Un pez se come a sus propios hijos
El pez tubería extrae nutrientes de sus propios hijos en un comportamiento que podríamos calificar de canibalismo filial.
Los peces tubería (Syngnathus typhle), que están emparentados con los caballitos de mar, cuidan de sus propias crías al igual que éstos, salvo de aquellos a los que se come como un Saturno devorando a sus hijos.
A pesar de que es la hembra la que pone los huevos son los machos los que cuidan de los huevos, recibiéndolos de las hembras y dándoles cobijo durante un largo periodo de tiempo en una bolsa especial en donde los incuba. Allí el macho recrea una especie de placenta que proporciona a los embriones oxígeno y nutrientes. Con esto se aumentan las posibilidades de supervivencia de la descendencia pues están más a salvo de los depredadores y mejor alimentados que si la hembra abandonara los huevos en el medio.
Las hembras regulan el tamaño de los huevos en relación al tamaño del macho. Aunque los machos ajustan la cantidad de oxígeno que transfieren a su prole en respuesta de la cantidad de oxígeno disuelta en el agua, algunos de los embriones pueden padecer hipoxia (carencia de oxígeno), especialmente los procedentes de huevos más grandes.
Algunos de los embriones desaparecen durante este periodo dentro del macho. El macho almacena unos 100 embriones en su bolsa, de los cuales pueden sobrevivir casi todos o ninguno.
Los embriones desaparecidos han sido un misterio que ha estado intrigando a los especialistas durante un tiempo. En el pasado se especuló que quizás otros embriones hermanos podrían reabsorber a los desaparecidos. Ahora Gry Sagebakken y sus colaboradores han descubierto que no se trata de un canibalismo entre hermanos, sino un canibalismo filial.
En su estudio pudieron demostrar que el macho no solamente usa su “placenta” para proporcionar nutrientes a su descendencia sino que también la usa en sentido contrario, para extraer nutrientes de sus propios hijos. Como resultado de esta táctica algunos de los embriones desaparecen de la bolsa.
Para poder descubrir este comportamiento los científicos idearon un experimento en el que marcaron radiactivamente los nutrientes de los huevos de las hembras. De este modo era fácil seguir la ruta que seguían estos nutrientes con un instrumental al uso. Si los hermanos fueran los culpables estos nutrientes pasarían al cuerpo de ellos. Resultó que fue el cuerpo del padre el que absorbía estos nutrientes radiactivos, delatándose así al culpable real.
El padre utiliza, por tanto, este sistema en su propio provecho en virtud de las necesidades del momento.
Como siempre, no es justo juzgar este tipo de comportamientos bajo la ética humana. Es de suponer que este comportamiento sea en beneficio de la especie, pues debe de haber sido seleccionado por evolución para ese cometido. Probablemente esta táctica maximice el número de pececillos que finalmente terminan en el mundo exterior.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=2932
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original (resumen).
Foto cabecera: pez tubería (Syngnathus typhle), Fuente: Universidad de Gothenburgo.
4 Comentarios
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lunes 14 diciembre, 2009 @ 9:58 pm
Creo que comer no es la palabra correcta, ya que no los ingiere por la boca. En realidad es un aborto con reabsorción del embrión al igual que el que puede darse en muchos placentados.
martes 15 diciembre, 2009 @ 12:03 am
Pues posiblemente. Aunque metabolizar o reabsorber quedaría peor en el titular, se entendería menos y captaría menos la atención. No es fácil mantener a veces el equilibrio (y otras es divertido realizar algún experimento).
En realidad el caso relatado no es un acto cruel. Simplemente se optimizan los recursos para obtener una descendencia viable. Si ha sido seleccionado por la evolución es que es bueno para la especie.
El mundo natural no siempre sigue las misma reglas morales que nosotros.
Otro punto importante es distinguir este caso de los hamsters o conejos, que algunas veces, y sólo cuando son mantenidos en cautividad como animales domésticos, se comen a sus crías (esta vez literalmente). Un comportamiento que no ocurre cuando están libres en la Naturaleza.
lunes 21 diciembre, 2009 @ 9:53 pm
Interesante, especialmente por la transferencia de recursos entre la hembra y el macho, algo que ocurre a menudo en sentido contrario en el mundo animal. Claro que aquí la «crianza» la soporta el macho, incluyendo la alimentación. No obstante, sería muy interesante saber el coste para cada sexo de la reproducción en términos globales.
Una única cuestión: no comparto la referencia a que este comportamiento sea en beneficio de la especie. Yo diría que es una respuesta adaptativa -heredable- ante una presión de selección a nivel individual que se ha generalizado al presentar alguna ventaja. La selección natural opera a nivel individual, no de la especie. En mi opinión es un error expresarlo en estos términos.
viernes 1 enero, 2010 @ 9:25 am
Estimado Ricardo: Se me había pasado el detalle y tu comentario, que siempre resulta apropiado. Tienes toda la razón. La selección opera sobre el individuo, aunque las consecuencias, positivas o negativas, las reciba la especie.
Te deseo lo mejor para siempre.