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La larga vida de las ratas topo

Un estudio pone de manifiesto que las ratas topo envejecen a un ritmo mucho más lento que el resto de los mamíferos.

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Las ratas topo (Heterocephalus glaber) son unos mamíferos roedores muy singulares que viven en zonas desérticas del este de África. Se caracterizan por formar colonias subterráneas de unos 300 individuos que funcionan de un modo similar a la de los insectos sociales. Es decir, son similares en sus relaciones sociales a las hormigas y abejas.

Es verdad que son increíblemente feas, pero, a cambio, no sienten ciertos tipos de dolor y sufren una muy escasa incidencia de cáncer. Además, ya vimos en este mismo sitio web, que pueden sobrevivir 18 minutos a la falta de oxígeno gracias que metabolizan fructosa siguiendo la misma ruta que usan las plantas. [1]

Ahora, un nuevo estudio sostiene que envejecen a un ritmo mucho más lento que mamíferos equivalentes, llegando a vivir mucho más tiempo que ellos. Son una excepción en este sentido entre todos los mamíferos. Básicamente, según aumentan en edad, su tasa de mortalidad permanece más baja que la de cualquier otro mamífero que haya sido estudiado en este sentido.

Como ejemplo con el que comparar, podemos fijarnos en otros roedores, como los ratones. Estos viven en cautividad unos 4 años. Extrapolando esta edad máxima y corrigiendo en tamaño, las ratas topo sólo vivirían hasta unos 6 años. Sin embargo, la realidad es que viven más allá de los 30 años e incluso a esa edad las hembras permanecen fértiles, pues no parecen sufrir menopausia.

Pero calcular esto no es fácil, pues hay que hacer un seguimiento durante mucho tiempo. Se saben estos y otros datos gracias a Rochelle Buffenstein (Calico Life Sciences LLC) y colaboradores. Esta investigadora ha estudiado a estos roedores desde hace 30 años. Para cada animal de esta especie que ha quedado a su cuidado, ha anotado la fecha de nacimiento y la de su muerte y si esta se ha debido o no a factores externos, como los propios experimentos a los que han sido sometidas.

Usando estos datos, que suman unos 3000 puntos, ha descubierto que las ratas topo no siguen la ley de Gompertz, que es una ecuación matemática que relaciona la edad con la probabilidad de morir. Esta ley fue propuesta por Benjamin Gompertz en 1825 y sostiene que esta probabilidad de muerte aumenta exponencialmente con la edad. Así, por ejemplo, en humanos, la probabilidad de morir se dobla cada 8 años después de cumplir los treinta años. Para este caso, si es representada gráficamente, se obtiene algo así:

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Obsérvese que el eje de la y está en escala logarítmica, no lineal.

Se puede obtener un comportamiento similar para otras especies de mamíferos usando la misma ecuación con el oportuno ajuste de los parámetros. Obviamente, esto se estudia en el ambiente controlado del laboratorio para evitar contabilizar accidentes y similares. La muerte por ser depredado no se cuenta en este tipo de estudios. En humanos tampoco se cuentan las muertes accidentales y debidas a factores externos.

Sin embargo, Buffenstein no observa esta tendencia de tipo Gompertz en sus animales. Calculó que, una vez que estos alcanzan la madurez sexual a los 6 meses de edad, la probabilidad diaria que tiene una rata topo de morir es de una posibilidad en 10.000, valor que permanece igual para el resto de su vida e incluso disminuye un poco más con la edad. Además, esta longevidad es además independiente del sexo y del estatus en la crianza del individuo.

“Para mí es el dato más excitante que nunca he deducido. Va en contra de todo lo que sabemos en términos de biología de mamíferos”, dice Buffenstein.

En estudios previos se había mostrado que las ratas topo tienen un sistema de reparación de ADN muy activo y altos niveles de proteínas caperonas, que son moléculas que ayudan a otras proteínas a plegarse correctamente. Buffenstein cree que son estos sistemas los responsables de la larga vida de estos animales, al reparar constantemente los daños que puedan ir apareciendo en sus cuerpos, en lugar de dejar que se vayan acumulando daños que normalmente se asocian con la edad. Ello conseguiría retrasar el envejecimiento.

De todos modos, hay que ser cautelosos, pues hay una pega estadística en este estudio. La mayoría de los animales fueron muertos o trasladados a otros laboratorios, lo que ha obligado ha hacer los cálculos con menos de 50 animales y sólo sobre los últimos 15 años, siendo 35 años la edad del individuo más longevo. Se necesitarían más ratas topos y de más edad para hacer un estudio mejor.

También es posible que estos roedores presenten envejecimiento, pero que este se dé a una edad mucho más avanzada en términos relativos que en otros mamíferos.

Puede que de este tipo de estudios se extraigan consecuencias médicas que puedan aplicar en humanos algún día, pero muy a largo plazo.

Además, esto nos recuerda lo sorprendente y rara que puede ser la vida en la Tierra, por lo que otros tipos de vida en otros lugares del Cosmos seguro que son mucho más extrañas y fantásticas de lo que imaginamos.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [3]
Foto: Tim Evanson, vía Flickr.
Gráfico: Wikipedia.