¿La primera exoluna?
Encuentran el primer candidato a exoluna que además en la zona de habitabilidad de la estrella.
Hay quien dice que si un titular está en forma de interrogación la respuesta es no. En este caso refleja la cautela con las que los científicos implicados expresan su resultado.
La justificación que quizás se podría dar es que últimamente hay demasiados titulares sensacionalistas relacionados con resultados científicos que luego hay que desmentir y esto socava la confianza del público en el método científico. Aunque la ciencia se va autocorrigiendo y el método científico, al fin y al cabo, consiste en una permanente verdad provisional, quizás no le falte razón a esta óptica.
El asunto de las exolunas es algo que se venía esperando desde que se lanzó la misión Kepler. Esto es algo que ya cubrimos en su día en NeoFronteras. Al final esta misión encontró numerosos exoplanetas por el método de tránsito, pero parecía que ninguna exoluna. Resultó que las estrellas tienen un brillo más irregular del esperado y los fallos de los volantes de inercia acortaron la misión primaria. Con los datos obtenidos sólo se pudo detectar planetas de periodo relativamente corto por falta de estadística suficiente.
Si hacenos caso a lo que sucede en nuestro Sistema Solar, cosa que no debería ser así pues lo que nos ha dicho Kepler es que esta es una mala política, las lunas abundan en la parte exterior del sistema, pero escasean en el interior. Nuestra Luna sería la excepción y fruto de un un evento improbable. O puede que las lunas abunden sólo alrededor de planetas de tipo joviano y no de tipo rocoso. En total hay unas 200 lunas en nuestro sistema y es de esperar que también sean abundantes en otros sistemas.
El caso es que los astrofícios Alex Teachey y David Kipping (Universidad de Columbia) tomaron los datos proporcionados por la misión Kepler y se pusieron a hacer una búsqueda de posibles exolunas alrededor de planetas asumiendo ciertas premisas de facilidad de encontrar esas lunas con la tecnología de Kepler. Al final llegaron a una lista reducida de casi 300 casos en la que no encontraron ninguna exoluna, salvo en un caso sospechoso: Kepler 1625b. Habían visto pequeñas desviaciones en su curva de luz que captaron su atención. Así lo publicaron en un artículo reciente.
Kepler 1625 es una estrella situada a 8000 años luz de nosotros que tiene de 4000 a 10000 millones de años de edad según la fuente. Es de clase espectral G5 y una temperatura superficial de 5548 K que es ligeramente inferior a la del Sol, posee una masa de 1,079 la del Sol, pero tiene un tamaño 1,79 veces superior. Kepler 1625b está a 0,85 UA de ella y la orbita con un periodo de 287 días.
Con esa posible existencia de exoluna pidieron tiempo para el telescopio espacial Hubble y se pusieron a observar la estrella Kepler 1625. Se esperaba 40 horas que fuera suficiente (mucho para lo que se suele conceder) para observa el tránsito de 19 horas de Kepler 1625b. Han encontraron indicios notables de que el planeta Kepler 1625b es orbitado por una luna masiva del tamaño de Neptuno. Para hacernos una idea, esta luna podría ser 10 veces más masiva que la Tierra y se encontraría a 3 millones de km de separación de su planeta. Tal luna gigante no tiene un análogo en nuestro Sistema Solar, aunque el ratio de masas entre el planeta y su supuesto satélite es similar a la de la Tierra y la Luna.
Kepler 1625b es un planeta gaseoso de tipo joviano con una masa varias veces la de Júpiter (de 6 a 12 veces) y no acto para la vida tal y como la conocemos, aunque esté en la zona de habitabilidad. Incluso podría tener tanta masa que fuera una enana marrón.
Estos astrofísicos vigilaron la intensidad de la luz de la estrella con el Hubble antes, durante el tránsito del planeta. Tres horas y media después de la esperada disminución de brillo provocada por Kepler 1625b se produjo otra más pequeña provocada por una supuesta luna suya. Además, comprobaron que el exoplaneta empezó su tránsito 1,25 horas antes de lo esperado, lo que apoyaría la existencia de la exoluna. Al fin y al cabo, para objetos tan masivos, hay un baricentro alrededor del cual orbitan y es este baricentro el que tiene un periodo orbital preciso. Pero este efecto de retraso también podría deberse a la existencia de otro (improbable) exoplaneta cercano.
De todos modos, exolunas de este tamaño, aunque sean escasas, son las más fáciles de detectar debido precisamente al fuerte tránsito que producen. Así que no es extraño el hallazgo, pues, de nuevo, tenemos un sesgo observacional. Si existen lunas más pequeñas entonces pasaron desapercibidas para Kepler.
Por desgracia, el tiempo asignado de observación terminó antes de que se completara el tránsito y se tuvieran más datos, así que no se puede confirmar, de momento, la existencia de la exoluna Kepler 1625b I.
Se estima que la exoluna tiene una masa de 1,5% la del planeta, lo que hace que se parezca al sistema Tierra-Luna, pero en nuestro caso de planeta rocoso se cree que la formación de la Luna se debió a un choque. Para objetos gaseosos como Kepler 1625b y su luna, la hipótesis de la colisión no proporcona una explicación, pues un choque no daría lugar a una nube de condensación.
Es una pena que ambos cuerpos sean de tipo gaseoso, pues al no ser rocosos no hay posibilidades de que haya vida tal y como la conocemos, pese a estar en la zona de habitabilidad. Pero exolunas rocosa de gran tamaño serían buenos candidatos a albergar vida. Entre otras cosas su órbita no enfrentarían una cara a su estrella, aunque esta fuera un enana roja y el planeta orbitara cerca de la misma.
Puede que todavía queden candidatos a exolunas en los datos de Kepler, así que los investigadores esperan que sean confirmadas por el Hubble o el futuro James Webb.
Kipping y Teachey han pedido de nuevo tiempo para observar Kepler 1625 y confían hacerlo en 2019. Esperan que, si la exoluna existe, puedan medir el tránsito limpio por separado de la luna.
La cámara WFC3 del Hubble que usaron para estas medidas es famosa por presentar caídas espurias de la señal, así que podría ser que no existiera. De momento se trata de un sólo caso de una exoluna un tanto singular que no ha sido realmente confirmada, así que no podemos echar las campanas al vuelo y ponernos a soñar, pero la luna de Endor parece cada vez más cercana.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Sobre exolunas.
Ilustraciones: Dan Durda.
3 Comentarios
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martes 9 octubre, 2018 @ 9:25 pm
¿Habrá exolunas de exolunas? La exoluna neptunesca puede tenerlas perfectamente estables. Aún más, dada la masa bestial puesta en juego, en los puntos de Lagrange bien podría haber cuerpos de tamaño muy respetable.
Y por supuesto, esto no se le ocurrió nunca, a nadie.
viernes 12 octubre, 2018 @ 8:50 pm
Yo no comparto que se llame exolunas a una luna de Júpiter -sea Europa por ejemplo-. Es un satélite o una luna, como podemos llamarla por extensión, pero entiendo por exoluna, el satélite de un exoplaneta. Si ello es conforme, el párrafo cuarto, línea quinta: «… hay unas doscientas exolunas en nuestro sistema…» es incorrecto; en nuestro sistema no hay exolunas.
Como supercompensación el artículo es precioso y, sobre todo la segunda foto.
Propongo mandar al espacio a Dr. para suplir o ayudar al Hubble a decubrir exolunas de exolunas e incluso exolunas de exolunas de exolunas, o sea exolunas al cuadrado o al cubo, o a la más alta potencia que se le ocurra a nuestro sagaz amigo.
Abrazotes para ambos: Neo y Dr.
sábado 13 octubre, 2018 @ 1:54 am
Era una errata. Ya está corregida. ¡Gracias!