NeoFronteras

Sobre el cáncer facial de los demonios de Tasmania

Área: Biología,Medicina — jueves, 26 de noviembre de 2020

Estudian la evolución del cáncer que afecta a los demonios de Tasmania que ha puesto a la especie al borde de la extinción.

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A veces, la Naturaleza es la vez terrible y fascinante. El caso del tumor facial que afecta a los demonios de Tasmania es uno de esos casos. Un caso que ya hemos visto en el pasado en NeoFronteras.

Todos sabemos ya cómo funciona los cánceres convencionales. Una célula del cuerpo empieza a dividirse sin control por una mutación y, si el sistema inmunitario no para su proliferación, las células resultantes terminan invadiendo todo el cuerpo y matando al individuo que las porta.

Estas células, son muy similares a las normales del propio cuerpo y además usan sistemas de camuflaje que hacen que pasen desapercibidas al sistema inmunitario. También pueden mutar y evolucionar, lo que hace el trabajo del sistema inmune aún más difícil.

Casi no se conocen casos de cánceres transmisibles o contagiosos, entre otras cosas porque un célula ajena es fácilmente distinguible por el sistema inmune y es destruida fácilmente por mucho que prolifere. Así que casi no hay casos de cánceres transmisibles. Uno de ellos (DFT1) es el que afecta a los demonios de Tasmania.

Estos animales son unos marsupiales carnívoros que bien en la isla de Tasmania. Su población no era muy elevada cuando esta enfermedad apareció hace más de dos décadas, pero ahora ya están en serio peligro de extinción.

Según un estudio recientemente publicado por Young Mi Kwon, Kevin Gori y Elizabeth Murchison (Universidad de Cambridge), este cáncer ha estado evolucionando durante estas dos décadas, con algunos linajes reemplazando a otros. El trabajo podría ayudar a salvar esta especie y a saber más sobre la evolución de cánceres convencionales que afectan al ser humano.

El cáncer DFT1 de los demonios de Tasmania se observó por primera vez en los noventa del pasado siglo y desde entonces se ha extendido por toda la isla gracias al comportamiento social o los mordiscos de estos animales. La infección es siempre fatal.

Los autores han analizado los genomas de 648 muestras tomadas entre 2003 y 2018. Encontraron que al principio el DFT1 se escindió en cinco clados o sublinajes. Dos de ellos desaparecieron, mientras que los otros tres continuaron extendiéndose. Luego uno de estos tres se dividió de nuevo.

Los investigadores han podido, además, levantar un mapa con la distribución de los distinto clados, lo que revela cómo estos animales dispersan este cáncer a través del ambiente en el que viven. Sus hallazgos apoyan los informes epidemiológicos que resaltan la importancia de la geografía en los movimientos de los demonios de Tasmania y en las transmisión de la enfermedad.

Los intentos de evitar la extensión de esta enfermedad también se ven reflejados en los datos. Un programa piloto que eliminaba los ejemplares infectados de su zona de origen es el responsable de una serie de reemplazamientos de sublinajes en una región aislada.

Los autores identifican múltiples tipos de inestabilidad genómica, incluyendo la duplicación y pérdida de genes o la ganancia o pérdida de cromosomas completos. Además, describen la frecuencia de la duplicación de todo el genoma lo que ha dado lugar a tumores tetraploides. Sin embargo, el grado de diversidad genética dentro de la población de tumores es pequeña comparada con la que se puede encontrar en un único tumor humano.

La población de demonios de Tasmania de ha hundido precipitamente debido al DFT1, algo que ahora se exacerbado debido a la aparición de un segundo cáncer facial contagioso (DFT2). Como consecuencia, esta especie está ya en peligro de extinción.

Según Murchison, los resultados de este estudio pueden ser una ayuda para los modelos epidemiológicos y de predicción que permitan administrar mejor las intervenciones en este ecosistema para así salvar a esta especie.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Maximilian Stammnitz

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8 Comentarios

  1. Miguel Ángel:

    Lo he visto en documentales, ¡qué lástima! Y todo a pesar de que el gobierno australiano parece estar haciendo esfuerzos considerables para recuperarlos (un aplauso).

  2. tomás:

    En efecto, dijeron en la tele que Australia está trasladando individuos sanos al continente con el fin de que la especie no desaparezca. Esperemos que tengan éxito y que no hayan tenido el terrible accidente de llevarse algún animal enfermo.
    Lo que más me asombra es que el contagio se de «a través del ambiente en que viven». No consigo entenderlo, pero claro mi conocimiento del tema es nulo. Puedo imaginar que, al ser un cáncer de piel, quizá el roce con la vegetación deje células cancerosas vivas durante el tiempo suficiente para llegar al hocico o la cara de otro animal, porque, supongo que si se adhiere al pelo, acabará muriendo y no llegará a entrar en su posible víctima.

  3. NeoFronteras:

    El contagio es por contacto entre individuos, tal y como se dice en le texto: «…se ha extendido por toda la isla gracias al comportamiento social o los mordiscos de estos animales.»

  4. tomás:

    Mil gracias, maestro Neo. Sabía y, en efecto dice el artículo lo que señalas. Es que estos animalitos son bastante bestias en la cópula. No se contentan con gruñir, sino que se muerden con muy mal café. Lo que pasa es que como también habla del ambiente, lo tomé como el entorno -plantas, piedras, suelo, incluso cadáveres que puedan haber consumido otros de su especie- y no como el comportamiento social.

  5. Dr.Thriller:

    Sería de interés saber el origen, porque los mecanismos no están claros. Podría no ser estrictamente natural (pesticidas, p.ej.), aunque hay calaveras (de demonio) conservadas en museos de considerable antigüedad con deformidades compatibles con un cáncer similar. Sin embargo la brutalidad de la expansión es chocante, ¿hay que pensar que en una naturaleza sin seres humanos algo así podría exterminar a una especie? Mi prejuicio me dice que nanay del Paraguay.

  6. Miguel Ángel:

    Es que podrías estar acertado, querido Dr. Thriller: vamos a suponer que los pesticidas no estén relacionados, pero la población de demonios ya estaba limitada a unas pocas áreas concretas hace 3 décadas, y en eso sí que hemos jugado un papel con la caza y al introducir especies foráneas con anterioridad.
    Si los humanos no hubiésemos influido en la ecuación, los demonios habría partido de una población mayor extendida por islotes próximos a Tasmania. Tal cómo me imagino ese escenario, el cáncer empezaría propagándose y diezmando poblaciones, pero algunas podrían haberse salvado gracias al aislamiento.

    Abrazos.

  7. tomás:

    Pero esa no es la cuestión. Lo importante es que el cáncer se propaga sin intervención humana y que es muy contagioso. Creo que, independientemente de si se extinguirían o no, lo preocupante es su propagación. Solo encuentro razón en la cuestión de los pesticidas como intervención humana, aunque no creo que en la selva de Tasmania se empleen mucho. Bueno, a ver esa dialéctica migueliana nos lleva a alguna síntesis razonable.

  8. Dr.Thriller:

    No sabemos si se propaga sin intervención humana, porque no sabemos la causa. Como dice M.A., el mero hecho de reducir la población ya es una intervención humana y tiene consecuencias. Los efectos directos, inmediatos, son relativamente fáciles de ver, por eso los negamos, pero las causas oblicuas o muy indirectas, esas son difíciles de determinar, y pueden ser decisivas

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