NeoFronteras

Secuestro de CO2.

Un modelo teórico predice los posibles problemas que acarrearía el secuestro de dióxido de carbono a gran profundidad en el lecho marino y las condiciones suficientemente seguras en las que se podría realizar.
Conforme más y más datos nos dicen que la temperatura global está aumentando por culpa del efecto invernadero producido por dióxido de carbono (CO₂) de origen humano se buscan soluciones a las emisiones de este gas.
De momento no contamos con fuentes de energía alternativas suficientes para sustituir a la quema de combustibles fósiles, y con China e Indía queriendo mejorar económicamente, y gastando combustibles a un ritmo nunca visto, parece que vamos a consumir hasta la última gota de petróleo que quede en el subsuelo del planeta incluyendo el contenido en los santuarios de Alaska.
Desde hace algún tiempo se especula con la posibilidad de quemar combustibles fósiles pero no liberar las emisiones a la atmósfera de dicha combustión, sino secuestrar el CO₂ de algún modo. Se han propuestos recintos geológicos a gran profundidad, liberarlo en forma líquida en simas submarinas o inyectarlo en el subsuelo marino.
Es última idea consiste en licuarlo e inyectarlo en forma de gotas en el subsuelo por debajo del lecho marino a gran profundidad.
Pero esto tiene sus riesgos pues el CO₂ podría escapar de su encierro y liberarse a la atmósfera, incluso de forma explosiva. Recientemente se han realizado experimentos a pequeña escala para ver la viabilidad de la idea, pero estos experimentos son demasiado costosos y llevan tiempo realizarlos bajo las diversas y variadas condiciones de evaluación necesarias que se pueden dar en el subsuelo oceánico.
Por eso se han desarrollado modelos teóricos que permitan, al menos, hacer estudios preliminares y ver si la idea es viable. Uno de estos proyectos lo ha dirigido Youxue Zhang (University of Michigan) con resultados para una gran variedad de condiciones de presión y temperatura.
El modelo de este investigador muestra que la inyección de CO₂ líquido debe de realizarse al menos a una profundidad de 800 metros de profundidad bajo ciertas condiciones especiales o a 3000 metros si queremos estar seguros de que el gas no escape.
A profundidades someras el gas podría liberarse incluso en forma de erupciones súbitas provocando accidentes muy graves. Se puede citar, por ejemplo, la erupción natural de este gas en 1986 en el lago Nyos que mató de asfixia a 1700 personas y a numerosos animales del área. O la del lago Monoun que mató a 37 humanos en similares circunstancias.
Hay que añadir a todo esto el problema técnico de realizar bien esta inyección de CO₂ líquido. Según este investigador una solución a profundidades moderadas (800m) consistiría en hacer las gotas de CO₂ muy pequeñas y así se disolverían en el océano sin producir erupciones peligrosas en caso de liberación. Las gotas grandes producirían más riesgos de erupciones incontroladas de este gas según Zhang. Defectos en la maquinaría de inyección o la misma inyección a un régimen equivocado producirían la inyección de gotas grandes con el consiguiente riesgo.
Al parecer los resultados de este investigador encajan bien con los datos experimentales sobre gotas líquidas de CO₂ en esas condiciones.
Según Zhang una inyección a 3000m de profundidad sería un sistema mucho más seguro (y más caro y costoso energéticamente).
Naturalmente la inyección de CO₂ podría acarrear consecuencias medioambientales negativas, esto hará sopesar los pros y contras de esta técnica antes de llevarla a cabo y ver si es realmente un sistema viable de eliminar las emisiones de CO₂ a la atmósfera. Sólo añadir que el proceso de liquefacción e inyección también necesitaría energía cuya generación produciría más CO₂.
Estos trabajos de Zhang fueron publicados el uno de Octubre en la revista Environmental Science & Technology.