Millones de años para recuperarse de una gran extinción
Paleontólogos de la Universidad de Bristol han calculado que la recuperación completa de la extinción del Pérmico, que sucedió hace 250 millones de años, necesitó de 30 millones de años.
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Ha habido varias extinciones masivas en nuestro planeta. En ellas se extinguieron una gran proporción de todas las especies que había sobre el mundo en ese momento. Todavía no se sabe bien las causas de todas ellas, pero es innegable que ocurrieron. Aunque las especies que se extinguen nunca más vuelven a recuperarse (la extinción es para siempre), tarde o temprano surgen otras nuevas y aparecen nuevos ecosistemas de igual complejidad a los que había antes y con gran variedad de especies que pueblen todos sus nichos ecológicos. ¿Cuánto tarda la fauna y flora en recuperase de una gran extinción?
Estamos probablemente ya inmersos en una gran extinción. Si ocurre, ¿nos bastará entonces con esperar y ya está? , ¿Podemos correr el riesgo? ¿Qué sucedió en el pasado? Probablemente el estudio del pasado nos ayude a entender el presente y nuestro futuro.
Una de estas extinciones masivas fue la extinción del Pérmico, que sucedió hace 250 millones de años (la del Cretácico que extinguió a los dinosaurios sucedió mucho después, hace 65 millones de años) y en la que se extinguieron el 90% de las especies conocidas en ese tiempo en la Tierra, incluyendo insectos, plantas, animales marinos, anfibios… Los ecosistemas fueron destruidos a lo largo de todo el mundo, las comunidades de organismos fueron reestructuradas y los organismos que quedaron tuvieron que luchar para sobrevivir. Esta extinción fue la que más cerca estuvo de barrer toda la vida compleja del planeta.
Ahora científicos de la Universidad de Bristol han calculado que la recuperación de esta extinción necesitó de 30 millones de años, mucho más tiempo del que se creía.
En trabajos anteriores se afirmaba que la vida volvió a su riqueza biológica normal al poco tiempo, pero esto es debido a que sólo se media a escala de los taxones y porque las especies oportunistas rellenaron rápidamente un espacio ecológico dejado prácticamente vacío por la extinción.
En el estudio más reciente, realizado por Sarda Sahney y Michael Benton de University of Bristol, y publicado en Proceedings of the Royal Society B, se indica que los ecosistemas complejos formados por animales especializados, con alto nivel de biodiversidad, complejas cadenas alimenticias y gran variedad de nichos necesito de mucho más tiempo.
Según Sahney este trabajo muestra que la recuperación después de una gran crisis de extinción necesita de mucho tiempo. Aunque no seamos testigos de crisis semejantes, con el nivel de extinción ocurrido al final del Pérmico, deberíamos tener en mente que los ecosistemas necesitan de muchísimo tiempo para recuperarse totalmente.
Estos investigadores investigaron la recuperación de los tetrápodos (o cuadrúpedos, animales con cuatro patas y columna vertebral como los reptiles y anfibios) y encontraron que, aunque los tetrápodos parecen recuperarse rápidamente, la reestructuración dramática que ocurrió a nivel de las comunidades no fue permanente y que dichas comunidades no se recuperaron ecológica o numéricamente hasta transcurridos 30 millones de años después de la extinción.
Según Benton la diversidad se suele valorar mediante el conteo del número de taxones sobre una escala global, pero en estos estudios están sujetos al capricho del muestreo. Gracias al examen de faunas bien conservadas y estudiadas, la recuperación de las comunidades a nivel taxonómico y ecológico después de la extinción del Pérmico puede ser estudiada con mucha mayor precisión y los problemas de las influencias geológicas evitados.
La extinción del Pérmico ocurrió en tres oleadas. La mayor de todas sucedió entre los periodos Pérmico y el Triásico hace 251 millones de años. Fue el evento de mayor devastación ecológica de todos los tiempos y se cree que fue causado por una actividad volcánica a gran escala en lo que hoy es Rusia, y por la que se cubrieron de lava 200.000 kilómetros cuadrados.
En esa época vivía el Lycaenops (ver foto), un depredador de dientes de sable perteneciente a los gorgonopsian, grupo que dominó la fauna del Pérmico Tardío hasta que desaparecieron junto al 90% de las restantes especies coetáneas.
Fuentes y referencias:
Nota en la Universidad de Bristol.
Artículo original (pdf).
3 Comentarios
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miércoles 23 enero, 2008 @ 12:08 am
El argumento de la extinción masiva como algo natural e inevitable y la posible recuperación rápida posterior ha sido esgrimido por algún que otro individuo ultrarracionalista, incluso por alguno perteneciente al mundo académico pero con nula formación en ciencias biológicas (o un egoísmo y antropocentrismo extremos), para justificar la extinción masiva en la que ahora estamos inmersos y que está causada por la actividad humana. Quizás puede que incluso lo usen como excusa para no hacer nada al respecto.
Podríamos reflexionar sobre una posible analogía entre los gorgonopsian y los seres humanos que ahora dominamos sobre el mundo. ¿Qué nos hace pensar que nosotros sí sobreviviremos a una eventual extinción? ¿Qué nos hace creernos diferentes a ellos o a los dinosaurios? ¿El ser los dueños de toda la fauna tal y como dice el Génesis? No debemos percibir a los otros seres con los que compartimos el mundo como lo otros, los diferentes, seres alejados de nosotros que poseemos una esencia especial, divina. No estamos hechos de otra sustancia, pertenecemos al mundo natural, nos guste o no.
Si se produce otra gran extinción, esta vez debida a la actividad humana, los ecosistemas de este planeta llamado Tierra en el que vivimos tardarán millones de años en recuperarse (un tiempo muchísimo más largo que la actividad de los residuos nucleares, por cierto) y mientras tanto sólo disfrutaremos de ratas, cucarachas y quizás perros (si es que quedan humanos). El ser humano no vive aislado del mundo natural aunque así lo queramos creer. La vida humana depende de todos los ecosistemas terrestres, en donde una multitud de especies están interrelacionadas. Si desaparece una de ellas las demás caen como en el efecto dominó. Pero son precisamente los ecosistemas los que nos alimentan, los que nos proporcionan oxígeno…
Una gran extinción no sólo dejará a nuestros herederos un mundo infinitamente más triste y feo, la civilización tal y como la conocemos desaparecerá después de hambrunas y guerras, y los pocos seres humanos que queden estarán sumidos en la barbarie. Miles de años de evolución histórica, de desarrollo intelectual, social, artístico y científico desaparecerán.
No hay otro lugar al que podamos ir. Las fuerzas de la Física, Química y de la evolución han conformado la vida en este planeta como única en todo el Universo (aunque haya otras formas de vida en algún sitio) y nuestra biología debe ser, es, diferente a la que quizás existente en otros planetas.
Si hay planetas con vida deben de estar muy lejos, y carecemos, careceremos, de la tecnología para llegar a esos lugares. Sería imposible transportar a millones de personas, e incluso una vez allí tampoco tendrían nada con qué alimentarse aunque estuvieran rodeados de «plantas» y «animales» autóctonos. No podemos huir, estamos encerrados en esta preciosa cárcel, una nave espacial de color azul que nos debe de durar para mucho tiempo. Estamos obligados a cuidarla, a respetar a las especies con las que la compartimos, a no reproducirnos sin límites y a ampliar nuestros conocimientos y sabiduría, que es la única receta posible que nos puede salvar de nosotros mismos.
miércoles 23 enero, 2008 @ 9:17 am
Excelente comentario como contrapeso a la frialdad del artículo.
Saludos
miércoles 23 enero, 2008 @ 11:53 am
No sé si habrá recuperación de la actual extinción masiva, todo está en que superemos nuestro actual estado de inconsciencia y estupidez. Si no superamos este estado, será como el final de la primera película de «El Planeta De Los Simios» donde se terminaba con…»En un sistema solar, existía un planeta en la tercera órbita, de color verde…es un planeta muerto!»