Los prolongados efectos de la psilocibina
Los efectos «espirituales» de ciertos alucinógenos persisten tiempo después de haber sido administrados. Quizás, gracias a este tipo de investigaciones, se podrían explicar las experiencias religiosas intensas o desarrollar nuevos tratamientos.
Científicos del Johns Hopkins demuestran que la psilocibina, sustancia contenida en los hongos alucinógenos, produce efectos que son interpretados como «espirituales» por los que la toman y sus efectos psicológicos, que se pueden interpretar como beneficiosos, parecen durar más de un año.
En un estudio anterior, realizado por el mismo equipo y publicado en 2006, participaron 36 voluntarios a los que se administró psilocibina bajo condiciones controladas. Ahora, en el artículo recientemente publicado en Journal of Psychopharmacology, se dice que los efectos de esta sustancia son percibidos por estas personas como positivos incluso 14 meses después de haber sido expuestos a la misma. Entre los efectos relatan el sentirse bien y estar más satisfechos con sus vidas. Según Roland Griffiths, uno de los investigadores participantes en el estudio, la mayoría de los voluntarios, al evocar el evento de 14 meses atrás, califican la experiencia como la más o una de las más significativas experiencias espirituales de sus vidas.
En el artículo, los investigadores dan recomendaciones para realizar este tipo de estudios, dados los riesgos que subyacentes a la administración de este tipo de drogas. Lo fundamental es evitar administrar alucinógenos a personas con riesgo de padecer psicosis u otros tipos de desórdenes mentales. De este modo, los investigadores facilitan una guía para preparar a los pacientes y proporcionar ayuda psicológica durante y después de la experiencia psicodélica (de 8 horas de duración). Estas prácticas contribuirían tanto a la seguridad «del viaje» como a la estandarización del protocolo en este tipo de investigaciones.
Mathew W. Johnson dice que, con el filtrado adecuado y la preparación de los pacientes, los alucinógenos pueden tener un nivel de seguridad comparable al de otros medicamentos utilizados en investigación o en procedimientos médicos.
Recordemos que hace décadas el LSD (otro alucinógeno) se utilizó en investigaciones médicas, que es para lo que había sido concebido, pero desde los sesenta la reputación de este tipo de drogas cayó en picado debido a los excesos de la época. La profusión de su uso como droga recreativa dio al traste con este tipo de investigaciones una vez que dicha sustancia fue prohibida.
La psilocibina es un alcaloide que ejerce su acción sobre algunos receptores cerebrales que normalmente responden al neurotransmisor serotonina. Ciertos hongos que contienen este alcaloide han sido usados por ciertas culturas durante cientos de años por motivos religiosos.
En el estudio de 2006 (publicado en Psychopharmacology) participaron 36 voluntarios con un un buen nivel cultural y que llevaban vidas espirituales activas. El 60% de ellos dijeron que su contacto con psilocibina fue una experiencia totalmente mística. La experiencia consistió, según relatan, en una sensación de existencia de una verdad más grande o un sentimiento de unidad.
Después de catorce meses los investigadores pasaron un cuestionario a estos mismos voluntarios. Los resultados muestran que la misma proporción de voluntarios calificaron su experiencia como la más o una de más significativas de sus vidas, y además había aumentado su sensación de bienestar o satisfacción con la vida.
Según Griffiths los alucinógenos podrían proporcionar un método para investigar las bases neurológicas de las experiencias religiosas mediante la invocación en el laboratorio del mismo tipo de experiencias místicas que se pueden tener a través de la meditación, del rezo o similares. Estos investigadores quieren probar también el efecto de este tipo de drogas en ateos o agnósticos.
Según Griffiths el hallazgo es verdaderamente importante, ya que en la investigación psicológica raramente se informa de resultados tan persistentes procedentes de un simple evento de laboratorio. Esto daría credibilidad a aquellos que sugieren que las experiencias de tipo místico, que algunas personas tienen durante una sesión con alucinógenos, pueden ayudar a pacientes que sufren ansiedad o depresión debido a enfermedades como el cáncer, y servir como potenciales tratamientos de las dependencias de otras drogas.
Normalmente este tipo de pacientes reciben fuertes dosis de analgésicos, antidepresivos y ansiolíticos. Si se pudiera cambiar su percepción de la muerte y reducir su estrés con alucinógenos en lugar de con el sistema habitual se podría mejorar su calidad de vida. Estos investigadores van a estudiar esta posible aplicación.
Griffiths señala que mientras que una parte informó haber pasado miedo o ansiedad en algún momento de la sesión, ninguno informó de efectos dañinos prolongados. Tampoco se observó ninguna prueba clínica que indicara la existencia de daños de ningún tipo.
Lo investigadores advierten, no obstante, que si los alucinógenos se usan inapropiadamente las posibles respuestas de miedo o ansiedad pueden derivar en comportamientos dañinos.
Fuentes y referencias:
Nota de Johns Hopkins Medical Institutions en Eureka Alert.
Nota de prensa del estudio de 2006.
Noticia en Science.
Foto: Psilocybe azurescens, hongo alucinógeno.
Nota: NeoFronteras advierte que el uso de drogas puede ser perjudicial para la salud y bajo ninguna circunstancia recomienda su consumo.
12 Comentarios
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lunes 7 julio, 2008 @ 2:01 pm
Y si no que se lo digan a Homer Simpson.
lunes 7 julio, 2008 @ 5:20 pm
¿Satori?
martes 8 julio, 2008 @ 12:46 am
Esto es la prueba de que los fenómenos religiosos son explicables científicamente y que por tanto no hace falta recurrir a ningún ente metafísico. Todo estaría en el cerebro.
viernes 11 julio, 2008 @ 6:57 pm
Armando Hernandez:
Que una sustancia psicoactiva produzca efectos «espirituales» o «religiosos intensos y duraderos» no es una prueba de lo que dices. A los escépticos como tú y como yo, nos confirma una vez más nuestra sospecha o nuestras convicciones, pero no demuestra que estemos en lo cierto. Que A->B no hace imposible que también C->B.
sábado 12 julio, 2008 @ 1:38 am
Apoyo lo que dice Tomás: Descubrir que la mente hace o deshace cosas no es prueba refutable de la no existencia de «entidades metafísicas».
Creo que todo depende del lente con que lo miremos. Yo he vivido experiencias «paranormales» y aun así las pongo en duda, pero sólo eso, «las pongo en duda», no las rechazo de plano. Armando, no es válido dar determinismos. La ciencia avanza, la verdad está ahí afuera para que la veamos con los ojos de la carne, de la mente y del espíritu, concepto manoseado pero que si logras alcanzar un estado meditativo, lo comprendes. Soy racionalista, pero no soy ciego ni estructurado. Dichas experiencias místicas las viví con y sin drogas, por lo que no puedo señalar que esas visiones o concepciones sean causadas por un movimiento endocrino. Creo que aún falta mucho por descubrir y comprobar.
domingo 13 julio, 2008 @ 6:17 pm
Quizás no lo pruebe, pues demostrar cosas basadas en la fe es imposible, pero indudablemente no es lo mismo experimentar ese tipo de cosas a través de sólo la vía mística que además conseguir reproducirlas de una manera controlada de manera natural, sugiriéndose que es simplemente un estado cerebral.
martes 15 julio, 2008 @ 2:55 am
Armando, tenés que distinguir lo reproducible de lo que es el significado, reproducir cantidades no significa exactamente nada, el significado ahonda en la unidad no en sus secuencias, y cada cosa es profunda, tener experiencias con o sin sustancias es igualmente significativo como al mismo tiempo lo es misterioso, son como ventanas con paisajes que desconocemos y no podemos transcribir con palabras espaciotemporales, son mundos no ecuánimes con nosotros, vaya paradoja, ¿no?
martes 15 julio, 2008 @ 10:40 am
Vamos a ver, se consigue inducir una determinada vivencia a través de una sustancia química. Esta sustancia química es algo material. La vivencia es percibida por el cerebro que es material y no metafísico. La vivencia por tanto es material y no metafísica. Es por consiguiente un determinado tipo de actividad neuronal. Además, da la casualidad de que las vivencias inducidas son iguales a las vivencias obtenidas por vía religiosa. Ergo las vivencias religiosas son simplemente una actividad neuronal, algo material y no metafísico. Es la explicación más sencilla, una explicación científica, racional y probablemente verdadera. Naturalmente se puede creer, a base de fe ciega, que la vivencias son metafísicas y que la religión o este tipo de sustancias «abren» las puertas a algo que está más allá (incluso con contrasentido lógico). Pero de la misma manera se puede creer que Dios colocó los fósiles en los estratos geológicos, los elementos a semidesintegrar, o creo el Universo a medio expandir y con el fondo cósmico de radiación por ahí para que creamos que no ha habido una creación.
De la misma manera que un proceso computacional de cualquier tipo necesita de un substrato físico donde correr, la mente humana necesita del cerebro para existir. Sin materia, sin mundo material, no hay mente o alma a la que asignemos esa mente.
Sin materia no existimos. Se puede creer lo contrario basándose sólo en la fe, pero las pruebas materiales siempre apuntan en otra dirección.
miércoles 16 julio, 2008 @ 1:02 pm
Lamento la que he armado, que no era mi intención. Yo sólo apunté lo que resumí diciendo. «Que A->B no hace impoisible que C->B.
Eso quiere decir exactamente y sólo lo escrito, o sea, que un razonamiento está mal hecho, lo que no tiene como consecuencia que el resultado sea o no cierto.
Dicho esto, expongo mi postura ante la existencia: No admito una «entidad metafísica» una «experiencia paranormal» o el «espíritu». Sé lo que es la mente, a la que identifico con un proceso fisiológico encefálico puramente determinista. Todo ello está fuera de la realidad que puedo admitir por lo siguiente: La entidad metafísica o el espíritu ¿pueden interaccionar con la realidad a voluntad y de forma mensurable? Si no es así, no pertenece a la realidad. La experiencia paranormal ¿puede repetirse a voluntad con el rigor de la comprobación científica? Si la respuesta es no, nada puede demostrarme.
El significado, la profundidad de lo misterioso, además de que sean inasumibles con «palabras espaciotemporales» «en mundos no ecuánimes» que nos produzcan paradojas me suenan a poesía, donde es admisible llamar perlas a los dientes en la búsqueda de la belleza, destinada al goce, lo cual me parece maravilloso, pero que no tiene como objetivo la investigación de la realidad.
Ese tipo de elucubraciones sean hacia el arte y la felicidad o hacia la angustia y la locura sólo pueden interesarme como objeto de estudio biopsicológico o como filosofía científica o para disfrutar de lo que me parezca hermoso, pero nunca como algo paranormal.
Amigo Armando Hernandez: estoy totalmente de acuerdo contigo en tu comentario 8.
Un saludo a todos.
domingo 20 julio, 2008 @ 10:33 pm
Armando, el matiz clave está en el adverbio: «sugiriéndose que es simplemente un estado cerebral». Puedes ponerlo así también: «sugiriéndose que es realmente un estado cerebral». Los llamados «místicos» aceptarían de buena gana el dictamen: la ciencia habría demostrado que no son mentirosos. (Puse «cerebral» en vez de «mental» para reforzar tu argumento).
jueves 28 agosto, 2008 @ 1:24 pm
No creo que las vivencias misticas sean puramente actividad cerebral, pero respeto otras opiniones, estamos tan enredados en la ciencia, que solo mirar los anteriores comentarios lo demuestra.
domingo 25 octubre, 2009 @ 10:52 am
Es necesario probar experimentalmente la substancia en dosis bajas, casi homeopáticas, para saber si mejora la tolerancia a la frustración y al estrés. También se debe investigar su elicitación, espontánea o guiada, de fenómenos psi. Desde el punto de vista neurológico, explicar los ciclos, en relacion a los neutransmisores que activa y desactiva.
Siempre se espera mucho de un único compuesto, una «panacea», pero generlmente el organismo elabora señales químicas múltiples, sobretodo dependiendo de un ambiente emocional inteligente.-