Sobre la síntesis de vinblastina
Descubren el camino bioquímico que permite la síntesis de un potente fármaco anticanceroso.
El derecho, la ley, se inventó para ser aplicado al ser humano. Sólo los humanos eran poseedores de derechos y obligaciones. Los animales, plantas y ecosistemas empezaron a tener derechos tanto en cuanto eran propiedad de los humanos, pero no per se.
Poco a poco algunos humanos empiezan a darse cuenta de que las especies deberían tener derechos y que estos no deberían estar por encima de los derechos o, más bien, privilegios de algunos hombres. No deja de ser sorprendente que creamos que podamos tener el derecho de extinguir especies que han estado en este planeta durante cientos de millones y que, habiendo sobrevivido a varias extinciones masivas, ahora sucumban a nuestra avaricia.
Por otro lado, muchas veces se echa mano de nuestro propio egoísmo y seguridad para tratar de dar razones que obliguen a la protección del medio ambiente. Uno de estos recursos es decir que en el medio natural, en alguna selva primigenia e ignota puede hallarse la cura para alguna enfermedad humana, incluso las más graves como el cáncer. Sin embargo, aunque hay bastantes ejemplos de esto, no se suelen proporcionar.
Madagascar es un isla única en el mundo, la fuerzas tectónicas la separaron de África hace unos 200 millones de años y siguió su propia ruta evolutiva, salpicada por algunos individuos que llegaron naufragando a bordo de algún tronco flotante y que también siguieron su propia evolución en la isla. Esta circunstancia llegó a producir una fauna y flora únicas en la que reinaban lemures, aves elefante, hipopótamos enanos y baobabs majestuosos. Un mundo único y precioso, pero, a la vez, frágil.
Algunos indonesios recalaron en este isla hace sólo unos mil años, pero al poco tiempo exterminaron el ave elefante y al lemur gigante. El goteo de extinción no ha parado desde entonces y la isla es ahora un erial degradado y erosionado en un 90 por ciento, con una población humana en expansión que se dedica a la tala y quema de bosques y a replantar eucaliptos.
Una de las plantan procedentes de Madagascar es el bígaro (Catharanthus roseus), cuyas bonitas flores han hecho que la planta sea empleada como ornamental desde hace ya mucho tiempo a lo largo de todo el mundo. Digamos que su belleza le ha salvado de la extinción.
Hace unos 60 años un equipo canadiense descubrió un compuesto químico en el bígaro. Este compuesto, al que se llamó vinblastina, resultó ser un fármaco fundamental en los tratamiento de quimioterapia contra los cánceres de pecho, vejiga, pulmón o contra el linfoma testicular. Esta sustancia es un potente inhibidor de la división celular, por lo que afecta a las células humanas de división rápida, como las que forman los tumores.
Se necesitan 500 kilos de hojas secas de esta planta para producir un gramo de vinblastina. Obviamente no es un rendimiento muy alto, lo que encarece el fármaco. El problema que siempre ha habido es que no se comprendía cómo era el complejo mecanismo bioquímico que esa planta emplea para sintetizar vinblastina.
El equipo de Sarah O’Connor (John Innes Centre) consiguió identificar los genes responsables de la síntesis de esta sustancia tras 15 años de trabajo.
Ahora, un equipo dirigido por Lorenzo Caputi (John Innes Centre) ha conseguido desentrañar los complejos bioquímicos que dan lugar a la vinblastina.
El logro posiblemente permita obtener una síntesis industrial rápida de la sustancia y de compuestos que puedan tener propiedades similares y que así ayuden a combatir el cáncer.
El nuevo estudio se basa en las modernas técnicas genómicas de secuenciación, que han permitido descubrir algunos genes que no habían sido identificados y que están implicados en el proceso bioquímico de síntesis.
Así, han conseguido identificar todas las enzimas que producen los precursores químicos que finalmente reaccionan para formar la vinblastina. Entre las enzimas están la catharanthina y la tabersonina. La cadena bioquímica de síntesis consta de 31 pasos y algunas de las sustancias intermedias son muy volátiles.
Los investigadores implicados creen que, gracias a este descubrimiento, se pueda incrementar y abaratar en unos pocos años la producción vinblastina. De entrada esperan tener ya un prototipo de producción en 12 o 18 meses.
Han sido ya 60 años de investigación acumulados y finalmente se ha conseguido desentrañar todos los secretos de la síntesis de este poderoso agente anticanceroso procedente de una planta de Madagascar. ¿Qué otros compuestos quedan todavía por descubrir? ¿Cuántos se han perdido para siempre al extinguirse la especie que los producía?
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Wikimedia Commons.
6 Comentarios
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domingo 6 mayo, 2018 @ 11:08 pm
El fármaco actúa sobre los microtúbulos, fragmentándolos o al menos reduciendo su tamaño.
El problema del derecho y la ley es que, a mayores de sus sesgos culturales, que son ya telita, está la exención que bastantes individuos de la jurisdicción tienen, digamos que está especialmente eximida la clase social más poderosa (la que tiene menos frenos, digamos). Y por si fuera poco, incluso grupos sociales de mayor irrelevancia para el tinglado también se les permite la Conculcation Sports.
Respecto al artículo no sé si quiere sugerir, consciente o inconscientemente, que para el caso concreto (médico) que nos ocupa, la destrucción de seres vivos que puedan promover la cura médica de esta o aquella enfermedad (o disfunción, o como se quiera), puede ser considerada un crimen, no es abstracto, sino en concreto. Un crimen contra seres humanos, a mayores de otros conceptos. Y en muy concreto. En tan concreto como destruir medicamentos, o destruir fábricas de los mismos. Jurídicamente podemos retorcer el tema, pero yo suscribo la idea.
martes 8 mayo, 2018 @ 6:37 pm
La cuestión para el mundo es cómo ayudar a los malgaches a reconstruir su isla partiendo de ese 10 % que les queda. Si solo plantan eucaliptos que seguramente les comprarán algunas compañías con pocos escrúpulos, agotarán la tierra que se quedará sin nutrientes y dentro de poco ni eso podrán plantar. Yo me pregunto por qué no se crean uniones internacionales para ayudar a países como ese o Haití.
miércoles 9 mayo, 2018 @ 12:48 am
Discúlpame, querido Dr., ésta vez no lo he pillado. Aunque tampoco sé si arriesgarme a solicitar «further explanations», viendo lo desatado que estás…O mejor, sí.
miércoles 9 mayo, 2018 @ 2:03 am
No, por favor (que nunca estoy desatado, por más que pueda parecerlo). Pues claro que quien opina viene a obligado a explicarse si no lo hace adecuadamente. Si uno es así de barroco (es un decir, muy inexacto), pues la única ventaja es que es su firma personal e intransferible, para todo lo demás es mucho mejor ser concreto y de preferencia lacónico, pero hasta los papagayos son entretenidos. A veces.
Quería decir que aunque la percepción de la (in)justicia es posiblemente un arma evolutiva que traemos de serie, la fijación de normas ya muy culturalizadas (y obviamente verbalizadas) para fijar eso es problemática. Ciñéndome al ejemplo, si la planta de la que se extrae el principio activo se hubiese extinguido, hoy no tendríamos este fármaco ni sus posibilidades, y el negar tratamiento médico es un crimen en todos los sistemas. Es un crimen muy concreto y perfectamente racionalizable, y la ignorancia puede aducirse como atenuante, pero no buscando absolución. Vamos, que hay muchas bases para criminalizar la extinción (en grado de colaboración) de seres vivos.
miércoles 9 mayo, 2018 @ 3:43 am
¡Ah!, ya compré pan.
«Desatado», tiene todas las connotaciones positivas si de un genio del Barrock-o o del Renacimiento se trata, como para mí, sin duda, es tu caso.
Querido Tomás, yo ya no creo que se puedan apagar todos los fuegos, aunque paralelamente se produzcan también pequeños éxitos locales, como puede ser el caso del bosque boreal, hasta la fecha.
Abrazados quedáis.
miércoles 9 mayo, 2018 @ 11:16 am
El pan va con el no, amigo Miguel Ángel. O sea que «no compré pan» es correcto, pero «ya compré pan», no tanto. De todas formas yo no soy un «desecho» de virtudes lingüísticas foráneas que,sin haber sido bueno nunca, me iba defendiendo; ahora, ni eso.
Abraçadas.