NeoFronteras

Cómo se conservaron los fósiles edicarenses

Área: Paleontología — domingo, 23 de octubre de 2016

Averiguan el sistema de fosilización de la biota de Ediácara y concluyen que su súbita aparición y extinción no son un artefacto del registro fósil.

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La biota de Ediácara es, posiblemente, la más misteriosa de las que han aparecen en el registro fósil.

La biota de Ediácara toma su nombre de las colinas homónimas de una región en Australia, que es en donde se encontraron los primeros restos fósiles de esa época. Al final terminaron llamando al periodo geológico de esa época con el mismo nombre: Ediacarense o Ediacárico. Posteriormente se han encontrado estos fósiles por todos los continentes excepto en la Antártida, aunque esto sea, posiblemente, por la escasa roca descubierta y las dificultades de investigar que hay allí.

Se trata de las primeras formas de vida pluricelular de la que se tenga noticia y fue anterior a la explosión del Cámbrico. Sus fósiles tienen formas y simetrías un tanto raras y extrañas. Esta biota está constituida por formas de vida muy sencillas de animales de cuerpo blando que no parece que dejaran descendientes posteriores, pues la biota del Cámbrico no parece descender ella. Algunos parecían estar anclados al lecho marino mientras que otros parece que se desplazaban de algún modo sobre dicho lecho.

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Reconstrucción (hecha con ciertas dosis de imaginación) de cómo pudo ser la fauna de Ediacara. En esa época la tierra firme no estaba colonizada. Fuente: desconocida.

Se han propuesto todo tipo de teorías sobre en qué consistían estos seres vivos de hace más de 570 millones de años, desde animales medusoides a partes de organismos que no se conservaron pasando por líquenes que crecían en tierra firme.

Pero el problema es saber cómo diablos estos seres de cuerpo blando pudieron fosilizarse dadas las dificultades de que este tipo de seres lo haga. Ahora un equipo de investigadores propone una solución al dilema.

Según estos científicos, del agua marina precipitaría sílice que cubriría los cuerpos de estos organismos antes de que se descompusieran. Posiblemente este estudio cambiará la manera en la que los paleontólogos tienden a pensar sobre la conservación de organismos de tipo Ediácara.

La mayoría de las ocasiones los animales que fosilizan lo hacen gracias a sus partes duras, como los huesos, dientes, conchas, etc. El resto suele descomponerse rápidamente tras la muerte y no le da tiempo a fosilizar. Es decir, la mayor parte del registro fósil tiene un sesgo a favor de animales con partes duras.

Esto introduce el problema en Paleontología de cómo leer correctamente el registro fósil como una historia de la vida sobre este planeta. Seguro que existieron criaturas de cuerpo blando que no dejaron ningún registro fósil o que estaban presentes en una abundancia que no es reflejada por el registro fósil.

Antes de que aparecieran esto seres ediacarenses toda la vida terrestre que ha dejado fósiles consistía en microorganismos. Los paleontólogos simplemente no han encontrado seres pluricelulares hasta la entrada abrupta de la biota de Ediácara en el registro fósil. Pero no se sabe si esta súbita aparición de formas de vida pluricelulares es sólo un artefacto del sesgo de conservación o si es un signo de un cambio ambiental masivo que permitió la emergencia real de estas formas de vida de forma súbita.

Según Lidya Tarhan (Yale University) averiguar cómo este grupo de seres fosilizó es uno de los pasos más importantes en la resolución sobre qué son estos seres y en dónde hay que colocarlos en la historia de la evolución de la vida compleja.

Así que esta investigadora y sus colaboradores decidieron averiguarlo. Sabían que estas criaturas vivían en aguas someras sobre el lecho marino y que la arena de las tormentas algunas veces cubría sus cuerpos. La teoría tradicional sostiene que fueron estos granos de arena los que conservaron la forma de sus cuerpos recién muertos al moldearlos y que estos “moldes” se conservaron, una vez el cuerpo del animal se descompuso dando lugar a los fósiles que conocemos. Para que algo así suceda hay que cementar esos granos entre sí rápidamente. Lo malo es que hasta ahora no se había encontrado un buen candidato a tal cemento.

Estos investigadores proponen que el “pegamento” que cementó esos granos sería la sílice que había disuelta en los mares. En esos tiempos debía de haber mucha más sílice en los océanos terrestres que ahora, pues no había muchas esponjas que lo fijasen.

Para comprobar esta teoría el equipo tomó unos fósiles de la biota de Ediácara y los serró en rodajas lo suficientemente finas como para que pasase la luz a través de ellos. Entonces examinaron esas rodajas con microscopio para así observar los granos.

Comprobaron que los granos de arena no estaban compactados, sino que flotaban en una matriz de “cemento”. Pudieron comprobar que esa matriz o “mar de cemento” estaba compuesta precisamente de sílice. Además este pegamento de sílice no era químicamente idéntico al que hay en los granos de cuarzo que formaban la arena, así que la fuente del cemento de sílice tuvo que ser el agua marina.

El paso obvio a dar a continuación es realiza el mismo tipo de estudio sobre otros ejemplares de distintos yacimientos paleontológicos.

Como este tipo de fosilización se extiende mucho tiempo antes de que apareciera la biota de Ediácara y se extiende mucho tiempo después, entonces se puede concluir que la súbita aparición y desaparición de la biota de Ediácara no se debe a un artefacto o sesgo en el registro fósil.

Así que la biota de Ediácara debe representar un grupo en la historia evolutiva que apareció y desapareció súbitamente en el mundo real de aquel entonces y no es una pequeña muestra de una historia más larga que no podemos ver.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5120

Fuentes y referencias:
Artículo original
La biota de Ediácara en NeoFronteras.
Foto de cabecera: Lidya Tarhan.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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9 Comentarios

  1. apalankator:

    Muy interesante descubrimiento, pero creo que se debería poder recrear de alguna manera este proceso para confirmarlo definitivamente, porque tiene unas implicaciones muy importantes.

  2. Tomás:

    Sí. No estaría de más hacer alguna prueba de laboratorio o, al menos, una modelización informática.

  3. NeoFronteras:

    Dudo que los experimentalistas puedan esperar millones de años para observar el fenómeno.

  4. Tomás:

    Por eso hablo de una modelización informática. Véase http://neofronteras.com/?p=4430, donde el tiempo que se considera ha de ser mucho mayor.
    De todas formas en mi primera propuesta de laboratorio, me refería a búsquedas parciales. Por ejemplo qué clase de «pegamento» pudo formarse naturalmente. Es evidente que nadie, en su sano juicio, va a proponer una experiencia de laboratorio que dure millones de años. Tampoco creo que «apalank.ator» pretendiese tal imposible. Cuando leí su comentario ya supuse que no proponía una recreación de más de 600 Ma de duración. El sentido común me lo impedía.

  5. Miguel Ángel:

    Gracias a esa limitación que acaba de señalar Neo, logran sobrevivir hipótesis -en mi opinión, mal enfocadas- como el gen egoísta de Dawkins.

    «Toda la biología que quiere hacer pasar Dawkins por biología moderna no es tal cosa […] la idea del gen egoísta es una idea contra la bioquímica, contra la genética, que nos dice que el ADN no se reproduce por sí mismo, que es dividido por enzimas, que hay que tener en cuenta no solo el genoma, hay que tener también el propio oma, es todo un sistema en cual se pueden distinguir pero no separar los distintos elementos. Toda la biología de Dawkins es imaginaria. Por eso es que ha tenido tanto éxito, las obras de ficción se venden mucho mejor que trabajos científicos».
    Mario Bunge.

  6. Tomás:

    Tampoco ya estoy de acuerdo con el «egoismo» de un gen. Ya sé que es un mero título, pero bien elegido desde el punto de vista del márketing.
    En lo que no estoy de acuerdo es en que «No está en los genes» que parece contradecir biológicamente al anterior, lo haga, ya que es más una obra biológico-social, sobre todo esto último, que yo, -equivocadamente quizás- daba por superada, al menos entre la gente culta -o que busca culturizarse- que suele ser la que lee estos libros.
    Sabes, querido Miguel, que soy determinista, pero eso no conlleva para nada que piense que el gen sea la causa casi única de alguna diferencia social; ni siquiera la causa más importante.
    En cuanto a que posibilidad de experimentar pienso que la dificultad no está en el tiempo, sino en el gran número de factores que influyen en la personalidad de un individuo, y no digamos ya de una sociedad. Cómo millones de personas pueden ser influidas por errores que perduran decenas, cientos y hasta miles de años, cómo pueden ser «educadas» en el error: ideologías económicas, políticas, o religiosas. Y, sin embargo, personas que pudiéramos describir como cultas, y hasta muy cultas, no se dan cuenta de que están siendo manejadas por intereses personales y no precisamente para su bien.
    De esto podríamos hablar mucho. Cómo -personalizando- el capital, se está aprovechando de la emancipación y la reclamada igualdad de la mujer -a lo que sin duda tiene todo el derecho-. Pero esto nos conducirá por caminos largos y ajenos al tema concreto.
    Biológicamente, como dices, el gen aislado no tiene defensa posible. Simplemente es un absurdo que no merece ser considerado. Cualquier experiencia con él -o ellos- en solitario, significaría, a mi entender, su descomposición en aminoácidos en cuestión de un tiempo breve. Pero de esto, como de otras muchas cosas, tú sabes mucho más que yo.
    Un fuerte abrazo.

  7. JavierL:

    Yo veo dos tipos de problemas sociales, por un lado los que afectan a todo el planeta y sin por tanto intrínsecamente humanos como la violencia en todos sus derivados, el engaño, o la tendencia a formar tribus, que conduce a luchas religiosas o por color de piel, manifestando el mismo problema con diferente cara

    En todas ellas no puedo negar un componente biológico y por tanto genético.. sin embargo las leyes y más especialmente las instituciones de un país pueden si no eliminar, al menos controlar. Así que dependiendo de esas instituciones y no en mayor medida de los genes es que afectan.

    Sin embargo muchos de los problemas propios de cada país son sin lugar a dudas resultado la política, economía y convergencia historica, que derivan en la fortaleza de las instituciones, el acceso a la educación, la apertura hacia culturas extranjeras, capacidad de desarrollarse económicamente, de tener cosas… Que nada tienen que ver con lo genético.

  8. Miguel Ángel:

    Estaba pensando cuánto me gusta charlar con vosotros, amigos.

    Mi querido amigo Tomás:

    Ojalá estuviese superado lo que tratan de refutar en «No está en los genes» (el determinismo genético usado para defender racismos y clasismos). Pero, por desgracia, esa doctrina está enraizada desde muy antiguo: recuerda Oliver Twist, un muchacho de origen noble que acaba viviendo en los barrios marginales pero que, por su noble origen, el autor nos lo presenta como inevitablemente bueno, noble…y también inevitablemente, guapo.
    Su amigo en cambio, sí que es de origen humilde. E inevitablemente es malo y feo.
    Si alguien pretende justificar su creencia en sentirse superior a los gitanos, por ejemplo, mejor que se olvide de la Genética porque lo que dice no puede estar más clarito: son hindoeuropeos como nosotros y esto significa que nuestro genoma es prácticamente idéntico.
    Por cierto, que una cosa de la que creo que no hemos hablado es en qué consisten esas diferencias genéticas que hay entre las razas de humanos. Y quiero aclararlo precisamente por si alguno de los que nos estén leyendo pueda pensar que tenemos diferencias en genes relacionados con la inteligencia o algo así:
    -Para empezar, no hay, ni hemos encontrado «genes de la inteligencia».
    -Segundo, la diferencia entre dos razas la puede marcar un solo gen que esté presente en una raza y no en otra, pero el número de genes que tenemos es de unos 20.000. Aparte de ese gen en concreto, lo demás puede consistir en tener alguna copia más o menos del gen que codifica lactasa, por ejemplo. Siempre es muchísimo más lo que compartimos.

    Querido amigo JavierL:

    Nada tienen que ver con el genético, bien dices. Y ciertamente, somos un primate más, que como tal se sigue comportando.

    Abrazos.

  9. Tomás:

    Seguramente tienes razón, mi querido amigo Miguel. Sin embargo es la primera idea que me vino cuando comencé a leer «No está en los genes», hasta el punto de que en la página 18, distingo en amarillo el tercer sangrado: «Las propiedades reificadas pueden ser medidas con algún tipo de escala de modo que los individuos pueden ser clasificados según la cantidad que de ellas posean», y anoto irónicamente en el margen izquierdo: «Cuanto más gorda la cabeza, más listo el cabezón». Por último, refiriéndome a todo el sangrado, en el margen derecho escribí: «Creo que todo este sangrado está superado».
    Y, sin embargo, a la vista de lo que ahora mismo está sucediendo en el mundo, en el más próximo, donde el individualismo, el rechazo a lo foráneo, el ascenso de los nacionalismos, del egoísmo populista, del nazismo, en cierto modo, te está dando la razón y se la da al libro; no a mi juicio sobre él.
    Deberé no ser tan confiado y optimista.
    Un fuerte abrazo.

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