Evolución «determinista» en tréboles
Ciertas especies de tréboles han evolucionado para no producir cianuro mediante la eliminación completa de genes.
Stephen Jay Gould fue el que introdujo la idea de que si la película de la historia evolutiva de la Tierra se rebobinara el resultado final iba a ser otro totalmente diferente. En “La vida maravillosa” dice, por ejemplo, que de los 25 planes corporales que aparecieron en la explosión del Cámbrico sólo cuatro sobrevivieron.
No se puede hacer el experimento del rebobinado, pero se puede intentar analizar la variabilidad genética en ciertos seres vivos y ver si se llega a las mismas soluciones. Es decir, si la evolución puede repetirse o no. Esto es lo que ha hecho Ken Olsen (Washington University en St. Louis) al analizar 27 especies distintas de tréboles. La idea era ver si en algunas de estas plantas emparentadas se habían desarrollado evolutivamente algún rasgo de manera independiente y de comprobar los genes responsables y sus posibles mutaciones.
Las plantas no pueden escapar de los depredadores, son víctimas de insectos, de vertebrados herbívoras e incluso de aves. Para evitar esto las plantas generan todo tipo de compuestos, desagradables y/o tóxicos. Básicamente todas las plantas son perjudiciales y los que las comemos o bien nos hemos adaptado a algunos de sus compuestos tóxicos o hemos encontrado las plantas mutantes que no los producen, como ejemplo de esto último está el almendro que da almendras no amargas.
Algunos de estos tréboles estudiados liberan ácido cianhídrico para evitar ser comidas. Este rasgo ha surgido por selección en unos lugares y en otros no, por lo que se da cierto polimorfismo en equilibrio. El rasgo ha surgido de manera independiente en seis de las especies. Se sabe que algunos tréboles liberan cianuro de hidrógeno desde hace más de un siglo y se sabía de este polimorfismo, asunto que ha sido estudiado profusamente.
Aunque tendemos a pensar que ciertos rasgos aparecen evolutivamente al azar y que se pueden dar o no, en este caso de los tréboles hay cierta predisposición a liberar ácido cianhídrico. Estos investigadores han podido demostrar que el mecanismo genético subyacente es, en este caso de los tréboles, el mismo en las distintas especies.
Las plantas de tréboles que no generan cianuro han conseguido eliminar en sus genomas los genes necesarios para ello. No se trata de de genes defectuoso no funcionales, sino que los genes son eliminados totalmente.
En palabras de Olsen, la pregunta es cómo está de limitada la evolución. Cuantas más limitaciones más predecible será, pero a la vez será menos flexible. “Si observas la vida sobre el planeta ves que hay una increíble diversidad de formas de vida y rasgos que tendemos a pensar que cualquier cosa puede aparecer. Pero cuando miramos más detenidamente vemos que hay límites. No hay ninguna especie de vertebrado con seis dedos, por ejemplo, hay cinco o menos”, dice Olsen.
Para poder liberar cianuro de hidrógeno la planta usa una “bomba de cianuro” que activa cuando las células son alteradas. En una vacuola de las células se almacenan moléculas de glucósidos con un grupo cianuro pegado. Un enzima puede separar ese grupo cianuro del resto de la molécula de azúcar si entran en contacto.
Cuando un insecto o un caracol mastica una hoja la enzima libera el cianuro y este se combina con el hidrógeno para producir ácido cianhídrico gaseoso. Esto pretende ahuyentar al atacante. En otras especies de plantas que usan un mecanismo similar el ataque con este gas puede llegar a matar al atacante.
Este tipo de trébol tóxico no crece en todas partes. Así por ejemplo, en Nueva Orleans representa el 85%, mientras que en Wisconsin sólo el 10%. Se cree que en climas fríos hay menos herbívoros que en los cálidos y por eso la variedad tóxica tiende a aparecer en los segundos, pues el gasto metabólico de la liberación de ácido cianhídrico compensa en ese caso.
La bomba de ácido cianhídrico requiere de dos genes localizados en dos partes distintas del genoma del trébol. Uno controla la síntesis de los glucósidos cianogeados y otro codifica la enzima. En las variedades no tóxicas ambos genes están eliminados.
Esta no es la manera normal en la que se producen las variaciones adaptativas. La mayor parte de las veces unas mutaciones al azar cambian uno o dos nucleótidos que fuerzan el cambio de algún aminoácido en la proteína final, lo que altera la función de la misma. Estos cambios son al azar y acumulativos. Pero en este caso desparecen los genes totalmente.
Por alguna razón en el género de los tréboles es fácil conseguir la variación adaptativa mediante la eliminación de genes que por mutaciones elementales.
Olsen especula con que durante un par de meiosis puede que secuencias repetidas de nucleótidos cerca de donde están las secuencias genéticas de las bombas de cianuro se alineen mal y que el intercambio desigual borre o añada trozos completos de ADN dentro del cromosoma. Esto suele ir en detrimento del individuo, pero en determinados casos, como este, puede favorecerlo.
Olsen cree que si la evolución se rebobina no se repetirá la misma secuencia de acontecimientos, pero que cuando más cerca sean las relaciones evolutivas entre especies más predisposición subyacente hará que los mismos rasgos aparezcan repetidamente de la misma manera.
Esta predisposición es análoga a pensar en la metáfora de una figura de origami. Los pliegues del papel harán más fácil reconstruir una figura similar a la original una vez que se haya desplegado. La evolución puede crear nuevos pliegues, pero es más fácil usar los que ya hay.
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Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Foto: Ken Olsen.
14 Comentarios
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miércoles 2 julio, 2014 @ 10:24 am
Creo que Gould ya había enfocado el tema. En realidad, no tiene sentido hablar de determinismo cuando estamos hablando de estadística pura y dura. Es claro que si algo tiene una probabilidad del 95% nos movemos en un escenario, si tal probabilidad cae al 2% compitiendo con cientos de escenarios, es muy otro escenario.
Parece claro que cuando un nicho queda vacío, el tiempo de respuesta del sistema es un factor muy imporante: el que primero llega, se lo come. Si evolutivamente hablando la distancia que una especie tiene que saltar para ocuparlo es pequeña, obviamente la probabilidad de que lo ocupe será mayor que en otras opciones donde el salto requiera más pasos o adaptaciones más complejas. Pero que llegue primero tampoco es la palabra de Dios. Si la geografía «ayuda», que una especie ocupe primero un nicho en una zona -por muy amplia que sea-, no quita que otra pueda ocuparlo en otra parte menor, y después tenemos una competición donde el haber llegado primero puede ser determinante, o no, o todo lo contrario. Gould daba el ejemplo de la competición entre aves gigantes y mamíferos en Sudamérica cuando geográficamente el continente estaba aislado. De haber vencido las aves, estaría por ver que una vez abierto el contacto con América del Norte estas fuesen a sucumbir ante la previsible invasión de mamíferos (de ida y vuelta, además), cuando además las aves se habrían impuesto precisamente en competición contra mamíferos y evolutivamente guardarían «memoria» de estos eventos.
Tendemos continuamente a justificar (o querer «explicar») por qué la evolución va por aquí o por allá. Si enfocamos en proximidad, parece que un determinado evento tiene una gran probabilidad. Pero mucho me temo que siempre quedan factores que tendemos a atribuir como negligibles y que a saber si lo son o no.
Pos eso, que con un 95% hay 1 probabilidad entre 20 de que no. Si toca, a reclamar a casa del maestro A.R. Mero. Yo a esto no lo llamaría determinista ni con comillas.
jueves 3 julio, 2014 @ 4:32 am
Hay un tipo de mariposa (Zygaena trifolii) que se alimenta del trébol y acumula cianuro, así que es tóxica para los depredadores. Llama la atención el mecanismo de producción y liberación de cianuro de la planta tal y como se describe en la noticia porque este lepidóptero es capaz de elaborar la toxina cuando se halla en un ambiente pobre en estas fabáceas (leguminosas) productoras de cianuro: ¿Cuándo y cómo obtuvo esos genes?
viernes 4 julio, 2014 @ 6:29 am
Amigo Dr. Thriller:
La naturaleza es determinista sin comillas, lo que no obsta para que pueda ser tratada con probabilidades. El problema es que siendo casi ilimitados los factores que intervienen el tema resulta de difícil determinación, es decir que resulta ser no determinable en la práctica y en la naturaleza. Pero si, como normalmente se hace en las experiencias científicas, se lleva el ser más sencillo posible -sea una bacteria-, a un laboratorio y se le somete a una modificación ambiental, por ejemplo cambiando poco a poco la acidez del medio, una parte de la población morirá y otra sobrevivirá adaptándose. Podemos entonces ver qué cambios se han dado en su organismo. Es decir se trata, como siempre, de hacer abstracción de una gran cantidad de factores, para estudiar sólo los que nos interesan. Una vez realizada esa experiencia, podremos decir que en esa especie bacteriana, bajo tales condiciones, la modificación tal da lugar a la adaptación cual.
Y diría que -creo recordar- tal experiencia ya se ha hecho con los resultados previstos.
Eso no quiere decir que toda evolución sea adaptativa, como el mismo Darwin ya señaló, pero sí mayoritariamente, aunque no por ello deje de ser determinista, que no fácilmente determinable por la ilimitada complejidad de la naturaleza.
Por ejemplo, esta vez con un ser nada sencillo, podemos recordar el oscurecimiento de las mariposas en la Inglaterra industrializada. Si volvemos a realizar esa experiencia en una zona cerrada de un parque -laboratorio-, con los mismos árboles y predadores, las mariposas volverán a oscurecerse, porque los pájaros descubrirán antes a las más claras y las comerán, de modo que sólo tendrán descendencia las más oscuras.
Un cordial saludo.
viernes 4 julio, 2014 @ 10:05 pm
El problema, como siempre, es de terminología.
En realidad, la MC es determinista en el sentido que determina con claridad lo que puede ser y lo que no puede ser, algo que ninguna rama de la física había conseguido. Ahora, cuando en lenguaje cotidiano se habla de determinismo, se suele hacer referencia a que las cosas están determinadas (o pre-determinadas) y que una vez que una serie de factores actúan el resultado es ése y sólo ese. Como dices, es difícil que los factores sean fijos o constantes, o para la mente humana, poder tenerlos todos en cuenta, pero este determinismo cultural existe y está muy extendido: si repito dos veces el mismo experimento con las mismas condiciones, idénticas, el resultado es el mismo.
Y no, no lo es.
El espacio muestral de la tirada de un dado es determinista. Si yo tiro un dado obviamente sólo puede salir una de las caras de éste, y en el largo plazo, las probababilidades se cumplen estrictamente (salvo que esté sesgado, obviamente). Todos sabemos también que no se puede saber qué cara concreta del dado saldrá en cada lanzamiento, pero como decimos a la larga las series deben ajustarse a las probablidades. Deterministas, si quieres.
Pero en la práctica (y en la realidad), no hay puta manera de saber qué coño va a salir en una tirada. Si la vida de uno depende de ello, la estadística es perfectamente inútil (al menos en su aplicación bruta y directa).
Y en la práctica, no, no creo que la evolución sea determinista, ni con comillas, ni sin comillas. No es un tema de volumen de datos, es que es así. Es cierto que en un determinado callejón sin salida evolutivo, como intenté explicar, hay un 99% si quieres de probabilidades de que el camino más fácil y con tiempo de respuesta más rápido sea equis, y será ese equis el que, a nuestros prejuicios culturales, le parezca «determinado». Pero como la evolución es literalmente la interacción del sistema con la realidad, con un entorno totalmente incontrolable (y el propio sistema es igualmente impredecible), esto, son más anécdotas que otra cosa. La presión evolutiva es igualmente estocástica e impredecible.
Ni pretendo entrar aquí en la cantidad de factores que pueden bifurcar, trifurcar o n-furcar una determinada ruta evolutiva, pero como bien dices, los entornos de laboratorio, ni son reales, ni siquiera repitiéndolos en condiciones parecidas vamos a obtener nada mejor que una serie estadística de probabilidades. Como intenté decir arriba, es un hecho que el pronóstico meteorológico tiene un 99% de probabilidades a 24 horas, pero eso no me sirve de mucho si me lleva la riada porque esperábamos sol que parte las piedras.
Yo, a eso, no le llamo determinismo. De hecho, el argumento es vicioso (es como decir, no, globalmente no, pero un poquito puede ser), porque, siempre en teoría, dado que la teoría da siempre mucho de sí (como modelo mental que es), se puede argumentar entonces que sí existen rutas evolutivas predestinadas, dado que «aparentemente» es una «mejora» ser consciente a no serlo, o ser inteligente a no serlo (y nos olvidamos de Darwin todo el día, que literalmente dejó bien escrito que era irrelevante lo que se fuese cuando lo que va a Misa es adaptarse, como sea). Sé perfectamente que el artículo no dice esto, pero dar pie en causas constitucionales o estructurales al asunto (que en realidad no deja de ser filosófico), es dar pie a que legítimamente la cosa escale. Porque además, no veo forma de argumentar en contrario si se acepta la mayor.
martes 8 julio, 2014 @ 10:34 am
Veo que tienes una extraña idea de la justificación del determinismo. Es evidente que no puedo saber donde estará la molécula tal de un tornado dentro de un año. Pero eso no significa que ese fenómeno no sea determinista. Esa molécula, una vez localizada y conocido su vector velocidad, estará una milésima de segundo después en un lugar que podremos identificar. Si quiero saber algo del inmenso conjunto de un tornado, quizás acierte un poco con ayuda de la estadística, pero eso no significa indeterminismo. La estadística es valiosísima, pero no sé cuan útil será para conocer en qué punto de su órbita estará la Tierra dentro de 24 horas. Es un sistema mucho más simple y lo sabremos con suficiente certeza incluso sólo con Newton.
Es cuestión de que, de una vez, nos pronunciemos sobre si el tiempo tiene o no identidad propia. Si la tiene, no puedo repetir una experiencia porque precisamente he cambiado uno de los factores fundamentales. Sólo queda aproximarme todo lo posible o efectuar una experiencia en la que él sea casi irrelevante. Por eso no puedo estar de acuerdo con Gould y, como bien dices, en el límite, la cuestión del determinismo se convierte en filosófica o incluso de terminología.
Para mí, a la ciencia sólo le vale una naturaleza determinista; por supuesto nada arbitraria pero, en la práctica de difícil predicción, para lo cual precisa la herramienta probabilística a casi todos los niveles. Sólo la abstracción de todo lo que no sea lo principal permite realizar una experiencia y, una vez realizada, el resultado se repetirá si no hay factores extraños que lo alteren. Pero sin olvidar el tiempo, dado que partimos de su realidad y resulta ser, con el espacio, absolutamente fundamental.
miércoles 9 julio, 2014 @ 10:00 pm
Eh, Tomás, no, no, no, y no.
No puedes saber dónde está una partícula sin desconocer absolutamente todo sobre su momento (y viceversa), lo que implica que ni puta idea de dónde estará a continuación («ni puta idea», literal). Se llama principio de incertidumbre de Heisenberg y yo pensaba que lo conocías. Y estas cosas no son conceptos ni modelos, son hechos de la naturaleza, es así, nada de variables ocultas. Esto ha venido para quedarse, y no va a cambiar en el futuro, nunca.
El modelo clásico newtoniano es un modelo parcialmente falso y limitado. Como simplificación que es, es muy práctico para saber dónde estará la Tierra el año que viene y ni te cuento para tirarle a la testarossa un pepino nuclear al n-migo, pero a más largo plazo no vale para nada, porque podría estar en cualquier parte (literalmente). Por otro lado, para saber que el año que viene la Tierra va a estar más o menos en el mismo sitio, no necesito la mecánica clásica, eso ya lo sabían los astrólogos y sus zhuminadas. Podemos decir que es una simplificación zafia porque además, tampoco es tan grave que la Voyager llegue con un segundo entero de adelanto a su cita con Neptuno (cortesía de la imprecisión de los verniers).
La ciencia es una forma de comunicación de la mente humana con la naturaleza, y desde luego también tiene sus limitaciones. Que la mente humana necesite «aislar» artificialmente los problemas para poder atacarlos eso sólo habla de la mente humana, no de la naturaleza (a la que pertenece).
Es cierto que tenemos un cerebro y un sistema nervioso porque la evolución encontró útil, para los animalia, poderse adelantar a los acontecimientos como un valor añadido a la lucha por la supervivencia. Mucho me temo que esta es la perspectiva correcta. Y la infraestructura que tenemos para ello tiene unas limitaciones de fábrica que ni entienden ni desde luego van a entender de filosofías emergentes y/o prejuicios detergentes.
El motu proprio del Cosmos es la contingencia. Hasta qué punto, no lo sabemos, pero me apuesto dos coma cinco mariscadas a que total. Y de hecho, es esto lo que nos hace libres, en el sentido más pleno de la palabra. Nunca me canso de recordar que el destino, la predestinación, y todo eso, es una construcción cultural humana (en realidad el «libre albedrío» cristiano es más bien una defensa del concepto pecado original que una auténtica declaración de libertad, y nada más predestinante que un pecado original), y la libertad y la contingencia del Cosmos es una construcción de la Ciencia, edificada a lo largo de siglos. Comenzó la demolición con la estadística y ha culminado con la mecánica cuántica.
Estamos no sólo a merced de las circunstancias, sino de nosotros mismos xD.
jueves 10 julio, 2014 @ 10:31 am
Pero… pero… ¡hombre, no te pongas así, estimado Dr. Thriller! Claro que no…, digo que sí… ¡Oh, qué lío!
A ver, cuando digo «la molécula tal», parece evidente que es que conozco sus parámetros, al menos su masa; y luego digo «una vez localizada»; y luego «conocido su vector velocidad». Es decir todo lo que preciso para calcular su momento. Pero acepto tu concepto -curiosamente el mismo que el de Heisenberg, al que generosamente citas- del principio de incertidumbre. Este principio dice que «no es posible conocer, simultáneamente la posición y el momento», pero es que no es cuestión de que una cosa sea determinable, sino de que sea determinada. Una cosa es que yo no tenga modo de saberlo y que si afino en una variable, pierdo precisión en la asociada, y otra cuestión es que no tengan, necesariamente una posición y un momento concretos, a los que no voy a tener acceso exacto. Es el problema de distinguir entre determinado y determinable.
Veo, sin embargo, que tus dos últimas frases del segundo párrafo son absolutamente determinadas y determinables: «… son hechos de la naturaleza…» o «Esto ha venido para quedarse, y no va a cambiar en el futuro, nunca». Pues bien, mis conocimientos no son suficientes para negar o afirmar cuanto dices, y he de reconocer que lo poquísimo que sé de la MC me trae mártir. Especialmente la aparición de partículas y antipartículas en el vacío y cosas así. Pero es que ni es precisa la MC para que se nos planteen problemas de exactitud, no ya de la medida, sino de la misma realidad. Por ejemplo -creo recordar haberlo comentado-, la naturaleza, ni con características de onda ni de corpúsculo puede tomar el valor exacto, de infinitos decimales del número pi. Es mi opinión, con opción a cambio, que unas veces tomará 10, 43 o un millón de decimales, no lo sé, según el caso. Pero no estoy seguro de si el problema está en la naturaleza o en nuestras matemáticas.
De todas formas estoy plenamente de acuerdo con tu concepto de ciencia que expresas en el párrafo cuarto. Me ha gustado.
Dices que «el motu proprio del Cosmos es la contingencia». Y estoy de acuerdo suponiendo que conoces lo que significa: contingente es aquello que puede ser o no, que no es ni imposible ni necesario. Pero nada tiene que ver con el azar ni con la libertad. La contingencia no nos hace libres. Por eso la evolución es contingente sin dejar de ser dos cosas: determinada, es decir con relación causal en sus variaciones y, prácticamente indeterminable, aunque, como he dicho en anterior comentario, simplificando y abstrayendo podríamos lograr afinadas predicciones.
Y sí, estoy de acuerdo con tu última frase, sólo que nuestro ser, nuestra fisiología, nuestros propios pensamientos, forman parte de esas circunstancias que nos llevan por caminos inesperados pero, como digo, con relación causal inevitable: no puedo estar en Japón si, una milésima de segundo antes, no estaba ya en Japón.
Un abrazo.
jueves 10 julio, 2014 @ 5:36 pm
Es que es eso, Tomás, *NO* tienen una posición y un momento concretos xD. Es «fantasmal», en el sentido que le quieras dar. Por eso en química se habla de orbitales, no de órbitas, y puedes imaginar un orbital como te dé la gana: en bachillerato te los presentan como una foto movida, con una nube de puntos como si el electrón se moviese tan rápido que el tiempo de exposición lo pilla en varios lugares a la vez (esto es totalmente falso, mendaz, erróneo, hasta sofista, de cabo a rabo), luego te lo presentan como la onda asociada en toda su plenitud que anda por ahí volando como el Nidus de Estratrec o algo así (algo tan falso como lo anterior, pero más ocurrente y original), para al final, con la MC, contarte la verdad: no es que no sepamos dónde está el electrón pero que en realidad está en un punto concreto. Es que NO está en un punto concreto, y de hecho puede estar en dos sitios a la vez como Santo Tocayo (o tres, si le pluguiere, o medio electrón está aquí y el otro medio allá, y naturalmente, puedes atravesarlo porque «medio está»). De hecho, se ha conseguido en condiciones de laboratorio que objetos tan inmensos como moléculas estén efectivamente en dos lugares a la vez. Bien separadas, eh.
No es la MC que es así, es el Universo, que es así. Éramos nosotros los que pensábamos que era de otra manera porque nuestra experiencia sensorial está algo simplificada, y los drivers evolutivos la potitan aún más. Es más, tú puedes experimentar estos mismos efectos cuánticos y de hecho los experimentas, pero tu tamaño mascroscópico los convierte en totalmente invisibles a nuestros sentidos (que haya un efecto túnel en un canal de protones de una membrana celular no es algo que figure en el protocolo de emergencia consciente de la corteza cerebral).
Se dice que la ciencia no proporciona verdades absolutas. Bien, sí lo hace. Es, de hecho, la única actividad humana que lo hace, ninguna otra lo ha hecho nunca. El problema es que nunca sabemos cuándo una verdad «está cerrada» o «mayormente cerrada» en el sentido de que los cambios ulteriores que aporte nuestro mayor conocimiento supongan más allá de matices que no afecten a la visión global. Creo que el heliocentrismo vino para quedarse, y más allá de todas las puntualizaciones pertinentes, que son muchas y muy importantes sobre todo en el plano filosófico, la pregunta que los humanos nos hicimos hace 500 años está definitivamente contestada, y no, la Tierra no va a volver a ocupar el centro del Universo. Igual que la Tierra es redonda, o la teoría atómica es completamente correcta (corrigiendo y puliendo detalles todos los días, y asombrándonos siempre, pero en conjunto, la perspectiva ya no cambia mucho). Igual que la evolución está ahí. La MC ha sido una construcción tan poderosa que incluso nos da la plena seguridad de que la RG es falsa por incompleta, y la RG si no recuerdo mal que lo calculaba el amigo Penrose, es en términos de magnitud la más exacta de todas (aún), aunque esto es hacer trampa.
En realidad, no es que la Ciencia nos dé verdades. Es que nos ayuda a desmontar las mentiras de nuestros prejuicios, que es muy diferente. Pero lo que digo es cierto, el Sol es el «centro» (si es que esto tiene sentido) del Sistema Solar, y la Tierra es más o menos esférica (hasta una parte en varias decenas de miles). Esto está para quedarse, y cualquier matiz que le quieras poner no va a cambiar el hecho del debate originario.
Con esto lo mismo. Pase lo que pase en el futuro, la visión del mundo que se deriva de la MC es ya para quedarse. No va a cambiar (no puede ser, la consistencia demostrada en casi 100 años no ha dejado ninguna grieta factible).
Yo empleo libertad en su vertiente puramente física. Algo que tiene realmente libertad tiene un abanico probabilístico para evolucionar, no va en una vía cerrada preencarrilado (aunque se puede organizar una situación así). Es, físicamente hablando, libre. Supongo que piensas que es un concepto que no se parece mucho al concepto moral o político, pero en mi opinión sí que se parece. De hecho, la idea del prejuicio humano de la predestinación es una justificación sociopolítica de actos aberrantes, una forma de negar la autorresponsabilidad de los hechos humanos. La responsabilidad existe, es un fenómeno biofísico, autorreferente, y obviamente debe tener una función de utilidad evolutiva y por supuesto crítica. Una computadora obviamente es irresponsable (y no está exenta de contingencia a pesar de ser construida para intentar evitarla), por lo que vamos sabiendo de los seres vivos, no, y no es sólo algo característico de los humanos, parece que existe en mayor o menor grado en función de la complejidad del sistema nervioso.
Así que igual que tenemos ojos para detectar el campo electromagnético de esa región del espectro, o tenemos oídos para percibir las diferencias de presión y densidad acústicas de la atmósfera, tenemos un sentido de autoevaluación de los actos porque la naturaleza es contingente, y dado que jugamos en la liga de la autoconsciencia (cosa que no parecen hacer las setas, por ejemplo), pues nos es tan útil como la ecolocalización en modulación de frecuencia a los murciélagos, así de claro me columpio en plan Vicenç Navarro.
Finalmente, creo que hay dos maneras de que estés instantáneamente en Japón. La primera, viajando mentalmente, recomiendo la exuberancia estética de Terry Gilliam por ejemplo (aunque esto va en gustos), la segunda, suponiendo que tengan razón y exista el teletransporte a escala tan bestiascópica (lo dudo, mucho, mucho, mucho), de ser cierto esto último, probablemente no sólo podrías estar en Japón en el instante siguiente, sino que posiblemente en dos lugares a la vez. Dicho sea de paso, una de las paradojas temporales que está muy poco explotada (por las dificultades cinematográficas, aunque ahora con tanto CGI no debería), es viajar uno en el tiempo a pocas horas al pasado y hablar consigo mismo. Puede ser una experiencia demoledora, no sólo por «verse» desde fuera, sino porque realmente hablando contigo mismo, pero físicamente, deberían funcionar los mismos atajos mentales que cuando lo hacemos vía introspección (o arrobamiento ensimismado), y esto puede ser muy… mecanocuántico.
Valga este último parágrafo demencial como unas disculpas por ser tan contundente en mis opiniones xD.
viernes 11 julio, 2014 @ 9:43 pm
Sí, estimado Dr. Thriller, en buena parte debo darte la razón. Me analizo y veo que -creo que inconscientemente- me voy hacia esa posición que me reprochas, a esa especie de infantilismo científico. ¡Y mira que ya me lo han aclarado Neo y «lluís»! Se ve que mi mentalidad se resiste a aceptarlo.
Pero tu comentario es muy extenso y merece ser considerado al menos por párrafos.
Saludos y mil gracias por la molestia. A ver si mañana puedo seguir.
sábado 12 julio, 2014 @ 9:45 am
Estimado Dr. Thriller:
Podemos pasar a lo que mencionas sobre predestinación; nada tiene que ver con el determinismo. Me parece algo así como comparar astrología con astronomía, respectivamente.
Quizá sea posible juzgar esa autorresponsabilidad de la que hablas en paralelo con la autoconsciencia. Parece máxima en nuestra especie y presente en alguna medida en bonobos, etc.
Sí, creo que realizamos una autoevaluación de nuestros actos. Pero no sé ahora lo que entiendes por contingente.
Hasta pronto, espero. Un abrazo.
sábado 12 julio, 2014 @ 11:14 am
Según el inefable DRAE:
contingente: que puede suceder o no.
Es pintoresca la acepción en castellano que se refiere a «cantidad de tropas», dado que el número originario era efectivamente contingente (imposible de calcular de antemano).
En inglés:
Contingent: An event which may or may not happen; that which is unforeseen, undetermined, or dependent on something future.
Virtualmente idéntica, algo más precisa.
Creo que la medalla se la lleva la portuguesa:
con.tin.gen.te: 1. Que é incerto ou que pode acontecer por acaso [=azar];
2. Fil [filosofía]. Diz-se das coisas e dos acontecimentos que não têm em si a sua razão de ser, pois se concebem como podendo ser ou não ser. 3. Fil. Segundo Spinoza, situação ou circunstância que parece eventual por não se ter, pela limitação do conhecimento, explicação ou compreensão de sua causa. 4. Lóg. Diz-se de uma expressão verbal ou simbólica cuja verdade ou falsidade só pode ser conhecida pela experiência (verdade contingente)
Etimológicamente proviene (eh) del latín contingo, contingere, contigi, contactum, que en castellano de forma patrimonial generó las voces contagio, contiguo (<continguus) y acontecer, y el semicultismo contacto (la forma patrimonial podría haber sido *co(n)techo o *co(n)tejo, esto es contingente también xD).
Y en latín obviamente es un "phrasal" de cum ("con", junto) + tango, tangere, tetigi, tectum (tocar -incluyendo "toques" precisos como un instrumento musical-, palpar, alcanzar, conseguir, lindar, conmover). Contingo significa tocar completamente (como un ciego p.ej. para reconocer un objeto), entrar en contacto, alcanzar desplazándose físicamente, tocar modificando (usado en pasiva tocar degradando), y, last but not least, acontecer, suceder, acaecer.
Es decir, algo que queda fuera, totalmente, de cualquier capacidad de previsión (en el sentido de poder siquiera determinar si sucederá o no) de la mente humana. O eso parece, ¿no? Es notable que a pesar de estar tan extendida en la cultura grecolatina el concepto de destino, predestinación, hado, etc. (algo muy importante para que todo el mundo estuviera quietecito en su rol social), tuvieran una palabra tan concreta y contundente para describir aquello que escapa completamente a su tan ordenado universo en manos de unas parcas (que hasta decidían los destinos de los dioses).
domingo 13 julio, 2014 @ 10:40 am
¡Jolín!, con tal abundamiento políglota-etimológico es imposible que no lo tengas interiorizado. Es fundamental la separación, la desconexión total de contingencia y predestinación; son mundos distintos. Otra cuestión es la relación entre contingencia y determinismo. Es decir que determinismo y predestinación son absolutamente ajenos entre sí.
Salud.
viernes 18 julio, 2014 @ 5:00 am
Maese «tomás»:
Me gustaría echarte un capote, amigo, y es que creo que no es cómo para autoflagelarte como haces en tu 9. Si consideras que lo tuyo es infantilismo científico, más infantil sería Einstein que se pasó toda la vida sin darle ni pizca de cancha a la MC y apelando a esas supuestas variables ocultas.
En todo caso podemos meteros a ambos en el club de «niños de la Ciencia», o mejor aún: tú en el de niños, Einstein en el de fetos y Laplace en el de cigotos por no barruntar lo que iba a deparar el futuro…
Bromas aparte, ya supondrás que he seguido con mucho gusto y atención vuestro hilo que me recuerda antiguas conversaciones como esta http://neofronteras.com/?p=3765
Por cierto, has mencionado que es un tema sobre el que también has charlado con el amigo «lluís» y estaría encantado de leer el hilo, si me puedes dirigir hasta él.
Y tampoco quiero despedirme dejándote en ese club de infantes cuando el lugar que mereces es otro y quiero que lo sepan los amigos esta página: me has arropado miles alabando mi bonhomía pero, tras tener el gusto de hablar contigo, lo que me queda claro es que es tu foto la que debería aparecer en la enciclopedia al lado de la palabra «altruista».
Querido Dr. Thriller:´
He sacado mucha miga de tus mensajes que, sea intencionadamente o no, me han servido para dar respuesta a cuestiones que te había planteado con anterioridad del tipo de si le dabas o no cancha las restricciones en la evolución o a la convergencia evolutiva.
Y es que, a pesar de que soy el primero en enfatizar el carácter multifactorial, contingente e imprevisible de la evolución, no puedo negar que me siento intimidado ante esa supuesta y amplia libertad por la que apuestas.
Conste que me encantaría que así fuese, y de hecho, parece ser que los humanos necesitamos de algún modo creer en ella: es el caso de ciertas patologías en las que el paciente pierde el control sobre un miembro y nota que se mueve solo…la cosa acaba en muchos casos, en que el paciente acaba tomado represalias contra el miembro, autoagrediéndose. Podríamos hablar de patologías de la sensación de libre albedrío, un término que, intencionadamente o no, has declinado usar, ya me dirás.
En definitiva, acepto la multifactoriedad pero no me atrevo a hablar de libertad. No la veo cuando retiro mi mano de una plancha ardiendo, pero tampoco cuando digo que escojo tal trabajo o tal pareja.
Tampoco cuando, presa de un enfado, siento un irrefenable deseo de poner a alguien en la órbita de Caronte de una patada y al final no lo hago: podría parecer libre albedrío, pero el factor clave no es otro que el tiempo, justo el necesario para que la activación inicial de la amígdala (que ha provocado el primer impulso agresivo) pueda dejar paso a la activación del lóbulo frontal izquierdo que dará una respuesta más racional. Por supuesto, todo aderezado por una interminable lista de factores imposible de mensurar.
A ver si mañana puedo seguir. Un fuerte abrazo para ambos.
viernes 18 julio, 2014 @ 10:23 am
¡Caramba, querido amigo, con qué placer he releído el 3765! ¡Y el «extenso resumen» de Neo. Creo que es, posiblemente el más completo artículo. Pero, de cuando en cuando, alguno me parece tener ese u otro record.
Respecto a lo que me preguntas sobre «lluís», no sabría decirte. Recuerdo que una vez, ante mi desconocimiento y lamentaciones, me aconsejó que estudiase matemáticas sin miedo para trabajarme la MC. Lo que sucede es que mi tiempo para eso creo que se ha terminado. Y es que mi problema viene de muy lejos. Cuando era un crío, en la época en que se estudian las ecuaciones de 2º grado, me costó una barbaridad aceptar «filosóficamente», interiorizar -por decirlo de algún modo- que esa expresión pudiera tener dos valores distintos. Y no tardé en encontrar una ecuación genérica -es decir que me rebelé- que diera una sola solución (igualando los discriminantes, o sea que b^2-4ac = 0 y por tanto b^2 = 4ac, y luego ir dando valores). La cosa gustó mucho a mi profesor, y me aclaró la cuestión con la gráfica de una recta cortando una curva por dos puntos y añadiendo que podía ponerse otra condición que hiciera que pudiese elegir un resultado.
Me han hecho gracia mis afirmaciones en ese artículo 3765 que, seguidamente eran negadas con autoridad por Neo. ¡Vaya paliza que me dio! Ahora le ha tomado el relevo Dr. Thriller.
Y es que tengo esa querencia: sin darme cuenta busco razones, invento excusas y acabo en el determinismo más radical. A ambos, y también a ti, he de agradecer que me reconduzcáis. Alguna vez habrá de aceptarlo mi inconsciente.
Agradezco tus inmerecidas alabanzas -y no es modestia- porque, además no veo que te haya dado razón alguna para pensar así. Pero claro, es que lo mismo pienso yo de ti y si seguimos así esto va a ser un floreado especular.
No sé como haces para saber qué artículo trata de tal cosa, so pena de que tengas un memorión o una forma especial de llevar una relación por temas. Yo guardo un orden cronológico y nada más; bueno, suelo poner algún comentario en mi registro cada vez que me llama la atención algo, lo que suele ser frecuente.
Recibe un fuerte abrazo y espero impaciente la respuesta de Dr. Thriller a tu requerimiento.