Vida en lunas de planetas errantes
Especulan sobre las condiciones que tendría que tener una luna de un planeta errante para poder sustentar vida.
Vivimos en un mundo privilegiado. En la historia de nuestro Sistema Solar ninguna otra estrella se ha acercado lo suficiente como para expulsar a la Tierra del sistema y que esta sea un mundo errante.
En los últimos años se ha descubierto que hay planetas de este tipo que ahora vagan por el espacio interestelar. Al no estar iluminados por la luz de ningún sol, los posibles planetas de tipo rocoso al estilo de la Tierra se habrán congelado completamente hace tiempo, incluida su atmósfera.
Es posible imaginar un mundo cargado de vida, de algo similar a bosques y animales, que se haya congelado de ese modo hace tiempo y que conserve para siempre esa vida detenida en el tiempo a la espera que alguien la descubra.
Si se trata de planeta gaseosos de tipo joviano, estos planetas tendrán cierto calor interno que impida una congelación extrema, aunque al no tener una superficie sólida tampoco parecen lugares propicios para la vida.
Pero estos planetas gigantes pueden portar algo interesante: satélites naturales de gran tamaño. Podemos especular que las lunas de estos planetas errantes pueden poseer una atmósfera y retener agua líquida.
Ahora, astrofísicos de LMU han calculado que tales planetas con lunas sí podrían albergar suficiente agua líquida como para hacer posible la vida y sustentarla.
El agua hizo posible la vida en la Tierra y es indispensable para la existencia continua de sistemas vivos en nuestro planeta. Si consideramos que la vida en general es similar a la que hay en la Tierra, esto explica la obsesión de los científicos por buscar pruebas de la existencia de agua en otros cuerpos sólidos del Universo.
Hasta ahora, la existencia de agua líquida en exoplanetas rocosos no se ha podido probar directamente. Sin embargo, hay indicios de que varias lunas en los confines de nuestro propio sistema solar, más específicamente, Encelado en Saturno y tres de las lunas de Júpiter (Ganímedes, Calisto y Europa) pueden poseer océanos subterráneos. ¿Cuáles son entonces las perspectivas para la detección de agua en las lunas de los planetas más allá de nuestro sistema solar? Se antoja una empresa tremendamente difícil.
Ahora, los físicos de LMU Barbara Ercolano y Tommaso Grassi, en cooperación con colegas de la Universidad de Concepción en Chile, han utilizado métodos matemáticos para modelar la atmósfera y la fase gaseosa y química de posibles lunas en órbita alrededor de un planeta errante, un planeta que no está asociado con una estrella.
Estos exoplanetas son de interés, entre otras cosas, porque todos los indicios indican que hay muchos de ellos. Estimaciones conservadoras sugieren que nuestra propia galaxia alberga al menos tantos planetas huérfanos del tamaño de Júpiter como estrellas y, como la propia Vía Láctea alberga más de 100 mil millones de estrellas, debe de haber al menos esa cantidad de planetas solitarios.
Ercolano y Grassi utilizaron un modelo informático para simular la estructura térmica de la atmósfera de una exoluna del mismo tamaño que la Tierra en órbita alrededor de un planeta errante gigante. Sus resultados sugieren que la cantidad de agua presente en la superficie de la luna sería aproximadamente 10000 veces menor que el volumen total de los océanos de nuestro planeta, pero 100 veces mayor que la que se encuentra en la atmósfera terrestre. Esto sería suficiente como para permitir que la vida aparezca, evolucione y prospere.
En el modelo del que se consideró una luna del tamaño de la Tierra y un planeta errante del tamaño de Júpiter. Como ya hemos dicho, se esperaría que dicho sistema, que no tiene un compañero estelar cercano, sea oscuro y frío. A diferencia de nuestro sistema solar, no existe una estrella central que pueda servir como fuente de energía para impulsar reacciones químicas.
En el modelo de estos investigadores, los rayos cósmicos proporcionan el impulso químico necesario para convertir el hidrógeno molecular y el dióxido de carbono en agua y otros compuestos. Para mantener el sistema, los autores invocan las fuerzas de marea ejercidas por el planeta en su luna como fuente de calor y, suponiendo que el dióxido de carbono representa el 90% de la atmósfera de la luna, el efecto invernadero resultante retendría efectivamente una gran parte del calor generado en la luna. Estos factores juntos serían suficientes para mantener el agua en estado líquido, aunque, como vemos, están un poco traídos por los pelos.
No deja de ser fascinante que puedan existir mundos así. Puede que la probabilidad sea baja, pero si hay más de 100 mil millones de estos planetas, alguno de ellos contendrá vida, aunque no podamos comprobarlo en ningún caso.
Quién sabe, puede que dentro de algunos siglos un planeta de estos pase relativamente cerca del Sistema Solar y se pueda enviar una misión, aunque esta idea posiblemente no sea más que una buena excusa para comenzar una novela de ciencia ficción.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Ilustración: CC0 Public Domain
2 Comentarios
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martes 22 junio, 2021 @ 1:20 am
Fascinante que «huerfanos» puedan sustentar un ambiente propicio para la vida. Tomando como ejemplo a Júpiter que a su alrededor hay varias lunas con alta posibilidad de océanos de agua entonces las posibilidades se multiplican.
Durante el proceso de expulsión de estos planetas gigantes también hayan capturado gravitacionalmente a otros planetas, asteroides, cometas, objetos transneptunianos, y fuera de sus sistemas solares originales estos formen un mini sistema planetario con curiosos resultados.
domingo 27 junio, 2021 @ 12:37 pm
De acuerdo con el final del último párrafo del artículo: «… una buena excusa para comenzar una novela de ciencia ficción.»