Los increíbles restos de Hell Creek
Un yacimiento paleontológico retrata lo que pasó minutos después del impacto del asteroide que provocó la extinción de los dinosaurios.
Los dinosaurios ya estaban en decadencia a finales del Cretácico. Pero hace 66 millones de años un meteorito cayó en las cercanías de lo que hoy es Yucatán creando el cráter de impacto Chicxulub, lo que produjo un «invierno nuclear» catastrófico.
Después de ese evento los dinosaurios fueron extinguiéndose en un proceso que posiblemente duro miles de años. Esto constituye la extinción del Cretácico que se llevó por delante al 75% de las especies de la Tierra. En los estratos se puede ver una capa de esa época que marca el límite K-T y que es rica en iridio, elemento raro en la corteza terrestre, pero que está presente en los asteroides y cuerpos similares.
Ahora se publica un increíble artículo, primero de una serie de artículos al respecto, que, de confirmarse, revolucionaría lo que sabemos de ese evento de impacto. Está basado en el trabajo de seis años realizado por el paleontólogo Robert DePalma (Palm Beach Museum of Natural History, Florida), que es estudiante de doctorado en University of Kansas y sobrino segundo del conocido director de cine Brian De Palma.
El estudio se basa en los restos fósiles encontrados en la formación Hell Creek que está cerca de Bowman (Dakota del Norte). El yacimiento consiste en un estrato muy largo de varias decenas de metros por 1,3 metros de profundad en el que hay todo tipo de fósiles.
Hay fósiles de peces, dientes de animales marinos y terrestres, mamíferos terrestres, cefalópodos, los últimos amonites, huesos de dinosaurios, insectos, restos de un Triceratops, dinoflagelados marinos, moluscos, troncos, ramas y hojas de árboles. Hay miles de fósiles. Algunas ramas parecen carbonizadas, mientras que otras conservan las hojas que parecen frescas como si no les hubiera dado tiempo a secarse o descomponerse. Junto a esos fósiles hay todo tipo de piedras y sedimentos.
La vida ahí presente estaría situada cerca de la costa y mezcla tanto seres de tierra firme como de un ambiente marino y fluvial. Pero, ¿cómo se puedo dar algo así?
El impacto del asteroide eyectó roca fundida y cenizas al entorno y casi todo el planeta. Estos restos de roca fundida en forma de bolitas de vidrio fundido denominadas tectitas viajaban a 300 km/h y cayeron en diversos lugares provocando incendios, incluyendo, unos 45 minutos más tarde, la costa de lo que más tarde fue Dakota del Norte.
Estas bolitas de vidrio o tectitas cayeron también al agua y afectaron a los peces que había, atascando las branquias con las que respiraban.
Pero la onda expansiva también tuvo que provocar ondas sísmicas que llegaron a lo que hoy es Dakota del Norte, que entonces estaba a 3000 km de distancia del impacto, y que llegaron a una bahía a la que posiblemente desembocaba un río. Allí se generó una onda estacionaria de agua que oscilaría en la bahía con una ola de 10 metros de altura que se adentró por el río o ría hasta que el agua rebosó. El fenómeno arrancó árboles y mató a los animales marinos y terrestre del entorno que no hubieran muerto por las tectitas, mezcló todos esos restos y los depositó junto a sedimentos que los conservaron y permitieron su fosilización.
En el yacimiento se pueden reconocer peces de agua dulce, como esturiones, y cómo estos fueron afectados por tectitas de unos pocos mm de diámetro. Estas parecen estar por todas partes y son propias de los impactos de meteoritos.
El flujo de agua, de tectitas, peces y arena estuvo circulando de 10 a 20 minutos hasta que una segunda ola volvió a inundar la costa y cubrió todo de grava, arena y sedimento fino. Todo ello pasó unas 10 o 12 horas después del impacto. Con esto quedó registrada una historia de hace 66 millones de años y conservada hasta que se ha descubierto ahora.
La dirección de los flujos de agua se puede averiguar gracias los fósiles de peces y ramas ahí presentes que son alargados, pues estos están alineados según la dirección del flujo. También se sabe de la existencia de dos flujos gracias al tamaño de la grava y arena. Esto permite saber que se sucedieron dos entradas y dos salidas de agua. Además, no pudo ser el tsunami del impacto lo que provocó el fenómeno porque hubiera tardado más tiempo en llegar y ya no habría tectitas cayendo.
Los restos son como una foto, pues representan una muerte instantánea de los seres ahí presentes. Algo inaudito en Paleontología. La mitad de las branquias de los peces encontrados estás llenas de estas tectitas que se quedaban ahí al respirar. Algunas de las tectitas quedaron incrustadas en la resina de los árboles y están conservadas ahora en ámbar junto con algún insecto. Se pueden apreciar los orificios de entrada en estos agregados de resina por parte de estas bolitas en lo que ahora es ese ámbar. Otras tectitas provocaron minicráteres o embudos que se volvieron rellenar de sedimentos y que ahora se aprecian en los estratos.
La datación de las tectitas por isótopos de argón arroja una antigüedad 65,76 millones de años. Además, lo que es más importante, la composición química de estas tectitas coincide con la de las encontradas cerca de la zona del impacto.
Entre otras maravillas encontradas, todavía por publicar, están las plumas de dinosaurio, decenas de peces enteros o un mamífero en una madriguera que excavó justo después del desastre.
DePalma es un apasionado de la Paleontología desde muy pequeño. Ya con 9 años descubrió su primer hueso de dinosaurio. Desde esa edad donaba los fósiles que encontraba a un museo hasta que este cerró y DePalma no recuperó esos fósiles.
Es, por otra parte, un investigador que, pese a su valía y meticulosidad, le ha costado vivir de la Paleontología. Ha tenido que sobrevivir vendiendo huesos de dinosaurio. La ley en EEUU permite la venta de restos fósiles que estén en tus tierras o tengas derecho de acceso a ellas, aunque la gente generalmente done a museos estos restos.
El yacimiento de Hell Creek se encuentra en tierras que son privadas y el dueño de las mismas tuvo algunas malas experiencias, según DePalma, con los investigadores de una universidad y discutieron. Desde entonces no dejaba pasar a nadie de ninguna universidad. Pero DePalma le convenció y ahora tiene los derechos de acceso a Hell Creek, por lo que puede vender los fósiles que encuentre. Se autofinancia con este método, pues no tiene ningún tipo de ayuda pública. Ya lleva gastados decenas de miles de dólares y de su puesto en el museo no cobra nada.
El artículo no está firmado solamente por el heterodoxo DePalma, sino que también colaboran varios paleontólogos de prestigio pertenecientes a distintas instituciones de investigación.
El caso es que este tipo de «financiación» ha levantado algunas críticas entre la comunidad, así como que se mencionen resultados en un artículo de The New Yorker que todavía no están publicados en revistas científicas. En todo caso, será una de las historias de la Paleontología más interesante bajo cualquier punto de vista.
Varios artículos están ahora en preparación y saldrán publicados progresivamente.
Es increíble pensar que el ser humano disponga ahora de unos restos fósiles, que pueda tocar y estudiar, que sean el resultado de lo que aconteció durante unos escasos minutos hace 66 millones de años al poco de caer el asteroide que provocó el impacto Chicxulub.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Artículo en The New Yorker.
Fotos: Robert DePalma.
7 Comentarios
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domingo 7 abril, 2019 @ 8:41 am
En efecto, resulta la asombrosa noticia de un hallazgo extraordinario.
domingo 7 abril, 2019 @ 12:06 pm
Fantástica noticia y gran artículo (como siempre).
De resultar confirmados sus hallazgos, DePalma habrá dado un pequeño pero importante paso hacia el conocimiento de nuestro mundo. Una lástima que con el gran trabajo y esfuerzo dedicado por DePalma no reciba ningún tipo de ayuda.
Aprovecho para felicitar y agradecer a NeoFronteras por el gran esfuerzo que sin duda exige publicar estas noticias. Gracias.
lunes 8 abril, 2019 @ 7:16 am
Son el tipo de cosas que alimentan mi absurdismo: el director de cine ultrasubvencionado y el paleontólogo sacándose el dinero de su cartera.
Muy a pesar mío, tampoco le auguro buen futuro al nuevo programa de divulgación científica de La2 «Órbita Laikia»: me parece que muy escasamente dotado de presupuesto, pero lo que más falla es el formato saltando de un ta paraoa paratoda c paraEsta claro que para tener audiencia hay que darle más pausa y más morbo, como hacen en «El hormiguero».
lunes 8 abril, 2019 @ 7:23 am
Disculpas por el pifiazo de la tablet, decía que saltan de un tema a otro demasiado rápido, aunque sí que valoro los apuntes que hacen de Historia de la ciencia.
lunes 8 abril, 2019 @ 8:18 am
Quizá, querido amigo, el trabajo, generosidad y abnegación de ese paleontólogo haga recapacitar a quienes manejan el dinero y se den cuenta del absurdo que señalas. Es un «quizá» escéptico, de espera, pero no ha sido la primera vez que la ciencia se ha abierto camino a pesar de no ser rentable.
lunes 8 abril, 2019 @ 3:09 pm
Todo esto es tan extraordinario que uno se pregunta si no será el guión de una película que le ha escrito Brian DePalma a su sobrino segundo, para tratar de sacarle de ese mal vivir que le causa la paleontologia al pobre investigador, que desde luego merece mejor suerte.
Este estudio parece confirmar definitivamente el impacto del famoso asteroide que otros investigadores han puesto en duda en distintos estudios.
martes 9 abril, 2019 @ 1:35 pm
Apreciado Lluis, más que poner en duda el efecto del impacto del meteorito, he leído últimamente que este suceso vendría a agravar de forma cataclísmica el cambio climático previo producido por un aumento de la actividad volcànica. Vamos, que sería el remate de una extinción ya iniciada.
Sea como sea, creo que nunca dejaremos de tener la visión de una extinción repentina y, en cierta manera, gloriosa, de los más grandes reptiles que han poblado la Tierra. Temo que nuestra extinción no sea tan gloriosa…