Supervivencia de restos fósiles a la reentrada
Un meteorito artificial diseñado por la Agencia Europea del Espacio demuestra que es posible que rocas sedimentarias con restos fósiles sobrevivan a la reentrada en la atmósfera terrestre, aunque para la vida en sí sobrevivir a uno de estos eventos parece más difícil.
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El experimento STONE-6 se planeó para saber si varias muestras de rocas sedimentarias podían sobrevivir a la reentrada en la atmósfera terrestre. Durante este tipo de sucesos el roce contra el aire eleva los materiales a un mínimo de 1700 grados centígrados. Las cápsulas y naves espaciales deben de protegerse convenientemente contra este fenómeno, so pena de quemarse en la atmósfera como le pasó a la lanzadera espacial Columbia.
Durante este experimento, y después del aterrizaje, se transportó las muestras en contenedores especiales hasta una sala limpia para ser examinadas. Los resultados fueron presentados por Frances Westall en el congreso europeo de ciencias planetarias el 25 de septiembre pasado.
En misiones recientes a Marte se han encontrado pruebas de la existencia de agua y sedimentos en el pasado remoto, pero entre los 39 meteoritos identificados como procedentes del planeta rojo no se han hallado rocas sedimentarias, sino sólo rocas de tipo basáltico. Recordemos que en la Tierra los fósiles se encuentran en rocas sedimentarias y que el basalto o rocas similares son de origen volcánico y por tanto prácticamente libres de toda traza de vida pasada.
El experimento demostraría que es posible para unas supuestas rocas sedimentarias marcianas sobrevivir a la entrada en la atmósfera terrestre. Por tanto, los cazadores de meteoritos deben de buscar también este tipo de rocas. La mayoría de los meteoritos se encuentran en la Antártida en donde su color oscuro los delata sobre la blanca nieve o hielo de las llanuras antárticas. Este experimento muestra que las rocas sedimentarias desarrollan una corteza blanca o no desarrollan corteza durante la reentrada y por tanto meteoritos de este tipo pueden pasar desapercibidos a ojos de los buscadores de meteoritos.
El experimento STONE-6 se montó sobre una cápsula Foton M3 que se lanzó en septiembre del año pasado desde Baikonur. Dos muestras de rocas sedimentarias fueron fijadas al escudo protector de la cápsula junto con una muestra basáltica de referencia. Después de 12 días en órbita la cápsula reentró en la atmósfera. La muestra basáltica desapareció, pero las otras dos sobrevivieron. Éstas consistían en una roca de 3500 millones de años que contenía microfósiles carbonáceos de Pilbara (Australia) y otra de 370 millones de años que contenía bioindicadores que procedía de las islas Orkney.
La muestra de Pilbara tenía una corteza de medio milímetro de grosor de color blanco cremoso. La mitad de la roca sufrió ablación, pero en el resto se encontraron los microfósiles y carbono en la parte más interna. Aproximadamente el 30% de la segunda muestra sobrevivió al evento, así como sus bioindicadores. El calor de la reentrada produjo cambios mineralógicos en las dos muestras.
En ambas rocas se depositaron microorganismos vivos, concretamente bacterias Chroococcidiopsis en la parte posterior de las mismas, antes del lanzamiento. Desafortunadamente el calor de la reentrada fue demasiado alto para estos seres y no sobrevivió ninguna bacteria pese a los dos centímetros de roca que las protegían. Pero, a pesar de ser carbonizadas en el proceso, sus restos eran aún identificables.
El experimento demostraría que hipotéticas rocas sedimentarias marcianas con muestras fósiles o biomarcadores químicos podrían llegar a la Tierra en un estado aceptable. Pero también se demuestra que la posibilidad de que en el pasado llegaran microorganismos mediante este tipo de proceso es muy reducida. Según la teoría de la panspermia la vida podría viajar de un planeta a otro a bordo de meteoritos. La cota que impone este experimento es que dos centímetros de roca no serían suficientes para proteger a los hipotéticos microorganismos de la entrada en la atmósfera terrestre. Durante la reentrada este tipo de cápsulas sufre velocidades de hasta 7,6 km/s, mientras que los meteoritos normales sufren velocidades de 12 a 15 km/s.
En el pasado se demostró, en experimentos de laboratorio, que ciertos microorganismos podrían sobrevivir a la eyección de su planeta natal por parte de un impacto meteorítico. También se ha comprobado durante ciertas misiones espaciales que otros microorganismos o esporas de los mismos pueden sobrevivir a las condiciones espaciales. Este último experimento pondría límites al viaje panspérmico al restringir la supervivencia de los microbios durante el último paso, concretamente su llegada a la Tierra.
También se ha planteado el proceso inverso mediante el cual la vida en la Tierra podría haberse difundido por el sistema solar.
Fuentes y referencias:
Noticia en Europlanet.
Página de la ESA sobre la misión.
¿Sembró la Tierra vida en el sistema solar?
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