Un gen podría prolongar la vida y mejorar la función cerebral
|
La variación de un gen controla el tamaño de las partículas de colesterol en sangre es común en judíos ashkenazim de edad avanzada que están mentalmente lúcidos. Este gen permitiría vivir más y mejor a los que lo poseen y la copia de su función ayudaría a otros humanos para conseguir las mismas metas.
Si alguien desea vivir hasta los 100 años de edad (cosa que se da una proporción de un caso en 10.000) probablemente deseará estar tanto físicamente como mentalmente bien. A nadie le parece atractiva la idea de llegar a una edad avanzada pero con graves problemas mentales que le impidan llevar una vida digna.
Ahora unos investigadores han descubierto un gen que permite precisamente prolongar la vida a la vez que protege el cerebro. El estudio, que forma parte del proyecto «genes para la longevidad», ha sido llevado a término por Nir Barzilai, director del Instituto para la Investigación sobre el Envejecimiento del Albert Einstein College of Medicine. En este proyecto se estudia personas que tienen vidas excepcionalmente largas.
Entre los judíos ashkenazim (judíos procedentes del Este de Europa) hay historiales familiares de fuerte longevidad. Se ha podido demostrar que la rareza de tener una vida excepcionalmente longeva es de 10 a 18 veces más probable si hay miembros centenarios en la familia. Curiosamente estos miembros no necesitan tampoco llevar vidas particularmente sanas para ser centenarias. En todo caso esto significa que hay una componente hereditaria y por tanto genética en este asunto.
Barzilai y sus colaboradores analizaron 158 personas que eran judíos ashkenazim descendientes de personas que llegaron a los 95 o más años de edad. Se escogió esta etnia debido a que las presentes generaciones provienen de un número relativamente limitado de antepasados, y por tanto que tienen una genética uniforme, siendo más fácil encontrar diferencias genéticas importantes entre ellos.
Además se suministró a los voluntarios unas pruebas mentales de tipo estándar para medir la función cognitiva y que consistían en 30 preguntas. Para pasar este examen había que contestar correctamente 25 de las preguntas.
Las personas centenarias que pasaron la prueba tenían de 2 a 3 veces más probabilidad de poseer una variante particular de un gen denominada gen CEPT W que aquellos que no la pasaron.
Cuando estudiaron otros ashkenazim de edades comprendidas entre los 75 y los 85 años de edad comprobaron que los individuos que pasaron la prueba mental tenían 5 veces más probabilidades de tener la variante del gen en cuestión que sus compañeros.
Previamente Barzilai demostró que esta variante del gen en cuestión que ayuda a la gente a vivir excepcionalmente más puede pasar de una generación a otra.
La variante genética CETP W hace que las partículas de colesterol en sangre sean más grandes de lo normal. Afecta tanto al tamaño del colesterol HDL (“bueno”) como al del LDL (“malo”) que normalmente forman paquetes o partículas de lipoproteínas. Como las personas centenarias tenían partículas mayores de tanto colesterol HDL como LDL los investigadores sugieren que las partículas pequeñas son más susceptibles de agregarse en las paredes de arterias y con ello aumentan las probabilidades de tener ataques de corazón e infartos cerebrales. Esto explicaría la longevidad de las personas con la variante CETP W, que serían menos susceptibles de morir por este tipo de problemas comunes y de alta incidencia en la mortalidad de las demás personas.
Además, este estudio sugiere que CETP W también protege la integridad de función cognitiva, sea desde el punto vascular o de otra manera. Sobre si esta variante del gen protege o no al cerebro de la acumulación de colesterol o si opera a través de otros mecanismos permanece sin estar claro. En futuros estudios se investigará si el gen tiene algún efecto sobre la demencia asociada al Alzheimer.
Las compañías farmacéuticas están desarrollando fármacos que imitan el efecto de esta variante de gen. Por desgracia uno de ellos denominado torcetrapib, y fabricado por Pfizer, fue desestimado debido a que aumentaba los problemas de corazón entre los voluntarios que fueron sujetos de estudio. Quizás se desarrollen otros medicamentos sin este inconveniente, o se sopese si es mejor tratar el Alzheimer a costa de aumentar las posibilidades de un ataque cardiaco.
Pero sin duda es prometedor que un sistema que ayuda a vivir más además mantenga las funciones mentales.
El estudio fue publicado el pasado 26 de diciembre en Neurology.
Referencia: Albert Einstein College of Medicine.
Comentarios
Sin comentarios aún.
RSS feed for comments on this post.
Lo sentimos, esta noticia está ya cerrada a comentarios.