Las plantaciones de palma amenazan África
Muchas de compañías asiáticas están extendiendo las plantaciones de palma de aceite por el África tropical, lo que ponen en peligro de extinción a multitud de especies.
Es difícil fijarse en un sólo de los muchos problemas ecológicos que nos afectan y que han salido en los medios recientemente. Podríamos fijarnos en que el ser humano ya ha eliminado al 50% de todos los árboles del planeta, que el ser humano es el mayor superdepredador que jamás ha existido o que as selvas puede resistir fuegos esporádicos, pero no los reiterados causados por el hombre, eliminándose así su capacidad de regeneración.
Sin embargo, nos vamos a fijar en un problema sobre el que cada uno de nosotros sí podemos actuar.
Como los lectores de NeoFronteras ya conocen, la selva de Borneo, la más antigua del planeta de la Tierra, está desapareciendo por culpa de las plantaciones de aceite de palma. Además, no parece que los gobiernos de Malasia o de Indonesia hagan algo por evitarlo. Esta industria se ha convertido en una plaga en la región. En el suroeste asiático se produce el 85% del aceite de palma.
Las palmas de aceite sustituyen a la selva y, a cambio, se obtiene aceite de palma. Con este aceite se fabrica, entre otras cosas biodiesel, velas, jabones, cosméticos y aceite de consumo que se emplea en la industria alimentaria.
Al ser un aceite barato se ha usado mucho en la bollería industrial y en comidas precocinadas, generalmente camuflado bajo la denominación “aceites y grasas vegetales”. Es un aceite malo para la salud que también puede ser hidrogenado, lo que empeora sus cualidades alimenticias.
El problema no es que ya quememos indirectamente orangutanes en nuestros automóviles o los comamos en bollería. El problema es que las plantaciones de palma ya han saltado a África y amenazan con destruir la escasa selva tropical que allí hay, llevándose por delante los primates del continente.
Así por ejemplo, el bosque de Ebo de Camerún ya está sufriendo esta plaga y con él los, por ejemplo, 11 primates que viven en la zona, incluyendo a los monos colobos, gorilas de rivera, chimpancés, etc. Incluso sin las plantaciones de palma de aceite este bosque ya sufre muchas amenazas.
Se ha propuesto que 1000 km cuadrados de los 1500 que componen el bosque tropical del valle sean declarados parque nacional. Sin embargo, al este hay señales de alarma. La compañía Azur, que ya tiene plantaciones de palma de aceite en la región, pretende extender sus cultivos en 50.000 Ha hacia la reserva. El proyecto solapará el bosque en algunas partes y podría significar un daño irreparable para el bosque de Ebo.
“Esto podría ser un desastre”, dice Ekwoge Abwe, que supervisa el proyecto de la reserva del bosque de Ebo junto a los voluntarios del lugar y a la financiación del Zoo de San Diego.
El área será talada y el trabajo será realizado por mano de obra barata del exterior. La venida de esta gente incrementará la caza y la presión sobre el ecosistema. Para algunas especies esto significaría la extinción.
Camerún está siendo “ayudada” en su “desarrollo” por los tigres asiáticos como Malasia e Indonesia. Como se espera que la tierra para el cultivo para la palma de aceite se acabe en Asia en 10 años, África es ahora el blanco para este tipo de cultivo y las compañías asiáticas quieren parte del pastel.
Casi todas las agrocompañías que trabajan en África tienen su base en Asia, incluidas algunas que están acusadas de crímenes ambientales en Indonesia o Malasia.
Lamentablemente, las regulaciones ambientales en los países africanos son inexistentes, además de tener demasiada corrupción, una población local pobre y en crecimiento exponencial que necesita trabajo, etc.
Douglas Cress, coordinador del programa de las Naciones Unidas Grandes Simios, dice que se puede ver lo desastroso y rápido que ha sido para los orangutanes la proliferación de las plantaciones de palma de aceite en Asia, pero también para cientos de otras especies.
En África los primates son particularmente vulnerables, pues el 80% viven fuera de las reservas. Sus poblaciones han decaído drásticamente en las pasadas dos décadas debido a la deforestación y a enfermedades como el ébola. Así por ejemplo, el 90% de los grandes simios africanos que vivían en la estrecha franja de tierra que se extiende desde el noreste de Gabón al oeste de Congo murieron debido al ébola entre la década de los noventa y 2005.
Aunque las plantaciones de palma de aceite están en sus comienzos en África, los estudios predicen que, dado lo que ya ha pasado en Asía, el impacto sobre los primates africanos será peor que el provocado por la minería o las madereras.
El 59% de las actuales concesiones para plantar palma solapan con las poblaciones de primates y el 40% está en zonas en donde estos animales carecen de protección legal alguna.
Casi todas las áreas asignadas a la producción de palma de aceite de Liberia, Sierra leona, Congo o Gabón son hábitats de grandes simios, incluidas distintas especies de gorilas y bonobos en grave peligro de extinción.
Las plantaciones de palma ya cubren 1000 km cuadrados en África Central y se calcula que 1 millón de km cuadrados son adecuados para este cultivo.
Un gran problema ecológico en general es la fragmentación del hábitat, que deja grupos de poblaciones separadas. En este caso esto podría significar pequeñas poblaciones de primates aislados, con los problemas de consanguinidad que esto significa. A falta de flujo de genes, estos animales serán vulnerables a las enfermedades. Además, estarán más expuestos a la presencia humana, una exposición que siempre pagan cara.
Uno de los proyectos más controvertidos es el de las 500.000 Ha de palma que la compañía Atama (filial de la malaya Wah Seong Corporation Berhad) va a plantar en el bosque primario de Congo. Multitud de organizaciones internacionales han denunciado este proyecto por lo que significará, entre otros, para gorilas y chimpancés. Cuando esta plantación se complete la deforestación del país se habrá multiplicado por dos. Las fotos de satélite evidencian que la concesión de Atama ya solapa sobre el parque nacional Ntokou-Pikounda.
Similares estropicios está realizando Olam International (otra asiática) en Gabón, Wilmar International en Nigeria y Safacam (filial de la GMG de Singapur) en Camerún. Los detalles se pueden leer en el informe de Scientific Américan.
Como consumidores podemos poner nuestro grano de arena y no comprar nunca alimentos o productos que incorporen aceite de palma. También tenemos que informar sobre esto a las personas que nos rodean para que hagan lo mismo. Lo malo son los productos que no están obligados a declarar su composición y en donde se cuela de incógnito el aceite de palma: gasoleo, velas, jabones, cosméticos…
Sería necesaria, al menos, una ley europea que prohibiera la importación de aceite de palma, entre otras materias primas.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4754
Fuentes y referencias:
Nota en Scientific American.
Foto: Whitley award
4 Comentarios
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sábado 12 septiembre, 2015 @ 3:22 am
Me pregunto si, en algunos casos, también podría dar resultado ponerse en contacto con las empresas, incluso en calidad de consumidores individuales, para que usen otros aceites. Lo digo porque me estoy fijando y creo que en algunos casos concretos el productor no tendría motivo para poner mayor objección, por ejemplo: el otro día estuve mirando unas rosquillas cuya etiqueta decía que se habían usado 3 aceites para su elaboración (girasol, colza y palma). Si de los 3 aceites el de palma no es el que han empleado en mayor proporción, no debería haber mayor motivo para prescidir de él ya que el aceite de palma no es superior en sabor a los otros dos y el ahorro en costes sería mínimo.
Un caso que me ha resultado más sorprendente es el de los refrescos «Simon life», que también llevan algo de aceite de palma: en este caso la cantidad debe ser meramente testimonial, dado el producto, un refresco de frutas,y el aceite de palma aparece entre los últimos productos de la composición, que son los que van en menor cuantía. Me resulta paraodójico en una empresa como DOn Simón que presume de apostar por el respeto al medio ambiente.
Por otra parte, denuciar una vez más que se usen en las etiquetas códigos de aditivos (E-330 o similares) en vez de decir directamente el nombre químico. Y adherirme a la denuncia de Neo de esas velas, jabones y cosméticos que están exentos de declarar su composición.
Al final, parece que todo va por los mismos derroteros: promocionar los capitales a toda costa en detrimento de las personas(que son las que tenían que importar); se financia el rescate de los grandes bancos mientras se cruje a los desahuciados; vallas de concertinas como única respuesta al problema de la inmigración…
Y todo disfrazado de una pseudolibertad que nos intentan vender y que sigue haciendo bueno el viejo lema «todo por el pueblo, pero sin el pueblo» (¡manda huevos!), del Absolutismo. Da yu-yu, mucho yu-yu.
Mi hija va creciendo y empieza a hacerme preguntas…me aterra el momento en que me pregunte por todo este sinsentido. También es ya una gran amante de los animales, y también será especialmente repulsivo cuando caiga en la cuenta de la lista de especies que solo conocerá a través de fotos y dibujos.
Creo que con que existiese un único humano capaz de deleitarse viendo un águila volar ya estaría justificado hacer todo lo posible por conservarlas (dejando aparte su interés ciéntifico y en los ecosistemas).
Y lo quiero dejar ya porque,con lo que he ido diciendo, mi estado de ánimo está muy próximo a esa náusea de la que hablaba Sartre…y lo que más rabia da es que tenemos potencial para hacer las cosas de modo diferente; y que, como decía Sagan, somos nosotros los que tenemos el timón, los que hablamos en nombre de la Tierra…y tantas veces para mancillarla…amén de las más de 14.600 guerras (creo recordar) documentadas a lo largo de la historia.
NO SOMOS UNA CIVILIZACIÓN AVANZADA.
domingo 13 septiembre, 2015 @ 10:01 am
Estoy contigo, mi querido amigo. También yo, en cuanto tengo ocasión, si veo que alguien va a comprar un producto que sé contiene «aceite vegetal» (trampa legal para evitar poner palma), le aviso e informo. Hubo un caso en el que llamé a una empresa para insinuar -¿qué otra cosa podía hacer?- que pusieran el o los aceites que componían ese vegetal. Me contestaron que actuaban dentro de la ley al hacerlo como lo hacían. Yo le contesté que también yo al no comprarles y avisar a cuantos pudiese de ese engaño. Y creo que la gente se va dando cuenta. Concretamente, en Mercadona -al menos en el que yo suelo comprar- venden mucho más alioli de aceite de girasol que vegetal, aunque creo que éste es más barato (no recuerdo los precios).
Pienso que debería hacerse alguna campaña informativa sobre el tema y, desde luego, el gobierno debiera prohibir la mención «aceite vegetal» y obligar a especificar clases y cantidades. Y eso debiera ser en toda Europa e intentar extenderlo con tratados internacionales.
Es irritante comprobar cómo una empresa puede arruinar, no sólo a un país, sino al mundo. ¡Y todo eso para respetar la libertad de mercado! De todas formas, pienso que no es posible exigir que un país, por muy corruptos que sean sus dirigentes, mantenga su naturaleza y medio ambiente sin ayuda internacional. Claro que vigilando donde va la ayuda. Como dice Miguel Ángel, no somos una civilización avanzada; somos una civilización hacia el desastre y la desaparición. Quizá puedan quedar algunos que hayan aprendido la lección. No sé, pero nuestro hijos y nietos lo tienen muy negro.
domingo 13 septiembre, 2015 @ 6:42 pm
Estimado Tomás:
La ley española dice ahora (supongo que por mandato comunitario) que se tiene que especificar los aceites empleados en productos de alimentación. Esto no obliga a los productos envasados con anterioridad a la entrada en vigor de la nueva ley, claro. Tampoco a los productos que no se comen.
lunes 14 septiembre, 2015 @ 7:47 am
Pues me alegra muchísimo esa información que me das. Sólo resta una campaña que informe de lo perjudicial de ese aceite para la salud. Si no gubernamental, comercial, que diga de un producto, algo así como «no contiene aceite de palma».