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El ojo hipercompuesto de Phacopinae

Área: Paleontología — lunes, 11 de octubre de 2021

Un suborden de trilobites de Devónico tenía ojos compuestos de ojos compuestos.

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La vida es una manifestación del Universo, una parte de él. Todavía no sabemos si la vida es algo muy escaso o muy abundante, pero, al menos sabemos (el Universo sabe) que existe, que se da, en al menos un sitio.

La vida que apareció en la Tierra al principio era muy sencilla, microbiana. Luego fue evolucionando y esta también alcanzó ciertos grados de complejidad. Hace unos 600 millones de años se hizo multicelular y un poco más y tarde realmente compleja.

El Universo, que hasta entonces se había tocado, saboreado y olido a sí mismo, también pudo contemplarse, verse. Al principio los ojos eran muy sencillos, unos orgánulos que sólo sabía distinguir la luz de la oscuridad. Más tarde pudieron formar imágenes. Todo era una cuestión evolutiva de encontrar comida y de no ser comido, así que los ojos fueron mejorando.

Una de las varias maneras de obtener imágenes se dio cuando cuando los artrópodos evolucionaron hasta desarrollar ojos compuestos. No tuvo que ser mal invento, pues este tipo de ojo ha llegado hasta hoy en día, 500 millones de años más tarde, sin muchos cambios.

Ahora, un equipo internacional de investigadores ha encontrado un tipo de ojo en trilobites del suborden Phacopinae de hace 390 millones de años (Devónico) que es único en el reino animal y que supuso en su día una evolución aún más compleja del ojo facetado: el ojo hiperfacetado. Además, Brigitte Schoenemann (Universidad de Colonia para la Didáctica de la Biología) y sus colaboradores identificaron una estructura fósil que parece ser una red neuronal local que directamente procesaba la información en el ojo y un nervio óptico que llevaba la información óptica desde el ojo hasta el cerebro de estos seres.

Los trilobites son artrópodos que aparecieron en el Cámbrico y estuvieron habitando los océanos terrestres hasta que se extinguieron hace unos 251 millones de años.

La mayoría de los trilobites tenían ojos compuestos similares a los que todavía se encuentran en los insectos actuales y que consisten en una gran cantidad de facetas hexagonales. Por lo general hay ocho fotorreceptores debajo de cada faceta. La imagen se construye a partir de estos «píxeles» individuales, uno por cada faceta. La imagen final se construye a partir de todas las facetas. Las libélulas de hoy en día, por ejemplo, tienen hasta diez mil facetas individuales. Para poder producir una imagen coherente, las facetas deben estar muy próximas entre sí y sus fotorreceptores conectados por neuronas.

Es aquí donde aparece el problema de los trilobites suborden Phacopinae. Las lentes de las facetas que formaban sus ojos compuestos eran mucho más grandes, de hasta 1 mm de diámetro o más. Además, estaban separadas unas de otras una distancia considerable y eran poco abundantes. Parece que se desperdiciaba espacio en donde la luz podría ser capturada. Esto parece una contradicción, pues uno no espera que un artrópodo del Devónico hubiera degenerado evolutivamente hasta ver peor que sus antepasados. Hasta ahora, los científicos no habían sido capaces de explicar este hecho.

Para poder investigar el asunto, Schoenemann y sus colegas examinaron imágenes de rayos X tomadas por el radiólogo y el aficionado paleontólogo Wilhelm Stürmer en la década de 1970 de estos fósiles. Stürmer ya había creído en su día que los filamentos bajo los ojos de los trilobites podrían ser nervios o un sistema de guía de luz.

Al final ha resultado que a cada lado de la cabeza de estos trilobites tenían un ojo que constaba 200 lentes de 1mm, pero cada una de estas lentes contaba con al menos 6 subfacetas, por lo que eran ojos compuestos. Así que los ojos compuestos de estos animales estaban formados a su vez por 200 ojos compuestos. Debajo de cada lente había una red neuronal que procesaba la imagen que se formaba y enviaba esta información por unos nervios que iban hasta el cerebro de estos animales.

Según Schoenemann, este ‘hiper-ojo’ pudo haber sido una adaptación evolutiva a la vida en condiciones de poca luz. Pudo haber sido mucho más sensible a la luz que un ojo de trilobite normal debido a que su aparato visual era mucho más complejo.

Añade que también es posible que los componentes individuales del ojo realizaran diferentes funciones, lo que permitiría, por ejemplo, la mejora de contraste o la percepción de diferentes colores.

Hasta el momento sólo se ha encontrado este tipo de ojo en este suborden de trilobites y es único en el reino animal. En el curso de la evolución, este sistema de ojos desapareció, ya que estos trilobites terminaron por extinguirse y este hallazgo evolutivo se perdió para siempre.

Para terminar un pensamiento, amigo lector. Eche un vistazo a la foto del trilobites de arriba y piense que una vez esos ojos, únicos por siempre y para siempre, vieron el mundo que les rodeaba de una manera única cuando eran atravesados por la luz en el ambiente oscuro de un mar profundo o cenagoso. El Universo se contempló a sí mismo a través de ellos y gracias al pequeño cerebrito de este ser en particular, aunque sólo fuera para evitar que un depredador diera cuenta de él. Al final no fue comido, sino que quedó fosilizado para contarnos una historia de evolución sobre este mundo que ahora es nuestro. Puede que los humanos pervivamos durante un tiempo, pero nos costará mucho superar en supervivencia temporal a los trilobites que una vez también reinaron sobre la Tierra.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Brigitte Schoenemann.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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1 Comentario

  1. apalankator:

    Creo entender que cada faceta de los ojos de los artrópodos es un pixel, qué resolución más pobre y sin embargo se avían bien así. Claro que tienen otros sentidos para relacionarse con el exterior.
    Interesante.

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