Imagen mental en cuervos
Cuervos de Nueva Caledonia consiguen elaborar herramienta a partir de una imagen mental sobre ella.
Gran parte de la investigación básica se hace para responder preguntas filosóficas básicas, como, «¿qué somos?», o «¿de dónde venimos?».
El mito religioso nos dijo que Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Esto se modificó más tarde aludiendo a que se refería a la inteligencia. Las religiones monoteístas abrahámicas suelen enfocarse en esta exaltación de la cualidades divinas de los humanos, como sería la inteligencia, como excusa para la explotación sin medida de la Naturaleza y los animales que la pueblan. Estos seres no serían más que una recurso para los humanos y estarían a «años luz» de su «divinidad».
Sin embargo, en los últimos años hemos podido ver como diversas investigaciones sobre etología nos dicen que la inteligencia está presente en otros animales que llamamos «inferiores» y no sólo en los primates.
La inteligencia surje por evolución y parece que está pudo mejorar evolutivamente, de alguna manera aún por descifrar, hasta dar con lo que llamamos inteligencia humana. Pero en otros primates vemos también comportamientos inteligentes, como creación de herramientas y su transmisión cultural. Incluso otros aspectos, como el sentido de la justicia, también están ya en los monos.
La realidad es que no tenemos una buena definición de inteligencia ni sabemos las partes que la componen. Tampoco sabemos qué papel juega la autoconsciencia en todo ello. Aunque últimamente algunos se empeñen en llamar «inteligencia artificial» a una mera red neuronal informática tonta de «aprendizaje profundo».
Pero la Naturaleza siempre nos sorprende. El caso de los cuervos de Nueva Caledonia (Corvus moneduloides) es una esas sorpresas. Pese a tener un cerebro diminuto comparado con los estándares a los que estamos acostumbrados, estos animales tienen un comportamiento complejo bastante inteligente. De este modo, crean herramientas básicas que emplean a modo de gancho, como, por ejemplo, para extraer gusanos, y pasan estos diseños a las siguientes generaciones en lo que podemos denominar como transmisión cultural.
Así, por ejemplo, pueden doblar un alambre hasta que tenga la forma adecuada para así conseguir un trozo de comida. En estas mismas páginas de NeoFronteras vimos cómo estos pájaros incluso usan piedras para subir el nivel de agua y conseguir una porción de comida flotante. Lo más asombroso es que estos cuervos consiguen estos comportamientos sofisticados de fabricación de herramientas sin la capacidad de hablar y, al parecer, sin la capacidad de imitar comportamientos.
Un debate entre los biólogos evolutivos es cuánto de esta habilidad de los cuervos en la fabricación de herramientas está genéticamente programado y cuánto es transmitido a través del aprendizaje y la memoria.
La replica de algunos a esta confección supuestamente inteligente de herramientas a partir de un alambre en cautividad fue señalar que estos cuervos, en el medio natural, realizan herramientas similares con los materiales que este medio proporciona, así que en gran parte podría ser algo ya preprogramado.
El quid de la cuestión es si estos animales tiene una imagen mental de lo que están haciendo cuando confeccionan una herramienta. Es como el que hace un avión de papel siguiendo una serie de instrucciones sobre cómo ir doblando la hoja o si se tiene en mente qué avión se quiere conseguir y se realizan los pasos necesarios para conseguirlo.
Ahora Alex Taylor, Sarah Jelbert (ambos de University of Auckland) y sus colaboradores dicen haber encontrado pruebas de que, para al menos un tipo de emulación, los cuervos de Nueva Caledonia poseen un patrón mental al cual ajustan, en la realidad, una herramienta de papel. En este caso la «herramienta» es una especie de billete a usar en una máquina de «vending» y la consiguen a través de cierta «ingeniería inversa».
La idea era crear una tarea los más diferente posible a las que esos animales realizan en estado silvestre. Obviamente, estos animales no van a encontrar un trozo de papel en Nueva Caledonia ni a usar una máquina de vending.
Este grupo de investigadores capturó ocho cuervos de esta especie y los entrenó para introducir trozos de papel de tamaño adecuado, de entre varios casos posibles, en una especie de máquina expendedora, que, a cambio, proporcionaban un trocito de comida.
Pero en la segunda parte del experimento no les dieron esos «billetes» ya precortados, sino les dieron papel en bruto demasiado grande como caber en la ranura y los cuervos tenía que fabricarse sus propios billetes de tamaño adecuado, introducirlos en la ranura de la máquina y así obtener su recompensa. Si el tamaño no eran de adecuado, ni demasiado grande ni demasiado pequeño, o de otro color, la máquina no proporcionaba el trocito de carne. La mitad de ellos lo consiguió espontáneamente.
Estos cuervos cortaron el papel sin la necesidad de que ninguna pista o ejemplo estuviera presente para que tuviera el tamaño adecuado. Además, eligieron el color adecuado de entre los varios colores proporcionados. Alguno llegó incluso a un alto grado de perfeccionismo que era innecesario. Todo ello sin manos, pulgares oponibles ni nada similar. Al final, todos cuervos, salvo uno, consiguieron su objetivo.
Los cuervos recordaban qué tamaño de papel y color era el que funcionaba y tenían que cortarlo por ellos mismos sin que hubiera un ejemplo al lado para copiarlo.
Los cuervos fueron capaces de recrear estos billetes, estas «herramientas», sin la necesidad de puntos de referencia, al no haber ningún billete de estos que pudieran ver y copiar para confeccionar el «billete». La única manera de poder hacerlos es que tuvieran en la mente el patrón para poderlos construir, según Taylor.
Este tipo de experimentos nos podría ayudar a comprender mejor cómo la inteligencia evoluciona. En ellos vemos los primeros estadios de la innovación, una visión de los fundamentos de la tecnología en evolución.
Además, nos dicen que puede haber diversas caminos en la evolución que produzcan comportamiento inteligente. En este caso está el hecho de que los cuervos en Nueva Caledonia no parece que presten una atención especial o que imiten la construcción de herramientas por otras aves de su especie, a la manera en como los humanos copiamos de nuestros padres o profesores. Sí se ve, por el contrario, que los cuervos jóvenes toman las herramientas de los adultos, por lo que copiarían el diseño y no el comportamiento. Los cuervos recordarían el diseño y lo recrearían a partir de su recuerdo instalado en su memoria. Por tanto, según este resultado, los cuervos, en el mundo natural, tendrían una imagen de la herramienta en la mente que habrían copiado de las herramientas hechas por otros cuervos.
Aunque esto no niega que la construcción de herramientas se transmita culturalmente. La evolución cultural acumulativa es una selección natural de ideas, pues se copian las mejores ideas y se van modificando. Algunas modificaciones funcionan y otras no, pero las mejores son las que se copian y se pasan a la siguiente generación.
El valor de este tipo de experimentos no es tanto la admiración que nos produce el ver cómo estos cuervos fabrican y usan sus herramientas, sino que nos muestra que la inteligencia puede evolucionar de diferente modos a como evolucionó en los humanos.
El uso de herramientas que progresivamente acumulan complejidad y eficacia es algo que hasta ahora no se había encontrado en ninguna especie animal, salvo los humanos. Este estudio nos obliga a darnos cuenta de que no somos tan únicos en algunos aspectos, además de ser una lección de humildad.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Cuervos y efecto Arquímedes
Foto: Sarah Jelbert.
10 Comentarios
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viernes 6 julio, 2018 @ 11:26 pm
¡¡El segundo vídeo es maravilloso!! Muy agradecido, queridísimo Neo.
sábado 7 julio, 2018 @ 9:34 am
En ese segundo vídeo el proceso es largo y en varias etapas. Pregunto si ese cuervo ha sido entrenado antes o es la primera vez que realiza el proceso entero. Me explico: si se le entrena para que saque un cubo de una jaula y recibe un premio… si se le entrena para sacar un palito y recibe un premio… si se le entrena para que aprenda a echar los pesos y volcar la plataforma… resultará mucho más fácil que luego enlace cada etapa con las demás… Vamos, que resulta un poco extraño verle seguir la secuencia por las buenas, cosa que dudo que pueda hacer un niño de menos de siete u ocho años. A este paso, los veo en la Universidad estudiando en su rama correspondiente ( chiste malo).Saludos
sábado 7 julio, 2018 @ 9:38 am
Me iré a Nueva Caledonia, conseguiré unos cuantos cuervos y les pondré como premio almendras garrapiñadas. Por cada billete de 500 € que consigan copiar, una almendra. ¡Me voy a forrar más que Zaplana -político, el más ejemplar, si cabe-! En mi caso será un altruista estudio etológico, porque no los emplearé en comprar ni nada de eso; los guardaré en el banco ese de Panamá.
sábado 7 julio, 2018 @ 4:17 pm
Estimado Petrus:
Los cuervos del segundo vídeo estaban habituados a hacer cada una de esas tareas por separado antes de enfrentarse a su combinación.
domingo 8 julio, 2018 @ 7:52 am
Pero si, en la naturaleza, estos cuervos son capaces de crear herramientas, ello demuestra que poseen una capacidad inventiva -de lo que el artículo dice «… está genéticamente programado…»-. Entonces sería interesante, en la cadena de entrenamientos, eliminar uno de ellos y ver si el cuervo es capaz de llenar el hueco por sí mismo. Y si lo consigue, saltarse otro, y así sucesivamente.
domingo 8 julio, 2018 @ 12:05 pm
El experimento relatado demuestra que no es genético, pues en la Naturaleza no hay billetes ni máquinas de vending.
domingo 8 julio, 2018 @ 11:16 pm
El experimento merece todos los parabienes. En un estadio como el nuestro donde un departamento cualquiera de universidad tiene un presupuesto mínimo muy alto sólo para el mantenimiento de la cacharrería (instrumental, simplemente equipamiento informático), algo así, literalmente artesanal, se pensaba que ya sería cosa del pasado.
Quizás es que nuestro atraso, en rezague, en estos campos, nos ponga muy en el pasado respecto a otros. Pero desde luego nos brinda el placer de verlo. Esto no se podía ver así, tirados a la bartola, no hace muchas décadas.
Todos los caminos empiezan con un primer paso. Enciclopedia de las obviedades (aka sabiduría china, mejor el refranero europeo que dice blanco y al mismo tiempo negro, Schrödinger puro).
Ahora la parte d-e.
Tomás, ese es el truco, que otros trabajen para ti. Zaplana lo hace de manera excelsa. Es el cáncer de nuestras civilizaciones. A ver si estos bichos aparvados no son inteligentes like us porque no se saben explotar unos a otros como es debido (spoiler: las himenopterias son stalinistas a saco y no componen la Ofrenda Musical).
Hay una idea recurrente en la ciencia ficción que viene siendo que la especie humana acaba «dándole» la inteligencia (ayudando, digamos, a salvar ese salto real o figurado entre nosotros y ellos) a otra especie, hay de tó, hormigas, planeta de los simios, delfines y hasta hongos (y, tiene toda la lógica). Retomando ese otro debate de recuerdos reanalizados, diría que en breve esta idea puede tener una perspectiva muy diferente. A fin de cuentas, la humanidad desde que se estructura en sociedades jerárquicas le resulta difícil vivir sin esclavos. Y las máquinas al final son caras.
lunes 9 julio, 2018 @ 7:43 am
No sé, querido Neo, si es que no estamos de acuerdo. Yo me refiero a que esa capacidad inventiva, la de hacer algo nuevo -algo así como pensar- necesariamente ha de estar genéticamente programada para ser capaces de enfrentarse a algo novedoso, en principio totalmente desconocido -las vending no están en la naturaleza, como dices, y por tanto no han aprendido por imitación.
Solo cabe que hayan podido observar hacerlo a un humano si es que en eso consistía el entrenamiento.
Un abrazo.
martes 10 julio, 2018 @ 11:46 am
La capacidad de aprendizaje de cuervos y loros es bien conocida, però estos experimentos son realmente sorprendentes. Teniendo en cuenta que la inteligencia en mamíferos se ha asociado clásicamente al neocórtex y que las aves tienen un neocortex muy rudimentario, estos experimentos sugieren que la conducta inteligente no tiene que estar ligada a núcleos cerebrales específicos y que puede evolucionar a partir de estructuras muy primitivas en la filogenia. El próximo paso seria intentar repetir los experimentos de la máquina de vending, però midiendo la actividad cerebral mediante resonancia magnética funcional (pero me parece que esto ya es ciencia ficción).
Saludos.
miércoles 11 julio, 2018 @ 7:16 am
Pues no lo veo tan definitivamente como ciencia ficción. Casi debería ser una meta necesaria, porque es preciso conocer de qué manera funciona la inteligencia para dos fines fundamentales: para conocernos y para la medicina en sus vertientes neurológica y psiquiátrica. Al fin y al cabo, en nuestro córtex hay zonas donde se acumula el trabajo; por ejemplo el giro dentado.