Energía biofotovoltaica a base de musgo
Científicos de la Universidad de Cambridge muestran en un festival un prototipo de mesa biofotovoltaica para así indicar el potencial de las pilas de combustible biológicas.
El resultado que pasamos a relatar no trata de un gran descubrimiento, ni siquiera es importante o útil. Quizás, eso sí, es interesante. Simplemente tiene como protagonista a los musgos, que son unos seres que al que esto escribe le caen bien.
Algunos jardineros tienen antipatía al musgo porque invade el césped en regiones que son lluviosas. No saben que lo mejor es no luchar contra él, sino cambiar el Ph del suelo para así fomentar su crecimiento en detrimento de la hierba. De este modo no sólo tendrán una verde increíble en sus praderas, sino que no necesitarán segarlo ni gastar combustible en ello. A estos jardineros también les interesaría saber que con estas simpáticas plantas incluso se pueden fabricar pilas que produzcan electricidad que permita iluminar una mesa de jardín por la noche. Así lo han mostrado unos investigadores de la Universidad de Cambridge en el Festival de Diseño de Londres. Las pilas de combustibles que han diseñado producen electricidad a partir de musgos vivos de manera renovable. A esta técnica la han denominado biofotovoltaica, ya que usa la fotosíntesis natural para producir electricidad.
El desarrollo de este tipo de tecnología está todavía en sus estadios de desarrollo y acaba de empezar, así que no hay que esperar una aplicación inmediata que remedie nuestros problemas de dependencia energética de los combustibles fósiles. Pero ya tiene el potencial de alimentar pequeños dispositivos electrónicos como un reloj. Además, el bajo coste de este tipo de tecnología haría que en los próximos diez años fuera competitiva respecto a otras fuentes de energía alternativa, como los biocombustibles.
Lo bonito de la energía biofotovoltaica es que tiene la habilidad de aprovechar un proceso natural que ocurren a nuestro alrededor constantemente como el de la fotosíntesis. Las plantas usan la energía del sol, agua y dióxido de carbono para producir sustancias orgánicas.
Cuando el musgo produce la fotosíntesis libera algunos productos orgánicos al suelo, en el que habitan bacterias simbióticas. Las bacterias descomponen estos productos orgánicos que utilizan para sobrevivir y liberan subproductos entre los que se incluyen electrones (algo común en casi toda reacción química). El sistema diseñado por los expertos de la Universidad de Cambridge captura esos electrones para así producir electricidad.
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No hace falta decir que el rendimiento de todo el proceso es muy bajo, pero el optimismo de alguno de estos investigadores es digno de mención. “La mesa de musgo nos proporciona una visión de futuro. Sugiere un mundo en el que objetos híbridos sintético-orgánicos y autosostenibles nos rodeen y nos proporcionen nuestras necesidades diarias de una manera limpia y medioambientalmente amigable”, dice por ejemplo Alex Driver.
Quizás, mirando a un futuro sean posibles aplicaciones de esta tecnología que incluyan paneles solares, centrales eléctricas y generadores. De momento esta sólo en una etapa conceptual, pero se imaginan este tipo de soluciones para problemas apremiantes a lo largo de todo el mundo, incluyendo las necesidades crecientes de energía y agua dulce en comunidades vulnerables.
Un sistema modular de paneles biofotovoltaicos podría ser montado en el tejado de edificios para que aportara parte de sus requerimientos energéticos. Una central biofotovoltaica podría consistir en un sistema flotante cerca de la costa con algas que generase energía para la comunidad local. Un generador biofotovoltaico podría consistir en colectores solares con algas montados en boyas ancladas en alta mar para generar electricidad y agua desalinizada como subproducto.
Este equipo de investigadores de Cambridge pone de relieve que la tecnología está en sus primeras etapas de desarrollo y que se necesitará mucho tiempo hasta que esta tecnología se pueda comercializar. La mesa de musgo presentada en el festival demuestra, según ellos, el modo en el que los diseñadores pueden jugar un papel valioso en los estadios tempranos de investigación científica al identificar el potencial comercial de un futuro producto.
Así que se acabó el reloj que funciona con una patata o un limón, mejor un reloj de musgo. Quizás alguna empresa ya está pesando en comercializarlo, o “regalarlo” con el cacao para preparar el desayuno de los niños.
Otra lección de que podemos aprender es que para conseguir fondos de investigación, en estos tiempos tan críticos económicamente, vale incluso un festival de diseño.
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Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
2 Comentarios
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jueves 29 septiembre, 2011 @ 9:14 pm
Bonito.Y la idea de vivir rodeados de objetos sintético-orgánicos autosostenibles del tipo de los que se predicen o entreven en este encantador artículo( me gustaría tener una plantita como esa de la foto)me resulta agradable. A uno también le caen simpáticos los musgos.Me recuerdan el frescor, la lluvía, el verdor..también su estrategia evolutiva resulta interesante, según hemos podido leer aquí mismo.
Saludos.
viernes 30 septiembre, 2011 @ 10:56 am
Sí, muy ilusionante.
Cordiales saludos.