Cooperación y castigo en modelo teórico
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Un estudio que pretendía encontrar un modelo teórico computacional de las actividades cooperativas finalmente revela que para que una actividad sea exitosa ayuda que las personas que actúan como castigadores dominen el grupo.
Cuando las personas viven juntas trabajan y colaboran juntas, y lo que nos impide aprovecharnos de los demás es el miedo a ser castigados. Si por el contrario se dan situaciones injustas con comportamientos egoístas por parte de ciertos individuos entonces se puede destruir un grupo o una sociedad.
El problema del castigo es interesante bajo el punto de vista evolutivo y antropológico porque no está claro cómo surgió. Se ha podido medir, incluso se sabe cómo afecta al cerebro (ver referencias), pero hasta ahora no había mecanismo que explicara su aparición.
Christoph Hauert de la Universidad de Harvard y su colaborador Karl Sigmund han investigado este problema con un modelo computacional. Crearon un modelo matemático que determinaba cómo se recompensa dentro de un grupo a los individuos cuando colaboran en una actividad. Según ellos puede haber tres tipos de individuos en cualquier comunidad: los colaboradores que son justos, comparten y reciben la recompensa a su esfuerzo, oportunistas que se benefician del trabajo de otros y castigadores que penalizan a los oportunistas.
Después de correr múltiples versiones del algoritmo en un ordenador con diferentes variables estos investigadores descubrieron que los castigadores deben de dominar para garantizar el éxito de la empresa como actividad colectiva. Pero irónicamente descubrieron que el esfuerzo debe de ser voluntario.
Según Hauert la explicación a este comportamiento se encuentra en las sociedades de cazadores y recolectores. Inicialmente cada miembro de la comunidad se preocuparía sólo de él mismo, alimentándose de lo que encontraba en la naturaleza, pero cuando se introdujeron las herramientas de caza los miembros empezaron a cazar en grupos para subsistir. Es de suponer que al cabo de varias semanas algún miembro se daría cuanta que podía beneficiarse de las piezas cobradas en la caza sin participar en la misma, oculto seguro detrás de un árbol, mientras que los demás participaban activamente.
En una de las simulaciones la participación en la actividad era obligatoria. Bajo esas condiciones (y según el modelo) otros miembros de la comunidad se dan cuenta que el mayor beneficio al menor coste se obtiene siendo un oportunista. Entonces los oportunistas pasan a dominar el grupo muy pronto y como resultado se deja de cazar y se vuelve a subsistencia a base de la recolección de frutos.
Los investigadores introdujeron entonces el cuarto tipo de individuo: los no participantes. Éstos si no participaban en la caza no se beneficiaban de ella. Según los resultados, bajo estas nuevas condiciones, el colectivo terminaba siendo dominado por castigadores que penalizaban a los oportunistas y la actividad de la caza finalmente tenía éxito.
Observaron además un comportamiento cíclico en el sistema. Algunos cooperadores surgían del grupo de no participantes que aumentaban con esto la recompensa hasta que el grupo era dominado por los oportunistas. Entonces aparecían en escena los castigadores que eran bienvenidos a actuar como policías (con coste para ellos mismos) para así castigar a los oportunistas.
El modelo predice que si los castigadores dominan el grupo antes de que los oportunistas se hagan con él entonces se puede asegurar una cooperación duradera por lo menos hasta que una nueva innovación aparezca (por ejemplo, el procesado de comida) y el ciclo comience de nuevo.
Según los autores la idea básica es que si la actividad es obligatoria los ladrones ganan y si es opcional la policía gana. Si hay una posibilidad de ser no participante entonces todos terminan siendo policías.
Este resultado proporciona el primer mecanismo que explica la aparición por evolución del castigo al mostrarse matemáticamente la situación más rentable para el grupo derivadas de los comportamientos individuales.
Sigmund trabaja ahora para ver si estos resultados teóricos se pueden reproducir en ensayos reales con estudiantes como voluntarios.
Fuente: Scientific American
Referencias: Resumen del artículo en Science.
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5 Comentarios
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jueves 13 diciembre, 2007 @ 10:27 pm
No sé porqué, pero el estudio teórico parece exponer los ciclos que se dan en las sociedades democráticas, donde las poblaciones eligen a grupos políticos que se aprovechan de las mismas para beneficio suyo, hasta que las poblaciones cambian al grupo político por uno que impulse a la sociedad hacia el conjunto de cambios que se necesitan según las necesidades sociales que surgan…y luego, ya satisfecha, las poblaciones se vuelven menos exigentes y eligen de nuevo a los grupos políticos más reaccionarios, conservadores y menos proactivos hacia los cambios (los mismos que vuelven a aprovecharse de las poblaciones para beneficio propio) y así sucesivamente.
miércoles 22 abril, 2009 @ 2:39 pm
Comento este artículo de rebote del http://neofronteras.com/?p=2360 a tenor del comentario de Alejandro Sanchez.
Pienso que hay tres criterios básicos para la elección de una determinada opción política en un determinado momento:
-El fiel cumplimiento de preceptos ideológicos o religiosos.
-El deseo de no cambiar la situación por temor a empeorarla, que se traduce por una búsqueda de la seguridad en la situación actual.
-El deseo de cambiar la situación para perseguir mejorarla.
En los casos en que uno de los criterios predomina de forma abrumadora aparecen los extremismos: fanáticos religiosos, ultraconservadores e izquierda revolucionaria, respectivamente.
Por fortuna, estos criterios no son autoexcluyentes, hasta el punto de que es posible pensar en una opción ideológicamente coherente, que preserve nuestra seguridad actual y que promueva mejoras. Pero al final un criterio predominará sobre otro y esto desembocará finalmente en el voto a una opción política determinada. La imagen que transmiten los líderes constituye la personificación de alguno de estos criterios o alguna de sus combinaciones. Y esta imagen es tanto más importante cuanto menor sea el nivel cultural de la población, dado que una mayor cultura permite el análisis de los proyectos con independencia del transmisor.
Encuentro cierto paralelismo en los criterios mencionados con los tres tipos de jugadores del artículo. Los idealistas fanáticos son policías que castigan conductas que ellos consideran incorrectas (aunque objetivamente no lo sean), los conservadores son los oportunistas que dejan que trabajen los otros y los cooperadores son los que trabajan para mejorar, pese a los policías y los oportunistas. En esta comparación los policías son los que salen peor parados porque en el artículo se presupone que los castigadores conocen de forma objetiva cuales son los comportamientos oportunísticos que perjudican al todo el colectivo. Sin embargo en las sociedades actuales esto no está tan claro. Y cuando hablo de policías no me refiero, claro está, a los agentes de uniforme sino a los ideólogos de pensamiento único.
En fin, unas cuantas reflexiones superficiales, motivadas por un artículo y un debate muy interesantes.
Saludos cordiales.
domingo 19 julio, 2009 @ 1:35 pm
Es un estudio interesante, pero falta el elemento chamánico.
Me refiero a que la obediencia no es por temor al castigo, sino mas bien por seguir o IMITAR al líder, que tiene alto status en la Tribu porque representa o encarna al «totem» (dios) con el cual se comunica el chamán, por tanto, para ser efectivos, los castigos deben proceder de líderes (los más hábiles) que, además, cuenten con el soporte religioso del chamán. Y esto también es una simplificación, ya que deberiamos considerar variables como: el cazador experto se empareja o aparea mejor,
el cazador inexperto es ayudado, el oportunista, visto como sacrílego e incestuoso, es exilado o muerto, etc. La Antropologia Evolutiva es fasinante, pero las variables son multiples y varian de un grupo tribal a otro, incluso en la misma Etnia.
martes 8 septiembre, 2009 @ 1:06 am
RicardM: La izquierda revolucionaria no es la única revolucionaria. Ej: Irán, cuya revolución teocrática nos ha traido a la Edad Media en pleno siglo XXI. La revolución puede ser recreadora o retrógada. Las llamadas «revoluciones» son solo transformaciones aceleradas. Actualmente, desde el punto de vista de la biosfera, estamos en una revolución retrógada a nivel mundial, ya que estamos volviendo al estado que tuvo la biosfera durante la ultima gran extinción.
Obviamente necesitamos cambios profundos en nuestra cultura, cambios que no pueden ser lentos ni graduales.
Pero los colaboradores son pocos y los policías ciegos quieren que todo siga igual, mientras los oportunistas están acabando con todo.
martes 8 septiembre, 2009 @ 10:28 am
Alejandro Sanchez: De acuerdo con el matiz y el resto de tu comentario. Especialmente de acuerdo con el corolario, que me apunto como frase a divulgar (espero que sin copyright!). Por «izquierda revolucionaria» pretendia denominar (con poca fortuna) a las ideologias totalitarias mal llamadas de izquierdas.
Saludos.