NeoFronteras

Ceres y sus sorpresas

Área: Espacio — domingo, 13 de diciembre de 2015

El desvelado del misterio de las manchas blancas de Ceres nos trae nuevas sorpresas e interrogantes.

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Parece que ya han resuelto el enigma de las manchas blancas de Ceres, pero además esto ha traído algunas sorpresas más.
Desde que la sonda Dawn entró en órbita del planeta enano Ceres (tiene unos 950 km de ancho) a los científicos les llamó mucha la atención la presencia de unas machas de color blanco que generalmente estaban en el fondo de algunos cráteres. Parecía hielo de agua, pero el hielo se sublimaría si está expuesto al vacío espacial a esa distancia del Sol.
Se llegó a especular con que las manchas quizás fueran el resultado de la actividad de criovolcanes. Pero también se sospechaba que podían ser debidas a sales.
Lo primero que hay que aclarar es que toda cámara fotográfica está pensada para que el promedio de la imagen dé un gris medio (en el caso de las cámaras comerciales el fotómetro suele estar graduado a un 18% de gris).
Los sistemas de captación de imágenes de las sondas espaciales hacen algo muy similar. La realidad es que la superficie de Ceres es más bien negra como el carbón y las manchas “blancas” sólo se nos atojan blancas cuando subimos la iluminación de todos los píxeles hasta llegar a ver gris esa superficie negra. En realidad esas manchas “blancas” son en realidad grises. Si estuvieran hechas de hielo se trataría de un hielo bastante sucio.
Los análisis de las imágenes y datos enviados por Dawn nos hablan de algo bastante interesante. Ceres es un objeto a medio camino entre un cometa y un planeta o asteroide. Debajo de la capa de polvo y rocas hay hielo en gran cantidad que no se sublima gracias esa capa protectora.
Esto cambia cuando un meteorito choca contra superficie y el impacto expone las capas inferiores ricas en hielos salados y se crea actividad hidrotermal. Entonces el hielo se evapora y se sublima en el vacío y deja tras de sí la sal que contenía. En concreto parece ser que estas sales que vemos son de sulfato de magnesio.
El vapor de agua produce entonces unas “nubes” que aparecen y desaparecen en el día de 9 horas de Ceres según la irradiación solar. Al parecer la comunidad científica no tiene dudas acerca de estas observaciones.
Esto es algo que parece que sucede, al menos, en cráter Occator, que se cubre de niebla durante del día.
Por tanto, esto sería como una actividad cometaria que se da en un planeta enano o asteroide de gran tamaño, lo que desdibuja las definiciones humanas sobre este tipo de cuerpos y acerca Ceres más a la naturaleza de Plutón que a la de otros asteroides. Habría, por tanto, una gradación entre los asteroides y los cometas.
Es posible que Ceres se formara en una región más alejada del Sol, región en la que la escasa irradiación solar permite la existencia de hielo de agua y otros compuestos. Luego, este cuerpo habría emigrado hacia su posición actual.
La recientemente descubierta supuesta presencia de filosilicatos amónicos, que recubrirían el 10% de la superficie de Ceres, sugiere precisamente que el amoniaco se tuvo que incorporar durante la formación de este cuerpo en una región en la que abundara el hielo de amoniaco, sustancia que sólo pudo ser estable más allá de línea de nieve del Sistema Solar, que estuvo a unas 5 UA del Sol (unos 700 millones de km) en aquella época de formación.
Ceres pudo incluso formarse en las inmediaciones de Plutón. La migración de Ceres es plausible, pues en aquella época primera del Sistema Solar los planetas jovianos cambiaron sus órbitas y el influjo gravitatorio de alguno de estos planetas pudo empujar a Ceres hacia el interior.
Como Ceres terminó justo en una zona intermedia del Sistema Solar, la temperatura debida a la irradiación solar no es tan alta como para que se sublime todo el hielo que contenía. Presumiblemente sí se sublimó mucho al principio, pero el residuo de rocas y polvo creó una capa protectora.
Estos descubrimientos se han hecho esperar porque es necesaria la toma de espectros infrarrojos, algo que los telescopios en tierra con incapaces de hacer bien debido a que la atmósfera terrestre no lo permite. Pero la sonda Dawn sí tiene espectrómetro infrarrojo.
Algunos científicos no se muestran convencidos del todo con el asunto de los compuestos de amoniaco superficiales y sugieren que la composición superficial podría ser otra, como carbonatos de hierro y magnesio. Pero sin una misión que aterrice sobre Ceres nunca estaremos seguros al 100% de nada. Incluso es concebible un rover que recorra la superficie de este planeta enano. Algo para lo que habría que esperar una década o más.
De momento Dawn está bajando su órbita para así poder levantar un mapa de Ceres con una resolución cuatro veces superior a los anteriores gracias a una nueva altura orbital de sólo 385 km. Esta órbita la alcanzará el 18 de este mes. Quizás nos sorprenda aún más con nuevos resultados.
El hallazgo apoya otra vez la posibilidad de que en los comienzos del Sistema Solar el bombardeo de este tipo de cuerpos habrían sembrado con agua y otros volátiles la Tierra y los otros planetas interiores. Al final siempre es saber más y mejor sobre nuestro origen como humanos.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4831

Fuentes y referencias:
Artículo original I.
Artículo original II.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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1 Comentario

  1. tomás:

    Si tanto estamos tardando en explorar a fondo la Luna y Marte, no creo que en 10 años lleguemos a enviar un «rover» a Ceres.

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