NeoFronteras

Sobre la aparición de la cooperación

Área: Biología,Cooperación,Neurología — jueves, 16 de julio de 2009

La evolución puede explicar la aparición de ciertos comportamientos cooperativos que otros mecanismos no consiguen explicar.

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El ser humano es un ser social. Cada uno de nosotros cooperamos con los demás y este hecho es el que probablemente nos ha dado ventaja sobre otras especies más individualistas. Pero, ¿cómo surgió este comportamiento?
Un estudio de científicos de University of Leicester explica cómo surgió la cooperación, no sólo en nuestra caso, sino en una amplia gama de especies. La conclusión es que la cooperación tiene una base biológica evolutiva y que en última instancia guía nuestras acciones al respecto. Además han conseguido simular la aparición de este comportamiento usando un modelo computacional y unas leyes genéticas básicas.
Andrew Colman y Lindsay Browning han sido los que han llevado a cabo el estudio (se publica en el número de septiembre de Evolutionary Ecology Research) que ayudará a explicar la aparición por evolución de la cooperación.
Según dice Colman en los grupos humanos las tareas están usualmente planeadas y coordinadas con la ayuda del lenguaje. Así por ejemplo, la gente que vive junta frecuentemente se pone de acuerdo en lavar los platos después de las comidas o en llevar a los niños al colegio. Pero este comportamiento ha surgido también en otras especies que no tienen capacidad de lenguaje que les permita negociar el acuerdo. Esto incluye a los monos, aves y antílopes que se acicalan entre sí, o a los pingüinos antárticos que mientras uno va a por comida el otro miembro de la pareja incuba los huevos. Es obvio que este tipo de comportamientos evolucionaron sin la necesidad de un lenguaje de comunicación y que fue la selección natural la que lo hizo surgir en beneficio del propio interés de la especie y de los individuos.
Los investigadores explican que el “toma y daca” (una estrategia de la teoría de juegos en la que cada participante realiza la misma acción que su contrincante en la ronda anterior) puede explicar la cooperación sincronizada, pero no puede explicar completamente los comportamientos anteriormente descritos de cooperación por turnos. Si, por ejemplo, un depredador caza en pareja o en grupos más grandes se necesita que se dé la cooperación sincronizada. Se ha demostrado que el “toma y daca” funciona muy bien inicializando y manteniendo este tipo de cooperación.
Pero en el caso de los pingüinos el instinto del “toma y daca” sólo podría mantener un patrón una vez establecido, pero no iniciarlo al comienzo, pues ambos no podrían estar buscando comida mientras huevos dejan de ser incubados. Por tanto la estrategia de “toma y daca” no es suficiente en los casos de cooperación por turnos.
Usando la teoría de juegos evolutiva en simulaciones computacionales estos investigadores descubrieron que una simple variación del “toma y daca” puede explicar los comportamientos cooperativos, y que pueden aparecer por evolución cuando los individuos buscan su propio interés de manera “robótica”.
Este comportamiento de cooperación por turnos aparece en las simulaciones solamente después de que al menos dos poblaciones genéticamente diferentes se comporten de manera diferente al principio y de forma descoordinada con los demás. Justo cuando un par tiene la oportunidad, por casualidad, de cooperar entonces entra en funcionamiento el “toma y daca”. Esto los mantiene en una cooperación que les proporciona beneficio mutuo de manera indefinida. Sin la diversidad genética inicial la cooperación por turnos no puede aparecer.
Los individuos en estas simulaciones, además de ser puramente robóticos, son puramente egoístas. Sin embargo, al final terminan en una coordinación perfecta.
Este resultado confirma, según los autores del estudio, que la cooperación no siempre requiere benevolencia o planificación deliberada. Esta forma de cooperación está guiada por una mano invisible, tal y como está presente en la teoría de la evolución de Darwin.

Fuentes y referencias:
Andrew M. Colman & Lindsay Browning. Evolution of cooperative turn-taking. Evolutionary Ecology Research, 2009.
Nota de prensa.
Foto cabecera por valilouve vía Flickr.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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6 Comentarios

  1. lluís:

    Y, ¿cuándo la cooperación requiere(desde el punto de vista darwinista) benevolencia o planificación deliberada?.

  2. tomás:

    Amigo lluís: No sé si comprendo bien tu pregunta, pero como me interesa mucho el tema porque estoy trabajando en él, imagino que mi respuesta pueda continuar lo que has iniciado.
    Que el comportamiento sea irreflexivo o razonado es indiferente. Aquellos primitivos grupos humanos donde se dio con más fuerza la cooperación resultaron ser más aptos y se reprodujeron más.
    Un afectuoso saludo.

  3. lluís:

    Hola tomás, ¿quieres decir que la reproducción de los mos aptos, tiene algo que ver con la benevolencia o la planificación deliberada?. Acaso no me expliqué bien en mi primer comentario, igual estamos argumentando sobre cosas distintas.Un saludo, amigo tomás.

  4. tomás:

    En efecto, amigo lluís, y no me tengas por un paranoico de la evolución, pero la selección natural está por todas partes.
    Voy a ponerte un ejemplo: En un grupo humano antiquísimo, pongamos perteneciente a los primeros del género Homo, recién salidos de su antecesor Australopiteco, es decir hace alrededor de unos dos millones de años, ya se daba el compartir, al menos aquellas piezas que se cazaban en grupo, lo que hubo de ser lo más frecuente, pues también los chimpancés actuales cazan sincronizados. Si tras la caza, el más fuerte se impusiera y se lo comiera todo, el resto habría gastado energías inútilmente, por lo que esa experiencia les haría no volver a cazar con ese «más fuerte». Este, por tanto, no hallaría colaboradores en futuras cazas, consecuencia de lo cual estaría peor alimentado y posiblemente dejaría de ser el más fuerte y se reproduciría menos.
    Incluso como grupo, obtendrían menos proteínas que otro grupo donde no existiera alguien que prefiriera no compartir. De ello se desprende que un grupo mejor alimentado se impondría a otro peor alimentado, es decir que el grupo que comparte tiene ventaja sobre el que no lo hace y ello selecciona a los solidarios sobre los insolidarios. Este comportamiento solo puede ser genético o cultural. Si es genético, ya está resuelto; si es cultural, con el transcurso de los milenios, la pervivencia de los colaboradores sobre los que no lo son acaba -efecto Baldwin- convirtiéndose en genético, o como si lo fuera, por simple aumento de los pocos «genes solidarios» iniciales, o aunque no los hubiera. Podría ponerte más ejemplos, pero este parece lo suficientemente razonable para ser aceptado.
    Espero haberte convencido y te envío un afectuoso saludo.

  5. lluís:

    De acuerdo tomás, pero si ese ejemplo de cooperación que me has propuesto, perfectamente observado por los biólogos,tuviera que ser calificado como «benevolente» o «planificado» quizás deberiamos dejar de hablar de una evolución ciega y sin propósito, que es como yo la veo.Por supuesto que todo está sometido a la selección natural, incluso las ideas humanas, pero antes que de una evolución benevolente o planificada, prefiero hablar de una evolución que coopera egoístamente.¿No lo ves así, tomás?.Mis mejores deseos tomás.

  6. tomás:

    Amigo lluís: En ningún momento he pensado en que sea benevolente ni planificada. Como muy bien dices, en el fondo es egoista, tanto como el que da limosna que en realidad satisface a su propia conciencia.
    Un muy cordial saludo.

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