La sorprendente percepción del color
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Las primeras imágenes de alta resolución de retinas vivas en humanos revelan que las proporciones de los distintos tipos de conos varía considerablemente de unos individuos a otros, sugiriendo que la visión del color depende más de cómo el cerebro interpreta las imágenes que recibe que de la fisiología del ojo.
La retina está compuesta de dos tipos de células fotosensibles: los bastones y conos. Los primeros son muy sensibles y son los responsables de la visión nocturna y en blanco y negro. Los segundos son los responsables del color y son mucho menos sensibles, de ahí que por la noche “todos los gatos sean pardos”. Hay varias clases de conos que portan distintos tipos de moléculas sensibles a los distintos colores primarios. Así los colores deberian de ser percibidos según la cantidad de conos sensibilizados de uno u otro tipo, de una manera similar a como lo hacen los píxeles de una cámara moderna.
Los pigmentos que dan la sensibilidad a los diferentes colores son muy frágiles y por tanto no se puede obtener mucha información de las retinas procedentes de cadáveres, imposibilitando la obtención de información sobre la percepción del color.
Para poder tener una imagen del tejido vivo del interior del ojo humano los investigadores de la Universidad de Rochester que han descubierto este hecho han utilizado una técnica láser para levantar topografías de retinas humanas con un detalle muy alto. La técnica se denominada óptica adaptativa y fue desarrollada en primer lugar para su uso en astronomía. Esta técnica permite aumentar la resolución óptica de los objetos astronómicos mediante la reducción de los efector perturbativos introducidos por las turbulencias en la atmósfera terrestre.
Con esta técnica se puede incluso mandar luz directamente a la retina y ver a qué longitudes de onda (color) son sensibles las distintas fotocélulas. Además se pueden tomar fotos de unos 1000 conos a la vez. Por tanto es posible estudiar con gran detalle la estructura y funcionalidad de la misma.
Según las pruebas previas entre los individuos voluntarios había un gran consenso sobre el color que veían, pero la estructura de sus retinas variaba grandemente. Las diferencias en la proporciones de conos puede llegar a variar hasta en un factor 1 a 40 de unos individuos a otros.
Esto permite afirmar que la percepción del color en humanos va más allá de la fisiología del ojo y dependería de cómo el cerebro interpreta la información que le llega. Sería pues un sistema basado en el software más que en hardware.
Los investigadores, basándose en pruebas realizadas con lentes de contacto coloreadas, sugieren que hay un mecanismo de calibración del color en el cerebro que nos permite ver los colores “naturales” aunque incluso usemos gafas coloreadas y que actuaría como un sistema de “balance de blancos” automático.
El resultado ha sido publicado en Neuroscience. Este equipo de investigadores estudia ahora el origen genético de esta variación en la proporción de conos en las retinas humanas.
Fuente Universidad de Rochester.
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