Cámaras en los semáforos
Las cámaras instaladas en los semáforos no incrementan la seguridad y aumentan el número de accidente, pese a reducir los de mayor gravedad.
El ser humano se rige por la ideología. Todo individuo tiene una ideología, aunque esta no sea política y sea personal, particular o incluso corrupta. Esta puede ser, por ejemplo, enriquecerse a costa de la legalidad, comprar títulos universitarios usando el poder político o comprarse un palacete alejado de inmigrantes y de la clase social a la que se dice pertenecer, a pesar de presumir de la ideología contraria.
El problema de las ideología, incluida la religiosa, es que es dogmática. Simplemente se cree algo y ya está. Es imposible razonar con la gente que sigue una ideología, pues esta está reñida con el pensamiento crítico o, simplemente, con el pensamiento.
No es sorprendente que el método científico tardara tanto en aparecer, pues sólo tiene cuatro siglos. Mientras que la civilización más o menos organizada tiene unos 5000 años. Al final nos gusta nuestra ideología y no queremos que esta se vea amenazada por la ciencia. Es parte de nosotros, de nuestra identidad y, muchas veces, responde a unos intereses económicos.
Esto se puede aplicar a los negacionistas del clima o a los ecologistas que creen que el auto eléctrico y la solar fotovoltaica son la única solución a los problemas energéticos.
Pero el método científico se puede aplicar a todo, incluso al tráfico. Según un estudio reciente, los semáforos provisto de cámara para multar a los conductores que se los saltan no incrementan la seguridad vial, más bien lo contrario.
No deja de ser sorprendente que las los municipios, investidos posiblemente de demasiado poder, se dediquen a poner este tipo de dispositivos, pues antes de su instalación no parece que hubiera una masiva violación de las luces rojas.
Lo que los investigadores implicados han descubierto es que este tipo de medida política provoca que los conductores tiendan a frenar más bruscamente, por lo que se producen más colisiones por alcance.
«Una vez que los conductores saben de las cámaras, parece que aceptan un mayor riesgo de accidente por frenar abruptamente durante la luz amarilla para así evitar una multa costosa, por lo que se reduce la seguridad de ellos mismos y de los demás conductores», dice Justin Gallagher (Case Western Reserve University).
El estudio se basa en el análisis de miles de colisiones a lo largo de 12 años recopiladas por el Departamento de Transporte de Texas. Los investigadores se centraron en datos procedentes de los semáforos con cámaras instaladas y que luego fueron retiradas gracias a una referéndum en Houston. Además, comparan esos datos con los de Dallas, que aún tienen ese tipo de cámaras instaladas.
En Houston la instalación de las cámaras dio lugar a un incremento del 18% de accidentes por alcance, porcentaje que salta a un 28% cuando se tienen en cuenta los datos de Dallas.
Según los autores, aunque la retirada de las cámaras produjo un 26% más de accidentes por impacto lateral, este tipo de cámaras incrementan el número total de accidentes, pues los de alcance son muy numerosos. Básicamente, los impactos laterales son siempre muy escasos y los conductores no tienden a saltarse los semáforos.
«No hay razón para creer que haya una reducción de los accidentes gracias a las cámaras de semáforo. Nuestro análisis no apoya el caso de que las cámaras mejoren la seguridad, que es una las justificaciones principales empleadas por los cargos públicos y las fuerzas del orden», dice Gallagher
Más de 400 poblaciones de los EEUU han instalado este tipo de dispositivos, incluyendo 36 de las 50 ciudades más importantes. Habitualmente, estas cámaras son instaladas en intersecciones con mucho tráfico y con cierto historial de accidentes. Pero algunas de estas poblaciones ha eliminado este tipo de cámaras, como Cleveland o Houston.
Además, el proceso de enviar una citación de tráfico al dueño del vehículo tiene una largo historial de problemas legales en ese país. Este tipo de política ha sido criticada, además, porque la mayoría de esos programas son administrados por contratistas con ánimo de lucro de fuera del estado que se llevan las ganancias correspondientes. Durante el periodo analizado, estos contratistas se llevaron decenas de millones de dólares de los conductores de Dallas y Houston.
«Hay pruebas claras de que la instalación de una cámara reduce el número de vehículos que se saltan la luz roja, pero la predicha relación entre el número de vehículos saltándose la luz roja y el número total de accidentes es ambiguo y, ciertamente, no es lo suficientemente convincente como para justificar algunas de las afirmaciones de los partidarios de estos dispositivos», afirma Gallagher.
Añade que los datos sobre las heridas que se dan en estos accidentes no justifican el caso de que estas cámaras aumenten la seguridad vial en las intersecciones en donde están instaladas.
Aunque el Departamento de Transporte de EEUU recomienda que la luz amarilla tenga una duración de 3 a 6 segundos, no hay uniformidad al respecto en las intersecciones, lo que que significa que los conductores no pueden calcular bien si les da tiempo a pasar o no.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
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6 Comentarios
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domingo 22 julio, 2018 @ 11:04 am
Otra causa relacionada con los accidentes por alcance es el excesivo número de indicaciones en un mismo cartel, especialmente cuando están en una rotonda, pues has de disminuir mucho la velocidad para encontrar la dirección que deseas, con el consiguiente cabreo de los que van detrás que suelen conocer su recorrido, mientras que uno lo ignora.
Antes, llegar a Lérida desde Tarragona era elemental. Ahora entre lo relatado y que en algunos tramos faltan indicaciones, es un verdadero problema. Lo digo a ver si los de Tráfico de esa ciudad se enteran y completan los fallos del recorrido.
martes 24 julio, 2018 @ 11:34 am
…»We find that the cameras changed the composition of accidents, but no evidence of a reduction in total accidents or injuries.» (no he accedido al paper completo). Puede que no haya una reducción en los heridos, pero, en entorno urbano, no es lo mismo un choque por alcance que un choque lateral por uno que se ha pasado el semáforo en rojo. Supongo que la gravedad de los heridos será mayor en los choques laterales, aún cuando se den menos que los choques por alcance (sin radares).
Saludos.
martes 24 julio, 2018 @ 5:48 pm
Ya, pero dicen que no compensa. Habrá menos heridos por impacto lateral. Pero una lesión cervical por alcance tampoco es poca cosa.
Al menos estos se han molestado en medir y no han aplicado una ideología directamente.
miércoles 25 julio, 2018 @ 11:41 pm
Bueno, yo diría que han probado un caso típico de «creo la necesidad donde no la hay» → a continuación la cobro y quedamos todos peor que antes.
Pero claro, hay que vender cámaras, es el paradigma de progreso aplicado al pseudocontrol demencial. Me recuerda mucho a un caso que en su día se hizo famoso.
Los cajeros automáticos pueden controlarse desde la parte del usuario (la que da usualmente a la calle), no sólo desde los controles traseros. Creo que es público que la mayoría de ellos incluso usan Bimbous. Al salir del vendedor, vienen con unas claves de acceso para su control de serie, las del «manual». Una vez instalados, que es una operación no compleja pero tampoco trivial, es de suponer que quien quede a cargo del mantenimiento cambia esas claves.
A mayores, en EEUU existen, o existían, tarjetas visa virtualmente anónimas de prepago. Se compra una tarjeta por una cantidad de dinero, como si fuera un monedero electrónico, y se usa hasta que se desfonda y se tira o se recarga. Tampoco es trivial en un país donde para ser atendido en muchos sitios te piden una tarjeta, «pasan» del efectivo.
Puestos en harina, la cosa la recuerdo así. En un cajero de gasolinera, llegó un avispado personaje provisto de pasamontañas (o burkha si se quiere, hay variedad de disfraces a elegir), manipuló el cajero porque la entidad que lo instaló no había cambiado la claves de fábrica y lo instruyó, no recuerdo las cantidades, pero digamos a coger billetes del cajetín de los de 100 cuando se demandasen, digamos 5. A continuación, sacas 5 y el cajero te da un hermoso billete de 100 y prosigues hasta acabar con el fondo de la tarjeta. Y luego te vas, saludando a la cámara de vídeo.
Por supuesto tras el incidente se cambiaron muchos procedimientos. Lo gracioso del tema fue cuando ya en horario más normal llegaron clientes normales y tras sacar cantidades normales quedaban grabados en sus expresiones cuando recibían mucho más dinero del solicitado sin que el recibo lo reflejase.
Tuvieron que pasar muchos clientes antes de que llegase alguien con dos dedos de frente y llamase a la entidad bancaria. Porque los identificaron a todos menos al del burkha, claro.
Si no es porque no haya tecnología, porque no haya no es, pero es que ponerla para ná…
jueves 26 julio, 2018 @ 9:29 am
¡Ja, ja, ja…! Muy bueno lo que cuentas.
viernes 27 julio, 2018 @ 9:33 pm
Las cámaras en la vía pública, los edificios de viviendas y los lugares de trabajo están primero para vigilar a las personas (o que al menos se sientan vigiladas) y después para la seguridad. Aunque no está muy claro para la seguridad de quien.