Malvaviscos y éxito
No consiguen reproducir los resultados del artículo de Walter Mischel de 1990.
En 1990 se publicó un interesante experimento de Psicología realizado con niños en la década de los sesenta por el equipo de Walter Mischel (Stanford University).
En este experimento se colocaba un marshmallow, malvavisco o nube de azúcar delante de un niño pequeño. Se le decía que si esperaba 15 minutos sin comérselo se le daría una segunda y suculenta nube. Para excitar aún más la tentación, el experimentador salía de la habitación y dejaba al niño solo delante de la golosina.
Algunos niños sí podían resistir la tentación y recibían su recompensa. Otros no la recibían, porque no habían resistido y se habían comido la primera nube.
Luego estos investigadores hicieron un seguimiento durante años de estos niños y anotaron el éxito que habían tenido en la vida. La idea era que los niños que no se habían comido la primera nube tenían más autocontrol y no se regían por impulsos, algo que sería bueno para su éxito social y laboral futuro.
Resulto que, efectivamente, era así y que los niños que se autocontrolaron tuvieron más éxito en su vida posterior, principalmente mejores ingresos económicos, que los que se comieron la primera nube. La gratificación en diferido sugería que la capacidad de mantener el control conformaba el trasfondo social y económico del niño y que esto le ayuda en su éxito en la vida. Por tanto, esta gratificación en diferido parecía ser un buen indicador del éxito futuro.
Este experimento fue popularizado en España hace unos pocos años por un infausto «divulgador» de cuyo nombre es mejor no acordarse.
El experimento no sólo es bonito, nos da una lección de lo que es importante en la vida para tener éxito. Si te sacrificas un poco en el presente puedes tener un futuro mejor. Lástima que sea falso y sesgado.
Ahora Tyler Watts (NYU), Greg Duncan y Hoanan Quan (ambos de UC Irvine) publican un artículo en el que rescatan el experimento del malvavisco. De entrada, en el artículo original había problemas estadísticos, como una muestra pequeña (90 niños) y un muestreo sesgado, pues todos los niños eran de la guardería del campus de Stanford.
En este segundo estudio se hizo el experimento con 900 niños y se trató de representar mejor la sociedad con niños procedentes de distintos estratos sociales, razas, formación de los padres, etc. También se tuvo en cuenta los ingresos de la familia.
Resulta que la gratificación en diferido no es un buen indicador del éxito a largo plazo, sino que es más bien el trasfondo económico de su familia lo verdaderamente importante. De nuevo, la psicología del individuo no es tan importante como las circunstancias en las que vive y, en este caso, pueden determinar más la vida y futuro de un niño.
Según el estudio actual, entre aquellos niños que tienen una madre universitaria, esperar o no a la segunda nube no tiene efecto a largo plazo. Lo mismo entre madres sin estudios superiores. No había diferencia cuando se tenía en cuenta el ambiente en el que vivía el niño a los 3 años de edad, tanto cultural como económico. Este ambiente se midió mediante sistemas estándar objetivos. Así, por ejemplo, uno de estos indicadores del ambienten que los investigadores tuvieron en cuenta fue el número de libros a la vista en la casa familiar.
Esta falta en la reproducción de los resultados del estudio de 1990 indicaría que los niños pobres estarían más motivados a comerse la golosina que los niños de familias más ricas. Un niño pobre está mejor adaptado al entorno si aprovecha lo antes posibles los recursos que se le ofrecen, no las posibles recompensas futuras. Simplemente, tienen una necesidad financiera superior a la de los hijos de la gente rica. La segunda nube es irrelevante porque cree que la primera puede desaparecer. Además, hay un factor educacional. Parece ser que los padres pobres suelen «comprar» más frecuentemente la felicidad de sus hijos con golosinas que los ricos, por lo que les acostumbran a ello. Es lo que les resulta más fácil.
Los hijos de los ricos estarían más acostumbrados a controlar la tentación. Saben que la recompensa siempre llega porque sus padres tienen recursos para ello y están acostumbrados. Les educan para esperar una recompensa futura. Pero son precisamente estos niños, gracias al dinero e influencia de su familia, los que tendrían un mayor éxito financiero a largo plazo. Esto explicaría los resultados del estudio de 1990.
Algo similar fue expuesto por Eldar Shafir y Sendhil Mullainathan en su libro de 2013: Scarcity: Why Having Too Little Means So Much. La pobreza hace que la gente piense y trabaje a corto plazo y no a largo plazo.
Quizás sea esta la razón por la que la gente en ciertos países «pesca» en los arrecifes con dinamita o cianuro. Les es más importante ese beneficio a corto plazo que la supervivencia futura de ellos y de toda la comunidad a la que pertenecen.
En su libro The Making of a Teenage Service Class: Poverty and Mobility in an American City, Ranita Ray (University of Nevada) expone cómo los adolescentes que tienen trabajos con largas jornadas laborales mal pagados, con los que se mantienen a ellos y a sus familias, pueden llegar a comprarse tinte para el pelo, salir de marcha por ahí o consumir ropa de moda u otras cosas superfluas, pese a que no tienen dinero para comer.
Aunque estos comportamientos adolescentes, o el comer unos dulces, pueda parecer frívolo, al final son los únicos caprichos que las familias pobres se pueden permitir. Un placer instantáneo en el presente que les hace sentir la vida más soportable, especialmente cuando no tienen garantía de un futuro mejor. Quizás es esa gratificación, esa «golosina», la que necesitan para seguir adelante con sus vidas. Incluso en la España de la crisis post-burbuja, los bares seguían estando llenos los fines de semana.
Obviamente se necesitan más estudios al respecto. Además, las circunstancias socio-económicas generales pueden haber cambiado desde que se hizo el estudio publicado por Walter Mischel.
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Fuentes y referencias:
Artículo original nuevo.
Artículo original antiguo.
Foto: Wikimedia commons.
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jueves 7 junio, 2018 @ 10:00 pm
Otro vídeo interesante:
https://youtu.be/b7uNHbpwKwI
jueves 7 junio, 2018 @ 11:32 pm
Similar a cuando se hicieron los primeros test de inteligencia, ya preconcebidos para que confirmasen los paradigmas, para llegar a la conclusión de que el cerebro más inteligente es varón, de raza anglosajona, bien acomodado y de ideología conservadora.
viernes 8 junio, 2018 @ 2:31 pm
Pues me temo que la interpretación también está sesgada por un prejuicio previo de tipo social. Habría que preguntarse también si se comportan así por ser pobres o si son pobres porque se comportan así. Si, la segunda pregunta no es políticamente correcta;pero ¿debe regirse la ciencia por lo políticamente correcto? si la respuesta es sí, entonces no hay más que hablar, pero despidámonos de los hermosos discursos sobre la objetividad científica.
viernes 8 junio, 2018 @ 4:18 pm
El artículo implícita (y explícitamente) lo dice bien claro: la condición social es la presión evolutiva que induce el patrón de conducta. Es exactamente lo mismo que ha pasado siempre en la naturaleza, cada uno hace lo que tiene que hacer.
Ahora la pregunta siguiente es obvia: por qué emergen en nuestra especie rutas evolutivas autodestructivas.
viernes 8 junio, 2018 @ 4:36 pm
Quico:
Difícilmente un niño de 3 años es pobre por comportarse así. Es pobre porque sus padres son pobres. Son estos lo que podría tener la culpa, no el niño. Por otro lado, la pobreza se hereda, pero no genéticamente. Un ejemplo de idiota rico lo tenemos con Trump, simplemente heredó su fortuna.
viernes 8 junio, 2018 @ 4:48 pm
Dr.Thriller:
No sé si es aplicable a este caso, pero rutas autodestructivas pueden darse a nivel de especie a largo plazo, pero no a nivel individual. Nuestro egoísmo individual nos beneficia, pero condena a nuestra especie y a muchas otras
Por otro lado, muchas cosas depende de otras. La evolución puede favorecer un rasgo positivo y a la vez algo negativo si el peso de esto es menor. Un rockero famoso puede darle a las drogas y morir joven, pero tener un éxito reproductor tremendo.
Un hombre tiene pezones aunque no dé de mamar, simplemente la evolución no tiene manera de deshacerse de ellos porque forman del plan embrionario común.
Pero el resultado del post no tiene lectura desde el punto de vista de la evolución, sino de la Psicología social. Posiblemente los pobres tercermunditas adoptados por ricos tendrán éxito en la vida. Aunque también se han descubierto alteraciones epigenéticas a consecuencia de posguerras y la escasez de alimentos asociada.
sábado 9 junio, 2018 @ 2:36 am
Un saludo, Quico: el primer estudio tenía una muestra más sesgada, no solo por ser más pequeña, sino porque los 90 niños iban al mismo colegio.
La ciencia debe tratar de eludir los sesgos y ser lo más objetiva posible, por eso denunciamos esos primeros test de inteligencia que ya se diseñaban para demostrar lo que se quería demostrar.
sábado 9 junio, 2018 @ 3:21 am
Muy buena lectura, querido Neo, una opinión que comparto y también Dr. Thriller : hemos hecho muchas críticas, y muy destructivas ,al darwinismo social y al determinismo genético cuando se refiere a la inteligencia.
Ni la raza, ni el estatus social, ni los genes tienen relación con la inteligencia. Ni siquiera hay correlación entre la inteligencia de los padres y la de los hijos, como señala Gould en «La falsa medida del hombre». Si alcanzan un estatus similar a la de los padres, sería por moverse en el mismo medio.
domingo 10 junio, 2018 @ 10:17 pm
Bueno, la idea, a ver si consigo expresarla, viene siendo esta.
Durante mucho tiempo, siempre se ha buscado una diferencia cualitativa entre la especie humana y otros animales (evolutivamente próximos o no), en algún tipo o tipos de características fisiológicas, algo así como un fenotipo exclusivo. Algo de nuestro cerebro, de nuestra forma de hablar, ciertamente parece que única aunque no tan diferente como pensamos, o algo en esta línea. En el pasado esta visión era aún más agresiva, trazando enormes diferencias entre un humano y cualquier otro animal.
Empiezan a acumulársenos los indicios de que lo que haya de esto a este nivel, es tan sutil que por si mismo no explica nada.
Por otro lado, la enorme diferencia que sí vemos empíricamente entre los humanos y *cualquier* otro animal es la *escala* de las sociedades que hemos creado. Inicialmente, deberíamos ir en clanes de entre 50-100 personas, como las civilizaciones neolíticas, sin perjuicio de sinergias puntuales (alianzas con fecha de caducidad) e intercambio genético. Esto también se ve en la naturaleza por doquier, no somos los únicos ni de lejos. Pero a medida que las sociedades se volvían complejas y «más civilizadas», la cantidad de recursos humanos se disparó exponencialmente. Roma se impuso, como cualquier otro imperio, porque absorbía RRHH sin parar venciendo por desgaste o simplemente atropellando. Sólo recientemente la tecnología ha permitido a la civilización occidental imponerse (y absorber) a otras civilizaciones.
Es decir, ni siquiera es importante la tecnología, sino nuestra capacidad de articularnos en sociedades gigantescas de millones de inviduos, ninguna especie jamás ha reunido al 10% de sus miembros, como cualquier imperio clásico, en una estructura colectiva, es esto lo que nos hace dañar el medio ambiente, la cantidad de RRHH humanos que articulamos y desatamos con muy poco autocontrol, y ningún instinto (porque no hay precedente). Si las hormigas p.ej. tuvieran esa capacidad, de articular millones de colonias en una única metaestructura social, está fuera de duda que no tendríamos mucho que hacer para competir con ellas.
Por tanto, nuestra ventaja evolutiva está en nuestros lazos sociales, que pueden expandirse mucho más allá que en cualquier otra especie. Y de esto, es lo que menos sabemos. Y creo que sí, que esto interfiere con todo el circo evolutivo, porque de entrada nos aisla del entorno y no nos permite adaptarnos a él, dado que hacemos exactamente lo contrario.
domingo 10 junio, 2018 @ 10:26 pm
Y por cierto, *todas* las culturas y civilizaciones que hemos creado, han acabado como el rosario de la Aurora, dándose el batacazo o implosionando (me pregunto si los primeros seres vivos tal y como los conocemos inicialmente también se expandirían hasta chocar con las paredes del sistema en que se insertaban, lo del equilibrio por competición debió llegar después). Sí, en los libros de historia a veces se dice que A viene apretándole las tuercas a B, pero ya se sabe que B no se va al garete porque venga A, sino que A viene precisamente porque B se va al garete. Por sí mismo mismamente.
¿Qué relación tiene todo esto con los malvaviscos? Que seguramente estas hipersociedades que creamos atropellan cualquier regla innata social que traemos de serie, como a mi juicio demuestra el experimento.
martes 12 junio, 2018 @ 1:05 pm
Parece que el destino final de todas las especies vivas, es la extinción
Hay un estudio de un dentista (no recuerdo su nombre), que relaciona la inteligencia con una buena alimentación. Si antes de la reproducción sexual, los padres estan bien alimentados, los hijos no tendran problemas intelectuales de mayores; además serán más equilibrados de mayores, que los padres que no se alimentaron bien.
Además, la gente que les sobra el dinero, y llevan una vida desahogada, se aburren, y se ponen a pensar en cosas raras. Como las ideoas del plan Calergi. El Conde Frankmason Richard von Coudenhove-calergi. El principal problema radica en el hecho de que lo que calergi pedía no sólo la destrucción de los estados-naciones europeas sino también el etnocidio deliberado de la raza indígena, en su mayoría caucásica, del continente europeo.
Esto que él propuso debe hacerse a través de la migración masiva forzada para crear una masa homogénea indiferenciada de siervos para ser dominada por una élite rica que se autoelecciona.
(Para más info., ver el tema: El genocida plan calergi de destruir a las naciones y pueblos indigenas de europa. adoninas)
martes 12 junio, 2018 @ 1:15 pm
«La práctica totalidad de especies animales y vegetales que han vivido en la Tierra están actualmente extinguidas y parece que la extinción es el destino final de todas las especies.»
https://oldcivilizations.wordpress.com/2011/10/06/grandes-extinciones-en-la-historia-de-la-tierra-%C2%BFpor-que-se-extinguieron-los-dinosaurios-12/
A saber como será nuestra extinsión, pues parece que no todas las que hubieron, fueron por impacto de meteorito.
El texto, continua comentando, que «La extinción del Cretácico-Terciario, durante la cual se extinguieron los dinosaurios, es la más conocida, pero la anterior extinción Permo-Triásica fue aún más catastrófica, causando la extinción de casi el 96% de las especies. Pero la extinción del Holoceno es una extinción que todavía está en marcha y que está asociada con la expansión de la humanidad. El ritmo de extinción actual es de 100 a 1.000 veces mayor que el ritmo medio, y hasta un 30% de las especies pueden estar extintas a mediados del siglo XXI. Las actividades humanas son actualmente la causa principal de esta extinción, que aún continúa, y es posible que el calentamiento global la acelere aún más en el futuro.»
miércoles 13 junio, 2018 @ 6:46 pm
Los bares siempre estarán llenos. Haya o no haya crisis. Los españoles se relacionan básicamente en los bares. Los amigos y las amigas se hacen principalmente en los bares, y si no se hacen ahí, es ahí dónde se profundizan las relaciones sean de amistad o de cualquier otro tipo.
En cuanto al artículo en sí, me parece bastante más acertado, por las razones que se citan en el propio estudio, que el de Walter Mischel.
De todos modos eso que se conoce como » sabiduría popular» establece que » no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» así que si te puedes zampar unos dulces hoy, ¿para qué esperar a un mañana que a lo peor ni llega? Es posible que los niños no razonen de esta manera en cuanto al mañana. Pero tampoco está mal hacer hoy lo que debes hacer, en lugar de posponerlo y posponerlo por pereza.
En cuanto a Trump, se puede echar pestes de él. Muchos americanos dicen estar contentos con él. Alegan que la tasa de paro es la más baja en la historia de ese país, que la economía marcha y que incluso parece haber conseguido lo que nunca se había conseguido, el acuerdo con el tirano norcoreano. Desde luego a mi no me parece ningún idiota. Trump, sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Otra cosa es que finalmente el mundo le estalle en las narices por distintas razones.Pero idiota no lo es. Y por otra parte a veces da la sensación de que el hecho de ser rico conduzca a la obligación de odiar a los ricos. Particularmente no me habría disgustado en absoluto heredar una fortuna,
jueves 14 junio, 2018 @ 9:13 am
Amigo Lluís: A cualquiera le gustaría heredar una fortuna o que le tocase la lotería. Pero ese tipo de cosas no es justicia social. Esta es, entre otras cosas, que todos tengan, al menos, un trabajo del que puedan vivir. Sabes que hoy en día, hay muchos que no alcanzan a cubrir sus necesidades ni aun teniendo trabajo.
Un abrazo.
jueves 14 junio, 2018 @ 3:01 pm
Voy romper una lanza en favor del artículo original. Se dice que todos los niños eran de la guardería del campus de Stanfor y que esto es muestreo sesgado. Creo que no lo es, si lo que se quiere es una muestra con poca variabilidad. Si la muestra es relativamnte homogenea en cuanto a variables ambientales los resultados deberian ser mas significativos. Si utilizamos una muestra mucho mayor pero más heterogenea, se generará mucho ruido. Me gustaria poder comparar los estadísticos de ambas pruebas par ver las distintas variabilidades. También seria interesante saber si en el segundo estudio se han comparado los resultados de subpoblaciones de, por ejemplo, razas.
En general, no doy mucho crédito a este tipo de estudios sicológicos o sociológicos (no se muy bien en que disciplina entrarían) porque dada la complejidad de las relaciones de cada individuo con el medio es fàcil que el experimentador tenga un sesgo cognitivo, que sólo se podria soslayar con una muestra verdaderamente enorme.
En cualquier caso, este artículo ha dado pié, una vez más, a un interesante debate.
Saludos.
viernes 15 junio, 2018 @ 2:34 am
¡Saludos cordiales, RicardM!, también es muy interesante lo que planteas. El artículo completo está disponible (sin inscripciones ni cuotas) al final de la noticia. Le he dado un repaso por encima y veo que publican en las primeras tablas los resultados en función del nivel de estudios de la madre, pero todavía no sé si desglosan los resultados por razas.
Tienes razón en que, para algunos estudios, interesa tener muestras lo más homogéneas posible, con la idea de reducir o eliminar algunos sesgos. Un buen ejemplo sería un estudio de longevidad sobre el que estuvimos hablando hace unos años: se había hecho con una muestra de unas 200 monjas y todas del mismo convento (se levantan y se acuestan a la misma hora, llevan el mismo régimen de vida, la misma dieta…).
Pero lo interesante de este estudio es que parece ser que el factor determinante de cara al estatus que va a alcanzar el niño, tiene más correlación con el medio del que procede que con el tiempo que es capaz de esperar la recompensa.
viernes 15 junio, 2018 @ 12:16 pm
Hola Miguel Angel (y resto de comentaristas). Hace tiempo que no aporto comentarios pero sigo a Neofronteras. No comento entre otras cosas porque la mayoria de las veces me «pisais» lo que voy a decir…
Dices «el factor determinante de cara al estatus que va a alcanzar el niño, tiene más correlación con el medio del que procede que con el tiempo que es capaz de esperar la recompensa». Yo diria que la respuesta a un efecto gratificante inmediato versus perspectiva de un efecto más gratificante todavia en el futuro, en niños, depende más del estado emocional del momento que de cualquier otro factor. Lo cual es de sentido común y me reafirma en mi opinión de que estos estudios aportan poca información relevante.
Los animales tienen una capacidad limitada de recordar y más limitada todavia de preveer. Para ellos casi todo es presente, por lo que optaran siempre por una gratificación inmediata. Asi que, hilando fino, podríamos suponer que los niños que esperan a la segunda golosina tienen más capacidad de previsión. Aun así, este factor no tiene necesariamente que favorecer el tener éxito en la vida (habría que definir qué es «tener éxito»…). Es bien sabido que, dentro de unos márgenes, el coeficient intelectual por si sólo no condiciona el estatus social (ahora me direis que el CI es un invento de los sicoanalistas freudianos…).
Saludos cordiales a todos.
viernes 15 junio, 2018 @ 9:34 pm
Lo de que los animales tienen una capacidad limitada de recordar, tengo que discrepar. Igual que muchos animales tienen sentidos más agudos que los humanos, algo que tampoco es sorprendente visto lo justitos que venimos de serie (y más bien esto último es lo llamativo), en mi opinión la capacidad de recordar de los animales también puede ser mayor que la nuestra, y suele serlo. Hay ejemplos a barullo, desde perros a elefantes a ratas y hasta insectos, en algunos casos recuerdos de décadas y a un nivel de detalle que llama la atención por ello. Tiendo a pensar que la memoria es bastante de serie y da para mucho, la diferencia naturalmente es la gestión.
Quiero seguir insistiendo que para mí la diferencia es que somos un animal súpersocial. Como individuos no tenemos nada particularmente diferente de animales próximos e incluso distantes, pero la forma de organizarnos eso sí es completamente diferente, y totalmente fuera de todo instinto. Y eso sí que marca la diferencia, como a mi juicio prueba este experimento. Hemos creado nuestro propio submedio ambiente, y presiona mucho de nuestro comportamiento, incluyendo la memoria de chorlito que tenemos a veces sobre todo a la hora de tragar con determinados comportamientos sociales de grupo. Absolutamente ningún animal hace algo remotamente parecido.
sábado 16 junio, 2018 @ 3:51 am
Amigo RicardM, yo también soy altamente escéptico con los estudios psicológicos. La respuesta cerebral está condicionada por muchos factores como los que has señalado (hora del día, estado de ánimo, tiempo atmosférico…), y supone un gran obstáculo de cara a intentar cualquier estudio.
Pero lo podemos pintar todavía más negro si tenemos en cuenta que hay factores que parecen tan poco relacionados con el fenómeno que queremos estudiar, que ni siquiera sospechamos que puedan influir. Como ejemplo, me viene a la memoria un estudio en el que se pedía a los voluntarios escribir las dos últimas cifras de su carnet de identidad antes de que entrasen a pujar en una subasta: los resultados reportaron que los que habían escrito cifras más altas antes de entrar en la subasta, pujaban más fuerte durante la misma.
Sobre la memoria y la inmediatez de los animales, hasta hace un par de décadas, se interpretaba en la dirección que señalas. Pero en las últimas décadas se han realizando estudios que han cambiado esa perpectiva, de modo que coincido con Dr. Thriller: a los ejemplos que aporta, podríamos añadir la noticia de las mangostas que ha publicado Neo, o esta otra de los cuervos de Nueva Caledonia (capaces de esperar hasta 17 horas por una recompensa mayor):
http://neofronteras.com/?p=5636
Algunos libros de divulgación científica, como el de Sapolsky «¿Por qué las cebras no tienen úlcera?», seguramente han contribuído a que no se abandone del todo la idea q
sábado 16 junio, 2018 @ 4:00 am
(Le he dado a enviar, sin querer), decía que han contribuído a que no se abandone del todo la idea de la inmediatez y escasa persistencia de la memoria en animales. Pero yo creo que sería una interpretación errónea, porque no es que la cebra olvide que el león la puede devorar, sino que muy probablemente lo que hace su cerebro es evitar la respuesta de lucha-huída, hasta que el león está lo suficientemente cerca para constituir una amenaza.
sábado 16 junio, 2018 @ 10:11 am
Añorado RicardM: Como envías saludos cordiales a todos, me considero incluido, por lo que te estoy altamente agradecido.
Saludos que te devuelvo con satisfacción y con la alegría de que nos vuelvas a ilustrar con tus comentarios.
lunes 18 junio, 2018 @ 12:18 pm
Miguel Angel y Dr., gracias por vuestras aportaciones.
Algunas puntualizaciones (más que discrepancias). Una cosa es tener recuerdos y otra tener memoria. Tener recuerdos es mental. Tener memoria es fisiológico. Entiendo por recuerdos «representar» (hacer presentes) experiencias previas, más allà de las asociaciones mas o menos pavlovianas. Es en este sentido que mencioné la limitada capacidad de recordar de los animales en comparación con los humanos. Limitada más en la diversidad de los recuerdos (ligada a la diversidad de conexiones sinápticas) que en la duración del recuerdo (ligada a la permanencia en el tiempo de tales conexiones).
Me salgo un poco del tema, pero me parece interesante un reciente estudio sobre la utilidad de «olvidar» en los humanos a la hora de la adopción de decisiones más inteligentes.
https://www.cell.com/neuron/fulltext/S0896-6273(17)30365-3
Por otro lado, a mi no parece que Sapolski diga que las cebras olviden al leon cuando no está. Lo que dice es que su sistema de estrés queda en «stand by»en ausencia del leon, (cosa que nosotros no hacemos, porque siempre estamos alerta, por si el león). Al menos es lo que yo entendí. Es verdad que el libro de Sapolski deberia revisarse con nuevas investigaciones, entre otras cosas porque el se basó mucho en la conducta de los simios. Pero la idea general sigue vigente.
Saludos.
(un saludo muy especial a Tomás)
lunes 18 junio, 2018 @ 12:24 pm
Dr. Thriller: Muy de acuerdo con tu analisis. Aludiendo a tu pàrrafo final, nos pasa lo que nos pasa como especie porque lo que recordamos porque lo que recordamos nos da igual. No respondemos adecuadamente a estos recuerdos (como sí hacen los animales). El ser humano es el único animal que hace estupideces (hacemos…) a sabiendas de que son estupideces y que, además, dichas estupideces redundan en perjuicio propio (no voy a poner ejemplos…).
martes 19 junio, 2018 @ 8:58 am
Muchísimas gracias por ese saludo especial que me envías, añorado RicardM, que me compensa de tu larga ausencia.
Un fuerte abrazo.
viernes 22 junio, 2018 @ 1:36 am
Gracias a ti y a todos por cada comentario. El silencio está muy bien para meditar, tiene la pega de que uno sólo se oye a sí mismo. Otra rebuznancia que subraya nuestro rol de animal supersocial.
La diferencia entre recuerdo y memoria no me atrevo a resolverla. Los recuerdos no son fiables, los reconstruimos continuamente a partir de unos anclajes en parte de asociación emocional, sin embargo efectivamente deben tener algún registro físico «duro», porque a veces los recuerdos cambian espectacularmente en su interpretación. Pero la memoria es algo dinámico, no es una base de datos pasiva ROM, en mi opinión se parece más a una simulación corriendo en segundo plano todo el tiempo presta a ser consultada, y susceptible de ser reanalizada y reconstruida a la luz de nuevas o diferentes necesidades.
Con otras palabras, ya no es que individuos diferentes interpretemos el mismo hecho, convenido hasta sus últimos pormenores, de forma no sólo diferente, sino radicalmente diferente, sino que nosotros mismos podemos hacerlo (y así lo hacemos) en diferentes momentos de nuestras vidas, y si para ello el recuerdo debe ser reconstruido a un punto rayano la deturpación pura y dura, anchas son las dendritas y tirando sinapsis.
No sabemos hasta que punto los animales hacen cosas similares, seguramente tienen la capacidad, pero no deben tener tanta necesidad como nosotros. Nuestra organización social sí nos la demanda.
viernes 22 junio, 2018 @ 1:01 pm
Pienso, amigo Dr. que el recuerdo es episódico, más o menos puntual y más o menos modificado por otras vivencias o por el simple transcurrir del tiempo. Sin embargo, memoria es una capacidad, una facultad extensa que incluye infinidad de recuerdos.
domingo 1 julio, 2018 @ 9:33 am
Supongo que la memoria está hecha de recuerdos y es la colectividad de individualidades, pero como todo es un caldero y todo ebulle (está vivo), no sé dónde termina el sentido de distinguir una cosa de la otra.
Pongamos un ejemplo que siempre está estupendo para liar más las cosas (me voy a instalar un cosómetro, o contador de «cosas»). Supongamos que tenemos un recuerdo prístino, digamos de algún momento importante de nuestras vidas, positivo, asociado con fuertes sentimientos. En un momento ulterior, dado que la vida es aprender sin descanso hasta morir, determinados aspectos de ese recuerdo son reanalizados de otra manera porque lo que pensábamos que era así, es de este otra manera, todo ello sin modificar la foto. Vamos a enturbiarlo aún más. Por una serie de razones, la primera vez que vi Vértigo, de Hitchcock, la película me pareció una solemne tontería con un argumento estúpido, y la vi en la tele, pantalla pequeña. Años después, la vi, con el mismo doblaje (franquista, creo, por la calidad del audio sobre todo, ni que lo deterioraran adrede), pero en una minisala moderna de digamos un cineclub. Por un lado ya veía las cosas de muy otra manera, por otro la pantalla más grande me permitía ver unos detalles que de otro modo no había visto. El «recuerdo», la película, era exactamente el mismo, el procesado de la información había cambiado completamente. Donde antes veía tontería y morbo barato, ahora veía angustia y la búsqueda de respuestas, y en mi opinión, un hombre atenazado por el miedo a la pérdida que rehúye aceptar la respuesta evidentemente. Todo un cambio, claro, aunque el cine es lo que tiene, embrollar y que cada cual vea lo que quiera, que para eso es un arte.
La memoria tiene que absorber todo esto. Y un recuerdo tiene el potencial de reconfigurar la memoria a gran escala. Porque recuerdo y memoria vienen siendo eso, pote a ebullir.
lunes 2 julio, 2018 @ 9:43 am
Pues hablando de cine, yo soy un forofo indomable, y siempre ando buscando una peli que vi en mi juventud y que podía muy bien ser de Hitchcock en la que se da un «déjà vu» por parte de Edward G. Robinson al entrar en una habitación y darle al interruptor. Pero no sé su título ni estoy seguro de su director. Si alguien me echa una mano, agradecido.
lunes 2 julio, 2018 @ 1:53 pm
Dr.Thriller:
Hay dos cuestiones diferentes. La primera sobre los recuerdos.
El recuerdo mejor conservado es el que no se evoca nunca. Cada vez que recordamos recreamos ese recuerdo y lo modificamos un poco, al final se parece poco al original. Esto se puede comprobar con fotos e imágenes de archivo de otros tiempos, tanto personales como sociales. Al verlas nos sorprende porque no son como las recordamos. Como esas imágenes son objetivas, lo que es subjetivo son los recuerdos.
De vez cuando evocamos un recuerdo de algo que nunca recordamos y vemos que es muy vívido, prístino. Eso se debe a que casi nunca ha sido recordado y no lo hemos cambiado mucho.
El cine es otra cosa. Cada película (o novela) nos dice algo (o nada) a ciertas edades. Puede que de jóvenes incluso no nos guste y, más tarde, nos apasione. También pasa al revés. Esa película idealizada de juventud puede que nos parezca una estupidez cuando somos adultos.
En cuanto a Vértigo es simple y llanamente una obra maestra. El amor obsesivo, el engaño, la ambición, el crimen, la condena de por vida… Todo ello en una atmósfera onírica en una ciudad de ensueño como San Francisco y su bahía. Personalmente fui a muchas de sus localizaciones, incluida la de la misión sin la torre de mentira. Todavía hay un pequeño museo con carruajes al lado que sale en esa película.
martes 3 julio, 2018 @ 8:02 am
Muy de acuerdo con la opinión cinéfila de Neo, para mi, Hicthcock es el maestro del suspense. Muchas de sus obras son extraordinarias y originalísimas, con tomas asombrosas y argumentos siempre sorprendentes. Dota a sus personajes de carácter, incluso a los secundarios y menos importantes, lo cual no es nada frecuente.
A mi entender está entre los cinco o diez más grandes del cine de todos los tiempos.