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Inteligencia y éxito social en lemures

Área: Etología — domingo, 8 de abril de 2018

Aquellos lemures que aprenden destrezas innovadoras terminan siendo más populares entre sus congéneres.

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Los lemures son primates que viven exclusivamente en Madagascar, en donde, debido al aislamiento, llevaron una evolución separada del resto de los primates de otros continentes.

El estudio de estos animales nos puede ayudar a entender la base de la etología de los primates, incluida la nuestra propia. Un aspecto puede ser el papel de la inteligencia en las interacciones sociales.

Es discutible que las personas inteligentes tengan más amigos o que el político más inteligente sea más votado, pero, según un estudio reciente, en el caso de nuestros «primos» los lemures de cola anillada (Lemur catta) sí es así. Según Daniel Rubenstein (rinceton University), cuando en los experimentos realizados se pone de manifiesto la inteligencia de algunos de los individuos a través de la resolución de problemas, entonces estos tiene una mayor importancia social.

«Nuestro hallazgo es altamente significativo porque ningún otro estudio ha mostrado previamente que la relación entre aprendizaje y posición en la red social estén basadas en un ciclo de retroalimentación, como, por ejemplo, cómo el aprendizaje influye en las conexiones sociales y posición en la misma además de ser influida por esta», dice Ipek Kulahci.

En investigaciones previas se mostró que los primates aprenden nuevas destrezas más rápidamente mediante la observación de los demás. Estos nuevos experimentos muestran que lo contrario también se da: los lemures con nuevas destrezas terminan siendo más populares cuanto más las practiquen.

En estos experimentos se empleó dos grupos de veinte lemures a los que se enfrentó a nuevos desafíos, como qué hacer para poder acceder a una uva encerrada en un recinto de flexiglas accesible a través de una cajonera. En un grupo, el primero que consiguió la uva fue una hembra joven, mientras que en el otro fue un macho.

Muchos otros lemures observaron cómo lo hacían. Algunos de ellos fueron a abrir el cajón por ellos mismos para conseguir el mismo premio, mientras otros no. Los investigadores hicieron un seguimiento de tanto los lemures poseedores de esta destreza, como de los que no y se centraron en cómo los que sí la poseían eran tratados por los demás. Para poder evaluar el comportamiento afiliativo entre lemures se fijaron en varios indicadores como el acicalamiento mutuo antes y después de que algunos aprendieran a extraer la uva.

Observaron que los lemures a los que se veía más frecuentemente resolver el problema de extracción de la uva recibían más comportamiento afiliativo de los demás que los que no habían aprendido dicha destreza. Para recibir este trato los lemures con la destreza no tuvieron que cambiar su propio comportamiento hacia los demás. Además, se observó frecuentemente a estos lemures recibir más acicalamiento del normal sin que tuvieran que proporcionar más acicalamiento a los demás a cambio. Esto no deja ser paradójico porque el acicalamiento suele ser mutuo entre estos animales al residir en la reciprocidad.

Los lemures expertos en las nuevas destrezas no aumentaban el número de sus lazos sociales hacia afuera, de ellos hacia a los demás, sino que su posición en la red social cambia al recibir más de estos lazos desde fuera hacia ellos.

En experimentos previos se usó un racimo de uvas, pero entonces el resultado estaba enmascarado porque los demás se acercaban a estos animales que había conseguido las uvas para ver si podían hacerse con parte del botín. En este caso, al ser sólo una uva y ser comida inmediatamente, la explicación del comportamiento de los demás tiene más que ver con cómo se los vea como individuos exitosos y no tanto como posible fuente de comida.

En el medio natural, los animales exitosos aprenden sobre el ambiente en el que viven y aplican este conocimiento a comportamientos como la búsqueda de comida o para evitar depredadores. Entablar conexiones sociales con individuos exitosos mediante el acicalamiento y otras actividades que crean lazos sociales puede proporcionar oportunidades para observar o aprender de ellos.

En este estudio se pudo comprobar que los lemures que estaban más conectados socialmente eran, además, más propensos a aprender al observar a otros a realizar la tarea de extracción de la uva, independientemente de la edad o sexo.

Este estudio, básicamente, proporcionaría la primera prueba experimental de que, en algunas especies de primates, aquellos que aprenden destrezas innovadoras terminan siendo más populares entre sus congéneres. Incluso posteriormente, cuando se retiró el mecanismo con el que se hizo el experimento, los lemures que fueron expertos en la extracción de uvas fueron acicalados más frecuentemente por los demás.

El comportamiento animal es más rico y flexible de lo que se pensaba antes y, una vez más, nos recuerda que el humano no salió de la nada absoluta, sino a través de características que ya estaban en nuestros antepasados sobre los que operó la evolución. En este caso se muestra, según Kulahci, que los animales no sólo aprender del ambiente físico sobre cómo obtener comida en una situación a la que nunca se habían enfrentado, sino que, además, aprenden unos de otros y usan esta información para tomar decisiones sociales más flexibles a la hora de formar relaciones sociales.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: NeoFronteras.

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5 Comentarios

  1. Dr. Thriller:

    Es claro que un sistema social es un entorno evolutivo en sí mismo, con presiones positivas y negativas respecto a pautas de conducta. El mecanismo corrector o pseudodirector que hemos desarrollado los humanos con nuestra cultura se llama «religión», «ética», «justicia» (el tinglado social, no el concepto abstracto, para todas ellas), todos fenómenos a su vez más amplios y que engloban más fenómenos que la reproducción y homologación de pautas sociales.

    En ese aspecto los humanos somos más *estúpidos* que los animales, no más inteligentes. Esto parece ser un hecho cada vez más difícil de negar. Lo que nos lleva a inferir que, sea lo que sea que nos hace diferentes, que es claro que actúa muy a nivel de matices por más que dispare propiedades emergentes, nos hace también mucho más inestables.

    Y la solución a esto parece que no vendrá de donde venimos, porque a fin de cuentas somos algo nuevo. Me temo que debe de venir de adónde vamos (queremos/debemos ir), si es que esta frase tiene sentido.

  2. MIguel Ángel:

    Del mismo modo que se hará más famoso un lémur que se muestre valiente y decidido en una confrontación contra ejemplares de otro grupo, por poner otro ejemplo.
    En el caso de los primates y bonobos, los ejemplares jóvenes llegan a hacer literalmente el payaso, con tal de llamar la atención. Recuerdo un documental en el que un bonobo joven y de bajo rango secuestraba a una cría y decían que podía ser con el fin de ir aumentando su status.

  3. tomás:

    Discrepo, como suele suceder, de Dr. ¿En qué sentido el ser humano es menos inteligente que -no solo otros primates- sino de otros animales, donde caben hasta los escarabajos?

    El bonobo de que habla Miguel Ángel, creo recordar o quizá lo capté de otra fuente, que su intención era mostrar que era capaz de cuidar de un bebé, lo cual mejoraría sus posibilidades de apareamiento. También esto puede interpretarse como una mejora de estatus.

  4. tomás:

    A propósito, Neo, por la rama científica: ¿no será «etología» en vez de «ecología»? Es que por solo una letra cambia el panorama. Ha de ser un error tipográfico.

  5. NeoFronteras:

    Sí, gracias. Están demasiado cerca en la lista de áreas.

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