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Condritas carbonáceas y agua terrestre

Área: Espacio — domingo, 17 de febrero de 2019

Los asteroides podrían haber contribuido con agua al impactar masivamente contra la Tierra hace 3800 millones de años.

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Vivimos en un planeta recubierto de mares y océanos, pero los científicos todavía no han conseguido aclarar de dónde procede este maravilloso compuesto, esencial para la vida tal y como la conocemos.

El problema es que la Tierra se formó demasiado cerca del Sol y esta cercanía y el calor presente durante su formación habría hecho desaparecer todos los volátiles, incluida el agua, que estaba en forma de hielo en tiempos previos.

Por esta razón se propuso que el agua vendría a la Tierra más tarde a bordo de cometas cuando estos impactaban con frecuencia sobre la misma. Lo malo es que la composición isotópica del agua terrestre no concuerda con la de los hielos de cometas estudiados por las sondas espaciales.

Ahora, un estudio de investigadores del CSIC señala que las condritas carbonáceas, que son un tipo de meteoritos ricos en compuestos de carbono, incorporan minerales hidratados además de esa materia orgánica, señalándolos como origen de esta agua. Los materiales de estas condritas provendrían de la parte externa del disco protoplanetario antes de que se formaran los planetas y restos de ese disco caerían en formar de meteoritos ahora sobre la Tierra, pero lo tuvieron que hacer con mucha mayor frecuencia en el pasado remoto, por lo que pudieron aportar agua y otros volátiles a nuestro mundo. Por tanto, estos objetos pudieron jugar un papel muy importante en el transporte de volátiles desde las zonas alejadas del disco protoplanetario hacia los planetas interiores.

Las condritas carbonaceas proceden de asteroides pequeños de no más de unos cientos de kilómetros de tamaño que nunca sufrieron diferenciación o fusión debido a su baja gravedad, al contrario que los planetas que sí lo sufrieron.

Este tipo de objetos serían un residuo de los planetesimales que se formaron al principio de la génesis del Sistema Solar, los «ladrillos» a partir de los cuales crecieron los planetas. Fragmentos de estos cuerpos caen de vez en cuando a la Tierra y pueden ser analizados por los científicos.

Para este estudio se analizaron condritas carbonáceas procedentes de la colección que tiene la NASA procedente de la Antártida. Allí, el hielo no sólo los conserva casi sin contaminar, sino que los hace muy visibles a los ojos del explorador experto (ver foto de cabecera) cuando el viento los desvela. También se analizaron muestras del meteorito Murchison que cayó en Australia en 1969 y del que cayó en Renazzo (Italia) en 1824. Con este estudio se pretendía ir más allá en la identificación de los procesos de incorporación de agua que se dieron en el disco protoplanetario.

La hipótesis que mantiene que las condritas carbonáceas fueron las que llevaron el agua a la Tierra no es de ahora, pero siempre se ha discutido si este aporte de agua fue o no efectivo como para aportar gran cantidad de agua.

El agua puede provenir de los cometas, como se ha dicho antes, o de asteroides hidratados. Ahora el aporte de agua por esta vía es despreciable, pero hace 4000 millones de años la población de asteroides era muy superior y caían con frecuencia a la produjo una gran desestabilización en el Sistema Solar a causa de una migración orbital de Júpiter y Saturno. Aquellos cuerpos que no fueron absorbidos por estos planetas gigantes terminaron cayendo hacia el Sistema Solar interior y produjeron un bombardeo intenso sobre los planetas de esa región, incluida la Tierra y la Luna. Es sobre la Luna en donde se pueden leer las huellas, en forma de cráteres de impacto, de este fenómeno.

En la Luna, Mercurio o Marte el aporte de volátiles mediante esta mecanismo terminó siendo estéril, pero no en la Tierra en donde había condiciones mejores para su conservación a largo plazo.

Los cálculos del estudio indican que, coincidiendo con ese bombardeo intenso, miles de millones de toneladas de condritas carbonáceas alcanzaron la Tierra hace 3800 millones de años y trajeron grandes cantidades de agua y otros volátiles en forma de minerales hidratados.

En la actualidad hay dos misiones espaciales que intentan traer muestras de asteroides primitivos: OSIRIS-Rex y Hayabusa 2. Los análisis de este estudio señalan la importancia de este tipo de misiones de retorno de muestras, que pueden dar acceso a un material mucho menos alterado que el de los meteoritos, que experimentan la entrada en la atmósfera terrestre y chocan contra el suelo de nuestro planeta.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Katherine Joy / ANSMET.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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3 Comentarios

  1. Miguel Ángel:

    Beautiful desolation!! No se me dan bien los viajes largos, pero siempre que veo imágenes como las de la foto me entran ganas de ir y contemplar esa luz poco intensa pero muy azulada que hay en los polos, similar a la luz actínica que suele usarse en los acuarios marinos. En los acuarios se suele usar porque es un espectro de luz que favorece solo a un tipo muy concreto de algas,que son beneficiosas para el crecimiento del coral del acuario, en detrimento de otras que usan más la parte roja, o anaranjada del espectro de la luz, y que pueden causar problemas.

  2. Dr.Thriller:

    Yo siempre he cuestionado el paradigma oficial en este caso. En realidad, se razona por analogía y con poca base empírica, lo cual como siempre tampoco quiere decir nada (per se). Hasta hace casi nada, el único conocimiento «profundo» que teníamos de astronomía planetaria era de nuestros vecinos próximos, que los vemos como cuerpos secos, empobrecidos en agua. En comparación, la Tierra tiene muchísima más, tanto de forma libre como hidratando minerales. Cuando nuestro conocimiento se amplió a otros mundos del sistema solar, vemos que por ejemplo los satélites más allá de Marte (mundos telúricos comparables) no es que tengan más agua, es que fundamentalmente están compuestos de agua. Si perdieran casi toda el agua que tienen la masa que restaría sería una fracción al menos inferior a la mitad de la masa que tienen en este momento. Si la analogía vale para unas cosas, vale para otras, entonces tenemos que concluir que Marte debería tener el doble de masa de la que tiene ahora, que cambia mucho la cosa, y la Tierra ni digamos.

    Como esto es difícil de digerir, se postula que los planetesimales o protoplanetas de la zona interior ya estaban muy empobrecidos en agua, a fin de cuentas la composición química de la zona interna del sistema solar es perfectamente diferenciable de la externa. Con todo, las cantidades de pérdida de agua siguen siendo colosales, y no deja de ser un poco un calzador decir que cuerpos ya empobrecidos en agua hidrataron la Tierra a base de un bombardeo masivo. Sí, claro, se supone que la Tierra (al menos su superficie) ya estaba lo suficientemente fría y el impacto tenía tal geometría que no toda el agua escapaba al espacio.

    A fin de cuentas la Tierra tiene la mayor masa y gravedad de los mundos interiores, parece lógico que retenga más agua y Venus pues es una cosa rara. También está más cerca del Sol (no dramáticamente más). Además, ahora tenemos otro problema: Ceres tiene demasiada agua para encajar con el paradigma que estoy discutiendo, es decir, el asteroide de mayor masa con diferencia y cuya órbita de la primordial de todo el cinturón, resulta que es un inmigrante de zonas externas. Han descubierto una mina con el baile de los planetas.

    Yo siempre he querido creer (es mi prejuicio) que el agua terrestre es interna en su composición mayoritaria y siempre lo ha sido. Además si nos guiamos por marcadores isotópicos, postular que es toda posterior crea más problemas de los que resuelve. Es más, yo sigo pensando que los mundos interiores tienen en sus interiores mucha más agua de lo que calculamos (aunque no, no tanta como los exteriores), y que lo que tenemos son procesos que resecan la superficie básicamente. En último término es nuestra ignorancia sobre los materiales en esas condiciones de presión y temperatura lo que marca las diferencias. Todos los modelos del interior de Júpiter se han ido a la basura (me temo que los de los interiores estelares se quedan en precario) y gracias a una sonda que aún no terminó su misión que no está teniendo lugar como se pretendía (y tampoco, resulta que Júpiter tampoco es tan seco como se pensaba), estoy esperando como el Santo Mandamiento los primeros datos de las tripas de Marte.

  3. tomás:

    Pero Dr., siendo los planetas resultado de la acreción de infinidad de cuerpos que tendrían su agua, es obligado que el interior planetario tenga importantes cantidades de agua y ambas procedencias no sean excluyentes.

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