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Capuchinos vengativos

Los monos capuchinos castigan con cierta malevolencia a los congéneres que se llevan lo que no es suyo.

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En estas páginas hemos hablado muchas veces del sentido de la justicia, que parece innato y ya está presente en otros primates. También de las formas en las que se puede forzar la cooperación entre humanos.

Un modelo animal típico en este tipo de estudios es el mono capuchino. En estudios anteriores se pudo comprobar cómo estos animales realmente manifiestan su enfado ante un trato desigual o injusto. [1]

Ahora, en un nuevo estudio de la Universidad de Yale liderado por Laurie Santos, se ha podido comprobar que estos monos se toman su tiempo y esfuerzo para ejecutar un castigo sobre los congéneres que se llevan más de los que les corresponde. Incluso actúan con cierta malevolencia.

En el experimento los capuchinos podían tirar con fuerza de una cuerda de tal modo que una mesa plegable sobre la que se depositaba la comida de otro mono dejaba caer esas viandas.

Aunque en el caso de los chimpancés este castigo sólo lo aplicaban cuando había una afrenta personal grave, como el robo, en el caso de los capuchinos se usaba más frecuentemente, incluso en casos en los que el otro sólo se había llevado un poco más de comida.

Uno de los aspectos que nos caracteriza como humanos es el hecho de que estamos dispuestos a realizar un esfuerzo para castigar la violación de las reglas o normas sociales. En experimentos humanos los voluntarios incluso están dispuestos a pagar con dinero el castigo sobre otros voluntarios que juegan al mismo juego de cooperación-deserción.

Aunque el problema del sistema de castigo es que, a veces, el pago individual del mismo tiene un precio muy alto, así que puede que no lo apliquemos algunas veces. Es la razón por la medran los vecinos ruidosos y otra fauna incivilizada. Por este motivo se creó el castigo institucionalizado por el estado o comunidad.

Pero es precisamente el castigo lo que permite que los aprovechados no desbaraten el sistema de cooperación, pues ponen en peligro nuestra propia supervivencia, sobre todo en el pasado cuando éramos cazadores y recolectores. Así que necesitamos castigar a aquellos que se llevan recursos injustamente o a aquellos que realizan malas acciones sobre los demás.

Muchos investigadores se han planteado si este tipo de comportamiento es único en nuestra especie o si evolucionó a partir de comportamientos parecidos de otras especies precedentes.

Santos, Kristin Leimgruber y Alexandra Rosati quisieron comprobar este punto estudiando si algunas especies de primates relativamente distantes a los humanos castigarían los comportamientos sociales injustos de sus congéneres. Al igual que los chimpancés, los capuchinos también plegaron las mesas de aquellos que habían robado comida, pero además castigaron a los beneficiarios de esa ganancia inesperada.

“Nuestro estudio proporciona la primera prueba de que un primate no humano elige castigar a otros simplemente porque tienen más”, dice Leimgruber, primera autora del artículo. Esta misma investigadora añade que es una respuesta algo así como que ‘si yo no puedo tenerlo nadie puede’, lo que sería consistente con el rencor o despecho psicológico, algo que se creía que sólo poseían los humanos.

“Nuestros hallazgos sugieren que las raíces psicológicas de las motivaciones del castigo de tipo humano pueden extenderse más profundamente en nuestra historia evolutiva de lo que previamente se había pensando”, dice Santos.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [3]
Foto: Storkk vía Wikipedia.