Respuesta adaptativa al riesgo en plantas
Demuestran la existencia de una respuesta adaptativa al riesgo en plantas de guisantes. Es el primer caso conocido de organismo sin sistema nervioso que lo posee.
Solemos mirar a las plantas como seres pasivos respecto a las condiciones que les rodean. Pero algunos experimentos prueban que estamos equivocados. Los seres vivos en general están diseñados bajo la selección natural para explotar las oportunidades que se les presentan y ello implica un alto grado de flexibilidad.
Un equipo internacional de investigadores ha demostrado que la planta de guisante puede llegar a tomar elecciones que son sensibles al riesgo y, por tanto, realizar decisiones adaptativas que tienen en cuenta la variabilidad ambiental. Es la primera vez que se observa algo así fuera del reino animal.
En sus experimentos forzaron a que las plantas de guisante crecieran con sus raíces en dos macetas distintas. Al principio comprobaron que, bajo un nivel de nutrientes constante, la planta desarrollaba más raíces en la maceta con más nutrientes.
Esto es algo lógico, por otra parte, pues la planta priorizaba y elegía la maceta que le aportaba más. Este comportamiento es similar al de los animales forrajeadores que se dirigen hacia las localizaciones en donde hay más comida o esta es de mejor calidad.
El experimento se hizo más interesante cuando el nivel promedio de nutrientes era el mismo en ambas macetas. En una de ellas ese nivel era constante en el tiempo, mientras que en el otro variaba en el mismo. La planta podía por tanto apostar por lo seguro o arriesgarse a echar raíces en la maceta de nutrientes variables.
Según el modelo teórico desarrollado por los investigadores (basado en la toma de decisiones en circunstancias similares de humanos o animales), la planta debería preferir la maceta “variable” cuando el nivel de nutrientes promedio es bajo y la maceta “constante” cuando el nivel de nutrientes promedio es alto.
Estas elecciones se darían porque, para un nivel de nutrientes promedio por debajo del umbral necesario para que la planta prospera adecuadamente, la opción variable al menos ofrece una oportunidad de apostar por la buena suerte de tener los suficientes nutrientes en el futuro como para prosperar. Por el contrario, por encima de ese umbral, la apuesta segura es elegir la maceta constante, pues esta garantiza la supervivencia.
Esto se puede ver con un ejemplo económico para humanos. Si nos dan a elegir entre 800 euros garantizados y lanzar una moneda y o bien no recibir nada o recibir 1000 euros, ¿qué elegimos? La mayoría de la gente se da cuenta de que, en promedio, la primera opción proporciona mejores resultados.
Pero si te has quedado atrapado en algún país lejano y el vuelo de vuelta vale 900 euros, entonces lo más probable es que elijas la segunda opción, pues la opción “segura” no soluciona tu problema.
Este comportamiento es con el que precisamente se encontraron en los experimentos realizados con guisantes.
La planta de guisantes tenía aversión al riesgo si el nivel promedio era lo suficientemente alto (> 0,15g/l), pues echaba las raíces en la maceta “constante”, ya que eso les garantizaba la supervivencia. Pero la planta era proclive al riesgo y echaba más raíces en la maceta impredecible en lugar de en la maceta con suministro seguro pero escaso si el nivel promedio era reducido (0,01g/l).
Este resultado sería la primera demostración de la existencia de una respuesta adaptativa al riesgo en organismos sin sistema nervioso.
Obviamente las plantas (incluidas las de guisantes) no son inteligentes y no usan ningún tipo de razonamiento como el que realizan humanos y animales en similares circunstancia. En su lugar se trata de un comportamiento complejo que puede ser predicho teóricamente mediante adaptaciones biológicas y ejecutado sobre las bases de procesos que han evolucionado para explotar las oportunidades que ofrece el medio de manera eficiente.
Son embargo, los investigadores desconocen, de momento, qué mecanismos fisiológicos usa la planta para evaluar y para responder al riesgo.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4975
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Fotos: Hagai Shemesh.
2 Comentarios
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domingo 3 julio, 2016 @ 1:24 am
No cabía esperar otra cosa: he leído parte del artículo original y, según veo en las gráficas, el aporte promedio de nutrientes de la maceta inconstante es sensiblemente mayor que la de la maceta constante a 0.01 gramos por litro.
domingo 3 julio, 2016 @ 8:37 am
Pienso que, sin necesidad de esa experiencia, puede observarse en la naturaleza que las raíces más gruesas se dirigen hacia donde más agua hay. Eso implica ya una cierta «decisión». Algo similar sucederá en un terreno parte del cual se ha abonado. Otra cosa es introducir una variable de seguridad, que habrá que investigar. Es de suponer que la sensibilidad resida en los extremos de las raíces, capaces de distinguir con cierta rapidez hacia donde derivar su crecimiento más seguro.