Sobre el declive de los insectos
Las sociedades entomológicas ayudan a evaluar el descenso en las poblaciones de insectos.
Algunos de nosotros, que durante la niñez vivimos en zonas rurales, podemos recordar las formidables colecciones de insectos que había en los radiadores de los vehículos, algo que parece que no se da ahora.
Parece el argumento de una película de ciencia ficción distópica. Se empieza con pequeñas señales de que algo grave va a pasar y se suceden más y más indicaciones hasta que la sociedad tal y como la conocemos colapsa.
Un curioso fenómeno ocurre ya, al menos, en algunos países. En los últimos años el número de insectos que se estrellan en el parabrisas o en los radiadores de los automóviles es mucho más reducido que antes.
El fenómeno puede ser una buena cosa para los automovilistas, que tienen que rascar menos los parabrisas y limpiar menos radiadores, pero quizás sea una mala señal para el medio ambiente.
Algunas personas podrían pensar que los autos de hoy en día son mucho más aerodinámicos que hace años y que esa podría sera la razón. Pero en tiempos pasados también había coches de línea aerodinámica que estaban llenos de insectos estrellados y ahora puedes conducir un Land Rover cuadrado de los antiguos y comprobar que permanece casi libre de insectos.
Pero la sensaciones de la gente o la preocupación de los entomólogos no son suficientes como para realizar una afirmación científica. Se necesitad datos. Desde hace años los científicos alertan sobre el declive en las poblaciones de ciertos insectos que han estado investigando, como las abejas, las mariposas monarcas o las luciérnagas. De estas últimas ya no quedan en muchos países y uno se tiene que ir a alguna selva remota para verlas.
Sin embargo, se ha prestado menos atención a otros insectos menos carismáticos, como las polillas o los escarabajos. Ahora, se dispone de nuevos conjuntos de datos tomados desde los años ochenta del siglo pasado, recolectados en su mayor parte por voluntarios, de más de 100 reservas biológicas de Europa occidental.
La Sociedad Entomológica de Krefeld informa que las poblaciones de insectos han fluctuado a lo largo de esos años, como es natural, pero que a partir de 2013 se ha producido algo alarmante. Usando las mismas localizaciones y trampas desde 1989, la masa total de insectos recolectada fue un 80% menor en 2013 que en 1989. No fue una fluctuación estadística, pues la situación se repitió al año siguiente. Las muestras recolectadas a lo largo de las últimas tres décadas por esta sociedad muestran un grave declive en las poblaciones de todos los insectos en, al menos, doce localizaciones.
Lo malo es que esta pérdida supone un duro golpe para la cadena trófica, pues las aves que se alimentaban de insectos en esas áreas habrán tenido problemas al quedarse sin cuatro quintos de su provisión de comida habitual.
Otra cosa que cualquiera puede observar es la reducida población de vencejos y golondrinas de ahora respecto a hace unas décadas. El lector un poco mayor sólo tiene que echar la vista al cielo en estos días de la primavera boreal para comprobarlo. Aunque aquí se suman también otros factores, como las dificultades para instalar sus nidos en los edificios modernos que tienen estas aves.
La lista roja alemana de insectos en peligro de extinción puede que no cause mucha alarma, pues algunos de los insectos todavía se pueden encontrar en un par de localizaciones, pero han desaparecido de todas las demás. Así, por ejemplo, en toda Alemania “sólo” tres especies de abejorros han desaparecido, pero en la región de Krefeld se ha perdido más de media docena de especies de abejorros que los miembros de esta sociedad sí documentaba en el siglo pasado.
La sociedad Krefeld lleva funcionando desde 1905 y algunos de sus 50 miembros se han convertido en auténticos especialistas de su insecto favorito, aunque el trabajo con el que se ganen la vida sea otro. Han llegado a publicar más de 2000 artículos científicos en diversas revistas de la disciplina.
Así, por ejemplo, a Siegfried Cymorek, que estuvo activo desde los años cincuenta a los ochenta y que no llegó a terminar el bachillerato, el Instituto de Tecnología de Zurich le concedió el doctorado honoris causa en 1979 por sus contribuciones sobre escarabajos de la madera.
La sede de la Sociedad Entomológica de Krefeld está en una antigua escuela en el centro de Krefeld, una ciudad industrial a orillas del Rin que una vez fue famosa por la producción de seda. Allí se guardan más de un millón de especímenes convenientemente sujetos por alfiler y etiquetados. Otras decenas de millones de insectos flotan en el alcohol de muchas botellas. Muchas de las muestras no han sido aún catalogadas por ser muy arduo el trabajo asociado a ello.
La mayoría son insectos locales, sobre todo de la reserva cercana, pero también hay algunos más exóticos, como los que recolectó un sacerdote en los años cuarenta y cincuenta cuando se iba a las misiones.
Empezaron con la tarea de vigilancia un poco por casualidad una vez que las autoridades preguntaran sobre cómo se podía medir la calidad ecológica de las reservas. Desde entonces comprueban cada localización (de un conjunto fijo de las mismas) una vez cada pocos años, pero usando las mismas trampas que fabrican los propios miembros, ya que las comerciales cambian con el tiempo. Se basan en un diseño de los años treinta del etomólogo sueco René Malaise.
Es especialmente preocupante el declive en la población de insectos polinizadores, como los sírfidos. En 1989 recolectaron 17.291 insectos de esta familia distribuidos a lo largo de 143 especies en una de las reservas. En 2014 sólo consiguieron 2737 individuos de 104 especies.
Desde 2013 se han instalado más trampas (cada una supone menos peligro que un pájaro para las poblaciones de insectos) y colaboran con científicos del mundo académico para establecer correlaciones y las causas del declive. Todavía no han llegado a averiguar un culpable principal, pero la población de insectos sigue reduciéndose.
Entre las posibles causas están el cambio en el uso de suelo, que hace perder hábitats. También están la agricultura, el alumbrado público, etc. Los insecticidas, en especial los neonicotinoides, ya se ha demostrado que están implicados en el despoblamiento de colmenas, como ya hemos visto en estas mismas páginas, por lo que también son sospechosos.
Las primeras investigaciones sobre la acción de este tipo de insecticidas sobre otros insectos ya indican que sus efectos son malos y significativos. Aunque, de momento, no se ha demostrado que el culpable del declive general de insectos sean los insecticidas, principalmente por falta de mediciones de su presencia en el medio.
Pero los problemas que tienen los insectos en Alemania posiblemente sean los mismos que en otros países. Las poblaciones de pájaros insectívoros están decayendo en Europa y EEUU, por lo que se podría deber en parte a este efecto en las poblaciones de insectos, además de a la pérdida de hábitat. Desde la introducción del DDT en los cuarenta, algunas especies de pájaros insectívoros que antes comían muchos escarabajos han tenido que ir contentándose con insectos más pequeños que proporcionan menos calorías por captura.
Pero la reducción del número de insectos al final nos pasará factura a nosotros mismos debido al inmenso daño que esto supone a la biodiversidad. De entrada no se sabe quién polinizará nuestros cultivos en el futuro si la tendencia continua.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5518
Fuentes y referencias:
Reportaje en Science.
Foto de cabecera: Kei Nomiyama.
Foto de la trampa: Wikimedia commons.
4 Comentarios
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domingo 14 mayo, 2017 @ 11:12 pm
A veces esta página te pone un nudo en la garganta. Esto depende de cada uno, claro, no del autor. Está claro que hay montañas (cordilleras tectónicas) de gente a lo que esto se la suda.
La abrupta caída y tan reciente apunta obviamente a venenos químicos. Al menos yo pienso así, sobre todo porque, aunque parezca chocante, en Europa se tocó fondo en destrucción del entorno curiosamente alrededor de 1900, la posterior urbanización salvaje con la despoblación de zonas rurales (más exactamente, la disminución de población por debajo de un umbral de presión) permitió incluso recobrarse a las masas forestales. Recuerdo una entrevista de hará unos 10-15 años (que podía ser anterior a esa fecha) donde alguien decía que había vuelto a ver determinadas aves en París, que habían desaparecido en su juventud hacia 1970.
Cuando hablo de intoxicación química no me refiero sólo a la industria agroalimentaria. Chorrocientas mil personas bañándose con aceites bronceadores no desparraman una cantidad negligible de quimiotoxinas.
Parece ser que sólo era tomar unos pasos atrás para la Gran Oblea.
lunes 15 mayo, 2017 @ 8:03 pm
Ciertamente; de mi niñez recuerdo las golondrinas que volaban muy bajo, diría que cuando amenazaba lluvia y supongo que sería por que los insectos huían de las nubes preparadas para descargar. Ahora no veo golondrinas. También murciélagos y su comida, insectos, alrededor de las farolas. Alguna vez cacé alguno. En el atardecer de los veranos me atormentaban los mosquitos -a los amigos los dejaban en paz y a mí me ponían como un cristo-; ahora no me sucede. Y sí, los insectos debían quitarse de los radiadores, y eso que las velocidades eran la mitad que ahora, con aquellas carreteras de adoquines… Y el cristal del parabrisas, con insectos aplastados…
Yo sí creo que ha de deberse a los insecticidas usados en la agricultura más que a cremas. Las cantidades usadas por esas fumigaciones son muy grandes; y no digo cuando se usan aviones para ello.
martes 16 mayo, 2017 @ 10:59 am
También los gorriones desaparecen, aves que tienen a los insectos como alimento terciario, tras semillas y pienso de animales de granja.
viernes 19 mayo, 2017 @ 4:50 am
En Bolivia ya desde el 2015 me llamo la atención en verano la casi desaparición de moscas y mariposas, en especial en la ciudad de Potosí en la cual fue una pequeña preocupación y que confirma lo que indica este articulo.