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Según un estudio, una dieta rica en grasas mantenida durante dos o tres semanas suprime la acción de una hormona que nos hace sentir saciados y llenos.
Es como si las grasas secuestraran el organismo para hacernos desear comer más alimentos ricos en grasas.
Los autores del estudio, publicado en Journal of Nutrition, son Mihai Covasa y David Savasto del Penn State Neuroscience Institute, según ellos es posible que las dietas ricas en grasa dirijan una adaptación del sistema digestivo para hacer que los individuos aumenten su ingesta y los predispongan a ganar peso.
Este equipo administró a ratas de laboratorio una hormona llamada “stop eating”. En humanos es liberada en el intestino al cabo de cierta ingesta de comida. La hormona entonces activa ciertas neuronas que mandan un mensaje al cerebro para que el individuo deje de comer al sentirse saciado.
Se formaron dos grupos de ratas, unas con una dieta baja en grasa y otra con una dieta rica en ellas. Adicionalmente y por un periodo diario de tres horas todas ellas tenían acceso a una “merienda” alta en grasas. La cantidad de comida, y por tanto las calorías eran controladas por los investigadores.
Éstos encontraron que las ratas con una dieta baja en grasas dejaban de comer la “merienda” debido a la presencia de la hormona. Sin embargo esta hormona casi no tuvo efecto en las otras, que consumían un 40% más que las primeras.
Se supone que estos resultados podrían ser aplicados en humanos, aunque también hay otros factores como la palatabilidad de las grasas, que las hacer saber bien. Y esta propiedad puede prevalecer sobre otras señales fisiológicas. Es como cuando aun sintiéndonos llenos no podemos resistir comernos un helado de vainilla. Se necesitarán estudios posteriores para confirmar estos resultados.
Según Covasa tenemos que prestar atención a lo que comemos, no sólo al número total de calorías ingeridas; tenemos que diversificar nuestra dieta, y si ésta es rica en grasas debemos cambiarla a una baja en grasas.