El sueño de Da Vinci
Logran construir un helicóptero de propulsión humana con el que han conseguido el premio Sikorsky.
Durante milenios el ser humano miraba con envidia a las aves y soñaba con poder volar. Pasó mucho tiempo hasta que lo conseguimos, pero en poco más de medio siglo pasamos del primer avión propulsado de los hermanos Wright en Kitty Hawk a los lanzamientos Apolo.
Fue un largo camino desde la concepción del mito de Dédalo e Ícaro hasta que esos 12 hombres pisaron la Luna. Entre otras cosas porque estábamos empeñados en imitar a las aves en el uso de alas abatibles y en el empleo del músculo humano, un músculo que evolutivamente no está pensando para el vuelo. Durante gran parte del siglo XX olvidamos esos primeros sueños de poder volar sólo con nuestras fuerzas y nos dedicamos a volar cada vez más alto y rápido con la ayuda de poderosos motores. El Concorde incluso nos demostró que un puñado de ricos podía volar supersónicamente sobre el Atlántico sobre el avión comercial más elegante de todos los tiempos. Pero a finales de siglo miramos hacia atrás y nos dimos cuenta que esos sueños de vuelo con músculo humano se podían realizar gracias a los nuevos materiales. Entonces se cruzó el Canal de la Mancha con el impulso de la fuerza humana. Parecía fácil una vez conseguido, pues las grandes alas y la sustentación que producían sólo necesitaban de un pequeño impulso horizontal.
Otra cosa muy diferente sería no usar alas y elevarse solamente con unas hélices y la fuerza humana. El reto era inmenso y la American Helicopter Society (AHS) International propuso el premio Sikorsky, de 250.000 dólares, para el que pudiera mantenerse durante 3 minutos a 3 metros de altura del suelo como mínimo con un helicóptero impulsado por fuerza humana.
Algunos se pusieron a investigar el asunto con éxito relativo. A veces el logro se reducía a sólo 4 o 11 segundos y a un vuelo a pocos centímetros del suelo. Mientras tanto descubrimos que el precio de un accidente es muy elevado si mueren millonarios y el avión más elegante pasó a formar parte de algunos museos.
Ahora, 33 años después de establecerse el premio Igor I. Sikorsky del helicóptero de impulso humano, un equipo de la Universidad de Toronto ha conseguido llevarse el premio. Nada mejor que ver ese vuelo:
No sólo han conseguido mantener a un ser hombre en el aire durante un tiempo sólo gracias a su fuerza, sino que además han elevado el espíritu humano. Sin duda a Leonardo Da Vinci le hubiera gustado mucho contemplar algo así. Somos unos privilegiados al poder sentir la emoción de verlo.
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24 julio, 2013 @ 3:07 pm
Grande y ligero, supongo que sólo será apto para hacerlo volar en recintos cerrados sopena de desestabilizarse (o romperse) con la más mínima brizna de viento. Felicitaciones al equipo de Toronto que se ha llevado el premio.
3 agosto, 2013 @ 8:14 am
Realmente me ha emocionado el contemplar el vídeo.