Edad de hielo en Europa por el cambio climático
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La corriente atlántica del golfo muestra signos de debilitamiento. Esto podría producir una edad de hielo en Europa en un futuro lejano. La razón a este debilitamiento residiría, paradójicamente, en el calentamiento global.
Se cree que la edad de hielo de entre hace 110.000 y 23.000 años se debió a un cambio en la corriente del golfo.
La vida humana se desarrolla sin problemas en el norte de Europa, sus temperaturas, incluso en invierno no son tan bajas como cabría de esperar para esas latitudes. Regiones del planeta a una latitud equivalente sufren temperaturas más bajas. La razón está en una corriente de agua cálida procedente del golfo de México. La corriente se divide principalmente en dos a unos 40 grados de latitud, una rama sube al Norte de Europa y la otra hace un giro subtropical hacía el sur. La corriente baña las costas de Europa al llegar aumentando la temperatura media en unos 5 o 10 grados centígrados, y permite así que allí reine un clima más clemente.
Según un estudio publicado Nature recientemente, la corriente del golfo ha estado debilitándose durante los últimos 50 años y se espera que esta pauta continúe en el futuro. Esta es la primera vez que se reporta este debilitamiento, aunque algunos expertos ya lo esperaban.
Los oceanógrafos han estado estudiando la parte meridional de esta corriente y han descubierto que es un 30% más débil que hace medio siglo.
Previamente se descubrió que tanto la salinidad como la densidad del agua, que tienen una gran influencia en la corriente, han estado decreciendo en los últimos años.
La causa de esto estaría en un mayor aporte de agua dulce procedente de las lluvias, ríos y del deshielo de los glaciares, todos ellos relacionados con el cambio climático debido al efecto invernadero.
Suena paradójico que el aumento de las temperaturas a nivel global cause una edad de hielo en determinadas regiones, pero es lo que probablemente va a pasar si no paramos las emisiones de ese tipo de gases.
El grupo de oceanógrafos está dirigido por Harry Bryden del National Oceanography Centre en Southampton (RU). Han estado midiendo en esta corriente la temperatura y salinidad cada 50Km a una latitud de 25 grados Norte a bordo del RRS Discovery. A partir de las diferencias de densidad y presión han calculado el volumen y velocidad de la corriente a diversas profundidades.
Esto ya se hizo en 1957, 1981, 1992 y 1998 con lo que hay registros históricos con los que comparar. Hasta 1998 no se apreciaban cambios significativos en la corriente en las aguas superficiales. Pero a gran profundidad la cosa parece haber cambiado mucho y según los cálculos ha decrecido en un 30% desde 1957.
Sin embargo, parece que no se ha observado un impacto sobre el clima de Europa, pues en este continenete la temperatura parece haber aumentado 0,6 grados desde 1900. Si estos resultados fueran ciertos la temperatura en el Reino Unido debería de haber bajado un grado y dos en la península escandinava. La posibilidad de que el calentamiento global esté camuflando el efecto no está clara.
Datos aun sin analizar recogidos por la agencia NOAA de los EEUU encuentran un patrón muy similar, según Bryden.
También han encontrado signos que indicarían que la división de la corriente podría estar cambiando.
Los críticos argumentan que estos resultados no son una prueba clara de una amenaza en un futuro a largo plazo puesto esto se podría deber a fluctuaciones naturales.
En todo caso no se espera un inmediato colapso del sistema de la corriente del golfo. Pero si es cierto quizás nuestros hijos o nietos lo vean. Algunos modelos climáticos predicen este efecto a finales de este siglo.
Muchos científicos, basándose en este y otros resultados, llaman la atención sobre los políticos para que tomen medidas antes de que sea tarde.
Las investigaciones en este campo van a continuar estudiando este fenómeno para estar más seguros de la permanencia de estos cambios en la corriente del golfo. De momento se han instalado 25 estaciones de seguimiento en distintos puntos del Atlántico que miden la corriente a diversas profundidades. En cuatro años se tendrán suficientes datos como para saber qué es lo que está pasando.
Referencias: BrydenH., LongwortH. & CunninghamS. Nature, 438. 665 – 657 (2005).
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