Testosterona y generosidad
A mayor testosterona menos generosos somos, pero más intenso es nuestro amor por la equidad, incluso pagando un coste.
El ser humano cree que es libre y que está en posesión del control de su vida, pero nuestro comportamiento depende de muchos factores, incluso de nuestro nivel hormonal. Es la razón por la cual en algunos estudios de comportamiento se excluyen a las mujeres, porque su respuesta depende mucho del momento del ciclo en el que se encuentren.
Pero las hormonas no afectan sólo a las mujeres, también los hombres se ven condicionados por ellas. Hace tiempo un estudio demostraba que por las mañanas, cuando los niveles de testosterona son altos, los agentes comerciales registraban más beneficios, pero ese estudio no pudo establecer una clara conexión causa-efecto.
Ahora Karen Redwine de Whittier College en California puede afirmar que efectivamente la testosterona hace que los hombres sean más tacaños. Esta investigadora y Paul Zak del Claremont Graduate University en California administraron testosterona a 25 estudiantes voluntarios y comprobaron el efecto que tenía en su grado de generosidad. A todos ellos se les administró además un placebo sin la hormona en una de las rondas para tener una línea base de control. Ni los participantes ni los investigadores sabían qué estudiantes habían ingerido y cuándo la hormona hasta después de haber realizado todas las pruebas.
Las pruebas consistían básicamente en jugar al juego del ultimátum. En él dos oponentes se disponen a apropiarse de un dinero procedente de un monto determinado proporcionado por los investigadores. El proponente ofrece un reparto a su antojo al otro y si el segundo acepta se queda cada uno con lo que dice ese reparto. Si el segundo no está de acuerdo con el reparto ninguno se lleva el dinero. En este caso en concreto se trataba de repartir 10 dólares y cada participante jugaba en ambos papeles con otros a través de un sistema informático que garantizaba el anonimato, tanto bajo los efectos de la hormona como sólo bajo el efecto del placebo.
Analizando los resultados, los investigadores pudieron comprobar que efectivamente la potente hormona tenía efecto sobre los resultados del juego. En promedio la testosterona producía una reducción en la generosidad del 27%, ya que la oferta del proponente al contrario caía de 2,15$ a 1,57$.
Una variedad más potente de testosterona la DHT (dihidrotestosterona) produjo un impacto aún mayor. Los hombres que portaban altos niveles de ella en sangre ofrecían sólo 55 centavos de los 10 dólares en promedio, mientras que los que tenían menos de esta hormona ofrecían 3,65$ en promedio.
Además, la DHT estaba asociada con una mayor propensión a castigar al contrario. Los hombres con altos niveles de esta hormona rechazaban ofertas de 4 dólares de los 10 del monto, mientras que los que tenían bajos niveles sólo castigaban por debajo de los 2,15$ en promedio.
Por una lado la testosterona empuja a los hombres a ser menos generosos, pero por otro los empuja a demandar una mayor parte del dinero aunque fuera pagando un coste por ello (no recibir nada) para castigar al proponente. Pero el rechazo de ofertas poco generosas hace que se fuercen repartos más equitativos.
Un factor biológico importante en la dinámica de la testosterona a tener en cuenta es el papel de la hormona oxitocina. Esta otra hormona influye positivamente en la generosidad. Un estudio de 2007 del grupo de Zak encontró que la oxitocina aumenta la generosidad en un 80%. Según Redwine la testosterona bloquea el efecto de la oxitocina en el cerebro. “Puede que la creación de estos machos alfa se deba a la inhibición de la oxitocina”, afirma.
Fuentes y referencias:
New Scientist.
Juego del ultimátum en NeoFronteras.
Foto cabecera: Departamento de justicia de EEUU.
8 Comentarios
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viernes 30 octubre, 2009 @ 1:34 am
La realidad social y cultural es tan compleja, que estos estudios solo indican tendencias, pero no la determinación de conductas. Las últimas guerras y crisis están más motivadas en cuestiones culturales y política que en situaciones ambientales y biológicas reales.
viernes 30 octubre, 2009 @ 12:25 pm
O sea, que las mujeres son más generosas que los hombres… ¿Quién financia este tipo de estudios y con qué motivo? ¿Alguien del gobierno para demostrar qué bien iría el mundo si gobernasen las mujeres?. Lo siento, pero soy incapaz de tomarme en serio un estudio que consiste en jugar al monopoly después de inyectar unas hormonas a unos estudiantes voluntarios y cuya conclusión es que esas hormonas nos hacen tacaños. Me parece que entre el planteamiento del estudio y la conclusión hay 2 o 3 abismos insalvables… Pero bueno, tiene su gracia.
Saludos generosos (a pesar de la testosterona).
viernes 30 octubre, 2009 @ 12:49 pm
Para saber si las mujeres son más o menos generosas que los hombres habría que realizar el mismo tipo de experimentos con ellas.
Tampoco hay que ver este efecto de la testosterona como algo negativo. En el mundo natural un ser muy generoso quizás no duraría mucho, tendría menos éxito reproductor y sus genes se perderían.
De todos modos el propósito del experimento no era evidenciar diferencias sexistas, sino ver el efecto de la hormona sobre el comportamiento. No hay un mensaje moral o ético en él.
sábado 31 octubre, 2009 @ 12:32 am
Obvio que no hay ningún mensaje, además, hace tiempo se conoce la vinculación entre niveles de testosterona y agresividad. Sobran los estudios al respecto. También debemos atender a qué entendemos por mundo natural, porque hubo y aún quedan algunas poblaciones humanas con tan escaso o nulo impacto ambiental, que literalmente viven en la naturaleza y ellos no conforman un grupo de brutos que todo el día se toman de garrotazos, al contrario, regulan su agresividad para actuar más en comunidad y ser más inteligentes que impulsivos a la hora de aprovechar los recursos naturales. En cambio en la «civilización actual» nos tratamos más de fagocitar que en otras culturas «arcaicas» Un doctor en recursos naturales nos dijo que, justamente, con la tecnología adecuada, volveríamos a estar de nuevo en la naturaleza sin renunciar a los beneficios de la ciencia.
sábado 31 octubre, 2009 @ 3:48 pm
Interesante. Atengámonos al artículo: dice simplemente que la hormona testosterona nos hace tacaños y la oxitocina, mas generosos. No dice que el ambiente complejo, u otras variables n, como procesos cognitivos y refuerzo social, o, incluso energías inconcientes, no influyan, dice lo que dice, y con base empírica verificable. Tampoco dice que cada cual deba portar su gragea, ¿o píldora? de la respectiva hormona, y las demás variables no sean tenidas en cuenta o ponderadas. No es un artículo de síntesis teórica, por lo cual, si queremos saber más investigariamos «hormonas, cerebro y conducta» y de ese modo podriamos cruzar algunas variables.
lunes 2 noviembre, 2009 @ 5:57 pm
«Un doctor en recursos naturales nos dijo que, justamente, con la tecnología adecuada, volveríamos a estar de nuevo en la naturaleza sin renunciar a los beneficios de la ciencia.»
Es la tontería más grande que he oído en mucho tiempo.
Con la tecnología adecuada podemos llegar a ser dioses, si es que las leyes de la naturaleza no imponen algún limite a esta tecnología.
Pero con la tecnología ACTUAL no podemos vivir como el buen salvaje (que nunca fue bueno, altruista y ecologista) y seguir con nuestras comodidades.
jueves 5 noviembre, 2009 @ 1:36 am
José, no me gustan los bizantinismo, pero se habló de «tecnología adecuada», el tema es más que obvio.
Por otro lado no sé a qué te refieras con «salvaje», porque si lo cargas de la histórica discriminación hacia los pueblos menos tecnologizados y menos agresivos que los actualmente dominantes, tendríamos que preguntarnos quien es más salvaje que quien en relación a la naturaleza. En estos temas, la falacia ecológica -un derivado del error de generalización- no ayudará a construir un debate constructivo.
jueves 5 noviembre, 2009 @ 10:34 am
Hay comentarios al respecto de ese tema en un post más reciente:
http://neofronteras.com/?p=2880