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En este crinoideo fósil se conservan pigmentos. Foto: K. Fitzsimons, OSU.

En general los fósiles sólo conservan la forma del organismo que lo originó. Estas estructuras están casi totalmente mineralizas y los restos de moléculas orgánicas originales que constituyeron el organismo original son muy escasos. Cuanto más antiguo es el fósil, más escasos son estos restos orgánicos.
Recientemente Christina O’Malley de Ohio State University ha conseguido aislar restos orgánicos de 350 millones de años de antigüedad en fósiles de antiguas criaturas marinas denominadas crinoideos. Estas moléculas orgánicas son las más antiguas hasta ahora encontradas y parecen ser que en origen eran pigmentos de color amarillo y naranja.
Todavía hay crinoideos en los océanos terrestres. Aunque parecen plantas son en realidad animales que, anclados a alguna superficie, se alimentan de plancton. Muestran cierta variedad de colores y algunos son rojos, naranjas o amarillos. Los geólogos se sorprendieron mucho al encontrar algunos de estos colores en los fósiles en cuestión. El crinoideo fósil estudiado tenía forma de flor y un tallo de unos 15 cm de longitud.
Aunque la sustancia encontrada se puede clasificar como un pigmento, en realidad no están seguros que esa fuera su función original dentro del animal vivo de la época. Quizás podría servir a otros propósitos además de la coloración, como por ejemplo dar un mal sabor a su cuerpo y ser así menos apetitoso a los predadores.
Los científicos sólo pueden ver fósiles de plantas y animales en rocas sedimentarias como las calizas. Las rocas son inorgánicas y estas sustancias minerales reemplazan los restos orgánicos de la criatura a lo largo del tiempo según el proceso de fosilización avanza. Pero lo que este resultado nos dice es que algunas de las moléculas estables, como estos pigmentos, pueden sobrevivir al proceso y conservarse durante muchos millones de años.
Los investigadores sugieren que como el esqueleto de los crinoideos es muy poroso, los pigmentos en cuestión pudieron verse atrapados, y así conservarse durante todo este tiempo.
Además, afirman que pigmentos similares deben de haberse conservados en otros fósiles del mismo tipo. Como la molécula parece ser un poco distinta en cada especie de crinoideo, los científicos pueden usarlos como biomarcadores y así clasificar a los animales en el árbol de la familia. Hasta ahora los linajes de los crinoideos eran inferidos a partir de la forma de los mismos o de determinadas de características de su esqueleto. Quizás estos restos orgánicos ayuden a aportar pistas sobre la vida de estas criaturas.
De momento, el uso de estos pigmentos como biomarcadores nos provee de una técnica lo suficientemente fiable como para describir la evolución de las especies. Además encaja bien con el parentesco deducido entre estas especies por el sistema tradicional.
O’Malley aisló los pigmentos moliendo pequeñas muestras de los fósiles y disolviendo las moléculas orgánicas en una disolución. Después introdujo pequeñas muestras de esta disolución en un espectrómetro de masas por cromatografía de gases. La muestra en este aparato se evaporan y un sistema separa cada tipo de molécula dependiendo de su carga y masa. Un sistema informático identifica posteriormente las moléculas.
Los pigmentos amarillo y naranja aparecieron junto con otras moléculas orgánicas que aún no han sido identificadas. Al parecer el software está diseñado para identificar sólo compuestos comunes, pero no todos los posibles.
Esta investigadora espera poder crear su propia base de datos de moléculas orgánicas fósiles y extraer pigmentos de otras criaturas fósiles en el futuro.
No sabemos el color de los dinosaurios, y todas las representaciones gráficas simplemente beben de la imaginación del artista, pero ahora sí sabemos el color de criaturas más antiguas que poblaron los océanos terrestres hace 350 millones de años.

Fuente: Nota de prensa en Ohio State University.