Ornitorrinco y cáncer
Una investigación revela conexiones genéticas entre el ornitorrinco y el cáncer de ovarios.
Muchas veces nos dicen que hay que conservar la Naturaleza, que hay que proteger las especies en peligro de extinción. Se nos recuerda también que, aunque no concedamos derechos propios a otras especies, aunque porgamos al ser humano por encima de todo, hay que proteger la Naturaleza por razones egoístas, porque la conservación de los espacios naturales nos hacen felices y nos dan mayor calidad de vida. Además, se señala que ciertas especies de animales o plantas, seres que incluso ni siquiera han sido clasificadas todavía, pueden tener la respuesta a la cura de ciertas enfermedades.
Determinadas especies simpáticas son utilizadas como especies paraguas por el movimiento conservacionista. A la gente le cae muy bien el koala con su aspecto de osos de peluche, pero no tanto un insecto, una araña o una planta, así que puede que sólo sean proclives a movilizarse para proteger al primero. Sin embargo, puede que sean más importantes los segundos que el koala. Pero al final si se protege al primero se terminará por conservar su entorno y con ello se protege a las otras especies menos “simpáticas” o “graciosas”.
Ahora unos investigadores de la misma parte del mundo que el koala, concretamente de Australia, nos muestran un ejemplo concreto que aúna todo esto.
De pequeños todos nos quedamos fascinados en la escuela cuando nos hablaron por primera vez del ornitorrinco, ese mamífero que ponía huevos. Nos decían que era un mamífero muy primitivo y que se escindió del antepasado de todos los mamíferos hace muchos millones de años. Ahora puede que saber sobre este animal tenga aplicaciones médicas.
El genetista Frank Grutzner, de la Universidad de Adelaila, afirma que, gracias a la secuenciación de los genes de este animal, ha descubierto importantes relaciones entre uno de sus cromosomas y las secuencias genéticas encontradas en humanos y que están relacionadas con el cáncer de ovario y otras enfermedades del aparato reproductor como ciertos casos de infertilidad masculina.
El cáncer muestra frecuentemente un gran número de cambios en el ADN y es difícil decidir qué cambios son importantes para el desarrollo de la enfermedad. La comparación con especies emparentadas lejanamente, como el ornitorrinco, ayuda a identificar aquellas secuencias que se han conservado durante millones de años y que por tanto son importantes de aquellas que pueden ser incluso peligrosas.
Este investigador se muestra excitado por el hecho de que los análisis del genoma de esta animal hayan proporcionando nuevas pistas y direcciones en la investigación de las bases moleculares del cáncer de ovarios. Ha trabajando junto a Martin Oehler, especialista en tratamientos del cáncer de ovarios del hospital de Adelaila, en este estudio. Ambos creen que este descubrimiento puede dar lugar a nuevos métodos de abordar esta enfermedad. Esperan que un día sea posible desarrollar diagnósticos tempranos y terapias más efectivas contra este tipo de cáncer. Recuerdan que el cáncer de ovarios es el cáncer ginecológico más letal y que ocupa el puesto número seis como causa de muerte debida al cáncer entre las mujeres australianas. Además afirman que esta investigación no está limitada al cáncer de ovarios y que tiene implicaciones en otras enfermedades.
Este caso nos recuerda una vez más que, aparte de todas las razones que tenemos para conservar el entorno natural, la conservación de las especies que lo pueblan nos proporciona sobre todo información. Esta información no sólo nos da sabiduría para entender nuestro pasado, saber de dónde venimos y comprender el hecho evolutivo, sino que incluso nos puede ayudar a a la hora de solucionar graves enfermedades que ahora tanto nos aquejan.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Foto cabecera realizada por Nicole Duplaix.
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