Sobre el origen de la caliza oolítica
El Pentágono o el Empire State Building fueron construidos con rocas que fueron formadas por microorganismos hace 340 millones de años.
Nuestro planeta es único, la vida ha conformado su aspecto, incluso a nivel geológico. Muchas de las rocas que forman nuestro mundo no estarían ahí si no fuera por la vida.
Desde los acantilados de Dover, que fueron formados por miles de millones de cocolitóforos hace setenta millones de años a las rocas a partir de las cuales levantamos edificios o cubrimos suelos y paredes, nos rodean materiales minerales que han sido creados por seres vivos que no somos nosotros. Basta tener una vista aguda para ver amonites o colonias de coral en las baldosas del suelo de un ministerio o de una universidad.
Así, por ejemplo, en Madrid se pueden encontrar fósiles en los andenes del metro, a la entrada del mercado de Fuencarral o en el monumento a Cervantes de la plaza de España. Sólo hace falta querer y saberlos ver. Pero podemos encontrar ejemplos de este tipo en todas las ciudades del mundo.
Ahora, un estudio de The Australian National University (ANU) muestra que los bloques de piedra con los que se construyó El Pentágono y el Empire State Building fueron generados por microorganismos que vivieron hace 340 millones de años, durante el Carbonífero, antes de que hubiera dinosaurios sobre la Tierra.
La roca en cuestión se conoce como caliza oolítica y es un material de construcción usado en todo el mundo. Está compuesto por pequeñas esferas de un milímetro de diámetro denominadas oolitos.
La teoría previa sobre la formación de este tipo de roca sostenía que los oolitos se formaron cuando los granos rodaban por el lecho marino e iban acumulando sedimentos a modo de una bola de nieve.
El trabajo de Bob Burne (ANU) y colaboradores demuestra que los oolitos no se formaron así, sino que están formados con capas concéntricas de microbios mineralizados. Según este investigador, la explicación sobre el origen de los oolitos es radicalmente diferente a la tradicional y explica perfectamente sus características. “Nuestra investigación ha resaltado otro papel vital que los microbios han jugado sobre la Tierra y en nuestras vida”, añade.
“Nuestro modelo matemático explica la acumulación concéntrica de capas y predice el tamaño límite de los oolitos”, dice Murray Batchelor (ANU), coautor del estudio.
Estos investigadores trataron el problema desde un punto de vista teórico inspirándose en un modelo matemático desarrollado en 1972 empleado para explicar el crecimiento de tumores cerebrales.
Desde el punto de vista científico, el estudio puede ayudar a otros investigadores a entender mejor los efectos del clima en el pasado geológico.
Diferentes tipos de caliza oolítica formada a lo largo de los distintos periodos geológicos se han encontrado y usado en todo el mundo, no solamente en EEUU. También hay en Reino Unido, Alemania, Bahamas, China o Australia. Los seres humanos han estado usando este tipo de roca desde la antigüedad.
Mucha de la caliza oolítica constituye un excelente material a partir del cual fabricar bloques constructivos porque es una roca fuerte y a la vez ligera.
La caliza oolítica del Misisipiense que se halla en el estado de Indiana se usó para fabricar bloques con los que se hizo el Pentágono (Virginia) o el Empire State Building en Nueva York.
La caliza oolítica jurásica de Inglaterra se ha usado para construir el Palacio de Buckingham, el British Museum, la catedral de St Paul en Londres o la ciudad de Bath.
Es muy improbable, si es que lo desea, que el amigo lector visite El Pentágono, pero puede que sí visite un día Nueva York y suba al cúspide del Empire State Building para contemplar el panorama de una ciudad sin igual. Puede que entonces sepa que se alza sobre rocas creadas por simples microbios que vivieron hace 340 millones de años.
Pero no hace falta ir tan lejos para tener experiencias interesantes en este sentido. Seguro que en su ciudad hay edificios cargados de fósiles. Infórmese sobre ello y visite a tan ignorados fósiles. Eran seres que sentían y percibían el mundo y le hablaran de épocas pasadas en las que la Tierra era pura y sin gente.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Fotos: Lannon Harley, ANU.
1 Comentario
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martes 23 enero, 2018 @ 11:56 am
Pienso que si se viste uno de antropólogo y pone cara de despistado, puede colarse en el Pentágono y, no haciendo mucho ruido con el martillito de punta fina, arrancar alguna muestra. No sería tan fácil ir con el martillo neumático, el compresor, la furgoneta para llevarlo todo y el personal necesario. O sea que la cosa es relativa; pero no es descartable aprovechar el Empire State (quieto) como una muy rica fuente de fósiles de aquella época.
De todas formas, cierto es que los fósiles están por todas partes. Una vez vi, en un pueblo -quizá Vandellós- una amonita de medio metro de diámetro y un cuarto de grueso inmovilizando una puerta abierta. Pienso que debería estar siempre abierta, porque mover aquel pedrusco no debebería ser cosa fácil.