Efectos neurológicos de un viaje a Marte
Unos supuestos astronautas llegarían a Marte con problemas neurológicos y con síntomas de aceleración de enfermedades como el Alzheimer.
El ser humano tiene curiosidad y tiene espíritu aventurero. En el pasado había zonas del mundo que aparecían en blanco, color con el que los cartógrafos denotaban las regiones ignotas que aún no habían sido exploradas.
En la actualidad casi todo el mundo está explorado, incluso las profundidades marinas, pese a lo que algún oceanógrafo con hambre de presupuesto diga. Cualquiera con el suficiente dinero puede pagarse un viaje al polo norte, a la Antártida o incluso a la órbita terrestre si es millonario. Pero el espacio más allá de la Luna no ha sido explorado directamente por el ser humano, nos conformamos con misiones robóticas y telescopios. La pasión por la exploración aventurera puede tener su continuación en los planetas, lunas y asteroides de nuestro sistema solar.
Hace casi ya medio siglo que se fue a la Luna y aún no hemos vuelto a mandar humanos hasta allí. Es un viaje corto de unos pocos días, un plazo de tiempo relativamente seguro fuera de la magnetosfera terrestre. Y es que el espacio es básicamente radiactivo y por él circulan fotones de alta energía o partículas cargadas que pueden producir mutaciones en el ADN. Esta radiación proviene tanto del Sol como del espacio profundo.
No hay ninguna dosis segura de radiación, salvo la que es nula. Siempre hay un efecto estocástico de la radiación y uno puede contraer un cáncer mortal aunque no reciba una dosis de radiación alta. Pero por encima de cierta dosis se tienen todas las papeletas para contraer algo muy grave o directamente morir por radiación.
Como dijo alguien, el espacio es muy grande y las distancias son vastas. Incluso con tecnología muy avanzada un viaje a Marte duraría muchos meses, lo que representa un problema frente a la radiación. Los astronautas de la estación espacial internacional están parcialmente protegidos por la magnetosfera terrestre, pero en un viaje a Marte no sería así. No hay manera de colocar un escudo que pare la radiación sin añadir demasiado peso a la nave. Además, si encima se da una tormenta solar durante el viaje los astronautas llegarían ya muertos.
Hay personas que se apuntarían voluntarios a un viaje a Marte sin vuelta (técnicamente mucho más fácil que uno de ida y vuelta) para crear allí una colonia al estilo de los antiguos colonizadores de otros continentes, pero no hay nadie que se apunte a un viaje para llegar ya muerto o para morir al poco tiempo.
Se ha propuesto la creación de una magnetosfera artificial que proteja a la tripulación, pero no parece que se hayan publicado resultados interesantes al respecto últimamente. Un santuario en el que poder refugiarse para el caso de tormenta solar sería probablemente necesario. Pero usar un escudo metálico podría ser incluso peor al crearse mucha radiación secundaría, porque el efecto sobre el ADN se multiplicaría. Encima no hay manera efectiva de bloquear de manera efectiva los lesivos rayos gamma o los protones de alta energía que provienen del espacio profundo en forma de rayos cósmicos. Además del problema del cáncer, en estudios previos se ha demostrado los efectos perniciosos de esta radiación sobre el sistema cardiovascular, muscular y esquelético del cuerpo humano.
Marte no tiene magnetosfera y su tenue atmósfera sólo proporciona una protección parcial frente a la radiación, pero se puede imaginar un hábitat a varios metros bajo tierra que cobije a los humanos que lleguen hasta allí.
En la actualidad la NASA está planeando un viaje a un asteroide para 2021 y para Marte en 2035, pero éste último necesitaría de 3 años en total. Debido a esto la NASA se ha venido interesando sobre los efectos de la radiación en este tipo de viajes.
Por si los inconvenientes relatados no fueran suficientes, ahora se señala otro problema de un viaje de este estilo. Al parecer, aunque se consiga controlar parcialmente la dosis de radiación recibida, los supuestos astronautas llegarían con problemas neurológicos y con síntomas de aceleración de enfermedades como el Alzheimer.
M. Kerry O’Banion de University of Rochester Medical Center (URMC) ha realizado un estudio para la NASA al respecto cuyas conclusiones acaba de publicar. Según él ya se había apuntado a la radiación como causante de cáncer en este tipo de viajes, pero este estudio es el primero que señala a que un viaje a Marte expondría a los astronautas a unos niveles de radiación tales que les producirían problemas cognitivos y que acelerarían cambios en el cerebro asociados con enfermedades neurodegenerativas. El estudio se centra en particular sobre los procesos biológicos en el cerebro que contribuyen al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Al parecer la parte de radiación cósmica más peligrosa en este aspecto estaría constituida por partículas cargadas de alta masa, generalmente por núcleos atómicos que son proyectados a alta velocidad en explosiones estelares. En el estudio se analizó el caso particular de núcleos de hierro, partículas que no se generan en las tormentas solares. El problema es que estas partículas atraviesan casi cualquier tipo de escudo sólido que uno pueda imaginar instalar en una nave espacial, pues se necesitarían como mínimo un grosor de dos metros de plomo u hormigón.
En el estudio se aceleraron núcleos de hierro gracias al acelerador de partículas que la NASA tiene en el Space Radiation Laboratory (Brookhaven National Laboratory, Long Island) para así emular la radiación cósmica con las que se encontrarían los astronautas. Se hacía chocar estos núcleos acelerados contra unos ratones de laboratorio.
En este modelo animal se examinaron los indicadores que indican la progresión de la enfermedad de Alzheimer, tanto desde el punto de vista fisiológico como de comportamiento. Así por ejemplo, a los ratones se les enseñaban ciertas habilidades cognitivas, como el recordar la localización de objetos específicos, y se observaba si la radiación había afectado la realización de estas tareas.
Los investigadores observaron que los ratones expuestos a la radiación eran más propensos a fallar en las tareas a realizar que los ratones del grupo de control, algo que era un claro síntoma neurológico. Además, observaron que presentaban alteraciones vasculares en el cerebro y se producían acumulaciones de proteína beta-amiloide en el mismo, acumulaciones típicas de este tipo de enfermedad.
Según O’Banion “estos hallazgos sugieren claramente que la exposición a la radiación espacial tiene la capacidad potencial de acelerar el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer”. Según él este es otro factor que la NASA tiene que tener en cuenta en relación a la salud de los astronautas y que se debe tener en cuenta en futuras misiones.
A este paso va a resultar que no sólo no podemos salir de nuestro sistema solar, sino tampoco de la Tierra si el viaje es duradero.
Sí viajamos, dentro de unos límites, por el espacio en esta nave espacial llamada Tierra, que nos protege de la radiación y nos proporciona todo lo necesario para vida.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3999
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Ilustración: NASA.
29 Comentarios
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lunes 7 enero, 2013 @ 9:43 am
Pues la solución a estos problemas está en el post anterior.
Asaltar un asteroide, lo suficientemente grande como para albergar en su interior una base, con una zona giratoria donde poder disfrutar de gravedad centrifuga así como de una buena protección contra las radiaciones. Reubicarlo en una órbita tal, que sirviera como tranvía interplanetario. Toda la fase de construcción y doma orbital podría ser robótica. El gasto energético una vez reubicada su órbita, mínimo.
Saludos a todos.
lunes 7 enero, 2013 @ 11:30 am
Un cuerpo de esas características sería muy pesado y moverlo o cambiar su órbita sería muy costoso desde el punto de vista energético. Además, ajustarlo para cada objetivo sería muy complicado. Se puede concebir un ferri de órbita muy excéntrica que llegue hasta Marte, pero debería estar muy bien sincronizado con la órbita de ese planeta, algo que impediría sincronizarla con la nuestra. El riesgo sería el viaje hasta el asteroide.
Supongo que se puede concebir una trayectoria compleja regulada y con asistencia gravitatoria que cumpla con todos los requerimientos, pero con ciertos riesgos.
En todo el caso el viaje duraría mucho, pero dentro del asteroide no importaría, salvo por el inmenso aburrimiento.
martes 8 enero, 2013 @ 9:02 am
El enorme gasto energético de la doma orbital podría ser rentabilizado si se usara con uno con claras intenciones de impactarnos.
Un asteroferry tipo Apolo, podría establecer una linea Tierra-Marte-Venus-Mercurio para el transito cuasi exclusivo del pasaje colonizador. Los equipamientos básicos se enviarían robotizados de la forma tradicional. Las colonias deberían ser lo mas autosuficientes posible.
Para el aburrimiento de los intrépidos pasajeros, unos buenos telescopios y ¡hala! a observar, calcular, teorizar, etc.
Puestos a imaginar … …
Saludos a todos.
martes 8 enero, 2013 @ 6:19 pm
Lo cierto es que leer esta noticia, resulta bastante descorazonador. Lo suficiente como para recordar un versito del poéta y filósofo, Friedrich Schiller: » Abate ya tus alas pensamiento de águila/ Fantásia, audaz velero,echa aquí el ancla del desaliento.». Tal verso,lo aprendí por que constaba al final de un viejo libro de matemáticas (1943)y en cuyo capítulo último se especulaba con la existencia de n dimensiones, siendo n,el número de dimensiones que se quiera.
¡Abrá que pensar algo!. La verdad es que uno no le gustaría tener que reconocer que no queda otro remedio que » abatir las alas».
martes 8 enero, 2013 @ 7:33 pm
Así a la carrera, puestos a especular… En http://quintoarmonico.es/2010/10/21/viento-solar-una-nueva-energia-renovable-del-espacio/ se dice que: «Un equipo de científicos de la Universidad de Washington espera que se pueda generar un trillón de gigavatios de energía mediante el uso de una vela solar de captación masiva de 8.400 kilómetros de ancho, dentro del haz del viento solar». Un trillón de gigavatios sería unos 10^21 vatios (uso trillones gringos, los chiquitos). Un asteroide hueco de forma cilíndrica, del tipo de Cita con Rama de Arthur Clarke, de 5 Km de largo por 2 Km de diámetro, con un espesor de 100 m, nos da unos 10^13 kg. Así que con la vela mencionada dispondría de unos… ¡10^8 vatios por kg! Una vela 1000 veces más pequeña, de unos 10 km, nos daría unos 100 vatios/kg, potencia del mismo orden de magnitud que la primera fase del Saturno V… Por supuesto, para maniobrar en el espacio interplanetario sólo haría falta una fracción de toda esa potencia, así que lo demás podría emplearse en crear un hábitat muy cómodo: con el asteroide girando unas dos veces por minuto tendríamos gravedad terrestre, y en una superficie de unos 30 km^2 acomodaríamos una comunidad no de unos cuantos sino de miles de personas, es decir, una pequeña ciudad… (mucho romance, adiós aburrimiento, Neo). ¿Se poblaría, entonces, el Sistema Solar con un circuito de ciudades viajeras para interconectar el Sistema Solar? «¿Vas para Marte? Sí, espero la ciudad X-41 que pasa cerca el mes que viene, y nos iremos con los chicos porque queremos radicarnos allá con el abuelo…» Entonces viajar entre planetas no sería simplemente «viajar» -desplazarse de un punto a otro, a las volandas- sino habitar transitoriamente pequeñas ciudades espaciales -como quien se va de Erasmus-. Y bien, Neo, Pocosé y demás chicos: O hay un grave error en los datos y en estas cuentas de servilleta, o en algunas décadas tendremos flotas de asteroides huecos navegando a vela por el sistema solar. (Por lo menos la pasamos bien imaginando historietas de ciencia ficción). Un abrazo a todos.
martes 8 enero, 2013 @ 8:01 pm
No te desanimes, Lluís… ¡que tu nieto no te recuerde, cuando vaya viajando en la X-41, llamada «Ciudad Neofronteras», como aquel «pobre abuelo pesismista y melancólico»!
martes 8 enero, 2013 @ 10:38 pm
Lamento echa un jarro de agua fría, pero la vela solar sólo puede mover objetos poco pesados. Es inconcebible usar algo así para mover rápido un asteroide. Además sólo funcionan en una dirección y la fuerza de empuje disminuye con el cuadrado de la distancia.
Sin embargo, con poco carga y tamaño descomunal se puede concebir un artefacto no tripulado que alcance un 50% de la velocidad de la luz si es empujado por una batería de láseres alimentados por energía solar. Lo de frenar es más complicado.
miércoles 9 enero, 2013 @ 12:24 am
Según entiendo, Neo, no se trata de obtener aceleración por directa transferencia de momentum del viento solar, sino la captación de energía solar de manera fotovoltaica para emplearla como «gasolina». «De acuerdo con el equipo de la Universidad de Washington, 1000 hogares pueden abastecerse de energía mediante una antena receptora hecha con unos 300 metros de cable de cobre, montado en un receptor de unos dos metros de ancho por 10 metros de diámetro. Un trillón de gigavatios de energía pueden ser generados por un satélite con 1.000 metros de cable y una correcta antena orbitando alrededor de la tierra». (Íbid.) ¿Es esto cierto? Si lo fuera -observa mi condicional-, ese mismo método que contribuiría a resolver el problema energético en la Tierra suministraría perfectamente la energía para eyectar masa del propio asteroide y obtener el impulso necesario. Mejor dicho, el «motor» -que sólo serviría para maniobrar poniendo al asteroide en el curso apropiado para que la gravitación se ocupe del resto- sería algo así como una especie de acelerador lineal (la materia del propio asteroide suministraría la masa, y eso ya también es cuento viejo). De hecho, lo que observo es que la aplicación en el asteroide-nave sería enormemente más fácil e inmediata que la de traer esa misma energía a la Tierra. Por supuesto, yo sólo especulo a la ligera, y supongo que ya muchos expertos lo habrán considerado… pero a treinta o cuarenta años la idea pareciera realizable, o por lo menos deja entrever soluciones alcanzables con tecnologías no muy diferentes de las actuales, y con la ventaja de que quizá sean increíblemente mejores de lo que hoy cabe imaginar -mandando de a media docenita de astronautas por vez achicharrándose en una lata de sardinas-. ¡Podría haber una colonización del Sistema Solar en menos de dos siglos, si aquí las cosas no se acaban por otras razones! Observa que esta especulación cabe perfectamente, por ejemplo, dentro de las proyecciones de Dyson de crecimiento de consumo energético de una civilización tecnológica (de hecho no sería más que un primer pasito en la construcción de la «esfera de Dyson»). ¿Para qué necesitas construir un reactor de fusión si lo tienes al frente (el Sol)? Pero, bueno: Julio Verne nos llevó a la luna con un cañón, y llegamos con el Apollo… lo importante es que el callejón de la expansión humana por el Sistema Solar puede no estar tan cerrado como pareciera. Y fíjate, además, que con la crisis de los minerales, eso de ir por ellos al espacio va a ser una necesidad apremiante antes de que acabe el siglo. Pero, en fin, tómalo como un sueño asimoviano. Un saludo.
miércoles 9 enero, 2013 @ 8:18 am
«¡Podría haber una colonización del sistema solar en menos de dos siglos…!» Pero hombre, estimado Atanasio, si el último viaje a la Luna se hizo hace más de cuarenta años, o sea acercándonos al medio siglo.
Enhorabuena por tu optimismo.
miércoles 9 enero, 2013 @ 9:56 am
Estimado Atanasio:
No había leído la referencia, por lo que se podía asumir que el término «vela» correspondía al habitual en el contexto. De todos modos la referencia es una tanto confusa. Aún así se puede decir que es verdad que se puede obtener energía de una chorro de partículas cargadas. Pero eso de la «vela» de 8400 km de ancha se antoja un poco grande. Otro problema es la transmisión de esa energía a tierra a través de una láser infrarrojo. Además de su uso como arma, un accidente arrasaría una ciudad.
En cuanto a su utilización para impulsar naves espaciales hay un problema grave. Cuando la nave gana velocidad lo que ocurre es que la velocidad relativa del viento solar con respecto al sistema captor de energía cae en picado y con ello la energía obtenida.
miércoles 9 enero, 2013 @ 6:49 pm
No creo, amigo Atanasio, que mis nietos me recuerden, «como aquel abuelo pesimista y melancólico», ellos saben que en cuestiones de ciencia no he sido nunca pesimista, al contrario, incluso les hablo alguna vez de cosas que ya les advierto que son pura especulación, pero quién sabe, les añado,despues de todo, hemos visto en ciencia cosas que nunca hubieramos ni siquiera soñado. Aunque ciñéndonos al caso del que tratamos aquí, la verdad es que esa par de jarros de agua fría que echó Neofronteras,están bastante helados.
Saludos a todos.
miércoles 9 enero, 2013 @ 7:01 pm
Es momento de recordar una noticia de la sección de opinión «No podemos escapar, tenemos que solucionar»:
http://neofronteras.com/opinion/?p=85
Estoy de acuerdo con que hay que solucionar primero en La Tierra, y una vez solucionado, estaría de acuerdo con Hawkings o Carl Sagan en que deberíamos colonizar el espacio.
Como Atanasio, Hawkings habla de unos 200 años para plantearse dicha colonización (parece bastante optimista).
Carl Sagan hablaba de nuestra responsabilidad al ser el único modo conocido en que el Universo está llegando a autocomprenderse.
A día de hoy colonizar el espacio representa un gran reto, pero si queremos aumentar nuestras posibilidades de supervivencia como especie no deberíamos quedarnos en construir unos pocos refugios: hay que recordar que algunas catástrofes planetarias podrían producir efectos que tardaran hasta millones de años en disiparse, y me resulta difícil imaginar la supervivencia de estas personas recluídas durante generaciones y generaciones recluídas en un pequeño habitáculo. Todo los recursos estarían limitados y un hijo de más podría comprometer la supervivencia de todo el conjunto, por no hablar de la endogamia y de cómo tendrían que hacer frente a las enfermedades en el refugio.
Me ha gustado el verso que ha compartido lluís.
miércoles 9 enero, 2013 @ 7:11 pm
Otros problemas serían las averías en la maquinaria del refugio: el desgaste de los materiales a lo largo del tiempo sería inevitable.
Así que no me parecen mal las ideas que aportan Pocosé y Atanasio, aunque a la postre algunas sean irrealizables o demasiado costosas.
miércoles 9 enero, 2013 @ 9:14 pm
Los problemas no están siendo científicos, Tomás, sino sociales. Así que si decido soslayar por un momento mi natural pesimismo social, me queda un estimulante optimismo tecnológico. Científica y técnicamente ya podríamos tener bases en la Luna. Por otra parte, no veo como aceptar
la viabilidad de poner en órbita lunar un asteroide en la próxima década y ser tan pesimistas en todo lo demás. ¡Traer el asteroide a la Luna puede considerarse casi una primera fase para hacer algo como lo que Pocosé y yo decimos (si se pudiera claro)! (Al asteroide primero hay que traerlo cerca para «acondicionarlo», se entiende). Mira Tomás: cuando los antiguos españoles llegamos a América no entramos de inmediato al Continente. Estuvimos casi cuarenta años en el Caribe, explorando las costas antes de poder adentrarnos en serio en Tierra Firme. Hasta en el fútbol es necesario hacer pausas para reorganizar el ataque… ¿No sois un poco impacientes?
jueves 10 enero, 2013 @ 12:16 am
«Sí viajamos, dentro de unos límites, por el espacio en esta nave espacial llamada Tierra, que nos protege de la radiación y nos proporciona todo lo necesario para vida».
Lo malo de la nave llamada tierra es que le da una vuelta a la cudra y se regresa
jueves 10 enero, 2013 @ 12:19 am
Ciertamente es descorazonadora la noticia, pero esos son los «limites actuales» que nos impone el conocimiento actual.
Estoy seguro que más adelante se va a escuchar una noticia como «se descubrio que los nanotubos de carbono desvian la radiación, y seran usados como pantalla protectora liviana en el viaje a marte», ahorita ficticia pero seguro que algo asi se descubre despues.
Para mi pensar asi si es optimista y tal vez realista.
jueves 10 enero, 2013 @ 9:47 am
Estimado Atanasio:
No tomes a mal mi escepticismo sobre el tema. Las serias dificultades que advierte Neo sí que resultan, diría que imposibles, de soslayar. Por ejemplo una vela de esas dimensiones, en el supuesto de que fuese cuadrada, (es el supuesto menos exagerado porque el término «largo» suele tomarse como mayor que ancho), tendría la mitad de la superficie de todos los continentes juntos de la Tierra. Aunque la vela fuese mil veces más pequeña, tampoco es despreciable: Tendría la superficie de Suiza.
Por otra parte dices que para maniobrar en el espacio «sólo haría falta una fracción de toda esa potencia», con lo que imagino quieres decir que, en proporción, no sería mucha. Pero piensa que todo cambio de dirección es, en realidad una aceleración, así que la energía que se precisa para ello, siempre es considerable. Aunque no haya que vencer rozamientos, hay que superar la inercia que no ha de ser poca en un cuerpo de ese tamaño. Y frenar… frenar ha de ser terrible. No puedo sino pensar en el chiste, tan conocido, del pajarito llamado «Huyhuyhuy» -supongo habrá de escribirse así- con muchas haches.
Sinceramente, en principio, la idea me parece buena, pero no a corto plazo ni sencilla.
Me castigas por lo del asteroide en órbita lunar. No seas malo, hombre. Primero porque yo no he dicho que sea posible en la próxima década; lo dice el artículo, no yo. Segundo porque hay un argumento económico que, aunque, como a ti, no me guste, lo hace mucho más probable por lo que dice el refrán: «por el dinero baila el perro».
Pero soñar es algo muy bonito y, de momento, de eso se trata.
Un muy afectuoso saludo.
jueves 10 enero, 2013 @ 9:54 am
Perdón, he dicho la superficie de Suiza. Debería haber dicho de Irlanda que es casi el doble.
jueves 10 enero, 2013 @ 11:00 am
Estoy convencido que con la tecnología actual estamos en condiciones de domar un asteroide para convertirlo en un ferry espacial, ya sea para visitar de manera confortable y segura un solo planeta o incluso hacer que su órbita se aproxime a varios de los mas cercanos. No olvidemos que ya al menos dos sondas han «aasterizado» (NEAR Shoemaker en Eros y Hayabusa en «Itocawa»), que la asistencia gravitatoria también se ha utilizado con éxito y que Voyager ya ha abandonado el sistema solar.
El problema es de otro tipo, por eso propongo, que aún en el estado actual de cosas, si se detectara un asteroide con claras intenciones de impactarnos, sería posible aunar a las potencias económicas en el esfuerzo para desviarlo. De esta manera se podrían matar dos pájaros de un tiro.
Incluso un esfuerzo como este podría potenciar el sentimiento de «Humanidad» y contribuir al cambio de paradigmas, tan necesario para la supervivencia de esta especie y de tantísimas otras claramente amenazadas.
Soñar es gratis.
viernes 11 enero, 2013 @ 6:42 pm
Apreciados chicos: no insistiría en abultar estos comentarios si el foro no estuviera muy interesante. (Este tema de la astronáutica y el otro de la «actualidad exoplanetaria» nos dan para mucho). La verdad, con la segura excepción de Neo y la probable de algún forista que no conozco, todos reconocemos ser unos aficionados en esto de la Ciencia, aunque la hayamos estudiado en la Universidad. Pongo esto por delante para que me entendáis lo que sigue. Nuestro «amateurismo» no significa que no podamos intentar hacernos una idea de para dónde van las cosas, al modo en que un escritor de ciencia ficción «dura» intenta estar informado para no marrar demasiado en sus fantasías. De hecho, una de las razones por las cuales frecuentamos estas excelentes páginas es no sólo para informarnos de cómo andan las cosas sino también de cuáles son las tendencias y hacia dónde podrían ir. No me preguntéis por qué hacemos eso los humanos, que alguna ventaja evolutiva tendrá, y tal vez sea sólo la manifestación de esa neotenia o infantilismo psíquico que nos hace perennemente curiosos y juguetones y que, en niveles profesionales, también es la que mueve al científico a investigar. Sin embargo, la seriedad que Neo le imprime a estas páginas -no sólo en los contenidos sino en la forma, en el «espíritu» del sitio- hace que este juego sea mucho más interesante que una simple fantaseadera desbocada – como las de Hollywood, o las de las teorías conspirativas- ya que nos obliga a especular dentro de ciertos límites y a aceptar ciertas reglas básicas, como respetar la lógica de las leyes científicas conocidas, o intentar apoyarnos en informaciones procedentes de fuentes serias, así sean a veces de segunda o tercera mano (las de Neo suelen ser de primera). El otro día, por poneros un ejemplo, con todo ese rollo de los exoplanetas me dio -para eso son las vacaciones- por montarme en una hoja de Excel la malamente llamada «ecuación» de Drake, usando las estimaciones actuales. Y la verdad, chicos, es que llegué a apreciaciones -que no «conclusiones»- muy semejantes a las que hoy mismo publicó Neo en su último artículo de actualidad explanetaria. Eso no le aporta nada a la Ciencia, claro, pero sí a mí mismo, ya que me da a entender que no estoy demasiado desenfocado en la comprensión del panorama, de sus perspectivas. (Otra cosa que sí creí advertir, os lo cuento, es que el eslabón más débil de la cadena en la «ecuación de Drake» -y con mucho- es la aparición de vida inteligente -si entendemos por ésta la que tiene capacidad de lenguaje articulado-; de manera que estimar una galaxia con preponderancia de planetas «silvestres» como los recreados en Discovery channel, con civilizaciones tecnológicas separadas por distancias del orden de 1.000 años-luz, puede ser ya una perspectiva razonable). ¿A qué voy con esto? A este artículo de los asteroides. Tomás: del espacio no hay que ver sólo las limitaciones. Si algo tiene el espacio es «espacio», y una vela del tamaño de Suiza podría parecer escandalosa hoy, y ridículamente pequeña dentro de 100 años. (Con un grosor de micras no pesaría más que unas cuantas toneladas: uno pudiera imaginar, por ejemplo, una vela de grosor nanométrico fabricada con grafeno que se autodesplegara por repulsión electrostática… es un decir). Pero lo importante no es eso, ya que nuestra condición de aficionados nos impide evaluar directamente de manera técnica esas opciones. Lo que sí podemos apreciar es que un grupo de expertos ve viable -con tecnología actual- maniobrar un asteroide, y otro grupo de expertos ve viable obtener energía fotovoltaica en el espacio en cantidades MUY considerables. Así que, si los tomamos un poco en serio a ellos, aunque nosotros mismos no podamos sustentar los argumentos técnicos, algo hay ahí que merece ser considerado al menos como especulación no irrazonable. Por otra parte, como las alternativas «clásicas» de viaje interplanetario parecen llevar a un callejón sin salida… querría usar el conocido dicho de Sherlock Holmes: «Descarta lo imposible y en lo que te quede, por improbable que sea estará la verdad». Bueno… será TAL VEZ la verdad, y creo que ya con eso es bastante para nuestras pretensiones «amateuristas». Así que un futuro no muy lejano lleno de ciudades-naves asteroidales de vela podría no ser tan loco… además de ser muy poético -estilo Bradbury-, ¿no os parece? Un feliz año a todos, y por lo menos espero haberos divertido un poco. De nuevo un abrazo, apreciado Neo.
viernes 11 enero, 2013 @ 7:32 pm
Finalmente: la motivación económica insoslayable podría ser ésta: http://blogs.elpais.com/eco-lab/2010/06/hasta-cuando-se-podran-extraer-minerales.html . Energía y minerales: la solución está allí arribita… en el espacio. Así que no es cuestión de simple ensoñación poética. Ahora sí me voy, que me despido más que circo pobre. :)
viernes 11 enero, 2013 @ 10:45 pm
Amigo Pocosé:
Estoy de acuerdo con lo que dices acerca del sentimiento de unión que fomentaría librarnos de un impacto gracias a nuestros avances científicos y tecnológicos, sería una nueva demostración del poder del conocimiento aunque seguramente no serviría para que la gente deje de creer en los horóscopos, en Manitú y en los elfos. En este sentido recuerdo un comentario de Neo que decía que si en otros campos se hubiese logrado un 1% de los avances que ha conseguido la Ciencia se anunciaría a bombo y platillo.
Los humanos somos una especie paradójica, tendría guasa que evitásemos la catástrofe de un impacto haciendo buen uso de la Ciencia y que al final acabásemos provocando la sexta extinción por hacer malos usos de la misma.
Abrazos siempre con esperanza.
viernes 11 enero, 2013 @ 11:10 pm
Amigo Atanasio:
He disfrutado con tus aportes, me gustaría ampliar un poquito algunas cosillas que has comentado: en alguna ocasión hemos hablado por aquí de la neotenia que mencionas, parece ser que el cerebro madura hasta los 14 años más o menos, a esta edad ya está definido el caracter y personalidad que nos acompañarán el resto de nuestra vida. También es cierto que el potencial imaginativo de los niños más pequeños es superior al de los adultos, no les cuesta ningún trabajo asumir explicaciones mágicas o fantásticas para explicar la realidad.
La Ciencia avanza gracias a la imaginación: es necesario una mezcla de imaginación y escepticismo. Muchos de los inventos e ideas revolucionarias se gestan durante los sueños nocturnos, el científico se despierta por la mañana y va corriendo a escribir lo que ha soñado antes de que se le olvide. Einstein, por su parte, decía que él no lo tenía que anotar porque cuando tenía una idea importante no se le olvidaba nunca.
En cuanto al agotamiento de los minerales, recuerdo un par de detalles acerca de una estimación que leí hace algún tiempo: decían que el priemro en agotarse sería el iridio que se usa en televisores planos (aunque parece ser que ya hay nueva tecnología que va a desplazar a los LCD y los televisores de plasma). También recuerdo que estimaban que habría litio disponible hasta el año 2500 aproximadamente.
Abrazos
viernes 11 enero, 2013 @ 11:14 pm
Lo que me ha sorprendido un poco es el comentario de que es muy complicado frenar una vela solar: tenía entendido que podría bastar con colocar un espejo para hacerlo.
sábado 12 enero, 2013 @ 10:05 am
Querido amigo Miguel Ángel:
No sé por qué creo que te refieres a mi en tu comentario 24. Veamos qué quieres decir con un espejo. Vamos a llamar así a una superficie que sea capaz de reflejar un muy alto tanto por ciento de la radiación recibida -la que sea-. Cuanta más refleje, más empuje recibirá. Por ejemplo, la misma vela cuanto más especular sea, mayor rendimiento conseguirá. Si quieres frenar el móvil impulsado por la vela, habrás de colocar un espejo precisamente en el lugar de destino o varios estratégicamente situados en las proximidades y soportados por cuerpos muy masivos, como planetas o satélites. Pero claro, habrá de ser bastante mayor porque al reflejar, dispersa una parte que puede ser muy importante. Quedamos pues en que para enviar suficiente energía para frenar, el espejo habrá de recibir bastante más. Por otra parte habrá que ir antes allí para colocarlo. No sé… A no ser que me indiques alguna estrella que esté detrás y envíe radiación útil para frenar… En resumen, que lo veo problemático. Y que conste que me parece una buena idea en principio el transporte-ciudad que propone Atanasio, pero que ha de ser muy trabajada. Por ejemplo habrá que pensar un método de anular el efecto espejo de la parte trasera de la vela cuando se quiera frenar y traspasarlo a su superficie delantera.
Un abrazo.
sábado 12 enero, 2013 @ 11:28 am
Amigos Pocosé y Atanasio:
Supongo que ya sabréis que hacia mediados de febrero el asteroide 2012 DA 14 pasará a unos 34.000 km de la Tierra: ¡Menos que un meridiano o el ecuador! Sus dimensiones son de algo menos de 50 metros. Ideal. ¿Habéis visto la película «¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú» -creo que es el título-?. Os veo como en la escena última de la película -o de las últimas- con el actor Slim Pickens montado sobre una bomba atómica, sombrero tejano en mano y abanicando o animando el trasero del artefacto como si de un toro de rodeo se tratara. Yo espero que lo incitaríais a seguir su ruta y no a caer sobre el planeta. Es vuestra oportunidad y estáis a tiempo. Solo habría que telefonear a la NASA. Tendríais mi apoyo y seguramente el de todos nosotros.
Recibid un abrazo y suerte si aceptáis la misión. Pero volved, porque os echaremos mucho de menos mientras estéis fuera. Vuestra imaginación es imprescindible.
Repito el abrazo. ¡No olvidéis el sombrero!
domingo 13 enero, 2013 @ 8:37 pm
Querido amigo tomás:
Lo de que es complicado frenar la vela lo ha comentado también Neo. El espejo que menciono funcionaría desviando los fotones o el láser hacia la cara opuesta de la vela, provocando su frenado, pero ignoro si aún así sería complicado.
Otro abrazo.
lunes 14 enero, 2013 @ 12:55 am
Hay diseños en los que la vela se compone de dos partes: un círculo y un anillo anexo. Antes de llegar a su destino el anillo se desacopla y deja atrás el círculo con la carga útil, que ahora recibe la radiación reflejada por el anillo por su otra cara y se frena. Aunque no hay billete de vuelta.
Pero una vela láser tiene que tener un grosor de unos pocos átomos si queremos que funcione y mantener su rigidez es ya complicado como para mantener toda la parafernalia de anillo, disco y todo sincronizada a años luz de distancia.
Por otro lado, parece que siempre se olvida el efecto Doppler sobre los fotones que le llegan a la vela. Conforme ésta gana velocidad los fotones le llegan cada vez más corridos al rojo, es decir con menos energía.
En resumidas cuentas, una vela láser es concebible para una misión no tripulada con carga de pago pequeña de ida sin vuelta y sin parada, pero aún así sería fabuloso, pues se podría alcanzar un 50% de la velocidad de la luz. Para los que proyectan y pagan la misión es casi lo mismo, pues tendrían que esperar igualmente décadas para tener noticias de una misión tripulada relativista.
Quizás se pueda lograr algo similar con ideas que todavía no están desarrolladas, como un diodo de fluctuaciones de vacío, o con cosas que todavía no hemos ni imaginado.
lunes 14 enero, 2013 @ 8:27 am
Estimado Neo:
El anillo que haría de espejo y que reflejaría la radiación recibida es un contrasentido. Por una parte ha de ser muy liviano por formar parte de la vela, pero por otra, o es muy masivo para reflejar la radiación y no seguir aprovechándola para acelerarse, o bien ha de estar soportado por un cuerpo espacial masivo. De no ser así, se acelerará sin devolver mas que una mínima parte, incapaz de frenar lo verdaderamente pesado que es la carga con su vela circular; tampoco para frenarse a sí mismo.
En cuanto al efecto Doppler, estoy totalmente de acuerdo.
Y, en efecto, una vela láser es concebible para el viaje de ida de una pequeña carga, sin vuelta y sin parada. Sólo se me ocurre para volver aprovechar la gravedad de alguna estrella y, dada la vuelta, utilizar su radiación como nueva impulsión. Quizá Próxima Centauri podría ser el objetivo.
Cordiales saludos.