NeoFronteras

Distancia y felicidad

Área: Psicología — lunes, 15 de abril de 2013

La felicidad aumenta logarítmicamente con la distancia a nuestra localización habitual. Cuando más lejos nos vayamos más felices somos.

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Decía Graham Green que tenía la sensación de haber vivido muchos más años de los que en realidad había vivido. Él lo atribuía a que se había pasado gran parte su vida viajando. Es posible que muchos de los lectores hayan notado que la sensación del paso del tiempo es distinta mientras viajamos que el resto del tiempo. El número de vivencias es superior en nuestros viajes que en nuestra rutinaria vida habitual. Tenemos sensaciones nuevas, vemos paisajes nuevos, conocemos a nueva gente y disfrutamos de nuevas experiencias. En nuestra vida rutinaria habitual, por otro lado, tenemos muchos días sin huella.
La felicidad es ese algo tan intangible y etéreo que no sabemos muy bien cómo definir. Cuando las necesidades básicas están cubiertas buscamos ese algo que parece que no tenemos y nos transformamos en esos seres insatisfechos tan bien retratados en muchas películas alternativas norteamericanas.
Científicos y economistas han tratado de investigar los factores que determinan la felicidad y se ha llegado a algunas conclusiones. Somos más felices cuando tenemos suficiente dinero para vivir “dignamente” y nuestro entorno social no tiene más que nosotros (la desigualdad nos hace menos felices). Una vez superada esa barrera, la felicidad no aumenta con más dinero.
Pero lo que al parecer aumenta mucho nuestra felicidad es tener experiencias. Salir a patear la montaña o a montar en bicicleta con unos amigos nos proporciona mayor felicidad que comprar un nuevo chisme para la cocina.
Eso es lo que parece proporcionar el viaje: nuevas experiencias y, por tanto, felicidad. Pero medir este intangible no es sencillo desde el punto de vista científico.
Ahora Morgan Frank, de University of Vermont, y sus colaboradores han llegado a una regla o «ley» sobre el asunto: la felicidad aumenta logarítmicamente con la distancia a nuestra localización habitual. Cuando más lejos nos vayamos más felices somos. Llegan a este resultado a partir del estudio de los tweets.

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Felicidad frente a distancia al domicilio habitual.

Los estudios de Antropología, Sociología o Psicología tienen ahora una gran fuente de información a partir de la minería de datos en las redes sociales. Al ser Twitter una red social abierta en la que cualquiera puede “escuchar” al que emite se pueden obtener muchos datos.
En este caso analizaron 37 millones de tweets de 2011 de 180.000 individuos que proporcionaban su localización geográfica. Con esos datos pudieron medir magnitudes como la distancia a la que viajaban. Descubrieron, en primer lugar, que los individuos que viven en ciudades tienden a viajar mayores distancias que la gente que vive en áreas menos densamente pobladas.
El estado emocional lo midieron a partir del contenido de sus tweets. Usaron para ello una escala de felicidad asociada a palabras comunes (ver artículo original).
Relacionando distancia y felicidad descubrieron que cuanto mayor era la primera más fácil era encontrar palabras como “estupendo”, “feliz” o “playa”. Mientras que las distancias cortas estaban relacionadas en mayor frecuencia con palabras como “no”, “peor”, “odio” y similares. Aunque cuando estaban cerca de casa se usaban expresiones de risa como “ja, ja, ja”.
Según los autores la «ley» de felicidad obtenida tiene que ver más con la reducción de palabras negativas con la distancia.
Los autores no dan una interpretación de lo obtenido, pero sí proporcionan una nueva herramienta para obtener información interesante. ¿Qué será lo próximo?

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4081

Fuentes y referencias:
Artículo en ArXiv.
Foto: PaulODonnell, vía Flickr.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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20 Comentarios

  1. Miguel Angel:

    Por una parte al cerebro le gusta la novedad, pero por otra también se apega a algunas rutinas y es algo que estoy teniendo oportunidad de comprobar observando a mi hija de 8 meses: no presta mucha atención a la mayoría de objetos que ya conoce, pero si le enseñas un objeto desconocido para ella su interés se despierta y se pasa un buen rato observándolo, manipulándolo, dándole vueltas y chupándolo.
    Por otra parte también tiene sus rutinas: sus horas de comer, y sus horas echar siestecitas, si estas rutinas no se respetan la niña se altera (esto se puede explicar por los ritmos circadianos), pero también he observado que cuando mi mujer se ausenta por motivos de trabajo y me quedo yo a cuidarla, aunque se porta bien y no muestra ningún trauma durante su ausencia, al día siguiente cuando mi mujer regresa la niña está más inquieta, se despierta más veces y no quiere separarse de la madre.
    Por cierto, le hemos dado el nombre de la primera mujer que dió clases en una Universidad, una pionera española que seguro que muchos de los amigos de Neofronteras conocen…lo dejo como adivinanza, a ver quién lo acierta.

  2. Miguel Angel:

    Como dice la noticia, de cara a la felicidad es también importante no sentir que uno está en lo más bajo del escalafón social. Es curioso, porque aunque es cierto que tener más aparatos y más botones que apretar no conduce a la felicidad, parece ser que si TODOS nuestros vecinos se compran un coche de alta gama, esto nos puede llevar a sentirnos más infelices.
    También aquí funciona el omnipresente autoengaño: ya he comentado en una ocasión anterior que cuando se les pide a personas de clase social baja que se coloquen a sí mismos en una escalera en la que el peldaño inferior correspondiese a la clase más desfavorecida y el el más alto a la clase más pudiente, tienden a situarse más o menos en la mitad de dicha escalera, cuando la realidad es que están en uno de los últimos peldaños.

    Según parece, también es cierto que la felicidad se sustenta sobretodo en las pequeñas cosas de la vida: esos paseos por la montaña que señala la noticia, o una charla amena con amigos. Los ciclistas profesionales que corren las grandes vueltas aceleran su ritmo cuando se aproximan al final de etapa y no lo hacen por el ansia de ganar (son conscientes de que sólo uno lo conseguirá) sino alentados por el baño de agua caliente después de un día gélido o un baño con agua fresquita cuando hace mucho calor.
    El otro día ví a Elsa Punset comentando en televisión que muchas veces nos equivocamos al pensar que son los grandes momentos, los más extraordinarios, los que nos van a traer la felicidad o dar sentido a nuestra existencia. Muchos viven esperando a que lleguen esos «grandes eventos»…pero cuando llegan no suelen venir acompañados de la tan ansiada felicidad. Viene a cuento el ejemplo de lo que ocurre cuando te toca la lotería: hay un momento de euforia inicial, pero no dura más de 6 meses, después el sujeto regresa a sus niveles basales de felicidad.

    Vaya desde aquí mi reconocimieto a Elsa Punset por la excelente aportación que está haciendo al fomentar la «inteligencia emocional» y nuevamente a Neofronteras por decir las cosas tan claras como en esta noticia.

  3. LLuís:

    Que conste que hay personas que de tanto viajar están ya hartas de viajar, y lo que quieren es no tener que hacerlo más o pasar largas temporadas sin hacerlo. Por otra parte, Kant no viajó nunca, según se dice no salió nunca de su ciudad, y no parecía, por sus escritos al menos, demasiado infeliz. Y por otro lado si la que viaja es una persona con problemas o preocupaciones graves, tales conflictos viajan con ella. Parecería que uno no puede huir de si mismo por mucho que abandone la cotidianidad. También conviene recordar a «House»: » Todo el mundo miente». Quiero decir que como mínimo pondría en cuestión la «felicidad tweetera»

  4. NeoFronteras:

    Estimado Lluís:
    El valor del estudio es el que tiene, tampoco es una gran descubrimiento científico, sobre todo porque está basado en simples tweets. Pero señala algo de nuestra sociedad. Últimamente hay cierto interés por este tema de la felicidad y eso también es sintomático.
    Quizás tenemos trabajos aburridos que nos absorben demasiado (el estudio se hizo sobre datos de EEUU), quizás tenemos vidas rutinarias, quizás incluso vidas rutinarias en sitios donde el clima es malo y se vive «encerrado».
    Puede que en otros sitios la gente no viva tan así o que sea simplemente feliz con la gente de su entorno, con sus amigos y familia a los que ve frecuentemente.
    Es fácil sentirse mejor si se está de vacaciones y eso suele darse cuando la gente está fuera de casa. Así que tampoco es tan sorprendente el resultado. Es como descubrir de nuevo la rueda.
    También es verdad que hay gente a la que no le gusta viajar o a la que obligan a hacerlo por asuntos de trabajo. Si se permite la analogía, a casi todo el mundo le gusta el sexo, pero si es sexo a la fuerza se llama violación. Viajar a un sitio anodino para entrevistarse con un empresario para venderle un producto mientras uno se aloja en un hotel lejos de los suyos no parece agradable.
    Julio Verne tampoco viajó en su vida. Bueno, lo hizo con la imaginación y quizás eso es suficiente para algunos. Se puede viajar a nuevos paisajes intelectuales, visitar un nuevo teorema o incluso descubrir uno.
    Cada cual busca la felicidad en donde puede.

    La vida, en sus múltiple facetas, es siempre un privilegio. Exige ciertas dosis de sabiduría ser consciente de ello y ser consecuente, aunque no sepamos muchas veces cómo obrar.

  5. Miguel Angel:

    Con Lluís estoy de acuerdo cuando dice que se puede estar harto de viajar y sobre el «todo el mundo miente» de House. Como dice Neo, puede resultar muy diferente viajar por obligación que hacerlo por diversión o vacaciones. Es algo que he podido sentir en mis propias carnes ya que en el pasado hacía reconocimientos en una unidad móvil y también fuí médico del 112…puedo asegurar que disfruté bastante poco de aquellos viajes. En cambio, ya desde niño siempre me han encantado los viajes de vacaciones.
    Creo que desempeñan un papel muy importante las expectativas que tengamos acerca del viaje en cuestión: quiero hacer mención a un experimento que se hizo usando resonancia magnética nuclear funcional a sujetos a los que se les daba a probar el mismo vino en dos ocasiones, la primera vez les decían que era un vino barato y la segunda vez que era un gran reserva de alta calidad…el resultado fué que se activaba mucho más el área cerebral relacionada con la recompensa cuando creían estar bebiendo un vino caro.
    Pero al final lo que cuenta es lo que ocurre dentro de nuestra cabeza: se puede viajar mentalmente como Julio Verne o se puede estar en la cárcel como Miguel Hernández y escribir poemas tan bonitos como «Para la libertad» o las «Nanas de la cebolla»

    Lo que no comparto (y además me ha causado una gran sorpresa) es la afirmación de que Kant no da la impresión en sus libros de ser infeliz. Diría todo lo contrario: cuando veo su retrato veo detecto el mismo tipo de expresión que tienen los pacientes depresivos, no es un rostro alegre en absoluto…y menos alegre aún su filosofía, hay un libro de Rafael corazón que se titula «El pesimismo ilustrado: Kant y las teorías políticas de la Ilustración».
    Y eso que la Ilustración no fue un periodo pesimista sino todo lo contrario: había un optimismo palpable que se reflejaba en el ambiente, en la Ciencia, en la música y en el arte en general.

  6. Miguel Angel:

    Al hilo de lo que ha comentado Neo, me viene a la memoria la letra de esta canción:

    http://www.youtube.com/watch?v=LxLTQs-xuU4

    Pero vuelvo a repetir que lo decisivo es lo que ocurre en nuestra mente, cómo nos enfrentamos a las visicitudes y nuestro talante general. No recuerdo qué autor decía que «la felicidad ocupa compartimentos estancos», dicho autor ponía el ejemplo de unos presos que iban a ser conducidos a un campo de concentración alemán pero no sabían a cuál: si les enviaban a Auschwitz sabían que su destino era morir, pero al enterarse de que les mandaban a otro los presos estallaron en un júbilo general.
    La conclusión (aunque me parece demasiado categórica) es que las personas tendemos a ser más o menos felices independientemente de lo que ocurra en el entorno: para aquellos presos no ir a Auschwitz supuso una gran felicidad; en el caso de alguien que ha tenido muchísimo éxito profesional y además es riquísimo es posible que ya no pueda suceder nada que le haga sentir más feliz.
    De todos modos es indudable que hay vivencias sobre las cuales es muy difícil que brote la felicidad. Es mucho más difícil ser fuerte en la adversidad, el rechazo o la congoja…pero ahí tenemos a Miguel Hernández y muchos otros ejemplos.

    La frase del último párrafo «la vida, en sus múltiples facetas, es un privilegio» es, sin duda, oro fino…leer comentarios como éste también puede suponer un valiosísimo instante de felicidad.

  7. NeoFronteras:

    Efectivamente, estimado Miguel Ángel, lo importante es siempre el estado de nuestra mente y el nivel de «felicidad basal». A las personas que les pasa una desgracia vuelven a ser felices un tiempo después. Tenemos gran capacidad de adaptación.
    Por otra parte, gracias por lo del oro fino.

    Una pregunta a la audiencia:

    ¿Se puede ser feliz y creativo o se está demasiado ocupado siéndolo que no se crea? ¿El escritor «torturado» por él mismo y la sociedad es un mito o una realidad?

  8. LLuís:

    En cuanto a Kant, su optimismo le hizo creer en un gobierno mundial, en una república universal y en un estado de paz entre las naciones de carácter permanente, si eso no es optimismo ya me dirás que es, amigo Miguel Ángel. Compáralo con Nietzsche, por ejemplo.
    En cuanto al comentario (4) de Neo, lo comparto ampliamente, en especial compro dos frases: » Cada cual busca la felicidad (o su concepto de felicidad) donde puede», y » la vida, en sus múltiples facetas,es siempre un privilegio». De hecho es lo único que tenemo, la vida; y dura muy poco (lo cual se considera bueno dada la capacidad del planeta).
    En cuanto a la pregunta a la audiencia, creo que la creatividad y la felicidad están ligadas directamente. En cuanto al escritor de la doble tortura, apuesto por el mito.

  9. pepi la loca:

    Hombre, uno está harto de viajar cuando es por obligación, por trabajo, a sitios cutres. Pero no creo que la gente se harte de ir a la Polinesia, a los Alpes y a hacer turismo gastronómico.

    Sobre que «de cara a la felicidad es también importante no sentir que uno está en lo más bajo del escalafón social»…. no creas, depende de lo que nos rodea, a lo que estamos acostumbrados, y de la cultura. Hay gente para la que un tío que trabaje en la NASA es poco más que su primo que se sacó el graduado, y para la que lo normal es el trapicheo.

  10. petrus:

    Lejos de mí la tentación de criticar los estudios de otros, pero, a veces, se sabe que el contenido o la misma forma de la pregunta puede incitar a un determinado tipo de respuesta. En general, hacer un viaje de placer supone buscarlo, el placer. Pero, de hecho, al menos por mi experiencia, en muchas ocasiones, pasado el impacto inicial, se descubre que el nuevo lugar no es sino una copia más de otros ya conocidos, si excluimos las primeras visitas a la docena de maravillas aceptadas por todos. Y al cabo de unos días, lo que suele aflorar es la nostalgia por el sillón de casa, el olor a café de la cocina por la mañana y las charlas con los amigos de siempre… Pero si preguntáis por el rendimiento de los Xmil euros que ha costado disfrutar tanto, la respuesta debe ser, estadísticamente, proporcional al coste, más que nada para que todos sepan lo listísimos y felices que somos gastandonos el dinero que nos sobra …

  11. NeoFronteras:

    Bueno, como ya se ha dicho, cada cual busca su concepto de felicidad en donde puede. Y si a uno no le gusta viajar no lo hace y no manda twitts ni aparece en estudios de este tipo, que siempre son sesgados.
    También puede que todo sea una versión de algo ya conocido. Al fin y al cabo, este planeta es más o menos homogéneo y los humanos y sus obras son más parecidos de lo que queremos admitir. Pero también depende de lo que busquemos allí donde vamos. Un monumento puede ser tan interesante como la gente local. E incluso se puede encontrar ciencia si la buscamos. Debe ser emocionante encontrar un celacanto en un mercado africano.
    El factor del dinero es algo más delicado. Todo depende del valor que se dé a ese dinero, lo que nos cueste ganarlo, a lo que llamemos rendimiento y, sobre todo, de las necesidades que se tengan. Si no se tienen cubiertas las necesidades básicas cualquier viaje de placer siempre será caro.
    También hubo gente que hace unos años creía que «invertir» en la compra de vivienda en España era una buena inversión. Con ello se pretendía cubrir a veces una necesidad y a la vez invertir y ahora se quedan sin nada, por desgracia.
    Lo bueno de las experiencias es que una vez tenidas ya nadie te las puede quitar y te acompañan toda la vida.
    Otra cosa distinta es la gente que viaja infeliz para luego presumir de haber viajado como el que presume de BMW, aunque no le guste viajar. Hay de todo en esta vida.

  12. r:

    Independientemente de si un estudio basado en tweets es confiable o no, hay que rescatar lo ingeniosos que fueron los autores al arreglarselas para medir un concepto intangible como lo es la felicidad.

    ¿La niña se llama Lucía?, ¿cierto?. Es un bonito nombre.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_de_Salamanca

    Me resulta interesante lo de «Ley de la felicidad», porque según tengo entendido «Ley» es una palabra muy fuerte en el lenguaje de un científico. Quizá sea por el análisis matemático de los resultados obtenidos durante la investigación, de ahí que se concluya «la felicidad aumenta logarítmicamente con la distancia a nuestra localización habitual».

    Saludos.

  13. NeoFronteras:

    Sí, «ley» es demasiado riguroso, así que se pueden añadir unas comillas.

  14. NeoFronteras:

    Un aspecto interesante que quizás tenga que ver con este tema es el gen de la búsqueda de la novedad, que no está en todos los humanos. Quizás, si se tiene, se viaje más y guste más viajar.

  15. Miguel Ángel:

    Queridos Neo y Lluís:

    En alguna ocasión os habeís definido como pesimistas pero, a la vista de vuestros comentarios, me alegra comprobar que no lo sois tanto. Lluís ya dió buena prueba de ello un día que habló con gran entereza de sus dolencias y ahora Neo también me lo deja claro al firmar la frase «la vida es un privilegio»: es una frase que no suscribiría un gran pesimista (por aquello de que el pesimismo extremo implica una visión en la que la vida no merece la pena).
    Estoy pensando que quizás todo sea un juego de palabras y que no hablamos de cosas distintas cuando hablamos de «pesimismo constructivo» o de «optimismo sin ingenuidad»…algo similar a cuando se alega que el altruismo no existe en realidad porque el altruista también obtiene algún beneficio o satisfacción.

    También es cierto que el pesimismo de Kant no llega al de Nietzsche o Schopenhauer.

    Abrazos

  16. Miguel Ángel:

    Querido «r»:

    Efectivamente, el nombre de la niña es un homenaje a Lucía de Medrano.
    Mi más sincera enhorabuena y un cálido abrazo para mi amigo de Costa Rica.

  17. NeoFronteras:

    Estimado Miguel Ángel:
    Ya habíamos alcanzado cierto consenso en comentarios pasados sobre lo interesante que es ser pesimista en el análisis para señalar los problemas y optimistas a la hora de buscar soluciones.

  18. tomás:

    Querido amigo Miguel Ángel: ¡Lo he adivinado! ¡Se llama Lucía! Bien…, bueno…, sí, que sí…; un poquito me ha ayudado el listísimo «r», pero luego he visto que lo confirmabas así que no todo mérito es suyo. Además yo diría que lo he leído tan rápido que ni siquiera me he dado cuenta. Está bien; me arrepiento de ser copión. Vale, también me avergüenzo. Lo siento, Perdón. Jo, qué bochorno.

  19. Miguel Ángel:

    Las preguntas del 7 de Neo me han hecho meditar y hasta hoy no he encotrado el momento para contestarlas: no creo que ser felices nos pueda mantener tan ocupados como para que dejemos de ser creativos, más bien al contrario, un estado de ánimo deprimido o con una elevada carga de ansiedad se asocia a un bloqueo de las funciones cerebrales superiores (falta de concentración y distraibilidad, pérdida de memoria, insomnio, propensión a la fatiga…).
    Lo del escritor puede tener parte de mito, pero también es cierto que las desgracias se venden más fácil y en mayor número que las buenas noticias (basta con ver un telediario). Partiendo de este razonamiento, es posible que sea más fácil darse a conocer cuando a al obra del escritor se asocia una vida desastrosa (me viene a la cabeza el caso de Edgar Allan Poe o Larra).

    A mi querido tomás decirle que su comentario ha sido muy simpático y que la intención es lo que cuenta. Como curiosidad te diré que uno de los nombre que barajábamos y que nos gustaba mucho es el que le diste a tu hija Adriana.

    Abrazos para ambos

  20. tomás:

    Mi querido amigo Miguel Ángel:
    Totalmente de acuerdo con tu consideración del 19, pero tengo una buena razón para relativizarlo: si eres muy muy feliz, es como si estuvieras en otro universo y resulta difícil un trabajo creativo, porque no hay tiempo… Ya sabes lo mal que me llevo con él.

    En cuanto al segundo párrafo, te agradezco la amabilidad. Un gran abrazo para ti y los tuyos.

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