Animales blandos del Ordovícico
Descubren fósiles de animales de cuerpo blando del Ordovícico que demuestran que algunos animales surgidos en el Cámbrico no desaparecieron en ese periodo geológico.
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Según escribo esto tengo a la vista (y previamente en mis manos) un bloque de esquisto encontrado en Utah procedente del Cámbrico que compré en una tienda del Soho neoyorquino. En él están petrificados, desde hace 535 millones de años, unos restos de trilobites de la especie Elrathia kingii, y que me recuerdan a Han Solo cuando es embebido en carbonita en el “El Imperio Contraataca”. Es fascinante pensar en el viaje tan inmenso a través de océanos de tiempo que han experimentado estos restos. Hace cientos de millones de años esos seres, ahora convertidos en piedra, respiraban, se alimentaban y reproducían mientras vivían, sin saberlo, uno de los momentos más interesantes de la historia biológica de este planeta. Porque junto a esta especie abundante y vulgar de trilobites (algo que permite su adquisición a un precio muy bajo por parte de los que no somos adinerados) hubo muchas otras pululando por los mares cámbricos.
La orgía de creatividad que supuso la explosión del Cámbrico no se volvió a dar nunca en la historia evolutiva de este planeta. En ese momento la Naturaleza ensayó nuevas y únicas formas animales, formas de vida que no se habían dado antes. Surgieron nuevos filos y especies en una explosión de vida. Los mejores representantes de estos seres se encontraron en Burgess Shale (Canadá) hace ya bastantes años, pero han ido apareciendo en otras localizaciones. Esta explosión de creatividad biológica llevó a Stephen Jay Gould a escribir “La vida Maravillosa”, un precioso libro lleno de entusiasmo hacia unos seres que consideramos primitivos y que la mayoría de los mortales consideran menos interesantes que los dinosaurios. En ese libro Gould nos habla (ya más allá de la muerte) de Hallucigenia, Opabina, halkieria, Pikaia y de otros fascinantes y extraños seres. Muchas de esas formas de vida no dejaron descendientes que hayan llegado hasta la actualidad o incluso a un tiempo inmediatamente posteriores al periodo Cámbrico. O eso se creía.
Pero la Paleontología es demasiado sensible a los restos fósiles que tenemos. Nuestra concepción del pasado biológico depende fuertemente de este registro fósil, por lo que el hallazgo de un nuevo fósil puede hacer que cambie radicalmente el modelo establecido.
Ahora, nuevos fósiles encontrados en Marruecos demuestran que algunas especies que surgieron en la explosión del Cámbrico (periodo situado entre hace 542 y 488 millones de años), y que creíamos desaparecieron poco después, siguieron existiendo durante millones de años más. Esto es algo que algunos paleontólogos habían sospechado, pero carecían de pruebas al respecto.
Los más de 1500 especímenes encontrados arrojan luz sobre el periodo Ordovícico (hace 488-471 millones de años). La mayoría de los restos de este periodo encontrados hasta la fecha correspondían a las partes duras de los animales. Los animales de cuerpo blando, frágil o, simplemente los animales escasos no dejan muchos restos fósiles. Los fósiles encontrados en Marruecos rellenan los huecos que había en el registro fósil de la época.
El equipo de investigadores ha catalogado unos 50 tipos de animales de cuerpo blando, que incluyen criaturas que sólo se habían visto en periodos anteriores. Aunque algunas de las especies encontradas son nuevas, dos tercios de ellas son las mismas que aparecieron en el Cámbrico. Los especímenes fueron encontrados en unas 40 localizaciones en valle de Draa, al sur de Marruecos. La dispersión de estos seres a lo largo de diferentes localizaciones muestra un panorama interesante sobre este periodo crucial de la evolución. Según uno de los investigadores es como tener un álbum de fotos en lugar de sólo una instantánea. El Ordovícico temprano fue un momento crítico durante el cual se produjo una diversificación masiva, pero del que sólo se disponían de pequeños pedazos de la imagen total basados en animales de cuerpo duro. La fauna normal, dominada por animales de cuerpo blando, no se encontraba.
La conservación de animales de cuerpo blando requiere unas condiciones muy particulares, como que un alud de lodo cubra parte de ecosistema y prive de oxígeno a las bacterias descomponedoras, y todo ello bajo unas condiciones química especiales.
Hasta ahora este tipo de fósiles ordovícicos de animales de cuerpo blando procedían de lagunas y sistemas similares, por lo que no eran representativos de la fauna marina del momento. En definitiva, no se sabía si algunas especies del Cámbrico habían sobrevivido o no hasta el Ordovícico.
Estos restos son los primeros que muestran animales de cuerpo blando como halkieria viviendo en mar abierto.
Según Graham Young, del Manitoba Museum en Winnipeg, este descubrimiento pone un clavo más en al ataúd de la idea que sugiere que lo encontrado en Burgess Shale corresponde a un experimento que no duró mucho en el tiempo.
Entre los hallazgos está el retrotraer el antepasado de los cangrejos de herradura (un ser que ha llegado hasta la actualidad) unos 30 millones de años, o los primeros restos de artrópodos queloides, cuyos representantes actuales son las cochinillas, isópodos y similares.
Al parecer el desierto marroquí está lleno de fósiles y los habitantes locales consiguen un dinero extra con la venta de estos restos, que se pueden encontrar en cualquier tienda de fósiles alrededor del mundo.
La pista sobre la existencia de estos fósiles vino de un coleccionista local. Cuando uno de los investigadores vio un ejemplar recolectado por este hombre inmediatamente supo que se trataba de algo especial. Ahora Ben Moula (así se llama el coleccionista) trabaja junto a los investigadores pese a no tener formación académica. Al parecer tiene muy buen ojo para encontrar fósiles.
Según estos paleontólogos, los restos fósiles de Marruecos pueden tener el mismo papel para el Ordovícico que Burgess Shale tuvo para el Cámbrico.
El equipo de investigadores planea futuras expediciones a Marruecos para encontrar más fósiles. Peter Van Roy, de Yale University y coautor del estudio, dice que sólo están “arañando la superficie” y que debe haber de seguro fósiles espectaculares que aparecerán en estas localizaciones en el futuro próximo.
Lo malo es que a Van Roy se le olvida que para ver estos fósiles al común de los mortales le es más fácil y barato comprarlos en una tienda que ver sus imágenes en una revista de pago como Nature.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3144
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original (resumen).
2 Comentarios
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sábado 12 junio, 2010 @ 10:14 am
Es una lástima que este precioso artículo se quede sin un solo comentario que lo resalte. Así que diré algo venga a cuento o no. Debería popularizarse un lema que propongo: «Ponga un fósil en su vida». No sé si será un buen consejo ya que, por muchos que haya, no sé si habrá para todos, pero a mí me ha servido para demostrar a mis hijos el hecho, que no teoría, de la evolución cuando en el colegio les hablaban de Adán y Eva. Así han tenido una referencia tangible de la larga historia de la vida: huellas de trilobites, amonitas de bello color dorado, peces, hachas de piedra, etc.
Además, es un empeño que nunca acabará, porque es imposible agotar el pasado.
En cuanto leí este artículo telefoneé a mi hijo, profesor en Melilla y tan aficionado que me ha ROBADO mi colección -ya comencé otra- para que se diera una vuelta por el valle de Draa
a ver si lograba encontrar algo. Porque lo más bonito es buscar, aunque lo menos dañino sea comprar, supongo ¿?.
Un cordial saludo y mi despedida de este magnífico artículo sobre el que me hubiera gustado dialogar con alguno de nuestros bien preparados amigos.
sábado 12 junio, 2010 @ 4:00 pm
Muchas gracias por su inestimable comentario, apreciado Tomás.