Mundo amiloide
Experimentos recientes avalan la posibilidad de que las moléculas precursoras de la vida en la Tierra fueran estructuras amiloides.
Experimentos realizados por científicos del ETH muestran que es muy fácil conseguir que estructuras bidimensionales similares a las proteínas se formen espontáneamente a partir de sus bloques constituyentes. Este descubrimiento apoya la idea de que la vida comenzaría de forma primordial de una manera similar.
Así como es fácil describir la proliferación de vida en multitud de especies gracias a los mecanismos de la evolución, describir la abiogénesis que produjo las primeras formas de vida es una tarea complicada. Entre otras cosas no disponemos de una máquina del tiempo para ir a eras tan remotas, ni tampoco se han conservado pruebas fósiles químicas de ello que podamos estudiar, así que se queda un poco fuera de la ciencia.
De algún modo unas moléculas orgánicas más o menos sencillas (aminoácidos, azúcares, bases nitrogenadas, etc), que se pueden producir de manera espontánea de forma fácil por procesos químicos, dieron lugar a estructuras capaces de reproducirse a través de procesos desconocidos. Estas estructuras reproducibles lograban pasar algún tipo de información a las siguientes generaciones. Una vez se tuvo esto, fue fácil que se produjeran por evolución los primeros microorganismos hace unos 3800 millones de años. Pero este salto es brutal.
A falta de pruebas fósiles directas se puede intentar remedar lo que pasó en aquel entonces en un laboratorio. Pero esto no es tampoco nada fácil. Las escalas de tiempo y volúmenes son muchísimo menores en el laboratorio que en la Tierra primordial. Tampoco sabemos si hay una única vía que produzca la vida y bioquímica que conocemos. Puede que algún día demos con una, pero, ¿podremos afirmar que esa vía es la única? Si podemos contestar que sí entonces sabremos cómo comenzó la vida. Si no lo podemos hacer, ¿podremos afirmar que esa vía fue la empleada por la vida en aquel entonces?
No se sabe qué bloques constituyentes lograron formar las primeras moléculas complejas que dieron lugar a estructuras reproductivas. Hay varias hipótesis que proponen distintos precursores.
Roland Riek y Jason Greenwald creen que los bloques primordiales podrían ser agregados de proteínas denominados amiloides. Para comprobar esta propuesta hicieron una serie de experimentos que trataban de demostrar la facilidad con que se forman de manera espontánea. Ahora publican los resultados obtenidos.
Los experimentos realizados se circunscribieron al uso de sólo cuatro aminoácidos simples (glicina, alanina, aspartato y valina) de los veinte que componen las proteínas de los seres vivos de ahora.
Además de estos aminoácidos añadieron un catalizador consistente en sulfuro de carbonilo. La razón de la elección de este compuesto químico se debe a que forma parte de los gases expulsados por los volcanes y, se supone, que cuando la vida comenzó había una mayor actividad volcánica que ahora, así que este gas estaba muy presente entonces.
Comprobaron que esta composición lograba la formación espontánea de cadenas de aminoácidos hasta formar péptidos con entre 4 y 14 aminoácidos constituyentes. Entonces estas cadenas se arreglaron entre ellas para colocarse de forma paralela y dar lugar a estructuras amiloides en forma de láminas. Entonces, estas láminas terminaron formando fibras que contenían miles de cadenas de péptidos. Estructuras que fueron identificadas por microscopía electrónica (ver imagen de cabecera).
Estas estructuras no se forman por simple mezcla de los componentes en un tubo de ensayo, sino que el procedimiento es distinto. Los investigadores tuvieron que dejar caer lentamente aminoácidos activados por sulfuro de carbonilo en el tubo de ensayo a lo largo de varias horas. Estas condiciones remedan lo que pudo haber sucedido en los tiempos de la abiogénesis en un proceso que pudo durar incluso años en el que un flujo de compuestos químicos frescos se iban cayendo a la sopa primordial.
La propuesta de que los estructuras amiloides podrían ser buenas candidatas para la abiogénesis se debe que son capaces de realizar ciertas funciones químicas. Así por ejemplo, ya el año pasado Riek y su equipo descubrieron que estas estructuras son capaces de dividir ésteres.
Sin embargo, hay algo que todavía falta demostrar para considerar a estas estructuras buenas candidatas: su posible capacidad de replicación. Es decir, si son capaces de replicarse como lo hace el ADN o el ARN. De momento no hay experimentos que demuestren este punto.
Hace ya mucho tiempo se propuso que las primeras moléculas que dieron origen a la vida serían las de ARN, es lo que llamó “mundo de ARN”. La razón de elegir el ARN frente al ADN es que el primero presenta cierta capacidad catalítica.
No obstante, se empieza a pensar que quizás no se dio tal mundo de ARN, pues las moléculas de ARN biológicamente funcionales son muy grandes y complejas y es difícil pensar en un método que forme tales moléculas de forma espontánea. Por otro lado, las amiloides más simples poseen ciertas propiedades químicas interesantes. Además son más estables que el ARN en los ambientes duros, como los que reinaban en aquel entonces. Incluso los bloques constituyentes del ARN son más complejos que los que forman las amiloides. Por estas razones se propone a estas candidatas como precursoras de la vida desde hace un tiempo. Ya veremos si finalmente ganan la carrera.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5047
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Imagen: ETH Zurich / Jason Greenwald.
7 Comentarios
RSS feed for comments on this post.
Lo sentimos, esta noticia está ya cerrada a comentarios.
lunes 19 septiembre, 2016 @ 12:55 am
Mi querido Neo:
¿Qué efectos tendría el impacto con uno de esos pedruscos de 1000 km que caían durante el Gran Bombardeo? ¿Ni siquiera podría sobrevivir algún unicelular que estuviese en el polo opuesto al impacto y que viviese en el fondo del océano o alguno que viviese a varios kilómetros de profundidad en el subsuelo terrestre?
Es que a mí también me intriga saber si puedo situar el hipotético origen en las fechas que usted se ha atrevido a señalar: hace 3.800 millones de años.
Un gran abrazo y otra gran felicitación de nuevo, porque esta noticia está excelentemente planteada y se puede situar entre las mejores.
lunes 19 septiembre, 2016 @ 7:50 am
Yo no veo que Neo sitúe ese comienzo hace 3800 Ma, pero sí, pudo ser hace 3800 o 3900 Ma, lo que quiere decir que la vida comenzó muy pronto, dado que situamos la formación de la Tierra-Luna tras el impacto de Theia, hace unos 4500 Ma. Unos cientos de Ma más tarde se daría el Gran Bombardeo al que te refieres. Eso hace posible lo que dices y creo que la vida incipiente debió poder resistir esa avalancha, al menos en algunos lugares y extenderse más tarde, tal como las condiciones ambientales se lo fueran permitiendo.
Como tú, considero que la vía que propone el artículo puede ser muy posible y abre un nuevo camino a la investigación.
lunes 19 septiembre, 2016 @ 9:41 am
Puede fueran precisamente los meteoritos los que trajeran la energía y los materiales necesarios para la vida. El bombradeo terminó en esa época.
recientemente hemos visto que se propone un origen de la vida incluso anterior:
http://neofronteras.com/?p=5016
lunes 19 septiembre, 2016 @ 8:07 pm
Mi querido amigo Tomás:
Lo dice al final del tercer párrafo.
Sin embargo, no creas que me acaba de convencer la hipótesis de la noticia ni tampoco la de las HAL: no es porque desestime por completo que ese pudo ser el origen, sino porque aunque sean ciertas, seguirían sin explicar como fueron avanzando en complejidad las moléculas de ARN o quizás ADN.
De todos modos me ha resultado de provecho cuando he repasado las funciones de la beta-amiloide en nuestro organismo.
Muchos ánimos.
martes 20 septiembre, 2016 @ 12:26 am
Meditando, me estaba quedando fascinado con la inimaginable cantidad de acontecimientos improbables que se han tenido que producir para que ahora estemos hablando de ello. Solo un minuto y cuarto:
https://www.youtube.com/watch?v=mnp0nHWmy-Y
Y es que en ese sentimiento de asombro y fascinación, es difícil que no coincidamos todos.
martes 20 septiembre, 2016 @ 7:21 am
Mi querido Miguel: En ambos casos tienes razón. En el primero me asombra el no haberme dado cuenta. En el segundo, ese reconocimiento retrocede hasta Dawkins. En relación con el discurso de R. D., una vez calculé, concretamente, que cada cigoto hombre-mujer posibilita nada menos que 2^46 = 70.386.744.177.664 -¡más de setenta billones!- de seres diferentes, y sólo uno de ellos somos tú o yo o cualquier ser humano. Lo tengo apuntado, con su deducción, en un libro entre los más queridos. Para ti será sencillo su extenso y didáctico contenido, pero para mí es inmejorable para alguien que desee saber algo de la ciencia de que trata. Se llama «Biopsicología» y el autor es John P. J. Pinel. Las ilustraciones son magníficas y creo recordar que las hizo su esposa. Claro que con esa cifra me estoy refiriendo solo a un acto sexual en una pareja y a un cigoto. Habría que considerar los muchos óvulos posibles y los muchísimos espermatozoides que se quedan en el camino. No digo si intentamos averiguar toda su vida y las circunstancias que les llevaron a conocerse y aceptarse como pareja, además de que cada uno es consecuencia de la probabilidad de esa cifra… ¡puf!
Un fuerte abrazo.
martes 20 septiembre, 2016 @ 7:23 am
Gracias maestro Neo por recordarme el artículo.