Ciencia ciudadana antigua y cambio climático
La ciencia ciudadana realizada por personas corrientes de la antigüedad pone de manifiesto el cambio climático inducido por el ser humano desde el advenimiento de la revolución industrial.
En 1442 un clérigo sintoísta japonés empezó a escribir un registro sobre los días en los que se producía hielo sobre el lago Suwa. Este hombre vivía cerca de ese lago en los Alpes japoneses y registró esos datos debido a la legenda según la cual un dios cruzaba el lago helado para visitar a una diosa al otro lado en su santuario.
Más tarde, en 1693, un mercader finlandés empezó a hacer lo mismo con la fechas en las que se rompía el hielo del río Torne que tenía cerca. La razón en este caso es que el estado del río era muy importante a la hora de transportar mercancías y comida.
Estos dos meticulosos conjuntos de datos constituyen el registro de información sobre hielo en tierra firme más antiguo conocido. Además, proporcionan referencias sobre las que evaluar el cambio climático inducido por el ser humano, según Sapna Sharma (York University) y John J. Magnuson (University of Wisconsin).
Según los datos recopilados se puede observar una tendencia hacia una formación cada vez más tardía de hielo en otoño y desaparición del mismo más pronta en primavera desde la revolución industrial.
Por tanto, se confirma por otra vía el cambio climático inducido por el ser humano debido a las emisiones de efecto invernadero procedente de la quema de combustibles fósiles.
Lo interesante de estos dos registros es que están alejados en el espacio y en el tiempo y, por tanto, los efectos locales quedan reducidos al usarse los dos registros. Además, estos registros de varios siglos de duración se realizaron mucho antes de que el cambio climático fuera tan siquiera un tema de conversación. Pese a todo, el patrón climático observado en ambos casos es muy similar.
Se puede observa un patrón típico de época interglaciar desde 1443 a 1683 en el que la fecha de congelación se desplaza 0,19 días por década en promedio. Sin embargo, ese patrón de calentamiento se acelera 24 veces desde el comienzo de la revolución industrial, con 4,6 días de desplazamiento por década, lo que indica un cambio climático mucho más rápido en los últimos dos siglos.
En años recientes ambos ejemplos han mostrado patrones más extremos, lo que se corresponde a una aceleración de calentamiento global. Así por ejemplo, se ha observado que hay años en los que el lago Suwa no está totalmente cubierto de hielo, cuando estaba al 99% antes en la época preindustrial. Ahora está así sólo el 50% de las veces. Un comportamiento similar se aprecia en el río Torne.
“Nuestros hallazgos no sólo apoyan lo que los científicos han venido diciendo durante décadas, sino que además trae a la palestra las implicaciones de la reducción de la cubierta de hielo”, dice Sharma. Una menor cubierta de hielo tiene efecto sobre la ecología, la cultura y la economía.
“La disminución de la cubierta de hielo erosiona el sentido del lugar que el invierno da a muchas culturas, con la pérdida potencial de actividades como la pesca en el hielo, la práctica del ski y el transporte”, añade. Menos hielo y aguas más cálidas dan lugar, además, a la proliferación de algas, que reducen la calidad del agua.
Sharma y Magnuson dicen que planean realizar más estudios para comprender mejor las consecuencias ecológicas de estos cambios climáticos en estos casos.
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Fuentes y referencias:
Artículo original
Fotos Torne y Suwa: Terhi Korhonen y York University respectivamente
7 Comentarios
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jueves 5 mayo, 2016 @ 6:49 am
Todo eso puede ser muy cierto, pero yo pensaba, interpretando mal el título, que el artículo trataría de refranes populares, o algo así, y su incumplimiento actual debido al cambio climático. Como no ha sido la cosa de esa forma, me voy a inventar alguno. Este dedicado a Miguel Ángel: «Cuando bajan las presiones aumentan las depresiones». O este otro: «Si el reuma te doliere, echa culpa a la temperie»; este no me ha salido muy fino pero solo porque la DRAE no me permite conjugar como «dolerie», que estaría mucho mejor -licencia refranera podría ser, como existe la licencia poética-, aunque espero lo acepte mi buen amigo para sus consultas y consuelo de pacientes, -en el supuesto de haber acertado en ellos; si me equivoqué, con su ingenio puede remediarlo con alguna transformación sencilla-.
Y este, para Neo como consejo innecesario (la prueba es el mismo artículo): «Con el tiempo, habla del tiempo» (de la temperie o «weather»), cosa que ya hace muy con estupenda regularidad.
Y es que esto de los refranes está tirado. Sirven para cualquier cosa y para su contraria, como todos sabemos.
Una abrazada hasta la madrugada (me temo que este será un día de pareados y tonterías así).
viernes 6 mayo, 2016 @ 8:47 am
¡Ya! Como también en los cambios de estación invierno-primavera o verano-otoño, suelen aumentar las depresiones; o eso dicen psiquiatras y psicólogos, podría mejorarse el primer refrán para Miguel Ángel así: «Cuando bajan las presiones o cambian las estaciones, aumentan las depresiones». Creo que con eso consolaría a todo paciente «psi».
Prometo no inventar más refranes salvo que se me provoque.
Abrazos -sin pareado-.
sábado 7 mayo, 2016 @ 11:33 pm
Queridísimo amigo Tomás:
Si se asimila del todo, no creas que es poco ese consuelo: una de las cosas que peor lleva un cerebro (tenga puesta la etiqueta de «psiquiátrico» o de «normal») es la sensación de descontrol. Si aceptas que te sientes mal simplemente por un cambio estacional, disminuye esa ansiedad.
Cuando uno de estos pacientes dice «es que no dejo de pensar en tal cosa» precisamente te está planteando un problema por sensación de descontrol sobre el que se está echando la culpa. ¿Por qué no decir «mi cerebro está generando tal pensamiento», en vez de «yo estoy pensando…»?
Recuerdo el caso de un compañero aquejado de depresión que me comentaba que lo que más se resistía a aceptar era la idea de que su propio cerebro fuese en contra suya.
Abrazos
domingo 8 mayo, 2016 @ 7:58 am
Es muy interesante eso que has contado, querido amigo. En efecto, existen personas, incluso con graves problemas mentales, que se dan cuenta de que algo va mal en el principal de sus órganos -conozco algún caso-, pero que no constituye toda su mismidad. Y por eso dicen y piensan como cuentas que lo hizo tu compañero. En mi irrelevante opinión -lo que no me impide exponerla-, otra parte de su cerebro está en perfectas condiciones y detecta que algo no va bien en algún lugar de este, o en algunas circunstancias. Otros, que conozco y he conocido, con leves desviaciones, pero de suficientemente graves consecuencias, ni se les ocurre que padecen una perfectamente tratable enfermedad mental, o su orgullo no les permite reconocerlo. Pero si, aun con todo cuidado y delicadeza te arriesgas a sugerir que vaya al médico a que le aconseje -ni siquiera a un psi-, enseguida te sueltan: ¿pero crees que estoy loco o qué?
Aunque pueda parecer una tontería, los confesores católico-apostólico-romanos, hacen una buena labor en ese problema. Por lo menos escuchan. Conocí a una señora que me contaba sus confesiones y resulta que las empleaba para contarle al cura lo mala que era la gente con ella. Así que supongo que dios perdonaría a esa gente… digo yo.
Pero tu sabes muchísimo más de todo eso.
Un fortísimo abrazo, querido amigo.
viernes 27 mayo, 2016 @ 4:37 am
Por cierto, Tomás, en el primer párrafo de la noticia veo un buen guión para uno de tus relatos:
«…un dios cruzaba el lago helado para visitar a una diosa al otro lado del santuario».
Pero, ¡qué diablos!, ¡esta vez quiero destrozarlo yo! Me viene a la cabeza aquella prostituta que, acabada la faena, se dirige al cliente mientras se viste:
-Así que tú eres ese que llaman Jesús de Nazaret.
-Sí (le responde)
-¡Pues follas como Dios!
Pues eso, que más abrazos.
viernes 27 mayo, 2016 @ 8:52 am
¡Ja, ja, ja y mil veces ja! ¡Buenísimo! ¡Como me he reído! Pregunto: ¿es un chiste de común conocimiento o te lo has inventado?
Un montón de divertidos abrazos.
lunes 30 mayo, 2016 @ 3:24 am
De la chistera nacional, ¿cómo no?
Otro montón.