Resuelven el enigma de Hallucigenia
Relacionan las garras de la patas de Hallucigenia con la mandíbula de los gusanos de terciopelo modernos.
Entre la fauna del Cámbrico se encontraron fósiles de una extraña criatura, tan extraña que se le dio el nombre de Hallucigenia, como si se tratara de una alucinación. Durante décadas se interpretaron mal sus restos fósiles y se la representaba boca abajo, con las espinas que cubrían su cuerpo a modo de patas y sus patas como si formaran una extraña cabellera. Incluso se confundió su cola con la cabeza. Posteriormente se corrigió todo esto, pero, aún así, era complicado clasificar a este extraño ser y colocarlo en el árbol filogenético animal. Ahora parece que, por fin, ha encontrado su lugar en dicho árbol, muy cerca de animales que todavía están vivos.
Unos investigadores de la Universidad de Cambridge han descubierto una importante relación entre Hallucigenia y los gusanos de terciopelo (onychophorans), que es un pequeño grupo de animales con forma de gusano que viven en los troncos de árboles en descomposición en los bosques tropicales.
En el pasado ya se sugirió la afinidad entre Hallucigenia y los “gusanos con patas” de Lobopodia, pero ha habido controversia desde entonces porque no había suficientes pruebas que lo apoyara. Establecer características anatómicas claras que relacionaran ambos casos no era fácil.
Hallucigenia vivió hace 505 millones de años en el fondo del mar y fue fruto de la explosión del Cámbrico, una súbita diversificación de vida animal que se dio hace 550 millones de años. Los primeros ejemplares de este animal proceden de Burgess Shale, un depósito rico en fósiles situado en las Montañas Rocosas canadienses. El yacimiento de Burgess Shale fue bellamente descrito por Stephen Jay Gould en su libro “La vida maravillosa”.
Hallucigenia medía entre 5 y 35 mm de longitud, tenía ocho pares de patas terminadas en garra y una ristra de espinas rígidas sobre su espalda.
El nuevo estudio pone de relieve que la organización de las garras de las patas de Hallucigenia es muy similar a la de los modernos gusanos de terciopelo. Esta organización consiste es distintas capas de cutícula que están apiladas una dentro a modo de muñecas rusas. Esta misma estructura anidada es la que se encuentra en las mandíbulas de los gusanos de terciopelo modernos. Estas mandíbulas no son más que patas modificadas por la evolución para permitir la masticación, así que la relación es clara. Las garras de las patas de la Hallucigenia no habían sido estudiadas en detalle hasta ahora.
Se puede creer que los grupos animales se formaron completamente durante la explosión del Cámbrico, pero Martin Smith recuerda que la evolución es un proceso gradual. Las anatomías complejas de hoy en día aparecieron paso a paso, cada característica a su tiempo. Descifrando cómo fueron las formas de transición durante el Cámbrico se puede determinar como los diferentes grupos animales construyeron sus planes corporales modernos.
En este caso, a través del análisis de tanto fósiles como de seres modernos con los que se sospechaba que estaban emparentados, estos investigadores encontraron esta relación entre las garras y las mandíbulas. Algo que pudieron conseguir gracias a nuevas técnicas de imagen.
Un resultado interesante de este estudio ha sido el cambiar la concepción previa que había sobre el árbol filogenético de los artrópodos, grupo que incluye a arañas, insectos y crustáceos.
La mayoría de los análisis genéticos sugieren que los artrópodos y los gusanos de terciopelo están relacionados de manera cercana, pero este nuevo estudio indicaría que los artrópodos estarían más relacionados con los
tardígrados (osos de agua) que con los gusanos de terciopelo, que serían “primos” lejanos. Las peculiares garras de Hallucigenia serían la prueba necesaria para cerrar el debate sobre este asunto evolutivo.
En todo caso, esto nos recuerda que los fósiles cámbricos continúan produciendo nueva información sobre los orígenes de la vida animal.
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Fuentes y referencias:
Artículo original
Ilustración: Elyssa Rider.
Foto: Wikipedia.
2 Comentarios
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sábado 1 noviembre, 2014 @ 7:02 am
Los paleontólogos me dejan realmente perplejo y su trabajo es admirable, porque no sé como se las arreglan para saber a cuál organismo corresponde, en verdad, un determinado fósil. Es como dos de las imágenes de un libro, que aún estoy leyendo. En la primera se muestra la reconstrucción de la extinta Horneophyton (primitiva planta vascular que surgió hace 400 Ma) y en la segunda imagen una sección transversal de un esporangio fosilizado de esta planta. Diay, la verdad se supone que esa reconstrucción tan detallada es correcta, pero también me imagino que su reconstrucción no ha de resultar nada fácil.
Saludos.
lunes 3 noviembre, 2014 @ 10:21 am
Querido «r»:
Cuvier fue un fenómeno en eso, además de en otras cosas. Sin embargo no podemos creer a ciencia cierta que, a falta de datos completos, pueda reconstruirse todo un ser. La prueba está en que existen algunas diferencias en la «retropredicción» -devivada del «retropredecir» no sé si acertadamente inventado o sólo empleado por Neo»- de la forma y dimensiones de algunos fósiles que calculan algunos paleontólogos.
Yo diría que han de acertar en mucho, pero no necesariamente en todo.
Cordiales saludos.