se puede ser abnegado hasta el punto del sacrificio personal en beneficio de quien quiera que sea. Seguro que una madre o un padre podrían dar la vida por su hijo o hija, pero esta es otra cuestión bien diferente. No soy nada partidario de los mártires.Cada uno tiene su derecho a la felicidad ( o su búsqueda), y la cooperación y el altruísmo seguro que están bien en muchos casos, pero no creo que en todos , al menos en aquellos en que puedas salir seriamente perjudicado. Entre otras cuestiones, al lado de los derechos colectivos, están los derechos individuales. Y este es un terreno minado. Nadie ha resuelto la colisión entre derechos individuales y derechos colectivos.Parches sí los hay. Pero esta dialéctica individualidad-colectividad subyace en cualquier tipo de debate.
Saludos a todos.
lunes 8 junio, 2015 @ 7:42 am
No se trata, «lluís», de si eres o no partidario de mártires. Simplemente de si crees que existen personas abnegadas. Yo creo que sí los hay y hasta de altos grados de ello. Y no creo que se piensen como mártires. Lo que sucede es que sólo nos llegan los nombres de los más eminentes, como Gandhi o Mandela, que seguramente no esperaban premio alguno en otro mundo ni en este.
Es mi parecer que el altruismo se puede extenderse, más allá de los hijos, a totalmente desconocidos. Yo mismo debo seguramente la vida a un queridísimo compañero de estudios a quien no he podido encontrar: Pedro Crespo -como el alcalde de Zalamea-, que apenas me conocía. Fue pura generosidad sin esperar de mí agradecimiento alguno.
Y me consta de primera mano un caso totalmente altruista: estábamos en una playa donde había un peñasco. De pronto se levantó la mar y pilló a tres chavales de unos quince años de tal forma que no les quedó otro remedio que subirse a las rocas, pero éstas no sobresalían más de metro y medio o dos de las aguas y eran batidas por las olas que las cubrían varias veces cada minuto zarandeando e hiriendo a los muchachos. Yo me di cuenta del gran peligro y tuve una terrible lucha dentro de mí porque quería ir en su ayuda, pero me daba cuenta de que no saldría vivo de aquel lance. Nunca olvidaré aquella tremenda lucha en mi interior. Me metía en el agua y, al sentir su fuerza, volvía a salir. Creo que a alguien que estaba junto a mi le sucedía lo mismo. De pronto vi a un hombre que fue en ayuda de los chicos. Creo que tres corrimos con cuerdas -ni sé de donde salieron- por el acantilado inmediato. Los muchachos se pusieron las cuerdas alrededor del cuerpo y logramos sacarlos casi despellejados. Pero el abnegado fue arrastrado por la corriente que bordeaba la costa hasta otro pequeño peñasco también azotado por las olas. Lanzamos la cuerda y pudo atársela. Pero debía estar completamente agotado. Cuando lo tuvimos arriba estaba muerto. Más de media hora de inútiles esfuerzos no fueron suficientes para devolverle la vida. La esposa contemplaba en silencio nuestro afán. Al día siguiente, por el periódico supe que había sido un padre de tres hijos que, con su familia había ido a la playa a pasar el día. Concretamente, un enfermero. Sin duda amaba su profesión como un servicio a los demás. Tal como sucede a un querido compañero nuestro.
Es un ejemplo, aunque no era ese al tipo de generosidad que yo me refería. Sólo le he expuesto para rebatir tu idea.
¿No puede proporcionar satisfacción el darse cuenta de que, por tu labor, tal cosa ha sido beneficiosa para quien sea, aunque te hay resultado más o menos gravosa?
Un abrazo.
lunes 8 junio, 2015 @ 7:51 pm
– Voy a ser sincero, no llego a esos extremos de valentía ( o de imprudencia por mal cálculo de posibilidades).Mi vida me importa, y será muy doloroso o no, pero en situaciones extremas como las que expones,»tomás» yo no me la jugaría. Otra cosa, insisto, es que fuera un hijo o hija mía. De todos modos no tengo nada en contra de esos señores que, a mi modo de ver, de una manera bastante o muy imprudente, dadas las circunstancias, pierden su vida para salvar la de otros. Claro que siempre habrá quienes les deban la vida a héroes como los que describes en tu comentario. Y les estarán muy agradecidos, aunque al » salvador» que perdió su vida,no le importe, obviamente, ni pizca ese agradecimiento. Y una cosa es la » gravosidad» y otra la » graveosidad».
– Un abrazo querido tomás.
viernes 12 junio, 2015 @ 9:51 am
Ya te digo, buen amigo, que ese ejemplo es sólo para rebatir tu exposición en el comentario anterior. En mi superficial conocimiento de la distribución de labores en nuestro cerebro, imagino que lo que nos sucedía a ese acompañante -que malrecuerdo a mi izquierda, con un bañador algo así como amarillo- y a mí, es que la parte límbica, emocional, nos llevaba a la empatía, pero la realidad de la fuerza del agua nos hacía retroceder a través del lóbulo frontal -razón, previsión de futuro- en retroalimentación con el miedo, asentado también en la zona límbica. De ese dilema emana un comportamiento. En el caso del héroe le llevó a vencer lo emocional y en el nuestro quizá prevaleció el miedo más que la razón, ¿quién sabe?
Realmente yo pensaba en gentes como Mandela que sobrevivió a su larga entrega o a Vicente Ferrer; ambos son casos extremos de generosidad de una gran parte de su vida, y no me explico cómo a este último no se le concedió el Premio Nobel de la Paz, por ejemplo, cuando le ha sido otorgado a algún militar, lo que -al menos en principio- parece contradictorio.
Y esos son también casos extremos. Hay mucha gente muy generosa de su tiempo de vida que se ocupa de ayudas desinteresadas. Y más bien me refiero a éstos. Muchos de ellos pertenecientes a ONG. Algunos quizá lo hagan por otros motivos, pero, en mi opinión, y en general ha de darse una buena dosis de empatía.
Otros se conforman con entregar un dinero regularmente. Bueno; también es algo.
Un fuerte abrazo.