NeoFronteras

Atlas del submundo

Área: Geología — domingo, 27 de noviembre de 2016

La historia geológica de la Tierra de hasta hace 250 millones de años se puede recuperar a partir de la información contenida en el manto terrestre.

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La historia de la vida terrestre está ligada a la de la geología de nuestro planeta. Tanto es así que la existencia de la propia vida depende de la tectónica.

Pero esa tectónica que mantiene nuestro planeta en condiciones de habitabilidad no nos ayuda a saber sobre el pasado. La tectónica va renovando las rocas de la corteza, lo que implica la destrucción de las antiguas. De este modo, los posibles fósiles de la vida pretérita que haya en esas viejas rocas también serán destruidos y la información que portaban eliminada para siempre.

La tectónica ha cambia la faz de nuestro mundo hasta que su imagen es irreconocible. Todos sabemos de Pangea, el continente único que se formó hace unos 300 millones de años y que se empezó a fragmentar hace unos 175 millones de años. Pero casi nadie ha oído hablar de Pannotia, Rodinia, Columbia, Kenorland, Ur o Vaalbara, que fueron otros supercontinentes que se formaron anteriormente en un gigantesco ciclo geológico de formación y destrucción de continentes. Lo que los geólogos saben de esos otros supercontinentes es muy poco y casi nada o nada sobre el hipotético Vaalbara de hace 3600 millones de años. ¿Dónde se va toda esa información?

Las placas tectónicas tienen lugares en donde colisionan empujadas por la nueva corteza creada en las dorsales oceánicas. Ese choque gigantesco, como el que sucede en la costa oeste de Sudamérica, por ejemplo, sólo puede saldarse con la subducción, es decir con la inmersión de una placa en el manto en donde es destruida. Es lo que le ocurre a la placa pacífica en esa costa, que subduce debajo de Sudamérica, subcontinente que tampoco queda indemne de tal choque, pues, debido a este mecanismo, se levantan los Andes.

La desaparición de esta corteza hace difícil la reconstrucción de océanos antiguos y de otros accidentes geológicos que existieron hace cientos de millones de años. “Cada día estamos perdiendo información geológica de la faz de la Tierra. Es como perder piezas de una figura de vidrio rota que tratamos de reconstruir”, dice Jonny Wu (University of Houston, Texas). Pero, ¿qué le pasa a esa corteza que subduce? ¿Podríamos saber algo acerca de ella?

En tiempos recientes se ha avanzado en técnicas de toma de datos y análisis computacionales que permiten saber sobre ese pasado a partir de la corteza que subduce en el manto. Cada vez que se produce un terremoto se generan ondas de varios tipos que se propagan a lo largo de todo el planeta. Si se colocan sismógrafos en muchas localizaciones alrededor del mundo que las registren, entonces se puede reconstruir lo que hay debajo de nosotros de una manera similar a como hace se hace con los rayos X en la tomografía computacional.

Obviamente, esta reconstrucción no es fácil, pues los terremotos no se dan en donde a los geólogos les gustaría, ni tampoco hay sismógrafos en todas partes, así que puede haber lugares interesantes en el interior terrestre sobre los que se tenga pocos datos. Pero, si se espera lo suficiente, la información se va acumulando.

Los datos sísmicos no revelan directamente el interior terrestre, sino que se debe usar un modelo que los interprete. En el mundo académico hay unos 20 de estos modelos. Grace Shephard (Universidad de Oslo) ha comparado recientemente 14 de estos modelos para así evaluar qué rasgos de las cortezas subducidas son reales. Sólo ha encontrado pegas en alguna de ellas.

Lo fantástico es que al final se pueden levantar imágenes del interior de la Tierra que revelan la caída “libre” de esta corteza subducida en el manto hasta los 2900 km de profundidad, en donde, en casi contacto con el núcleo, como tales placas, alcanzan el cementerio definitivo.

El próximo mes, en el congreso que organiza la American Geophysical Union en San Francisco, un equipo de geólogos holandeses dirigidos por Douwe van Hinsbergen anunciará un catálogo de 100 placas subducidas, con información sobre su tamaño, edad y su relación con el registro de las rocas de la superficie. Este “Atlas del Submundo”, tal y como lo han llamado, contiene información sobre geografías pasadas que permite que se pueda rebobinar la película de la historia geológica de tal modo que se logre saber el tamaño y localización de antiguos océanos, lo que permite visualizar mundos antiguos ya desaparecidos.

Así, por ejemplo, en un estudio publicado el mes pasado por Wu y Suppe se reconstruía el viaje de 28 de estas placas para así recrear cómo era el mar de Filipinas hace 50 millones de años.

Estas placas en inmersión disparan procesos de fusión que libera plumas de magma que dan lugar a vulcanismo una vez alcanzan la corteza superficial, lo que también proporciona información acerca de antiguas montañas que ya fueron erosionadas.

De este modo, Karin Sigloch (University of Oxford) ha podido mostrar las antiguas cadenas montañosas del oeste de América del Norte desde hace 200 millones de años hasta hace 50 millones de años, cuando pequeñas placas subducieron en el interior del continente, creando archipiélagos volcánicos en el proceso.

Una de las cosas más interesantes y reveladoras ha sido descubrir que estas deformadas placas subducidas se despliegan en su caía y no se trocean como se creía, conservando así muchas de su información original, lo que hace más fácil esta reconstrucción del pasado.

Van Hinsbergen estima que se podrá reconstruir el pasado geológico hasta retrotraernos hasta a hace 250 millones años, lo que incluirá el número de zonas de subducción y la actividad volcánica relacionada con ello, permitiendo estimar la emisión de dióxido de carbono asociada y contrastarla con otros registros.

250 millones de años es el tiempo que tardan estas placas subducidas en alcanzar el fondo del manto en donde son completamente recicladas. Allí, en contacto con el núcleo, son completamente destruidas y la información que portaban irrecuperables por siempre y para siempre.

Al final esta maravillosa “máquina del tiempo” tiene también sus límites.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5187

Fuentes y referencias:
Artículo en Science.
Imagen: Fabio Crameri.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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18 Comentarios

  1. apalankator:

    Este mapa abre un mundo de posibilidades para todas las ciencias geológicas, me parecen increíbles estos descubrimientos.

  2. Dr. Thriller:

    Bueno, si las placas se hunden lógicamente son más densas que el medio en el que fluyen, lo suficientemente compactas y robustas para resistir semejante horno-molino, y además van «contra corriente» (de alguna manera el calor fluye hacia arriba). ¿Es posible que el viejo debate del agua culmine -como cada vez se acumulan más indicios- que hay atrapada de alguna manera en el manto mucha más agua de lo que suponemos? Las placas oceánicas estarían así deshidratadas se alguna manera, aunque se supone que parte del agua vuelve a fluir con ellas «hacia abajo» en el mecanismo de subducción.

    La idea del ciclo del agua dista mucho de estar clara. Tengo leído de que una idea (no da para paradigma) en geología era que, la tendencia en el tiempo era que la superficie continental fuese aumentando en detrimento de la superficie marina, bien podría ser exactamente todo lo contrario. De hecho, creo que tampoco está muy claro la formación de la corteza continental (más allá del papel de los arcos volcánicos).

    En realidad la Tierra no tiene una densidad tan alta como parece, dado que la gravedad comprime el planeta, y lo hace mucho. La densidad de la Tierra es 5,5 (g·cm⁻³), pero los cálculos que circulan sobre su densidad «descompresionada» la hace caer a 4,4 exactamente la misma que Venus (comprimida, 5,2) y no mucho mayor que la de Marte (3,9). Comparada con la de Mercurio (5,4 / 5,3), es mucha diferencia. Y ya sabemos que el agua es con mucho, lo más abundante que hay.

    Y no deja de haber sorpresas con la química de materiales a altísimas presiones. Si es que se le puede llamar química.

  3. NeoFronteras:

    Hay un resultado reciente sobre el agua del manto que se suma a otros similares. A ver si hay tiempo para ponerlo por aquí.
    Sí hay más agua en el manto de lo que se imaginaba.

    Pero la comparación con Venus no la veo, al fin y al cabo tiene casi el mismo tamaño que la Tierra.

  4. Tomás:

    Me congratulo al volver a leerte, Dr. Thriller. He echado mucho de menos tus agudos y valiosos comentarios.
    Sí, también yo sospecho, como tú y Neo, que ha de haber muchísima agua en el manto.
    En cuanto a que la corteza oceánica que se hunde vaya contracorriente, pienso que no será así muchas veces, pues el movimiento, hace millones de años, es posible que se iniciase por la suma de las causas de una mayor densidad de esa corteza más la parte del movimiento convectivo descentente; luego, las masas continentales se irían separando conforme la parte superior horizontal de las corrientes de magma lo hiciesen, mientras, a su vez, se crearía corteza oceánica. Posiblemente eso sucede en muchos lugares de la dorsal mesoatlántica. Pero es solo una suposición.
    En lo que concierne a Venus, que a Neo le extraña, precisamente parece más cierto por la semejanza de tamaños.
    Mi bienvenida más calurosa.

  5. Dr. Thriller:

    Muchas gracias, Tomás. Nunca dejo de estar por aquí, pasa que prefiero no comentar si después no voy a poder contestar (si eventualmente llega a darse el caso).

    Como siempre, me explico como la junta trasera de las extremidades con el tronco. Uno siempre fue de números y con las letras uno hace malabarismos. Algún día sabremos el por qué, la cosa es si estaremos por aquí para verlo.

    Por no enrollarme, la idea (paradigma actual) es que de la Tierra tiene poca agua (en relación al grueso de su masa), desde luego muy, muy poca, si la comparamos con mundos como Europa, Plutón, Ceres o Encélado. Se supone que toda el agua de la hidrosfera es una fracción, si no negligible, desde luego muy pequeña. A tal punto de que Venus, superficialmente mucho más reseco (aunque la atmósfera tiene mucha más agua de lo que popularmente ha calado), tiene una densidad similar. ¿Caso cerrado? Quizá.

    Supongamos que la Tierra tenga una fracción de agua descomunal, es decir, muy significativa, atrapada de alguna manera en el manto. Eso significaría que Venus tendría que tenerla también, dada la similitud de densidad, y sólo Mercurio sería diferente (de hecho, el planeta ha encogido y la corteza se ha fracturado como sabemos).

    La idea de que el agua de la Tierra es exógena abunda en todo esto. Se discute si vino de cometas o asteroides (cuya distinción cada día es más borrosa), cuando también de forma continua y acumulada se empiezan a acumular pruebas (a mí eso de las «evidencias» me pone un poco del hígado) de que incluso el Bombardeo Tardío es otro artefacto. Entonces toda el agua, lógicamente, habrá venido del interior en algún proceso de estabilización (o diferenciación interna, como se prefiera). Entiendo que Marte apoya exactamente esto, porque pensar que con 0.3 g se puede acumular agua a base de impactos a mí me parece rechinar de más.

  6. Miguel Ángel:

    ¡Qué alegría, querido Dr. Thriller! Yo ya te daba por extraviado, pero no por tu dilatada ausencia (ya nos dijiste que seguías leyendo la página aunque comentases menos): me empecé a inquietar cuando se descubrieron las ondas gravitacionales, porque ahí sí esperaba alguna pincelada tuya.

    Saludos y/o abrazos, o ambos. Como más te guste.

  7. Tomás:

    Pues ya empezamos, Dr. Thriller: Si partimos de que todo cuerpo mayor del Sistema Solar procede de la unión no muy violenta, al principio, de otros menores, pero que conforme iba creciendo su atracción gravitatoria hubo de atraer con más fuerza, resulta muy aceptable que toda agua de un planeta provenga, en su mayor parte, de su formación temprana, aunque pueda existir una aportación posterior por parte de cometas o de asteroides que la contengan. El que Marte tenga un g = 38 % del de la Tierra, es decir, casi el 0,4 -no el 0,3-, no debe de ser impedimento cuando existen cuerpos como los que citas: Europa, Plutón, etc… que con menor g, contienen tanta agua -claro que salvo Plutón, los demás son satélites, así que deduzco que algún proceso se nos escapa; quizá la época de formación fue distinta-.
    Porque tuvo que haber razones para esta distribución de una zona próxima al Sol con planetas rocosos y otra más lejana con gigantes gaseosos, sin meternos ya en los transneptunianos ni más allá, donde parece ser que prima mucho el hielo de agua. Posiblemente la cercanía al Sol tenga mucho que ver pues, evaporada el agua, sin la protección de un campo magnético, la radiación puede descomponerla en H2 y O2 y que estos no sean retenidos por la poca gravedad de los cuerpos que se están formando, hasta que se hacen muy grandes -Tierra, Venus, Marte- y logran el equilibrio hidrostático, tomando posiciones más cercanas al centro cuanto más densos son.
    Creo que no te contradices, aunque pueda parecerlo, cuando, en tu 2 te decantas por la abundancia de agua en el manto y en el 5 dices que hay poca, ya que en este caso la comparación es con otros cuerpos, mientras que en el 2 te refieres al agua superficial y a la del manto.
    En fin, es un elucubrar.
    Saludos.

  8. Dr. Thriller:

    Sí, la distancia al Sol ha jugado un papel, por eso se dedican a «mover» cosas de sitio. Hasta el próximo paradigma. Imagino que hay que distinguir colisiones y colisiones, una como la que dio origen a la Luna es una cosa (un impactador del tamaño de Marte que resultó absorbido en gran medida, por la geometría de la colisión, en caso contrario a ver si estaríamos aquí), otro tipo de colisiones son de cuerpos de masas negligibles o muy pequeñas respecto al blanco, ese tipo de colisiones son las que se suponen responsables de todas las craterizaciones superficiales, y es con ese mecanismo o parecido como se supone que se llenaron los océanos terrestres, aunque hay detalles más sofisticados la idea es esa. Es que además, es suponer que anden icebergs volando por ahí, en cantidades gigantescas, porque un Ceres no sirve, incorpora en proporción más materia anhidra que agua.
    Siempre me pareció un calzador monumental. En Marte un impacto con esa violencia entiendo que provocaría una pérdida neta de agua, dada la transferencia de energía implicada y la baja velocidad de escape molecular. Es más, la propia teoría de formación de la Luna tiene un problema muy serio y que para nada tiene visos de resolverse con los volátiles. Una solución obvia es suponer que había una proporciòn mucho mayor de la que se piensa originalmente de forma que el remanente no nos plantee serias incongruencias.

  9. Tomás:

    Es decir, que cualquiera sabe. A ver si a alguien se le ocurre una teoría que resuelva esa distribución planetaria.

  10. Dr. Thriller:

    El problema, Tomás, es que sólo conocíamos un Sistema Solar y encima muy mal (ahora conocrmos mucho más, pero no sabemos si es aún una punta de iceberg). También conocemos muchos otros sistemas, de forma sesgada dadas nuestras capacidades, y como es natural y de suyo esperable, nuestras teorías se han ido… Por ahí. Le sumamos la ignorancia masiva sobre la composición interna de los astros y ya tal y fin de la cita.
    También puede ser como tantas cosas un problema de relaciones humanas y lenguaje poco preciso. Tendemos a llamar teorías a meras conjeturas cuando no ocurrencias, y modelos (con M algunos) a verdaderos recortes apilados como buenamente no discorden. Lo cierto es que establecer sólidos edificios científicos ha sido y es (y será) tarea de generaciones, por más que la tecnología como siempre nos alele un poco.

  11. Tomás:

    Sí, concuerdo contigo. Llamamos, a veces, teoría a una simple ideilla de poco contenido. Diría que menos valiosa que el muchas veces criticado concepto de la «calle» sobre esta palabra, menospreciándola cuando dicen, por ejemplo: «la evolución es una teoría» contrariamente al relato bíblico, que es una certeza. Una teoría es algo trabajado, con pruebas que luego han de ser interpretadas y convalidadas. Otra cosa es que siendo falsable, como debe ser, pueda luego sustituirse, mejorada, ampliada o, incluso desechada, como en el caso del éter o el flojisto.
    Además, según la ciencia de que se trate, adquieren diferente aspecto. Incluso soy partidario de creer que existen certezas y que teoría es la explicación de su cómo y por qué. Por ejemplo, la tan citada por Neo, gravedad. La gravedad existe y, para mí, la evolución: son certezas, como el H2O o la energía solar. Otra cuestión es explicar su enjundia. En tiempos el Sol era una gran hoguera; ahora vamos mejorando la explicación por medio de otras teorías que resuelven mejor las incongruencias que se van presentando al trabajarlas y lidiar con ellas.
    De todas formas, aunque, como dices, es posible que la tecnología nos alele, hemos de admitir que el trío ciencia-tecnología-matemáticas está dando y siempre ha dado el criterio final a lo científico. Al fin y al cabo, medir, que suele ser la cuestión, siempre se hace con unidades y medios técnicos pensados para eso -también para su uso común-, no cabe duda. Y, finalmente, el tan famoso: ¡calcula y calla!, se las trae, que aunque no sea tecno, sino mate. Y es que, como ya se dijo, «Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad», y si no, que se lo digan a esa ballena sospechosa de un crimen pasional que será encontrada gracias a los micropedecitos de su piel que suelta mientras salta y sopla, según se nos cuenta en el artículo «Tiburones ballena y ADN ambiental». Cualquier día empezarán a descubrirse corruptos por el olor, lo cual no sería nada extraño, pues lo putrefacto huele a tal, como debe ser. Pero seguro que prescritos, que para eso está lo cortés capitalino, o sea, las cortes haciendo leyes a medida y, si se tercia, indulto gubernamental, que para eso son amiguetes con promesa de puesto futuro sin obligación de asistencia a juntas ni tonterías: ¡a cobrar, que son dos días!
    Bueno, que la cabra tira al monte y me voy del tema.
    Eso; establecer sólidos edificios científicos es tarea de generaciones. Ya lo estamos viendo con la evolución, árbol al que le van saliendo ramas muy dignas de tener en cuenta.

  12. NeoFronteras:

    Estimado Dr. Thriller:
    La ciencia no es perfecta y muchas veces la comunidad se agarra a algo que resulta ser finalmente falso. Y es que la ciencia la hacen humanos. Pese a todo se ha avanzado mucho en sólo 4 siglos. Además, siempre tenemos verdades provisionales a la espera de nuevos datos o experimentos. Así, el momento de la abiogénesis siempre será anterior a las pruebas que sobre ello se tengan en un momento dado.
    Lo absurdo sería tomar la ciencia como una religión y asumir unos dogmas como una verdad revelada. Las cosas no son así, pese a que haya científicos cabezones y que impongan por un tiempo el principio de autoridad.

    Alguien dijo una vez que los científicos no cambian de opinión, simplemente se mueren y, entonces, la ciencia avanza. Pero no deja de ser un chiste. Muchas verdades se han impuesto ante la evidencia.

    En cuanto a la palabra «teoría», hay un problema y es que tiene dos significados. En ciencia es la máxima categoría que puede alcanzar una idea. Pero a nivel de lengua vernácula viene a significar algo especulativo, sin comprobar. Algo que todavía no está comprobado en ciencia se le suele llamar hipótesis.

  13. Tomás:

    Aquí discrepo con Neo. La máxima categoría es la certeza. Que la Tierra es más o menos esférica es una certeza que pasó por ser una sospecha o hipótesis, luego una teoría, digamos apoyada en la curvatura del horizonte marino y en la patente redondez del Sol y de la Luna. También el agua que menciono, merced a Cavendish y Lavoisier y muchas otras, como la citada evolución. También me atrevo con la tectónica de placas, especialmente por la barbaridad de los medios técnicos que se han empleado en su verificación. Otras cosas, como la materia y la energía oscura son explicaciones a determinados comportamientos, pero no sé si llegan a ser ni teorías. Otra certeza bien pudiera ser la naturaleza electromagnética de la luz. Y seguro que pensando irían saliendo más.
    Pues eso.

  14. Dr. Thriller:

    Bueno, el problema de la religión si quiere verse así es complejo (problema es todo, en el sentido de abordar algo para comprenderlo). Por un lado, la sociedad moderna, de acumulación de capital y consumo, ha volcado de alguna manera la confianza en el futuro desde las religiones establecidas históricamente (muy vinculadas a la estabilidad del Ancien Régime) hacia la ciencia, más exactamente su subproducto (cultural) la tecnología. Esto es una tendencia muy fuerte y alimentada desde muchas conveniencias, incluso antagónicas. Me parece obvio que esto no beneficia a la ciencia para nada (no beneficia a nada erigirse en dogma de fe o pilar de autoestima social siquiera), que esto ha permeado mucho en algunos casos me parece obvio, a pesar de que como cabe esperar la gente más brillante no cae en esto.

    Por otro lado, la religión no es necesariamente dogmática, eso es el modelo religioso que conocemos actualmente en Occidente derivado del colapso del Imperio Romano. Es cierto que hay otros casos de religiones dogmáticas, no conectados con nuestra civilización, pero me atrevería a afirmar que el común del fenómeno religioso (tan cultural como la tecnología) no lo es, no lo era el paganismo (ni siquiera era totalitario o excluyente), sobre todo cuanto más elásticas son las sociedades.

    Quiero hipotetizar que el dogmatismo, claro está, es directamente proporcional a determinadas construcciones sociales y las tensiones que estas soportan, y esto también afecta a la ciencia, naturalmente salvando las distancias. Porque evidentemente la ciencia tiene un recurso para evitar esto que la religión u otra actividad cultural no tiene (y eventualmente quiebran y fracturan en vez de autocorregirse), pero incluso a la ciencia se le pueden poner las cosas muy difíciles. Y con ello ralentizar las cosas, y en el pasado, bloquearlas y ahogarlas. Desgraciadamente esto ya pasó al menos dos o tres veces, y aunque hoy lo consideramos imposible, está por verse.

    En último término, claro está, son los intereses humanos lo que está detrás de todo esto. Para el mundo moderno en que nos movemos, es más fácil avanzar donde no hay chiringos e intereses creados montados, que donde uno tiene que andar con cuidado con lo que dice o publica. Por supuesto, si uno consigue probar lo que dice, no hay pero que valga, pero en muchas ramas de la ciencia el instrumental es caro, no es accesible sin una cuota de poder, y a veces intentar probar cosas puede acabar con la carrera de alguien. No estoy hablando de tonterías como el EM drive (demostración palpable que decir sandeces es gratis y hasta puede ser muy rentable), pero sí de que pedir tiempos de observación para no obtener ningún resultado tangible (simplemente eso) pueden lastrar la carrera de alguien. Y ya no hablo de astrofísica, en farmacia hay casos auténticamente mafiosos, dada obviamente la cantidad de dinero que se mueve con el tema. El Lancet ha publicado recientemente un macroestudio sobre la prohibición de las llamadas drogas en la sociedad, un estudio médico y no político ni siquiera sociológico, llegando a la conclusión científica (que no hipotetizada ni conjeturada) de que el actual estado de cosas es muy pernicioso y contraproducente. A mí me parece obvio que esto hubiera sido completamente imposible publicarlo en 1950, por decir algo. Ahora la sociedad y las fuerzas que la dirigen no son las mismas.

    Los sistemas son así de perversos.

    Siempre hubo una parte del arte gamberra, digámoslo así, que tiene su placer malévolo viendo como un tingladillo se viene abajo. Terry Gilliam suele ponerlo en sus películas como un tipo torpe e inepto que escachufla un mero engranaje provocando una secuencia de desastres que tumban abajo el tinglado (no es una idea original suya en absoluto, pero sí la puesta barroca en escena). Bueno, exactamente esto ha pasado más de una vez también en la historia de la ciencia. No sé si es gracioso o no, pero ver derrumbarse un tinglado mientras la mayoría de los que están dentro ni se enteran (inicialmente), es un fenómeno digno de estudio en sí mismo.

    Somos más que un grupo de átomos intentando comprenderse a sí mismos, tenemos la capacidad de reirnos de nostros mismos. Vale la pena.

  15. Tomás:

    Yo me refería, en mi 11, a las religiones abrahámicas y su derivado creacionismo y, por ende, el diseño inteligente (el arcaico «no hay reloj sin relojero»). La otras son menos agresivas. Hace unos días me decía un conocido: «Es que en algo hay que creer». ¿Por qué?, le respondí. Bueno, aquí estamos nosotros; alguien nos ha tenido que hacer… acabó, porque hubimos de separarnos: nos habían cogido para llevarnos cada uno a su celda del psiquiátrico (es una broma: estábamos en fisioterapia, que viene a ser parecido).

  16. Dr. Thriller:

    Tomás, incluso el cristianismo desarrolló y en tiempos recientes (Edad Media) variantes tolerantes y nada dogmáticas, que fueron aplastadas inmediatamente (incluso con cruzada de por medio) que después la peña es muy difícil de devolver al redil. El dogmatismo no es político, es prepolítico, las relaciones humanas de jerarquía y poder (dependencia) y cómo se adaptan al entorno, si el sistema se tensiona, supongo que se esclerotiza y se vuelve dogmático, si sigue tensionándose quiebra y fractura, si se adapta, entonces ese dogmatismo es interpretado como parte de una inexistente solución a un mal diagnosticado problema y queda incrustado, y sólo una erosión por varios frentes puede irlo ablandando.
    Por esto mismo a la ciencia le cuesta prender. La ciencia en realidad es una fuente de inestabilidad social (las culturas muy conservadores se creen muy estables, cosa que obviamente no depende de eso), sobre todo en la medida que sacude prejuicios, no hay dogmático en la historia que no la haya puesto bajo sospecha.
    Yo debo ser un tipo raro, porque en realidad no necesito creer mucho. Bueno, creo que en el futuro se sabrán muchas cosas que ahora ignoramos, incluso las que ignoramos que ignoramos, y también creo que no viviré para ver esas respuestas. Pero no me quejo, la Humanidad es una carrera de relevos, esa es precisamente nuestra grandeza. Estar a hombros de gigantes.
    Yo con los del Atalaya y los del libro Mamón tengo muy poca paciencia. Últimamente suelo contestar con exabruptos, lo cual objetivamente está muy mal y no es forma, pero se ve que el estado actual de la política (en todo Occidente) contagia. Y ya los de las oenegé que te asaltan por la calle… En realidad no creen en nada, sólo quieren dinero. Eso, Mammon.

  17. NeoFronteras:

    Dr. Thriller:
    Por alguna extraña razón el sistema interpretó su último mensaje como spam. Lo acabo de recuperar. Creo que ha sido por la palabra «mamón».

  18. Dr. Thriller:

    Pues muchas gracias, la verdad es que soy amigo del exabrupto. Y el mecanismo anti-spam es un saco de logaritmos, así que algo en común hay entre el exabrupto y el spam. Más allá de que el spam por defición es un exabrupto, claro, aunque esto es una meta-definición.

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