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Más resultados sobre cambio climático

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En rojo se señalan las zonas que se inundaría en esa región europea si el nivel del mar sube solamente 1 metro. Foto: CReSIS.

En un esfuerzo más de denuncia sobre el desastre ecológico y medioambiental hacia el que nos dirigimos, NeoFronteras hace un resumen de una pequeña parte de la investigación realizada sobre este asunto en las últimas semanas. Esta información se suma a otros resultados ya cubiertos por esta web y por la prensa tradicional. Conviene que se lo imprima si se cansa de leer en la pantalla, pero no lo ignore.
Casi todos los estudios que se mencionan aquí hacen referencia a artículos publicados en revistas con revisores de primera línea, como Nature, Science, PNAS, etc. Aunque en general estas referencias directas no se han anexado, el que esté interesado puede llegar a ellas a través de las noticias y notas de prensa originales a las que sí apuntan los enlaces aportados.

Ya sabemos a qué se debe el cambio climático. Principalmente a las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero. El principal culpable es el dióxido de carbono que emitimos al quemar combustibles fósiles como el carbón y los derivados del petróleo.
Parte del dióxido de carbono que generamos es absorbido por el océano, otra parte va al suelo y otra es fijada por las plantas. El exceso que estos sumideros no pueden absorber simplemente se va acumulando en la atmósfera y con ello se aumenta el efecto invernadero, subiendo las temperaturas a lo largo del globo.

Una mala noticia en cuanto a la vigilancia del aumento del dióxido de carbono fue el fracaso en el lanzamiento de la misión espacial de la NASA Orbiting Carbon Observatory, que fue lanzada con un cohete Taurus XL. Iba a medir los niveles de este gas con una precisión suficiente como para mostrar la distribución geográfica de sus fuentes y sumideros a escala regional, así como su influencia sobre el clima. Mejoraría además la comprensión del ciclo del carbono.
Lamentablemente no es la primera misión de vigilancia del cambio climático que falla. La utilización de cohetes baratos y poco fiables parece estar detrás de estos fracasos.

Política informativa

Un grupo de investigadores alemanes se ha molestado en desmontar los argumentos de los negacionistas que dicen no creer en el cambio climático o que éste esté provocado por el ser humano.
Han realizado un estudio estadístico [1] [1] para demostrar que el aumento de la temperatura observada últimamente no se debe a una fluctuación estadística. Según ellos, el hecho de que los 13 años más cálidos desde 1880 se hayan dado recientemente tiene una probabilidad de 1 entre 10.000 de que se deba a un accidente.
Pero no es necesario convencer a los científicos de la realidad del cambio climático. Desde la Universidad de Illinois en Chicago se ha hecho una encuesta online [2] [2] para saber la posición frente al cambio climático de más de 3000 científicos relacionados con ciencias de la Tierra. Esta materia del cambio climático es al parecer opinable por parte de políticos, líderes de opinión, medios de comunicación y empresas. En el mundo científico no hay tal posición, sino simplemente un acuerdo sobre la realidad del cambio y sus causas. Según la encuesta el 97% de ellos dijo que el ser humano juega un importante papel en el cambio climático.
Entre los que niegan o reducen el impacto humano en este asunto están los geólogos del petróleo por obvias razones (muy interesadas) y los meteorólogos. Al parecer éstos últimos no han llegado a comprender que el tiempo atmosférico es distinto al clima y piensan a corto plazo. Al estar acostumbrados a unas predicciones meteorológicas fiables a sólo unos pocos días como máximo no creen que se pueda predecir el clima terrestre a largo plazo.
Sin embargo, entre los climatólogos el acuerdo es total.

Ya veremos lo que dice el próximo informe del IPCC, pero parece que el de 2007 ha perdido la batalla de llegar al público. Un estudio psicológico apunta a que la mayoría de la gente no entiende lo que hay escrito en él.
Además, un informe [3] [3] de la Universidad de Stanford denuncia la mala cobertura que sobre el cambio climático hacen los medios de comunicación tradicionales y en parte los científicos del ramo.
Según Stephen Schneider, la ciencia no es política. Un periodista o medio de comunicación no debe de escoger siempre dos puntos de vistas opuestos para compensar opiniones en un tema científico. Con esa política da la impresión de que hay un desacuerdo en la comunidad científica sobre el cambio climático que realmente no existe.
Además se cubre en los informativos mucho más los acontecimientos deportivos u otras cosas sin importancia que los resultados alarmantes sobre el cambio climático. Según Schneider a veces es casi imposible ni conseguir 5 segundos en el telediario de la noche (refiriéndose a EEUU).
Añade que los científicos, por su parte, deben de explicarse con metáforas y lenguaje de la calle para que así el mensaje llegue a la gente y respaldar esto con información más profunda en páginas web y otros sistemas para el que que quiera ampliar el tema.

En resumidas cuentas, el debate sobre el cambio climático simplemente no existe en la comunidad científica. El problema se centra en trasmitir la información que se posee al público. Algo que no se ve facilitado por unos medios de comunicación desinteresados o que dan tanto tiempo o menos a toda una comunidad de científicos serios como a seres egoístas en busca de notoriedad o intereses económico. Seguro que si se buscaran se encontrarían a alguien que negara la fuerza de gravedad.

Calentamiento

Pese a todo, más y más estudios apuntan a un calentamiento global generalizado. Hasta ahora se creía que aunque el resto del globo se estaba calentando gran parte de la Antártida se estaba enfriando.
Un nuevo estudio [4] [4] realizado por científicos de la Universidad de Washington muestra que en los último 50 años gran parte de este continente se ha estado calentando a un ritmo comparable al del resto del mundo. Al parecer los cálculos realizados con anterioridad estaban mal hechos y no se beneficiaban de los datos de satélite, que proporcionan una información crucial al respecto, con patrones de distribución espacial muy buenos. Además los autores hacen notar que la climatología del continente antártico es más complicada de lo que se creía.
Sobre el lado opuesto del mundo se ha hecho un amplio estudio [5] [5] que demuestra (según sus autores por primera vez) la omnipresente naturaleza de amplificación climática del Ártico.
Allí las temperaturas están aumentando a un ritmo superior a cualquier otro lugar del hemisferio Norte y es de esperar que esta tendencia continúe en el futuro. Como resultado se producirá una mayor fusión de los glaciares, un retroceso de los hielos flotantes y una mayor erosión de las costas según el nivel del mar ascienda. La retroalimentación del calentamiento global en esta región del globo alarma a los expertos y a algunos les hace sospechar que estamos muy cerca, si no lo hemos sobrepasado ya, algún punto de no retorno.
Uno de los científicos del IPCC ya advierte [6] [6] que el cambio climático puede ser mucho más devastador de lo pensado. El gran problema que se nos puede venir encima es la fusión del permafrost de la tundra y la consiguiente liberación masiva de gases de efecto invernadero.
Sobre cuánto tiempo durará el cambio climático inducido por el ser humano, un estudio dice que unos mil años [7] [7] si dejamos de emitir todo el dióxido de carbono que emitimos.
Pero si seguimos emitiendo a este ritmo unos científicos de la Universidad de East Anglia y de la Universidad de Liverpool predicen con un modelo computacional [8] [8] que el calentamiento global provocado podría multiplicarse por 5 a largo plazo una vez se altere lo suficiente el delicado equilibrio entre la atmósfera y los océanos.

Consecuencias físicas

Una consecuencia obvia del aumento de temperatura es la fusión de los hielos y la elevación del nivel del mar.
Un estudio [9] [9] muestra, una vez más, la progresiva desaparición de los hielos árticos. Este estudio forma parte de los muchos realizados para la celebración del año Polar Internacional y se basa en una extensa toma de datos a lo largo de todas las regiones limítrofes con el Ártico.
Aquellos que califican las predicciones del Grupo Intergubernamental para el Cambio climático de las Naciones Unidas de catastrofistas deberían de leer el estudio [10] [10] realizado por varias instituciones europeas. Según el IPCC, a lo largo de este siglo las temperaturas subirán entre 2 y 4 grados centígrados, se derretirán masa de hielo de Groenlandia y la Antártida, y se produciría la consiguiente subida del nivel del mar (en parte debida a la propia dilatación del agua). El modelo del IPCC hacía una predicción de una subida en casi medio metro a finales de siglo para tres grados. Estos otros investigadores pronostican en su lugar más de un metro de subida bajo las mismas condiciones y calculan las regiones europeas que se verán inundadas.
Al otro lado del Atlántico la cosa no se presenta mejor. Ciudades como Nueva York, la costa Este de EEUU y Florida sufrirán graves consecuencias debidas a la subida del nivel mar, incluso asumiendo que éste suba menos de medio metro, sobre todo si hay huracanes. Un estudio [11] [11] de la Universidad de Florida así lo dice.
Para los que quieran ver cómo sucederá todo esto pueden ver vídeos [12] sobre predicciones en el aumento del nivel del mar en ciertas áreas.
Hay científicos, como unos en la Universidad de Toronto, que van más allá. Predicen [12] [13] el colapso de la capa de hielo oeste de la Antártica y su posterior fusión. Esto produciría un aumento del nivel del mar a escala mundial de 5 a 7 metros según el lugar. El problema es que esta capa de hielo se asienta sobre roca, pero está por debajo del nivel del mar. El efecto de un evento así sería simple y llanamente un catástrofe incalculable.

Pero la subida de los niveles del mar no es la única consecuencia que ya está sucediendo. El dióxido de carbono y el exceso de efecto invernadero que genera tienen más consecuencias.
Los esfuerzos de reducción de gases fluroclorocarbonados para disminuir la destrucción de la capa de ozono se ven compensados negativamente por el cambio climático. Un estudio [13] [14] de la Universidad de Johns Hopkins así lo señala.
Al parecer el cambio climático está produciendo cambios en las corrientes atmosféricas que finalmente derivan en una mayor destrucción del ozono.
Según los autores nunca se retornará a los niveles de ozonos previos a 1960 y las consecuencias las pagarán los habitantes de Nueva Zelanda, Australia, Chile y Argentina, que padecerán una mayor incidencia del cáncer de piel.

Ya vimos que parte del CO2 emitido se disuelve en el océano. Pero la capacidad de los océanos de absorber el dióxido de carbono se está reduciendo y alcanzando el punto de saturación, al menos en ciertas partes, según un estudio [14] [15]. Calculan que en menos de diez años el océano no podrá seguir representando el sumidero de dióxido de carbono que es en la actualidad. Mientras tanto este gas sigue acidificando el agua de los mares.
De acuerdo a la declaración [15] [16] hecha en Mónaco el pasado 30 de enero y subscrita por 155 expertos en el tema, es urgente una acción que limite los daños en los ecosistemas marinos debido al aumento de la acidez provocada por las emisiones de dióxido de carbono humanas.
A este ritmo los corales desaparecerán, con toda la fauna que depende de ellos, hacia el año 2050. Esta predicción está basada en la Química elemental y en la biología de estos seres.
Casi todas las medidas (poco más o menos que de ciencia ficción) encaminadas a reducir la radiación luminosa que incide sobre la superficie terrestre y así disminuir la temperatura no aliviaría en absolutamente ningún grado este problema.
Pero la acidificación no es el único problema de los océanos. Un estudio de la universidad de Copenaghe denuncia [16] [17] un posible aumento dramático de las áreas oceánicas muertas por carencia de oxígeno. La razón, además de la contaminación del agua por fertilizantes artificiales, se debería al cambio climático, que cambiaría la circulación oceánica y agrandaría todas estas zonas. La práctica ausencia de oxígeno en esas aguas elimina las especies animales que allí vivían.
Se cree que una situación de este tipo derivó en la gran extinción del Pérmico que eliminó hace 250 millones de años al 90% de las especies marinas.

Efecto sobre los seres vivos

Aunque el ser humano parece no querer enterarse del cambio climático los seres que comparten el planeta con él sí lo han hecho.

Un estudio del U.S. Geological Survey [17] [18] pone de relieve que cambios sutiles en el medio ambiente pueden dar lugar a cambios abruptos en la respuesta de los ecosistemas. Entre las posibles respuestas (algunas de las cuales ya estamos padeciendo) están las plagas de insectos, incendios forestales (recuérdese lo que pasó en Australia hace poco) y retrocesos de bosques, que pueden afectar negativamente tanto a las personas como a las plantas y animales silvestres.
Tratan de averiguar cuál es el umbral de cambio más allá del cual se producen estas respuestas y las medidas que hay que tomar para mitigarlos.
En un mundo en calentamiento las actividades humanas, como simplemente el uso del agua, pueden derivar en cambios ecológicos que sean difíciles o imposibles de revertir.

Algunos seres incluso intentan sobrevivir emigrado o simplemente se rinden y ya están despareciendo.
Si el cambio climático continúa afectando a la Antártida nuestros hijos enseñaran a nuestros nietos el pingüino emperador de la única posible y misma manera que a nosotros nos enseñaron el pájaro dodo o los dinosaurios: en los libros de texto. Al menos eso es lo que se desprende de un informe [18] [19] del Woods Hole Oceanographic Institution. Calculan que hay una probabilidad estimada entre un 40% y un 80% de que se produzca un declive drástico de estos pingüinos. Evento que los colocaría al borde de la extinción.
No es el único problema de la zona. Según un estudio [19] [20] [20] [21] basado en datos precisos de satélite el cambio climático en la Península Antártica está afectando no sólo a los pingüinos sino a toda la cadena alimenticia e incluso a la vida microscópica del lugar.

Los árboles de zonas templadas empiezan a notar el cambio climático. Según indica un trabajo de U.S. Geological Survey y de la Universidad de Colorado [21] [22] la muerte de árboles en bosques primarios del oeste de EEUU se ha doblado en años recientes por culpa del calentamiento global y de la sequía asociada a él. Los autores especulan que esta muerte prematura de árboles lleve a cambios ecológicos sustanciales en el Oeste Norteamericano y que se reduzca la capacidad de almacenamiento de dióxido de carbono, tanto en los propios árboles como en el suelo en el que viven.

Los anfibios, que sobrevivieron a la gran extinción masiva del Cretácico que se llevó por delante a los dinosaurios y otros muchos seres, quizás no sobrevivan a nuestra estupidez. Además de que se están viendo afectados por el cambio climático y muchas especies de ranas ya se están extinguiendo, nuestro insaciable apetito está liquidando las restantes.
Según un estudio [22] [23] de la Universidad de Adelaida el comercio mundial de ancas de rana está llevando a la extinción a muchas especies. Su consumo se ha incrementado en los últimos 20 años y puede que ya sean consumidas 1000 millones de ranas en todo el mundo anualmente.
En lugar de criarlas en cautividad estas ranas son simplemente recolectadas en sus ambientes naturales, principalmente en Indonesia, y vendidas en el mercado local o exportadas a los mercados asiáticos y europeos.
Pero las ranas no son los únicos seres en peligro. Según expertos de la Universidad de Washington [23] [24] los lagartos tropicales ya empiezan a pasarlo mal. Esto se debe a que el margen de temperaturas en el que pueden vivir es más estrecho que para lagartos de otras latitudes y no siempre pueden emigrar a lugares más fríos. En concreto el intervalo de temperatura en el cual pueden sobrevivir es en promedio la mitad que el de los lagartos de regiones templadas.
Al no ser animales de «sangre caliente» los lagartos no pueden mantener una temperatura interior constante y dependen de la temperatura del medio ambiente para no morirse de frío o calor.

Otros seres intentan evitar desaparecer por culpa del calentamiento global emigrando a zonas más frías. Esto es un ejemplo más del efecto que éste tiene sobre la diversidad.
Se puede mencionar al respecto estudios como el de la Universidad de York [24] [25]. En 1965 se envió una expedición al Monte Kinabalu en Borneo para hacer un estudio ecológico y de biodiversidad en la zona. Lo han repetido 42 años más tarde encontrando que, en promedio, las especies se han movido 67 metros más arriba, supuestamente para compensar el aumento de la temperatura (cada cien metros de subida se produce un descenso de la temperatura de unos 0.65 grados centígrados en promedio) .
Por otro lado las aves también notan el aumento de temperaturas. Un análisis de los datos tomados sobre las aves de EEUU durante 40 años por aficionados, y recopilados por la sociedad Audubon [25] [26], revela que el 58% de las 305 especies de aves estudiadas han movido su hábitat más hacia el norte. Esta «emigración» afecta a aves de todos los tipos, desde las que viven en el bosque a las que viven en las praderas.

No solamente van a verse afectados los animales salvajes de lugares lejanos. El ser humano puede sufrir pandemias ligadas al cambio climático. Un estudio [26] [27] muestra que los patrones de distribución de la malaria se verán afectados debido al calentamiento global. Un clima más favorable a los mosquitos que transmiten la enfermedad hará que ésta aparezca en lugares en los que se creía erradicada. Los inviernos fríos acaban con éstos, pero la aparición de inviernos más suaves les permitirá sobrevivir. Prevén que la enfermedad reaparezca en Europa y EEUU.

Y al que no le importe el medio ambiente y sí su propia hombría le convendría leer lo que se dice en un informe [27] [28] de la Universidad de Exeter sobre contaminación. Según se dice en él los problemas de fertilidad de los varones estarían ligados a la contaminación de las aguas.
En los ríos del RU estos científicos han encontrado productos químicos bloqueadores de la testosterona que afectan tanto al ser humano como a la fauna salvaje. Estos compuestos químicos inhiben la función de hormonas como la testosterona, reduciendo la fertilidad de los machos. Esto explicaría la feminización de los peces machos que se produce allí.
También han encontrado toda clase de medicamentos, productos farmacéuticos (incluso los usados en quimioterapia contra el cáncer) y pesticidas agrícolas que formarían un cóctel de imprevisibles efectos. No hace falta mencionar que la presencia de esas sustancias de debe a las actividades humanas.

¿Soluciones?

Los únicos sumideros de dióxido de carbono que parece funcionar bien, cuando se les deja, son las selvas tropicales [28] [29]. Al parecer absorben un quinto de todas las emisiones. Las selvas que todavía quedan se tragan 4800 millones de toneladas de este gas cada año. Los autores dicen que los países contaminantes deberían de transferir recursos para que los países en vías de desarrollo conserven sus bosques tropicales.
Pero según unos cálculos [29] [30] la capacidad de absorber dióxido de carbono, incluso manteniendo los actuales bosques tropicales, no es ilimitada. Estos no pueden absorber todo el CO2 que arrojemos a la atmósfera.
Por ejemplo, la selva del Amazonas ve comprometida su labor de fijar carbono debido a las sequías [30] [31] [31] [32] como la de 2005 (probablemente provocada por el propio cambio climático). El impacto de esa sequía significo la presencia de 5000 millones de toneladas más de dióxido de carbono en la atmósfera, las 2000 millones que no se absorbieron y las 3000 millones que se emitieron directamente por culpa de la misma. Lo malo es que el cambio climático producirá más sequías de este tipo en el futuro.
Pero ni siquiera estamos manteniendo las selvas, de hecho cada día las destruimos a un ritmo alarmantemente mayor. Por tanto, la capacidad de absorber dióxido de carbono es reducida por la destrucción sistemática de esta misma selva tropical. Así por ejemplo, el ritmo de destrucción de la selva en Sumatra y Borneo es de un 2% anual (muy alto), principalmente debido a la actividad humana [33] [33].

Una de las soluciones artificiales que se propone para disminuir el calentamiento global (pero no la acidificación de las aguas) es la de aumentar el albedo de la Tierra. Esto es, aumentar la reflectividad del planeta (incluso con pintorescas medidas como pintar los tejados de blanco).
Un estudio [34] [34] sugiere que si se eligen adecuadamente las variedades de cultivos adecuadas, tanto Europa como Norteamérica podrían reducir su temperatura en un grado centígrado durante la época de crecimiento de las plantas. Esto sería equivalente a un enfriamiento global de 0,1 grados, un 20% del total del aumento de la temperatura desde la Revolución Industrial.
La idea consiste en que, a diferencia de los cultivos tradicionales o el suelo, las hojas de estas plantas reflejen al espacio más luz solar, tanto por sus cualidades ópticas como por su disposición espacial.
Otra idea loca que se propuso es la de introducir algún agente que bloquee la luz solar en la atmósfera. Ahora descubren que esto limitaría el rendimiento de energías alternativas como la solar. Por supuesto esto tampoco solucionaría la acidificación de las aguas.

Pero a título individual podemos hacer algo. Además de ahorrar energía podemos cambiar nuestra dieta.
Se puede calcular el impacto de comer carne por el ser humano en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. Según un artículo de Scientific American [35] [35] la producción de por ejemplo carne de ternera para hamburguesas produce, kilo por kilo, 13 veces más gases de efecto invernadero (en equivalencia CO2) que la carne de pollo.
Según la FAO la producción mundial de carne representa entre un 14% a un 22% de las emisiones totales anuales de gases de efecto invernadero.
Si comparamos la producción de carne de ternera con la producción de espárragos, la primera emite 36 veces más gases de efecto invernadero que la segunda.
Para la producción de un kilo de carne de ternera se emite un equivalente de 14,8 kilos de dióxido de carbono frente a los 3,8 del kilo de la carne de cerdo y al 1,1 de la carne de pollo. Las emisiones se deberían al metano y al dióxido de carbono emitidos por los animales, así como a los combustibles fósiles gastados en cultivos para su alimentación, la producción de piensos y en la manufactura y transporte del producto.
En cuanto al transporte parece que está poco claro [36] [36] que cambiar nuestro viejo automóvil por uno moderno que emita menos dióxido de carbono sea siempre una política adecuada. La fabricación de uno nuevo consume tanta energía y emiten tantos gases de efecto invernadero que puede ser conveniente simplemente mantener en buenas condiciones el motor de nuestro viejo coche. Todo dependerá de lo viejo que sea el auto antiguo, de lo que consuma y de los kilómetros que hagamos con él.

Más referencias:
Más actualidad medioambiental. [37]
Actualidad climática. [38]
Más noticias sobre Medio Ambiente. [39]
Últimas noticias sobre Medio Ambiente. [40]
Medio ambiente en NeoFronteras. [41]
Nota editorial sobre Medio Ambiente. [42]