Relacionan a los motores diésel con el cáncer
Demuestran la relación entre la exposición a los gases de escape de los motores diésel y el desarrollo de vasos sanguíneos.
Un estudio pone de relieve lo que era un secreto a voces: los motores diésel son muy malos para la salud.
Unos investigadores han encontrado que tanto en animales enfermos como en sanos se desarrollan más vasos sanguíneos si han sido expuestos a gases de escape procedentes de motores diésel. Esto sugiere que no se necesitan patologías previas para ser susceptibles a los daños causados por este tipo de contaminación.
Lo motores diésel producen partículas, muchas veces menores a la micra de tamaño, que potencialmente pueden penetrar en sistema circulatorio humano y en los órganos internos. Esto significa que el daño no se daría solamente sobre la piel o los pulmones, sino que se extendería por todo el cuerpo.
En el estudio se expuso a los animales de laboratorio a niveles de este tipo de contaminación similares a los que las personas que tienen que vivir en áreas urbanas, aunque menores a los que ciertos trabajadores están expuestos.
Qinghua Sun, de Ohio State University, dice que el mensaje del estudio es que la exposición a este tipo de contaminación, incluso por periodos cortos de dos meses, puede dar lugar a que los tejidos normales desarrollen tumores. Según él hay que concienciar a la población sobre cómo conducen y en dónde viven para que así se protejan a sí mismos y mejoren su salud. Además queda mucho trabajo por realizar en el apartado de mejorar este tipo de motores para que contaminen menos.
El estudio aparece on line en la revista Toxicology Letters.
En el experimento se implantó bajo la piel a un grupo de ratones una pequeña plataforma con células endoteliales normales que dan lugar a vasos sanguíneos. A otro grupo se les provocó una pérdida de riego sanguíneo, denominada isquemia, en sus miembros. En ambos casos se pretendía remedar las condiciones presentes en el cuerpo humano, en el primer caso las condiciones normales y en el segundo producir una falta de oxígeno similar a la que se da en ciertas enfermedades.
A parte de ambos grupos se les expuso durante seis horas diarias a gases de escape procedentes de motor diésel, gases que contenían una concentración de partículas de 1 miligramo por metro cúbico. A otra parte se les expuso a aire filtrado exterior durante el mismo tiempo, mientras que el resto respiraron aire filtrado normal en sus jaulas. Se miró el efecto de la exposición al cabo de dos, cinco y ocho semanas.
Los investigadores comprobaron que los vasos sanguíneos crecían según se producían cambios químicos y que cuanta mayor era la exposición mayor era el efecto. Aunque, según Sun, es complicado trasladar los resultados a humanos.
Por ejemplo, la exposición provocó un aumento de formación de vasos seis veces superior, comparado con los que no eran expuestos a gases de escape, en los miembros isquémicos al cabo de ocho semanas y cuatro veces superior en miembros normales.
Recordemos que este tipo de procesos están asociados al crecimiento de tumores que reclaman para crecer sustento a través de este tipo de aumento del riego sanguíneo. Lo sano es que el cuerpo desarrolle nuevos vasos sólo allá donde se necesitan y dejar de hacerlo donde ya no se necesiten.
Se desconoce cómo operan las partículas contaminantes en este caso, pero se cree que deben de influir en alguna señal química de activación de estos procesos o reducir la actividad de enzimas involucradas en la producción de sustancias que suprimen el crecimiento de tumores.
Lo malo de este tipo de partículas es que son tan pequeñas que penetran en todo el cuerpo. A diferencia de los motores diésel, los motores de gasolina expulsan partículas más grandes. Pero según Sun todavía es pronto para descartar la inocuidad de los gases de escape de motores de gasolina, pues a mayor tamaño de las partículas mayor capacidad de afectar a los pulmones.
Este grupo de científicos está investigando ahora el efecto de los gases de escape en el desarrollo y metástasis de los tumores.
Recordemos que el uso del motor de diésel está mucho menos extendido en EEUU que en países europeos como España. Recordemos también que el uso de gasolina con plomo estuvo haciendose durante mucho más tiempo en Europa que en EEUU, donde fue prohibida debido a los obvios problemas de salud y medioambientales que provocaba.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Foto cabecera: wikimedia.
5 Comentarios
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lunes 7 septiembre, 2009 @ 2:34 pm
En la nota de prensa se dice que las nanopartículas de los humos estimulan la aparición de factor de crecimiento endotelial (vascular endothelial growth factor, VEGF) y del factor 1 inducible por hipoxia (hypoxia-inducible factor 1) que es una proteína esencial en la angiogénesis por bajos niveles de oxígeno. En mi opinión, es aventurado afirmar sólo en base a este experimento que los humos diésel inducen tumores sólidos. Podría confundirse causa con efecto. La angiogénesis tumoral es la consecuencia de la liberación de factores estimulantes de la neovascularización, como el VEGF, por parte de las células neoplásicas. Esto hace que el tumor se garantice a sí mismo el aporte de oxígeno y de nutrientes. Cuando esto no ocurre, las células tumorales mueren (como cualquier otro tejido). El mecanismo por el cual las nanopartículas inducen VEGF no está demostrado. Se me ocurre que, como sustancias sólidas extrañas, pueden entorpecer el flujo sanguíneo y favorecer con ello la neovascularización. Pero esta actividad no se relaciona directamente con la transformación neoplásica. Quedo a la espera de los anunciados nuevos estudios.
Precisamente en el último número del Toxicology Letters hay un artículo en que se relaciona el humo de motores diésel con una disminución de testosterona en ratas de laboratorio. Casualmente he hecho un comentario en el artículo sobre la intolerancia a la lactosa acerca del incremento de disruptores endocrinos en las sociedades industrializadas. Otro más a la nefasta colección…
Saludos cordiales
lunes 7 septiembre, 2009 @ 2:44 pm
Más sobre el tema. Parece que en el experimento que se menciona no hubo un grupo que respiró gases de escape filtrados (sin nanopartículas). Esto es importante porque los gases de combustión son un cóctel de hidrocarburos que puede ser, por sí mismo, angiogénico y/o cancerígeno.
Saludos.
lunes 7 septiembre, 2009 @ 3:53 pm
Estimado Ricard:
Tiene razón. Los mismos autores son conscientes del salto especulativo que supone relacionar directamente este tipo de contaminación con el cáncer. Una mayor vascularización no significa necesariamente más tumores. más bien la presencia de un tumor es la que produce mayor vascularización. Si bien es verdad que una vez tengamos el tumor si encima se facilita la vascularización por la contaminación mal vamos.
Por eso mismo ahora sí están investigado esa relación, aunque no hayan publicado nada al respecto.
Sobre el aire filtrado la nota era confusa y no se discernía muy bien entre los dos grupos que respiraban aire «filtrado».
Otro tema es la presencia de todo tipo de contaminantes en el medio, muchos de ellos derivados de plásticos y con gran efecto endocrinológico.
De nada sirve que desarrollemos terapias contra el cáncer si no se ataja el fomento de la presencia medioambiental de estas sustancia. Sería mejor no padecer cáncer que curarlo una vez que se tiene (si se puede). Y si tenemos que esperar 10.000 años o más para adaptarnos tampoco parece una buena solución. Puede que estemos todavía evolucionando, pero el ritmo de evolución no es muy rápido, al menos a la escala humana de cada individuo.
La tendencia actual a tener hijos cada vez más tarde debe de tener un efecto de este tipo, pues el cáncer que aparece pronto es filtrado poco a poco debido al fracaso reproductivo (el que lo padece muere sin haberse reproducido). Aunque para que se note deban de pasar miles de años.
lunes 7 septiembre, 2009 @ 5:42 pm
Estimado Neo, «el cáncer que aparece pronto es filtrado poco a poco debido al fracaso reproductivo (el que lo padece muere sin haberse reproducido)». Esto puede ser verdad para algunas neoplasias de tipo leucemia, pero para el resto más bien se tiende a una mayor incidencia pero menor mortandad. Me explico: la prevalencia de neoplasias se incrementa en la población occidental por el aumento de factores cancerígenos en el ambiente y también por el incremento de la esperanza de vida. Pero la mortalidad por cáncer tiende a disminuir debido a las terapias anticancerosas. Me apresuro a aclarar que esta disminución de la mortandad se produce no tanto porque el cáncer se cure sinó porque la terapia alarga la vida del paciente de modo que éste se muere de cualquier otra cosa (ictus, por ejemplo).
Me resulta descorazonador comprobar que cada avance en las terapias anticancerosas van paralelas a la identificación de nuevos factores de riesgo. Totalmente de acuerdo en que las nuevas terapias no sirven de nada si no de atajan estos factores de riesgo. En el caso de los combustibles fósiles la motivación es doble: Una es inmediata por atentar a la salud y la otra por contribuir al cambio climático.
Saludos.
lunes 7 septiembre, 2009 @ 7:50 pm
Estimado Ricard:
Quizás me expresé mal. Me refería a los tipos de cáncer que aparecen pronto en la vida y que tienen una componente genética mayor. Si la causa es exógena entonces sería más complicado.