NeoFronteras

Picaduras de mosquito y fiebre del Nilo

Área: Biología — jueves, 29 de octubre de 2009

Los humanos producimos un olor similar al de las aves que atrae a los mosquitos portadores del virus de la fiebre del Nilo.

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Los investigadores utilizan papel de aluminio para recolectar los olores corporales que atraen a los mosquitos. Foto: S. Zainulabeuddin y W. S. Leal, PNAS, USGS.

En 1999 la enfermedad vírica conocida como fiebre del Nilo occidental fue introducida en Nueva York. Desde entonces se ha extendido por toda Norteamérica. Aunque afecta principalmente a las aves, también puede infectar a humanos y otros animales.
Los síntomas van desde dolor de cabeza a parálisis y coma. El año pasado murieron 44 personas por este virus. El vector que utiliza el virus para propagarse son los mosquitos, en este caso en concreto una de las especies más responsables es Culex pipiens quinquefasciatus, conocido allí como mosquito casero del sur. Según las aves van emigrando ahora a zonas más cálidas los mosquitos que quedan empiezan a picar a más personas. La pregunta es por qué lo hacen.
En general los mosquitos se guían por el calor, el dióxido de carbono, la humedad y ciertos productos volátiles como indicadores de por dónde se encuentra su víctima. Los entomólogos Walter Leal y Zainulabeuddin Syed, de University of California en Davis, querían saber qué atrae al mosquito Culex pipiens quinquefasciatus en particular hacia las presas a las que pica.
Se preguntaban si estos mosquitos se guiaban por el mismo olor tanto para personas como para aves, así que analizaron la composición química de las sustancias producidas por los antebrazos de 16 voluntarios de diverso origen étnico, e hicieron los mismo con palomas y pollos, dos especies a las que este mosquito también le gusta picar.
Entre los cuatro ingredientes que dominan el olor humano los investigadores encontraron uno, denominado nonanal, que por alguna razón desconocida está también presente en altos niveles en las aves analizadas.
Luego analizaron los receptores olfatorios de los mosquitos, o sensilas, en busca de alguno que fuera específico a esa sustancia. Encontraron que este compuesto disparaba una reacción muy fuerte en más de la mitad de 1300 sensilas. Esto sugería que la molécula en cuestión dirige el comportamiento del mosquito.
Finalmente comprobaron si efectivamente los mosquitos se veían atraídos por este compuesto, así que usaron trampas antimosquitos basadas en dióxido de carbono, en forma de hielo seco, que normalmente son utilizadas en campañas de vigilancia de mosquitos portadores de virus, y sustituyeron el hielo seco por nonanal. Pudieron comprobar cómo el número de capturas aumentaba en un 50%.
Según Leal, el hallazgo explica por qué la fiebre del Nilo ha cruzado tan fácilmente de aves a humanos. Pero además puede ayudar a combatir la enfermedad. El nonanal puede usarse para diseñar trampas más eficientes en lugar de dispersar insecticidas por el medio ambiente, algo que puede tener otros efectos adversos. Además puede servir para vigilar este tipo de enfermedades. Pero los escépticos sostienen que las trampas no serán capaces de capturar el suficiente número de mosquitos como para que sean efectivas bajo el punto de vista epidemiológico.
Aunque no se menciona en este estudio, sería interesante saber si otras especies de mosquitos, como las que transmiten la malaria, se ven atraídas por compuestos similares.
También sería la explicación de por qué a unas personas les pican más los mosquitos que a otras, quizás estas persona exudan en mayor cantidad algún compuesto específico que los atrae.

Fuentes y referencias:
Noticia en Science.
Artículo original (en abierto).

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