Optimismo negativo
Los individuos que tiene bajan expectativas sobre cómo serán sus vidas en el futuro son más longevos y llevan vidas más sanas y de más calidad que aquellos que esperaban vidas más brillantes.
En nuestra sociedad, en la que sólo se valoran ciertos aspectos, está bien visto se optimista y mal visto ser pesimista. Incluso se encuentran justificaciones a las supuestas bondades de ser optimista. Pero, dejando de lado las patologías, puede que ser optimista no sea tan bueno como parece. Ser optimistas no nos va a sacar del gran problema de cambio climático y colapso ecológico en el que estamos inmersos si ello nos impide hacer algo. Ni tampoco nos va a sacar del estado de miseria moral e indigencia intelectual que, como sociedad, padecemos. Las cosas no se arreglan solas y la Termodinámica nos enseña que la entropía crece sin parar, si no efectuamos acciones positivas todo degenera.
Obviamente no podemos hacer experimentos a escala mundial teniendo como objeto de estudio a la sociedad humana, pues nunca podemos comparar con un grupo de control en el que las cosas se han hecho distintas. La Historia no es científica, no es reproducible, no se puede conseguir la aislabilidad y encima estamos inmersos en ella.
Sin embargo, a nivel de los individuos quizás sí tengamos posibilidades de realizar estudios. ¿Quién tendrá más posibilidades de sobrevivir, el alpinista optimista que se arriesga a subir a la cima aunque el tiempo no sea bueno o el sensato (o pesimista) que desiste? ¿Tendrá más dificultades económicas el que se metió en una hipoteca por encima de sus posibilidades pensando que siempre tendría un trabajo relativamente bien pagado como para soportarla o el precavido que se conformó con menos?
Según un estudio reciente, los individuos que tiene bajan expectativas sobre cómo serán sus vidas en el futuro viven más que aquellos que esperaban vidas más brillantes. Esos “pesimistas” llevan además vidas más sanas y de más calidad.
Según Frieder R. Lang, de la Universidad de Erlangen-Nuremberg y autor principal del estudio, el ser optimista en predecir el futuro de nuestras vidas está asociado con mayores riesgos de sufrir muerte prematura o daños en nuestra salud en las siguientes décadas. Añade que ser pesimista acerca del futuro puede hacer que la gente viva con más cuidado y se tomen menos riesgos y se cuide más la salud.
Lang y sus colaboradores examinaron datos recogidos entre 1993 y 2003 por una encuesta periódica en la que se preguntaba privadamente a 40.000 personas entre 18 y 96 años. Entre otras cosas se les preguntaba sobre lo satisfechos que estaban con sus vidas y lo satisfechos que esperaban estar en los próximos 5 años. Los investigadores dividieron los datos en tres grupos. El primero con personas entre 18 y 39 años de edad, el segundo con personas entre los 40 y 64 y el tercero por encima de 65 años.
Se pudo confirmar que, al cabo de cinco años, el 43% del grupo más maduro había subestimado su futura satisfacción con la vida, el 25 había hecho una buena predicción y el 32% la había sobreestimado.
Se pudo comprobar además que, basándose en el promedio de cambio en la satisfacción de la vida en el tiempo, cada aumento en la sobreestimación de la vida futura estaba relacionada en un 9,5% con problemas físicos y en un 10% con el riesgo de muerte.
Debido a que una visión más oscura del futuro es frecuentemente más realista, las predicciones de los más mayores pueden ser más cabales. Por el contrario, el grupo más joven predice un futuro más brillante, mientras que los de edad media realizan las predicciones más certeras, pero terminan siendo más pesimistas con el tiempo.
Los investigadores encontraron que tener buenos ingresos económicos y una buena salud estaba asociados con buenas expectativas, pero esos individuos sufrían un mayor declive comparados con los que tenían bajos ingresos y mala salud. Altos ingresos estaban asociados a mayores riesgos de sufrir alguna minusvalía.
Según los autores del estudio, los hallazgos no contradicen las teorías vigentes de que un optimismo no realista acerca del futuro puede algunas veces ayudar a la gente a sentirse mejor cuando se enfrentan a problemas como una enfermedad terminal.
Según Lang el resultado del optimismo, sean predicciones pesimistas precisas o no, dependen de la edad y de los recursos disponibles y que nuestras perspectivas pueden o bien ayudarnos o evitar que tomemos medidas que faciliten mejorar las posibilidades de cambio de que tengamos una vida larga y sana.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4049
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Foto: Evil Sivan, vía Flickr.
9 Comentarios
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lunes 4 marzo, 2013 @ 1:25 am
El estudio es bueno, el marco conceptual es pésimo. ¿Cómo se elaboró el constructo «optimista» en este estudio?¿Cual es el paradigma? Para mí un optimista no es un loco que asume riesgos en forma irreflexiva (ni siquiera los son así en general, salvo los grupitos sectariso y fanáticos) para mí un optimista es alguien que confía en sus propias capacidades y tiene una visión realista de su entorno que le permite confiar en que puede aprovechar sus oportunidades y crearlas según sus habilidades. El pesimista así sería el que no tiene confianza en sí mismo y solo se centra en los obstáculos que tiene por delante, calificándolos como insalvables. Quizás por ahí hubiese empezado el estudio. Por eso, mientras no haya un marco conceptual estandar, todo es posible concluir sobre optimismo y pesimismo… Por cierto, ya es un de positivismo decimonónimo decir que la Historia no es científica y predecible, ejemplo es la actual megadestrucción ecosistémica: Si el ser humano no cambia de civilización, terminará en una guerra nuclear de autoaniquilación por competencia de los recursos en agotamiento. Solo que yo veo la actual crisis desde el optimismo, tenemos la ciencia y la capacidad de crear nuevos paradigmas y cosmovisiones (civilización) para superar la actual crisis, es cuestión de activar con esperanza para lograr ello, lo contrario es el inmovilismo y el funeral.
miércoles 6 marzo, 2013 @ 6:00 pm
Este estudio es un primer paso en un campo muy vasto (y hasta basto, podríamos decir xD). En general, las personas podemos tener una imagen aparentemente muy esquizofrénica (en el sentido de sostener inconsistencias más que obvias, naturalmente incompatibles, sin mayor problema) tanto de la realidad como de nosotros, el truco para sostener esto parece ser que hay que diferenciar con claridad lo que es «aditivo mejorante» para darle «coloratura» el mundo sin perder de vista que ese aditivo no modifica nuestra percepción última de la realidad, sino nuestra reacción emocional hacia ella.
Terry Gilliam explica todo esto muchísimo mejor que yo xD.
Vamos, que yo estoy por afirmar que lo mejor es ser pesimista optimista. Es decir, ser profundamente realista (lo que suele llevar inequívocamente aparejado un pesimismo estructural en el sentido de ser consciente de lo que significa lidiar con la realidad y el consumo de recursos asociado para ello), pero provocarse una situación paradójica de optimismo. Vamos, que estamos 100 contra 25.000 pero vamos a ganar. La cosa como digo, es no perder conexión con la realidad.
La fantasía está ahí como otra herencia evolutiva. Naturalmente, tiene que tener su función de utilidad, y debe ser muy importante, porque interacciona abiertamente con todo el aparato emocional, incluso más que la realidad misma.
sábado 9 marzo, 2013 @ 1:49 pm
Hombre, Antonio Gramsci lo decía hace casi un siglo de manera certera así: «Hay que ser optimista del corazón y pesimista de la cabeza». El problema de estos estudios «bastos», según la acotación del Dr. Thriller, es que comienzan ignorando lo que todo investigador debería conocer primero: el Estado del Arte. En este caso, la experiencia de vida milenaria de la Humanidad recogida en la «sabiduría popular» o en la «sabiduría de los sabios». (En este caso, los investigadores aparecen con el denominado «complejo de Adán», como si nada en el mundo les preexistiera). Por ejemplo, la conseja de Gramsci recomendaría distinguir por lo menos dos tipos de optimismo -o pesimismo-, uno emocional, impulsivo, y otro intelectual. Esto afinaría siquiera un poco el burdo marco conceptual del que se queja apropiadamente el Sr. Sánchez. Y si no es Gramsci, hubiera podido ser Buda, o Cristo («sed sencillos como palomas y astutos como serpientes»). A la pregunta de cuál de estas distintas perspectivas habría que tomar como punto de partida, la respuesta podría ser «cualquiera». El problema no es elegir un sistema específico de referencia sino pretender trabajar sin ninguno -vía positivismo ingenuo-, como, repito, señala acertadamente Alejandro.
sábado 9 marzo, 2013 @ 7:56 pm
Muy interesantes los comentarios que preceden a este.
Tengo yo un buen amigo que se planteó un día si podría calificársele de «pesimista defensivo». Así que ante un vaso con agua hasta la mitad se preguntó si estaba medio lleno o medio vacío. Y se respondió verlo tanto medio lleno como medio vacío, en estricta igualdad. Así que se lo bebió porque hacía un gran bochorno y el agua estaba fresca. Luego metió una botella de agua en el frigorífico: toda una pequeña lección de realismo previsor.
lunes 11 marzo, 2013 @ 11:52 pm
Me hubiese gustado leer el estudio completo pero piden 11.95 dólares para descargarlo y me resulta un tanto excesivo para acceder a un único estudio.Parece una investigación muy completa, con una muestra de 40.000 personas, pero no me queda claro el modo en que se ha relacionado el optimismo con las expectativas de futuro.
Me ha parecido interesante porque tengo conocimiento de otros estudios que arrojaban justamente el resultado contrario (ya he hecho referencia a ellos en noticias anteriores: me viene a la memoria un estudio que se hizo en la Clínica Mayo que mostraba mejor salud y longevidad en el grupo de los optimistas y un estudio hecho por Danner y colaboradores a las 178 monjas de un mismo convento, lo cual era interesante a la hora de eliminar sesgos al estar sometidas a un mismo regimen de vida, horarios y alimentación. En este estudio se hizo un seguimiento de las monjas desde su entrad al convento hasta su fallecimiento y el resultado fué una longevidad significativamente mayor en las monjas que habían mostrado expectativas más optimistas cuando entraron en el convento)
(Ahora sigo)
martes 12 marzo, 2013 @ 12:19 am
Se considera que el pesimismo puede ser útil cuando lo que está en juego es evitar una situación potencialmente catastrófica.
Lo que me genera cierta confusión es ver que en este estudio se han centrado sobretodo en el nivel de ingresos y las expectativas de futuro, pero el concepto de optimismo (o pesimismo) es mucho más amplio y supone una forma de ser, de afrontar la vida y sus circunstancias. De este modo, un optimista tiene la tendencia a extraer algún tipo de conclusión positiva incluso ante los peores eventos, mientras que la actitud del pesimista crónico puede resumirse en frases como «haga lo que haga, todo me sale mal»; «esto está mal, pero no hay nada que hacer» o «la puerta está medio cerrada».
En diversos estudios hechos sobre pacientes con cáncer se ha visto una mejor evolución en los optimistas, algunos estudios también parecen indicar una supervivencia mayor en este mismo grupo.
También tenemos el ejemplo de los habitantes de Mónaco, uno de los paises con rentas más altas del mundo y donde la esperanza de vida es de 90 años: ¿qué tipo de expectativas de futuro tendrían estos monegascos?
Mi conclusión personal es que Dr. Thriller da en el clavo en su penúltimo párrafo: el optimismo no tiene por qué implicar ingenuidad, pero si el realismo nos lleva a una visión crónicamente pesimista de todos los aspectos de la vida no está de más autoimponerse un cierto optimismo que nos proporcione un bálsamo apaciguador y curativo, sin caer en la inacción o en la ingenuidad.
martes 12 marzo, 2013 @ 12:40 am
Estimado Miguel Ángel:
Le cuento un truco. Si uno contacta con el autor y le pide una copia del artículo normalmente la envía, sobre todo si es un colega, pues puede mencionar su trabajo.
martes 12 marzo, 2013 @ 9:15 am
Este Neo es más listo que los ratones «coloraos». ¡La de cosas que estamos aprendiendo con él!
martes 12 marzo, 2013 @ 11:14 pm
Ciertamente, tomás, además para los marineros es fundamental confiar en el capitán…esa es la razón principal que me liga a esta página.
Muchas gracias por el consejo, Neo.