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Simbiosis y teoría económica

Según la teoría económica no es el anfitrión el que evoluciona para castigar o premiar a los individuos con los que mantiene una relación simbiótica, sino al revés.

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Polilla depositando polen en una Yuca. Fuente: North Carolina State University.

Hay varios tipos de relaciones entre los distintos seres que pueblan este planeta. Por un lado tenemos las relaciones de parasitismo en las que los individuos de una especie se aprovechan de los individuos de otra, perjudicándolos en el proceso. En otro tipo de relaciones unos se aprovechan de otra especie, pero no le producen ningún mal (comensalismo). En el mejor de los casos ambas especies cooperan entre sí (simbiosis mutualista) para obtener beneficio de la relación las dos.
Todos nos hemos sentido fascinados alguna vez al saber de la existencia de algunas relaciones simbióticas en la Naturaleza. En una simbiosis mutualista dos especies muy distintas cooperan entre sí en pos de un beneficio mutuo. En general hay un organismo principal, al que llamaremos anfitrión, sobre el que se asientan sus simbiontes.
Así por ejemplo, determinadas especies de plantas (el anfitrión en este caso) pueden tener en sus raíces nódulos en los que bacterias fijadoras de nitrógeno atrapen nitrógeno atmosférico (imposible de asimilar por la plantas) y lo transformen en sales que las plantas sí puedan asimilar. La planta obtiene el valioso nitrógeno y las bacterias cobijo en el que pueden prosperar. El número de ejemplos de simbiosis que se pueden encontrar en la Naturaleza es muy grande.
Lo que no está claro es cómo evolucionó este mecanismo mutualista o cómo se promueve. Quizás este tipo de relaciones partieron de una relación de parasitismo y poco a poco derivó hacia una simbiosis. O puede que aparezca la simbiosis directamente, pero entonces hay que mantenerla si se quiere evitar que caiga en el parasitismo. Luego, ¿cómo surgió o cómo se mantiene esa relación? ¿Es el anfitrión el que evoluciona para premiar o castigar a sus simbiontes en función del comportamiento de ellos?, ¿o son sus simbiontes los que evolucionan hacia un mutualismo para así sobrevivir mejor?
La teoría más aceptada hasta el momento era la denominada “Sanción del Anfitrión”, según la cual el anfitrión evoluciona para castigar o premiar a sus simbiontes. De este modo, la planta del ejemplo castigaría a las bacterias que trataran de vivir en nódulos sin producir la fijación de nitrógeno.
Es aquí donde la teoría económica nos puede ayudar a entender del problema. En una economía normal hay empleadores y empleados. Un empleador puede castigar a los malos empleados (por ejemplo, con el despido) y premiar a los buenos empleados con incentivos (con un aumento de sueldo o un ascenso). Sobre los incentivos y correctivos en el sistema económico se ha dicho mucho, así que pasemos a una visión alternativa.
Supongamos que fueran los empleados los que mirando para sí mismos cooperaban por el bien de su empresa, simplemente porque si no lo hacen la empresa quiebra y todos salen perdiendo. Esto se da por ejemplo en algunas empresas constituidas como cooperativas. Si los empleados miran a corto plazo y por su interés particular entonces ellos ganan menos y, al final, la empresa incluso puede cerrar y ellos van a la calle.
Obviamente esta comparación no es más que una analogía. Los trabajadores y empleadores que no sobreviven bien al mercado pasan igualmente sus «genes» a sus hijos y tampoco hay genes que controlen el comportamiento en el puesto de trabajo. No hay selección genética, probablemente tampoco a nivel de memes.
Ahora, economistas y biólogos de las universidades de Harvard, East Anglia y Toronto publican en PNAS un artículo en el que aplican la teoría económica al problema.
Según ellos la teoría de la “Sanción del Anfitrión” no es correcta. Serían los simbiontes del anfitrión los que evolucionarían para no dañar al mismo, porque un anfitrión sano produce beneficio de vuelta hacia sus simbiontes. Una variante de simbionte tramposo sería seleccionado negativamente y desaparecería al dañar o eliminar al anfitrión. A esta idea la podemos llamar «Teoría de Retroalimentación por Fidelidad entre Compañeros».
Estos investigadores demostraron (según la teoría económica) que la «Teoría de la Sanción del Anfitrión” era errónea cuando trataban de demostrar que era correcta. Descubrieron que los modelos que incorporan esa idea producen predicciones que contradicen lo observado en la Naturaleza. Según uno de los autores, la virtud de la teoría económica no es lo exacta que es a la hora de demostrar que algo es correcto, sino su capacidad de falsación cuando algo no lo es.
En su análisis estos científicos muestran que en dos casos clásicos de mutualismo (entre una legumbre y una bacteria del suelo y entre la yuca y una polilla), en los que las supuestas sanciones del anfitrión deben de prevenir el engaño, lo que ocurre en realidad es que las pruebas son más consistentes con la teoría de la competición en la que hay fidelidad entre compañeros.
“Las herramientas matemáticas en la teoría del contrato económico y mutualismo hace que sea natural el emparejamiento, pero de una manera que nosotros no anticipamos. En lugar de confirmar lo esperado, la teoría nos permite diseñar tests poderosos para elegir entre distintas hipótesis. Siempre está la tentación de comenzar con la premisa de que un comportamiento interesante, como el castigo, sea el producto de adaptaciones específicas. Pero el modelo de Glen nos fuerza a recordar que ya hay un montón de biología ahí afuera, sobre la que hace uso la selección natural”, dice Douglas W. Yu, uno de los participantes en el estudio.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]

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