NeoFronteras

Nueva idea sobre los fósiles precámbricos

Área: Paleontología — domingo, 31 de marzo de 2019

Proponen que los fósiles de la biota de Ediácara corresponderían al interior de los animales.

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La biota de Ediácara se encontró por primera vez en 1946 en Australia cuando el geólogo australiano Reginald C. Sprigg estaba explorando una zona montañosa en la ciudad de Adelaida conocida como Ediacara Hills.

Corresponde a fósiles de animales pluricelulares que vivieron en el periodo comprendido entre hace 570 y 540 millones de años y que precedieron a los que aparecieron en la explosión del Cámbrico.

Desde esa época se han ido descubriendo más fósiles de esta biota en sitios tan distantes entre sí como Namibia, Rusia, Australia o Canadá. Antes de ella las únicas huellas de vida pasada que se pueden encontrar a simple vista son los estromatolitos, estructuras formadas por las cianiobacterias.

Pero la fauna de Ediácara no parecer corresponderse con los antepasados de la fauna del Cámbrico. Los seres ediacarenses estaban muchas veces fijados al fondo, medraban en un ambiente pobre en oxígeno y se alimentaban de microorganismos, tanto de los que flotaban en el agua como de los que formaban tapetes microbianos al estilo de los estromatolitos. Los seres ediacarenses vivirían de microorganismos, del plancton, de detritus del fondo o de algas simbióticas.

La interpretación tradicional habla del «jardín» de Ediácara, de unos seres pasivos y simples sujetos al fondo de un mar somero. Según esta idea, se trataría de un mundo plácido y lento en donde casi no habría movimientos voluntarios ni depredación. A lo más, habría seres similares a las medusas flotando lentamente en las aguas y dejándose llevar por estas.

Pero una vez que apareció la depredación, estos seres, al ser presas fáciles, serían barridos de la existencia y desaparecerían para siempre. Al menos eso es lo que parece por su ausencia posterior en el registro fósil.

Sin embargo, la interpretación de estos fósiles no ha sido fácil e incluso algunos sostienen que se trata de líquenes que vivían en tierra firme.

Ahora se publica un estudio con la última teoría acerca de estos seres a cargo de científicos de Australian National University (ANU) y basado en el análisis de fósiles de Dickinsonia de hace 558 millones de años. Según este artículo, Dickinsonia potencialmente tendría boca y aparato digestivo, algo que se ha mantenido que sólo apareció después durante el Cámbrico.

Ilya Bobrovskiy, líder del estudio, dice que las propiedades físicas simples del sedimento explican la conservación de estos fósiles e implica que lo que vemos hoy en día no se parece a cómo era esta criatura cuando estaba viva. El descubrimiento abre nuevas posibilidades sobre cómo eran estos seres.

Al idea de la que parte estos investigadores es que el flujo de los sedimentos y las diferencias entre sedimentos podría explicar estos fósiles.

Los fósiles australianos son ricos en minerales con cualidades cementantes, mientras que los de Terranova son ricos en ceniza volcánica que fijó rápidamente, a la manera de un cemento rápido, la criatura que había muerto. Esto implicaría según Bobrovskiy que se necesitó algún mineral que cementase para poder obtener los fósiles.

Los fósiles rusos no han sido expuestos a cambios de temperatura o presión, a diferencia de los australianos de los Montes Flinders. Estos cambios alteran la roca y complican la labor de análisis.

De todos modos, lo fósiles ediacarense del mar Blanco ruso se parecen a los de los Montes Flinders y en ambos casos parece que dejaron su huella sobre los sedimentos del fondo.

Estos paleontólogos han resucitado una teoría de 1968 propuesta por Mary Wade. En lugar de que que estos fósiles se formaran al caerles sedimentos encima, proponen que los sedimentos que ya había en el fondo marino actuarían de conservante y rellenarían el espacio vacante según se descomponía.

Estos organismos eran de cuerpo blando y, al no tener partes duras como esqueletos o conchas, su fosilización es mucho más difícil. Al morir, el cuerpo de estos seres se descompondría en el fondo marino y los sedimentos de abajo gradualmente se fueron filtrando dentro rellenando el hueco y creándose un molde. Al final la arena rellenaría todo el espacio, se evitaría que el material colapsara y se permitiría la impresión.

Los fósiles del mar Blanco descansan sobre arcilla que es más fluido que la arenisca. Mientras que los fósiles de los Montes Flinders se formaron con arena fina de grano redondeado que también pudo fluir fácilmente. Todo ello encajaría con la nueva-vieja teoría.

Para ponerla a prueba Jochen Brocks usó un molde de la Estrella de la Muerte de Star War para hacer cubitos de hielo con esa forma y así mostrar la propiedades físicas de los sedimentos que permitieron los fósiles de Ediácara. Estos «cubitos» de hielo en proceso de fusión simulaban la descomposición del cuerpo de un ser de la biota de Ediácara.

En la simulación del mar Blanco, la Estrella de la Muerte de hielo se enterraba en una base de arcilla y bajo arena fina. Luego se aplicaba una presión que sería la equivalente a la producida por el peso de una capa de 40 cm de arena. En la simulación de los Montes Flinders se hacía lo mismo, pero con una base de arena de grano redondeado y una presión equivalente a 90 cm de arena.

En ambos casos el hielo se fundió y los sedimentos de la base, fuese arcillosa o arena, fluyeron hacia arriba, hacia el espacio vacante impidiéndose el colapso.

Sin embargo, la impresión final no fue el patrón en forma de ladrillos que tenía el «cubito» por fuera, sino la estructura interna en forma de cartón corrugado.

Por tanto, estos fósiles no representarían la superficie externa de los animales, sino su estructura interna que estaría formada por tejidos un poco más resistente.

«Ahora sabemos que estamos mirando a una impresión del esqueleto orgánico blando que puede que estuviera en cualquier parte del interior del cuerpo de Dickinsonia. Lo que vemos podría ser una parte anterior, interior o posterior del cuerpo», dice Bobrovskiy.

Según este investigador, Dickinsonia tenía diferentes tejidos y tendría que ser un animal verdadero, un Eumetazoa, el linaje que finalmente dio lugar a los seres humanos.

La idea ha sido bienvenida por la comunidad, pero no sin ciertas críticas. Así, Jim Gehling (South Australian Museum), que es un experto en este tipo de fósiles dice que la teoría falla a la hora de explicar la gran cantidad de fósiles encontrados entre los que se encuentran cuerpos doblados, cuerpos rasgados y signos de movimiento.

El tiempo dirá si esta nueva teoría finalmente es aceptada. Puede que ayude el hecho de que en el área australiana de Nilpena, limítrofe a los yacimientos ya conocidos, hay una gran cantidad de fósiles de esa época distribuidos en 60 especies. El área ya ha sido incluida dentro del parque de conservación Ediácara.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Ilya Bobrovskiy, Australian National University.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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5 Comentarios

  1. tomás:

    No entiendo por qué el encontrar «cuerpos doblados, cuerpos rasgados y signos de movimiento» se oponga a ser un Eumetazoa. Más bien me parece lo contrario, que favorecería esa posibilidad.

    En cuanto a que «lo que vemos podría ser una parte anterior, interior o posterior del cuerpo», parece incontestable. En muchos fósiles de peces y anuros el esqueleto suele ser lo más eminente pero, con frecuencia, puede notarse una mancha que lo rodea y que, evidentemente, pertenece a lo que hubo de ser el cuerpo. Ahí tenemos claramente visibles, incluso para los que no somos expertos, dos tipos de tejidos diferentes.

  2. tomás:

    Al decir «el cuerpo» me refiero al resto no esquelético, es decir a los tejidos blandos.

  3. RicardM:

    Los organismos vivos de Ediacara siempre me han resultado fascinantes, porque pienso que su estudio es lo mas parecido a estudiar vida extraterrestre que podemos hacer sin salir fuera de casa. He recurrido al artículo original para hacerme una idea de la propuesta sobre el mecanismo de fosilización de Dickinsonia. El modelo del «cubito» de Death Star no sólo es muy clarificador, también le da un toque de amenidad (cosa que los profanos en la materia agradecemos). La idea que me llevo es que el buen entendimiento de los procesos de fosilización es esencial para interpretar la morfología de seres extintos. Ahora resulta que el aspecto externo de Dickinsonia puede ser totalmente diferente a como se muestra en las innumerables ilustraciones sobre la biota de Diacara.

    Saludos cordiales

  4. RicardM:

    Por otro parte, me uno al amigo Tomás en que encontrar fósiles de Dickinsonia rasgados o doblados no cuestiona en absoluto la posibilidad de que se trate de algún tipo de esqueleto interno.

  5. Miguel Ángel:

    Efectivamente, y la hipótesis que se plantea en un primer vistazo al titular la suponía poco probable, pero después de leer la noticia ya no tengo motivos para considerarla marginal.

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